Misa Impia
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GEORGES VINSON
LA MISA IMPA
Anlisis del Novus Ordo Misae
Catlicos Alerta
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Cuando algunos lectores vean mi nombre en este libro, que ha sido traducido del francs; cuando lean el ttulo, que a dicho libro ha dado su autor, el R. P. Georges Vinson, levantarn sus voces de protesta y pedirn que nuevas censuras eclesisticas vengan a castigar una vez ms la contumacia" del autor, del traductor y del prologuista mexicano, como la mejor refutacin de las tesis, al parecer irrefutables, de este librito, que, no por breve, deja de ser de una importancia suma, para denunciar los inauditos desmanes, en el corazn mismo de la liturgia catlica, excogitados por los ecumnicos progresistas, que, hoy por hoy, detentan en sus manos el poder punitivo de la Iglesia. LA NUEVA MISA Y LA CONCIENCIA CATLICA": este era el ttulo original, que, en el texto francs, haba dado el autor a este pequeo, pero maravilloso libro, que plantea, ante la conciencia catlica, el problema crucial de la nueva economa del Evangelio'', de la ''nueva mentalidad", la''metanoia", exigida por la nueva religin del aggioniamento", del ecumenismo, de *la libertad religiosa", del ''dilogo", de la imperiosa evolucin" de una Iglesia anquilosada, envejecida, desadaptada a un mundo dinmico, en constante transformacin. Sin embargo, el ttulo anterior, con ser tan claro para las inteligencias preparadas, tal vez no fuese suficientemente comprensible para el pueblo sencillo, a quien principalmente est dirigido este trabajo, para deshacer prejuicios, despejar confusiones y hacer que la luz de la verdad inconmovible venga a servir de norma segura al cumplimiento de los deberes principales de la vida cristiana. Por eso hemos pensado, el traductor de comn acuerdo con el prologuista, que mudando, mudando, sin cambiar las ideas solidsimas del autor, disemos a su libro el ttulo ms exacto y elocuente: LA MISA IMPA" ''anlisis del Novus Ordo Missae", que segn la teologa tradicional, es objetivamente pecaminosa. Objetivamente, de acuerdo totalmente con el pensamiento del R. P. Vinson, sin meternos a juzgar las ocultas intenciones, ni la responsabilidad, que, ante Dios y ante su conciencia, puedan tener los defensores, propagadores y asiduos asistentes a la nueva misa de Paulo VI". Ya me imagino la unnime condenacin de todos los innovadores progresistas", contra todos los que hemos colaborado en la publicacin en espaol de esta pequea, pero definitiva y orientadora obrita del P. Vinson.
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Ya me parece leer el trabajo filolgico de su Excelencia Don Jos de Jess de Alba, un tanto atrasadito en los matices del griego clsico y del griego de la decadencia; ya lamento la retractacin de Gloria Riestra, paternalmente protegida por sus Excelencias el Arzobispo Corripio, el Obispo de Tampico y el ya mencionado de Don Jos de Jess de Alba. Ya me adelanto a suponer los escritos rabnicos del pontfice mnimo" de la ''Hoja de Combate", el Lie. Salvador Abascal Infante y de su prole pa, limpia sangre y tradiciones inconfundibles del pueblo escogido"; ya adivino los escritos futuros del telogo maromero, que, segn el salario lo mismo trabaja en el divertido circo de Cuernavaca, bajo la direccin y la fluctuante ideologa de Don Sergio VII, que en el otro circo, el del MURO de las Lamentaciones, a las rdenes de Ramn SILVER y del hebreo de procedencia alemana Muguemburg y de la mafia, a cuyo servicio ellos estn dedicados: me refiero al nuevo luminar de las falsas derechas", al P. Manuel Molina, el de la dicesis de Tlaneplanta; ya veo, en una palabra, a todos los infiltrados cerrar filas, y dar la seal a la orquesta de los incondicionales, los Enriques Maza, los Avils, los Salmern, los Moya Garca, los Quezada y los Ertze de Garamendi el de las dos traiciones que tocan plaideros El Ocaso de Los Dioses", para clausurar con broche de oro el Auto Sacramental. Me temo que, a pesar de su ciencia, discutida o discutible, el ingeniero relogo del *'MURO" de las Lamentaciones, el Sr. Silver; el licenciado telogo, aspirante en otros tiempos a gobernar a Mxico, a colonizar, explotar y enriquecer la Baja California y que termin su brillante carrera como director gerente e inquisidor de la Editorial ''JUS", propiedad de los fundadores y dirigentes del PARTIDO DE ACCIN NACIONAL; pero, sobre todo, el exdiscpulo de Don Sergio VII, el de Cuernavaca, actual exponente de las falsas derechas, el P. Manuel Molina, el de la dicesis de Tlanepantla: me temo, digo, que tan ilustres personalidades ignoren no digo ya la autoridad indiscutible, intemacionalmente reconocida, de los telogos franceses, que redactaron este libro o, al menos, lo avalaron con su prestigio y su ciencia. Pero, el slo nombre de esos telogos franceses es ya una garanta apriorstica de la solidez, ortodoxia y sentido catlico del estudio que hacen del Novus Ordo Missae, punto lgido de la revolucin religiosa, que hace ya varios aos se desarrolla en la Iglesia de Dios. La doctrina catlica y tradicional est expuesta con claridad meridiana por el R. P. Vinson. El prefacio, escrito por el M. L. R. P. Guerard des Lauriers, O. P., uno de los telogos ms insignes de la Iglesia, profesor del Anglico y
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del Lateranense, uno de los pocos M. L., 1 que, por su ciencia extraordinaria ha sido y sigue siendo una de las mximas autoridades de la teologa catlica en el mundo, de la teologa autntica, tradicional, que, como la Verdad Revelada, no cambia ni puede cambiar. El estudio sereno, pero sincero y profundo, incluyendo, si quieren los textos griegos (pero con las debidas distinciones del griego clsico y del griego de la decadencia), una simple lectura de los documentos conciliares del Concilio de Trento y de la autorizada explicacin, que de esos textos nos da el Catecismo de San Po V servir, sin duda, para damos cuenta de la doctrina impecable del R. P. Georges Vinson. Hace unos das, una persona, pariente mo por cierto muy cercano, infestado del progresismo en boga, para quien la teologa medioeval, de los grandes maestros de la escolstica de la edad de oro, estaba definitivamente superada por Maritain, Teiltiard de Chardin, el Papa Montini, y los je-Buitas de la nueva ola, me condenaba por mi postura anticuada, retrgada y totalmente insostenible ante los avavances de la ciencia moderna. Para l su profesin es la de mdico, no la de filsofo ni la de telogo la evolucin" es incontenible y dentro de su dinmica ininterrumpible, ha de dominar tambin la ciencia religiosa. El Papa Montini, Juan XXIII y su Concilio vinieron a salvar a la Iglesia de la inevitable muerte a donde su decrepitud la llevaba. Este es el lenguaje del progresismo'', sus postulados bsicos: un nuevo mundo est naciendo y, es necesario acomodar la religin a las exigencias del mundo moderno. Estos pobres indoctrinados, sin darse cuenta, han perdido la fe. Piensan que Cristo, el Hijo de Dios, no tuvo visin o poder para fundar una Iglesia inmutable, aunque capaz de desarrollo y de progreso, sino que debera haber incorporado su obra divina al curso constante de la evolucin. Crece el ser vivo, se desarrolla; evoluciona el chango, que deja de ser un animal irracional para convertirse en un animal racional. Para nosotros las palabras de Cristo tienen vigencia eterna:
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!Maestro Laureado. S6lolo unos cuacos telogos tienen esta dignidad la Iglesia Catlica.
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"YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA". LOS CIELOS Y LA TIERRA PASARN, PERO MIS PALABRAS NO PASARN Joaqun Senz y Arriaga
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Prefacio
! ! El estudio del R. P. Vinson tiene extraordinaria oportunidad e inters para todos los catlicos, en los tiempos actuales, as por la materia que l pretende esclarecer, como por la inclusin esencial y eminentemente prctica que con su sobrio y profundo anlisis nos demuestra. Conviene asistir a la nueva misa? Esta es la importantsima pregunta que de continuo se hacen, en su conciencia catlica, numerosos fieles tradicionalistas. Los consejos, vlidamente" dados a los catlicos que, con razn, se inquietan ante la magnitud y trascendencia de este problema, oscilan alrededor de un trmino medio: no asistir a la nueva misa", en cuanto sea posible; y, suponiendo que sea prcticamente imposible el poder asistir a una Misa celebrada segn el rito tradicional; no participar, sino en lo esencial, en la misa celebrada segn el Novus Ordo. Las consideraciones y argumentos, que han sido suficientemente expuestos, por telogos eminentes de distintos pases, no necesitan ser aqu reproducidos y confirmados, para demostrar la solidez de esa conclusin media. Sin embargo, fuera de los folletos y publicaciones del Abb Coache y del R. P. Barbara, no exista, a lo que yo conozco, ningn estudio, fcilmente accesible y ampliamente difundido, cuyo objeto fuera el analizar la relacin, el vnculo, que debe existir entibe los principios dogmticos y la prctica, en el cumplimiento de uno de los principales, si no el principal deber de nuestra vida cristiana.o Lo primero que debemos tener presente, para encontrar la s o l u c i n acertada de este tema vital y gravsimo, es que el acto de asistir a la nueva misa es un acto humano. Pero un acto humano, que suponemos, para no entrar en discusiones intiles, es eminentemente religioso, as por su naturaleza, puesto que est radicalmente fundado en las relaciones y deberes esenciales, que la criatura tiene con relacin a Dios, como su Creador, su Seor, su Redentor y Santificador; como por la voluntad e institucin de Cristo, nuestro Divino Salvador. Cul es, pues, desde el punto de vista moral, la calificacin que debemos dar a este acto humano y religioso de asistir a la Misa, celebrada segn el ''Novus Ordo Missae''"? Este es el gravsimo problema, que ante su propia conciencia se plantean todos los tradicionalistas lcidos y conscientes de sus tremendas responsabilidades ante Dios mismo. As las cosas, hay que tener el valor necesario para decir la verdad, para declarar que la asistencia a la ''nueva misa", de suyo, objetivamente hablando, constituye un pecado. Despus, pero solamente despus, podremos examinar las circunstancias que puedan modificar, en este caso como en cualquier otro, el carcter del acto puesto, la mayor o menor gravedad de la culpa en que se incurre, segn la mayor o menor responsabilidad, que por sus conocimientos religiosos, por la mayor o menor adhesin de su voluntad, o por los motivos en que funda su decisin, pueda el
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catlico tener delante de Dios. El R. P. Vinson expone todo esto de una manera clara y accesible. Tiene, pues, el gran mrito de plantear la cuestin como debe ser, es decir, juzgando el acto (humano de asistir a las nuevas misas) partiendo de los principios, que son la norma, y no solamente, ni principalmente, por las consecuencias que puedan derivarse. Nosotros seramos ms estrictos que el P. Vinson, al apreciar las circunstancias". Pero lo importante est, ahora sobre todo, cuando la astucia causa estragos que parecen endmicos, en eliminar todo equvoco. Es necesario, ante todo, no permitir que se llame bien relativo" aquello que oculta lo que es absolutamente un mal, ni virtud ''disminuida" aquello que intrnsecamente es un pecado. El R. P. Vinson exhorta a los fieles tradicionalistas a actuar en funcin de la exigencia inexorable que tiene el hombre de ser como piensa, como cree, y del imperioso deber de testimoniar como creyente que .su nica fuerza consiste en conformarse al precepto evanglico: '^Que vuestras palabras sean en vuestro corazn como son en vuestros labios: S, s. No, no". Puede este estudio ser ledo y asimilado; puede esclarecer y formar la opinin por la luz de la VERDAD. En la fiesta de la Inmaculada Concepcin, 8 de diciembre de 1971. M.L. GUERABD DES LAURIERS, O. P. Doctor de Teologa.
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Duras son estas palabras! quin podr aceptarlas?. San Juan VI, 60.
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En junio de 1969, en la carta dirigida a Paulo VI para presentarle el BREVE EXAMEN CRITICO del NOVUS ORDO MISSAE, los Cardenales Ottabiani y Bacci escriban: Las recientes reforman litrgicas han ya demostrado suficientemente que los nuevos cambios en la Liturgia no podrn hacerse sin conducir a la ms total confusin a los fieles, que manifiestan que esos cambios les son insoportables y disminuyen, sin duda alguna, la misma fe del pueblo. Desde entonces a estas fechas, la situacin es todava mucho ms grave. Es un hecho que, en conjunto, los fieles toleran la reforma litrgica, pero no la han adoptado. Y esto, que puede afirmarse de la reforma litrgica en general, es especialmente verdadero, por lo que toca a la reforma de la Misa. *** Para muchos catlicos, sin duda, el problema no existe. Ellos se dan cuenta de que, despus de muchos aos, o siglos, la Iglesia se ha dado a la empresa de hacer un cambio, una reforma completa de sus ritos; advierten todos los das nuevas modificaciones en el culto, en la catequesis, en la administracin de los sacramentos. Todo eso es asunto de los curas... si el Papa, piensan, desea cambiar frecuentemente la manera de celebrar la Misa, eso no me interesa"... Y, como ellos lo hacan hace 20 aos, continan asistiendo a la Misa por piadosa costumbre, de modo casi rutinario. Pero este no es el caso de todos los catlicos. Hay muchos, muchsimos, que tienen graves problemas en su conciencia. Su buen sentido de cristianos verdaderos est en contradiccin con ciertas frmulas o ciertos ritos, que no "les parecen compatibles con sus conocimientos religiosos. Ellos empiezan a dudar sobre el valor de su misma fe o sobre el fundamento que esas modificaciones, cambios y reformas puedan tener. De una manera ms o m e n o s consciente, ms o menos explcita, se preguntan en la intimidad de su conciencia: Qu es lo que debo hacer? Pero, bien sea porque se estimen incompetentes, bien sea porque quieran evitar toda contrariedad, tratan de callar las voces de su conciencia con un piadoso engao, que en nada justifica su cobarda, su indecisin, su falta de fidelidad a la voz de su propia conciencia: Despus de todo, dicen, yo no hago ms que obedecer... Es el Papa y son los obispos los responsables". Y, con frecuencia, obedecen con el alma llena de inquietudes. Pero esta excusa no es suficiente a los ojos de Dios. Estos catlicos tienen el gravsimo e ineludible deber de profundizar en el problema. Es absolutamente falso que la obediencia sea en todos los casos una excusa suficientemente vlida ante Dios. No debemos, ni podemos olvidar, como dijo San Pedro, que hay casos, en los que ''ES NECESARIO OBEDECER A DIOS ANTES QUE A LOS HOMBRES". Ni faltan tampoco algunas personas, para quienes la misa llamada de Paulo VI sea una misa maravillosa mejor adaptada a la mentalidad moderna; sostienen estos irresponsables reformistas que es necesario adaptar la misa a todos los gustos, a todas las mentalidades, a todas las volubilidades mismas de la gente del mundo contemporneo y, con la Congregacin para el Culto Divino, afirman ser imperiosa una constante revisin de los libros litrgicos". Mas, en todos los pases, son ya muchos los que, con la mayor sinceridad de su conciencia catlica, sin cobardas, ni componendas o claudicaciones, se han planteado franca y resueltamente el problema gravsimo, que estamos
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viviendo: Es necesario adoptar la nueva misa por obediencia al Papa, aunque sea con detrimento de la fe catlica? o, por el contrario, es necesario continuar observando el rito de San Po V, aunque sea con el riesgo de desobedecer al Papa'? Y, ante tal dilema, sin vacilar responden que les es imposible aceptar y adoptar el NOVUS ORDO MISSAE". Ellos rechazan esa nueva misa, no por motivos de conveniencia o de preferencia personales, sino por motivos gavsimos de fe. Les pueden faltar los argumentos y a menudo no sabrn tal vez qu responder a aqullos que les dirigen reproches; pero, en lo ntimo de su alma, saben y sienten, aunque confusamente, que es absurdo y perjudicial el invocar la obediencia en este asunto tan sagrado, como una justificacin inapelable; y comprenden muy bien que sobre la obediencia est la fe; que una obediencia que no se subordine a la fe, no es virtud, sino servilismo, vergonzosa claudicacin. *** Entre los estudios, que han sido publicados sobre el Novus Ordo Missae" y la misa llamada de Paulo VI, el Breve Examen Crtico'' ocupa indiscutiblemente un lugar aparte. Compuesto por un grupo de prominentes telogos, liturgistas pastores de almas de la Ciudad Eterna (el M. L. Guerard Des Lauriers, O. P. fue uno de ellos) fue presentado al Soberano Pontfice por un grupo de Cardenales, entre los cuales figuraban los Cardenales Ottaviani y Bacci, que firmaron la carta. Por tal motivo, por los argumentos profundos y solidsimos, que ese documento nos ofrece, por los principios teolgicos y dogmticos, en que se funda, dan a este estudio un valor excepcional y una autoridad irrecusable. Es un trabajo doctrinal, que la teologa sincera y no comprometida janics podr ignorar, ni menospreciar. Pero, los simples fieles en la confusin ms espantosa buscan tambin consejos y avisos prcticos, para resolver el angustioso problema, que su propia conciencia les presenta. Las pginas que siguen han sido pronunciadas antes de ser escritas. A peticin de numerosos fieles, que pensaban que su publicacin podra dar a muchas almas seguros argumentos para permanecer fieles a la Misa de siempre, la Misa de San Po V, la as llamada Misa Tridentina, y para justificar su posicin y suministrarles las armas necesarias para defenderla, nos hemos resuelto a imprimir este estudio. A todos los fieles, que no se obstinen en cerrar los ojos a la verdad, estas pginas les darn una ayuda para resolver el problema moral, que en el futuro pueda plantearles su propia conciencia, o mejor dicho, al problema que debera plantearles la nueva misa, ya que, como dice el Breve Examen Crtico'', LA PROMULGACIN DEL NOVUS ORDO MISSAE PONE A TODOS Y A CADA UNO DE LOS CATLICOS EN LA PENOSA NECESIDAD DE ELEGIR''. Y esta eleccin es importantsima, porque de ella depende nuestra eterna salvacin.
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El Problema Histrico
Si alguna vez, cualquiera, aunque fuera un ngel venido del cielo o aunque fuese uno de nosotros (los Apstoles) el que os predicase un Evangelio distinto del que os hemos predicado, que sea anatema. Ya os hemos dicho, y os lo volveremos a decir en esta ocasin que sea anatema. Ad. Galatas, I, 8 y 9..
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Cmo es posible dirn muchos de los conformistas que el Novus Ordo Missae pueda plantear ante la conciencia catlica un problema tan grave de conciencia? De una manera esquemtica, puede formularse as la respuesta a esta pregunta: Esta reforma litrgica nos parece desprovista de un fundamento razonable, que pueda justificarla y hacerla aceptable ante la conciencia del pueblo catlico. Jams el pueblo cristiano podemos afirmarlo de un modo absoluto (y hablando sobre todo de los pueblos misionales) haba pedido una reforma cualquiera en la celebracin de la Santa Misa". Jams, absolutamente jams, el pueblo cristiano haba demandado que, para hacer la liturgia ms comprensible, fuese sta cambiada o mutilada. Lo que el pueblo peda, para comprender mejor tan sublimes misterios, no era un cambio, sino una instruccin adecuada, una explicacin pertinente de esa nica, de esa inmutable liturgia, que, por ningn motivo, hubiera deseado que fuese cambiada". (Breve Examen Crtico). El nuevo ordo de la misa se instala y se impone en la Iglesia contra la voluntad del mismo Concilio Vaticano 11. Las disposiciones, que acompaan la Constitucin ^*Missale Romanum" eliminan el latn y el canto gregoriano, que el Concilio haba declarado que eran el lenguaje y el canto propio de la liturgia romana. El nuevo '^Ordo Missae" se instala y se impone en la Iglesia contra la voluntad del Snodo Episcopal que, en 1967, haba mayoritariamente rechazado esa que entonces llamaron '^misa normativa". Por lo mismo, el nuevo *'Ordo Missae", que no es sino la re produccin de esa *^misa normativa", jams fue sometida al juicio colegial de las Conferencias Episcopales. El nuevo Ordo Missae" pretende sustituir el antiguo Misal Romano, promulgado por San Po V. Y la Constitucin Apostlica de Paulo VI Missale Romanum", que pretende imponerlo, reconoce, con palabras claras e inequvocas, que la Misa dicha de San Po V no ha sido cambiada, desde el siglo IV o V. Esa Constitucin de Paulo VI confiesa as mismo que esa Misa tradicional ha constituido el alimento espiritual, abundante y santificador de innumerables santos. Cmo es posible afirmar entonces que los motivos pastorales hacan ahora necesaria la reforma del Misal? Pero, las razones pastorales, que puedan aducirse, para justificar una ruptura tan grave, no parecen tener valor alguno frente a las razones doctrinales; ni son, en manera alguna, suficientes para imponer estos cambios destructores en lo ms sagrado de la liturgia catlica". (Breve Examen Crtico). Entonces, si esto es as, por qu esta reforma? Y este problema histrico plantea o debe plantear ya un problema moral en la conciencia de todos y cada uno de los fieles sinceros de la Iglesia. Porque, si esta reforma est desprovista de un fundamento razonable, slido, teolgico, cmo puede tener el carcter y fuerza de una ley? Y si hombres competentes, si eximios telogos, si obispos y cardenales han testimoniado que el nuevo Ordo Missae compromete la unidad y la
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pureza de la fe; que se convertir en una causa de divisiones, que ser para hablar en trminos modernos como un error incalculable" (Breve Examen Crtico), no ser, por ventura, el derecho, diremos ms, el deber ineludible de todo fiel el resistirse y rechazar dicha reforma? '^Siempre los subditos, en cuyo bien comn toda ley justa y recta debe hacerse, tienen el derecho y ms que el derecho el sagrado deber, si la ley se manifiesta como nociva, como destructora del bien comn, de pedir al legislador, con filial confianza, su abroga*-ein". (Breve Examen Crtico). As que, cuando una ley de una manera evidente, es contraria al bien comn, es permitido, es bueno y razonable el que los sbditos no tengan en cuenta lo que la ley declara y ordena; sino que, por el contrario deben hacer lo que demanda la justicia y el bien comn. Esto es lo que nos ensea Santo Toms de Aquino (II, II: q. 120, a. 1). Acaso esta regla solidsima no tendr tambin su aplicacin en el caso importantsimo de la Santa Misa?
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El Problema Doctrinal
"El que se ama a s mismo, ya sea prelado, ya sea subordinado, nutre ese funesto orgullo, fuente y principio de todo mal Si es que manda, lo hace mal, porque, por amor a s mismo o por complacer a las criaturas, de las que el inters o el amor propio le hacen esclavo, sofoca en s (o pretende, mejor dicho, sofocar) el Castigo de la JUSTICIA DIVINA... |Ay! ay!, Santo Padre: este indebido mandato es el que origina que los que lo obedecen se pierdan en la iniquidad. . ." Carta de Santa Catalina de Sena al Papa Gregorio XI, en 1376.
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La reforma fue hecha por complacer en muchos puntos a los ms modernistas de los protestantes. ''El Novus Ordo Missae, si se consideran los elementos novedosos que contiene... se aparta de un modo impresionante, as en conjunto como en los pormenores, de la teologa catlica de la Santa Misa, tal como fue formulada en la sesin XXII del Concilio de Trente'\ (Breve Examen Crtico). Con razn se ha podido escribir que ''se quiere eliminar la teologa catlica de la Santa Misa". En substancia el Novus Ordo Missae" se aproxima lastimosamente a la teologa protestante, que ha pr.etendido siempre destruir el Santo Sacrificio de la Misa. Significa esto que el ^'Novus Ordo Missae# sea un rito hertico'? Si aceptamos el rito nuevo, que favorece la confusin entre la Misa Catlica y la Cena protestante... entonces, caeremos sin tardar de una misa intercambiable a una misa hertica''. (Abb Dulac. en Courrier de Rome"). Pero, si todava no hemos llegado a ese abismo, tenemos que reconocer, por lo menos, que el nuevo rito es ciertamente un rito equvoco2 y que, por sus ambigedades, favorece la hereja. Para convenceros, leed el Breve Examen Crtico del Novus Ordo Missae, del que ya hemos hablado. Para resumir el juicio de este histrico y profundo documento en unas cuantas lneas basta decir que el nuevo Ordo Missae: Desnaturaliza la ofrenda y la degrada, multiplica las expresiones ambiguas, no expresa de una manera explcita el misterio de la fe, que disimula en la asamblea" de los fieles, repudia implcitamente el dogma de la presencia real, falsea el papel de los fieles y del sacerdote en la celebracin de la Misa, embota la fe en el valor propiciatorio y redentor del Sacrificio, insistiendo exagerada e indebidamente en su aspecto de alimento, cena, gape, reunin y fiesta, tiende a destruir la piedad eucarstica de los fieles. Es evidente concluye el Breve Examen Crtico que el nuevo Ordo Missae" renuncia a ser la expresin de la doctrina que el Concilio de Trento ha definido como pertenencia de la fe divina y catlica. Y, sin embargo, la conciencia catlica est para siempre ligada a esta doctrina infalible e inmutable". Y el Breve Examen Crtico c o n c l u y e con estas gravsimas palabras: Resulta que la promulgacin del N o v u s Ordo Missae" pone a cada
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! Equivoco es lo que puede entenderse o interpretarse en varios sentidos o dar ocasin a juicios diversos. En el caso presente, si la nueva misa puede tener un sentido catlico y un sentido protestante, puede un catlico, en conciencia, admitir ese rito, cuyo valor depende de la desconocida intencin del que celebra? Se puede jugar de esa manera con lo ms sagrado de nuestra religin? (Nota del revisor).
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catlico en la trgica necesidad de escoger. Impone a toda conciencia catlica un verdadero problema moral, que cada uno tenemos que resolver, segn la doctrina revelada; de esa nuestra respuesta depende nuestra eterna salvacin. En otros trminos: De no aceptar ese Breve Examen Crtico y la doctrina de Trento en que se funda, tenemos que afirmar que las crticas que se han hecho y se hacen al Novus Ordo Missae" no tienen fundamento y que la nueva misa de Paulo VI est en perfecta armona con la doctrina dogmtica del Tridentiao, la cual ha evolucionado para acomodarse a las exigencias del mundo moderno. En ese caso una conciencia catlica no tiene por qu rechazar el Novus Ordo Missae"; pero entonces: 1) por qu el Snodo Episcopal Romano de 1967 rechaz esa misa normativa"? 2) 2) por qu ciertos pastores protestantes han declarado que pueden aceptar la misa de Paulo VI (siendo as que antes de estas reformas, jams hubieran podido ni querido valerse del Misal de San Po V)?; 3) 3) por qu no han sido refutados, ni amonestados, ni castigados los telogos, que redactaron esa sobria y solidsima crtica contra el Novus Ordo Missae? por qu tomaron en cuenta sus graves objeciones, para redactar de nuevo la Ordenacin General (Institutio Generalis), cuyos graves errores haban sido sealados en el Breve Examen Crtico'', a pesar de haber sido ya oficialmente publicado el ''Novus Ordo Missae'', con un Decreto de la Sagrada Congregacin de Ritos, firmado por su Eminencia Benno Card. Gut, S. C. R., prefecto, y por el secretario de dicha Congregacin, Fernando Antonelli; a pesar de la Constitucin Apostlica Missale Romanum" del Papa Paulo VI? (El texto del prembulo del nuevo Ordo Missae", esa Institutio Generalis", en vista de las gravsimas objeciones que contra esa exposicin o descripcin de los nuevos ritos haba notado la breve crtica de los telogos, liturgistas y pastores de almas, ms destacados en la Iglesia de Dios; en vista de los mltiples escritos que en todo el mundo redactaron resueltos e innumerables sacerdotes y distinguidos laicos de la Iglesia de Dios, tuvo que ser restructurado, corregido, enmendado. Pero basta acaso corregir un prembulo para rectificar las frmulas y los ritos que ese prembulo introduca en tan grandes misterios?). De no responder a esas graves objeciones, es necesario admitir que las crticas que se han hecho son fundadas, son irrefutables; es evidentemente verdadero que el Novus Ordo Missae, en conjunto y en los pormenores, se aleja de una manera impresionante, de la teologa catlica de la Santa Misa". (Breve Examen Crtico). De donde se sigue que el nuuevo ''Ordo Missae" favorece la hereja y, por lo tanto, es malo, es inadmisible. Porque, si es malo, si favorece la hereja, una conciencia recta y catlica
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El Problema Moral
"En los tiempos finales... el sacrificio perpetuo ser abolido, la iniquidad se posar sobre l; el santuario profanado y la verdad arrojada a tierra". (Daniel, VIII, 11). "Este es el Sacrificio de nuestros altares, que entonces, en esos terribles das, ser proscrito, en todas partes prohibido; y, salvo los Sacrificios, que podrn celebrarse en las sombras subterrneas de las catacumbas, quedar interrumpido en todas partes". Cardenal Billot, S. I. "La Parousie", 1920
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Del problema histrico y del problema doctrinal, que hemos ya brevemente expuesto, planteados por el Novus Ordo Missae, surge inevitablemente el problema moral, que la nueva misa" est originando en la conciencia de todos los catlicos sinceros, conscientes, temerosos de Dios y deseosos de su propia salvacin y santificacin usando debidamente los medios que Nuestro Divino Redentor nos dej en su Iglesia, para realizar en nosotros los frutos salvficos de su Redencin. Este problema moral puede formularse as: PUEDE UN CATLICO CONSCIENTE DE LOS GRAVES PELIGROS QUE EN SI ENCIERRA EL NOVUS ORDO MISSAE ASISTIR A UNA MISA CELEBRADA SEGN ESTE NUEVO ORDO? Y, SI ASISTE NO COMETE NINGUNA FALTA? Si aplicamos a este problema las enseanzas y principios de la teologa moral tradicional, debemos responder de esta manera: Un catlico. que tiene conciencia de los peligros que en s tiene la celebracin de la nueva misa, segn el Novus Ordo Missae, no tiene derecho de asistir a una misa celebrada, segn el nuevo Ordo, a menos que exista un motivo proporcionalmente grave, para hacerlo de vez en cuando (per modum actus, non per modum habitus). Y si asiste: sin motivo proporcionalmente grave, habitualmente, comete una falta, que ser ms o menos grave, segn la conciencia ms o menos clara, que l tenga de lo nocivo que es el Novus Ordo Missae. Por qu? como podemos hacer tan graves afirmaciones? Favorecer la hereja es un pecado. Esto nos lo dice y ensea, sin duda alguna, la ms slida teologa. Es as que el Novus Ordo Missae" favorece la hereja, como lo afirma y demuestra el Breve Examen Crtico". Luego, el sacerdote, que celebra, segn el nuevo Ordo, y los fieles, que asisten a una misa celebrada, segn el nuevo Ordo, estn favoreciendo la hereja y, por consiguiente, objetivamente, son reos de culpa, cometen una falta. En otros trminos: Se puede pecar por pensamiento, por palabra, por accin, por omisin... pero tambin por cooperacin (por ejemplo, el cmplice). Es as que el celebrar la misa, segn el Novus Ordo Missae" y el asistir a una misa c e l e b r a d a , segn el Novus Ordo Missae", supone, en mayor o menor grado, una cooperacin a un acto, a un culto que favorece la hereja. Luego, los que de algn modo prestan esta cooperacin, objetivamente, estn cometiendo una falta; la responsabilidad personal depende de la mayor o menor claridad, que en su conciencia tengan. Esto es lo que se afirma, entre los sacerdotes y telogos franceses:
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El Padre Barbara, en muchos nmeros de su revista ''Forts dans la Foi", que l dirige. Por ejemplo, en el nm. 12, mayo 1970: Tenemos el grave deber... de rechazar el nuevo Ordo, porque, al aceptarlo, nos hacemos culpables de la hereja que favorece". El Abb Coache, Doctor en Derecho Cannico, Director de Combat pour la Foi Catholique", 1 de marzo 1970: Falto de poder para obtener la abrogacin (pedida por los Cardenales Ottaviani y Bacci), el catlico debe, sin vacilacin alguna, rechazar este Novus Ordo Missae". El R. P. Calmel, O. P.: ''Yo estimo mi deber sacerdotal el rehusar celebrar en este rito equvoco... Cmo aceptar hacernos cmplices? (Itinraires, enero 1970). En numerosos artculos, publicados en Itinraires, el R. P. Calmel trata el problema del Novus Ordo Missae. El R. P. Guerard des Lauriers, O. P., Doctor en Teologa, habla de ''la doctrina inslita que el instinto de la fe estima espontneamente ospechosa... Yo declaro no poder seguir el nuevo Ordo Missae" Itinraires, abril de 1970). El Abb Dulac, Doctor en Teologa en diversos artculos que aparecieron en el "Courrier de Rome", entre otras cosas, dice: "Juzgamos que, limitndonos a considerar nicamente la Constitucin de Paulo VI, no se puede decir que dicho documento imponga una verdadera obligacin". (5-1-1970). "Mientras las oraciones del Ofertorio... no hayan sido restablecidas en sus trminos seculares, continuaremos firmemente en tener como sospechoso el "Novus Ordo Missae", y, por lo mismo en rechazarlo". Hoy como ayer lo rechazamos. Si se trata de una celebracin o de una asistencia ocasional, una razn proporcionalmente grave podra excusarlas. Si se trata de una celebracin o de una asistencia habitual o frecuente, su falta ser ms grave. Porque una asistencia o una celebracin habitual y 3frecuente contribuyen ms a favorecer la hereja, que una asistencia ocasional. Se debe distinguir, en efecto, lo que es un pecado material (es decir, el hacer un acto malo, pero sin conocimiento, ni consentimiento de parte del que lo hace, por ejemplo, un homicidio por imprudencia) de aquello que es un pecado formal, que es imputable al que lo hace (es decir, hecho con pleno conocimiento y voluntad). Slo Dios puede juzgar la responsabilidad del que celebra la misa, conforme al ^^ Novus Ordo Missae" o del que asiste a esas nuevas misas. Lo que hemos dicho se refiere al acto humano y religioso objetivamente considerado; hablamos de lo que puede ser materia de pecado. El pecado ser formal y ms o menos grave, segn el grado del conocimiento y de la voluntad.
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! $ !Yo considero que no podemos equiparar la celebracin del sacerdote, segn el Novus Ordo Missae, con la asistencia de los fieles a las misas celebradas en esta nueva liturgia. Veo que un motivo proporcionalmente grave pueda excusar, segn los principios de la moral, la asistencia de los fieles alguna vez, ocasionalmente, como dice el autor de este folleto; pero no veo que haya motivo alguno que pueda justificar o excusar a un sacerdote, para celebrar nunca una misa que favorece la hereja. La responsabilidad del sacerdote nunca puede ser la misma que la responsabilidad de los fieles. (Nota del revisor). ! !
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PRCTICAMENTE: 1.Para un gran nmero de fieles se trata de una cooperacin inconsciente. Para ellos el nuevo Ordo Missae" no ha significado ningn problema; no se hacen preguntas... Su ignorancia seguramente los excusa delante de Dios, si obran de buena fe; pero sta no deja de ser lamentable 4 2.Algunos fieles estn conscientes de los peligros del ''Novus Ordo"; piensan en verdad que esa nueva liturgia de la Misa, sin ser hertica, favorece, sin embargo, la hereja. Buscan, cuanto pueden, asistir a la Misa celebrada, conforme al rito de San Po V, y para poder cumplir fielmente con su d e b e r religioso se imponen grandes sacrificios, para obtener el beneficio de asistir a una Misa segura. Si, por desgracia, no pueden encontrar una Misa celebrada, segn el rito de la Iglesia de siempre, que se conforma totalmente a la doctrina del Tridentino, prefieren abstenerse de asistir a la Misa los mismos domingos, aunque ella sea celebrada por un sacerdote que tiene fe, porque ellos no quieren favorecer la hereja con su presencia a esas misas nuevas. Esta posicin es totalmente lgica y conforme a los principios de la fe y la moral. aunque la nueva misa, en determinadas circunstancias, sea vlida, aunque no sea intrnsecamente hertica, aunque se celebre en domingo, aunque sea celebrada dignamente por un sacerdote, de cuya fe no se puede tener duda, sin embargo, todas estas circunstancias no cambian en nada el mismo rito; mientras sus ambigedades permanezcan, la nueva misa favorece la hereja, ahora y siempre; y, por lo mismo, hay que rehusarla. El no asistir a misa, segn el Ordo nuevo, por motivo de fe, es lcito, es laudable, aunque sea domingo. Es tambin un deber, porque ninguna ley nos puede obligar a cometer un acto malo. La fe est por encima de toda otra virtud, y el precepto que tenemos de fidelidad a nuestra fe est por encima de cualquier otro precepto. 3. No faltan, por desgracia, quienes, conscientes del peligro, se niegan a llegar a estas conclusiones; preferiran la Misa de Po V, pero con mayor o menor facilidad, aceptan asistir a las misas celebradas, segn el nuevo Ordo: sea porque tienen una nocin falsa de la obediencia y as deciden asistir de una manera incondicional a la misa dominical, celebrada en el rito de Paulo VI, sea porque no quieren privarse de los sacramentos, sea porque temen caer en la indiferencia religiosa, sea por cualquier otro motivo. Pero su asistencia a misa tendr necesariamente un doble efecto: a) les procurar los beneficios de la vida cristiana (efecto bueno),
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! % !Esa ignorancia excusable, por lo que toca a la responsabilidad de la g^ente impreparada, aunque no sea culpable, no por eso deja de ser gravemente perjudicial. El peligro aumenta, cuando se desconoce!, cuando no se toman las medidas necesarias para evitarlo. De una manera insensible la fe se va debilitando, se va perdiendo. (Nota del revisor).! !
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b) pero favorecer necesariamente tambin la hereja (efecto malo). Ellos estn poniendo, pues, un acto, que tiene un doble efecto. Y la teologa ensea, estudiando el valor moral de un acto que tiene un doble efecto, que se puede hacer una accin que tiene un doble efecto, el uno bueno y el otro malo, pero slo con cuatro condiciones. Para hacer esta accin para asistir sin culpa a la misa celebrada segn el Novus Ordo Missae, se requiere: 1) que la accin sea buena en s misma o, por lo menos, indiferente, 2) que la intencin sea buena, 3) que el efecto bueno no se obtenga por medio del efecto malo. No se puede, por ejemplo, embriagar a una persona para curarla de su embriaguez consuetudinaria 4) que haya una razn proporcionalmente grave. Suponiendo que las tres primeras condiciones se cumplan en lo que concierne a la asistencia a la misa de Paulo VI, se necesita todava que haya un motivo proporcionalmente grave para que esta asistencia sea lcita. Un motivo de curiosidad permite la visita a una mezquita; un motivo de cortesa o de caridad permite asistir pasivamente al matrimonio de dos protestantes, por ejemplo. PERO 1. En el caso de la Misa puede haber una asistencia meramente pasiva? No existe el riesgo de tomar parte activa en el oficio que se celebra? Oficio que, repetimos, favorece la hereja. 2. En el caso de la misa es la fe la que est en juego... Y, si alguno asiste para tomar parte de un modo personal y voluntario,, no est, por lo mismo, por esta participacin formal, favoreciendo un culto, que favorece sin duda alguna, la hereja? No est cometiendo un pecado? Y no he dicho nada del mal ejemplo que con esa asistencia se da, del pecado de escndalo, que esta asistencia implica. Aun haciendo las rectificaciones en su alma, que se imponen, muchos, siguiendo su ejemplo, acudirn tambin a esas misas que favorecen la hereja. No es esto un peligro para la salud eterna de las almas'? 3. Y si se trata de una asistencia habitual qu motivo ser suficientemente grave para permitirla sin pecado? Qu pensara Ud. de un catlico que, por cortesa asistiera todos los domingos al culto protestante? Si se trata de una asistencia excepcional, la simple curiosidad, el cumplimiento de un deber de caridad o aun el deseo de no permanecer largo tiempo sin sacramentos podran excusar esas asistencias excepcionales, sin que se incurra en culpa alguna. Pero, si se trata de una asistencia frecuente y habitual quin encontrar una razn suficientemente grave para excusarla y para permitirla'? Queremos decir que aquellos que asisten a la nueva misa de una manera habitual cometen un pecado? Dios, que conoce el fondo de los corazones y de las conciencias sabr apreciar la responsabilidad de cada uno. Pero, est fuera de duda que hacindolo, ellos objetivamente cometen una accin perniciosa, cooperando a un acto que favorece la hereja. Su buena
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voluntad, su laudable intencin, sus protestas no tienen el poder de hacer bueno lo que objetivamente es malo. La Historia de la Iglesia ha dado la razn a aquellos, que han dado su vida por la defensa de las sagradas imgenes. Ninguna duda queda de que esa misma Historia dar tambin la razn a aquellos que estn dispuestos a morir por una misa que preserva la integridad de la fe, la de San Po V, y que rechazan decididamente la nueva misa que favorece la hereja, la del Novus Ordo'' de Paulo VI. Como nos dice el Breve Examen Crtico: cada fiel debe escoger, cada fiel est en la trgica necesidad de elegir; y de su eleccin, es indudable, depende su eterna salvacin.
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"Diris (solamente): S, s. No, no. Todo lo que exceda a esto viene del Maligno". San Mateo V, 37.
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A la argumentacin que hemos expuesto en las pginas anteriores no faltarn, sin duda, muchos, muchsimos, que nos presenten objeciones, que es conveniente y necesario responder. 1. Ustedes dicen que el Novus Ordo Missae'' es malo y que no hay obligacin de asistir a estas nuevas misas, celebradas segn ese Ordo. Pero, la Misa, sin embargo, es vlida! Yo respondo a esta objecin dos cosas: 1. De acuerdo; puede ser vlida. Tales como figuran en el nuevo "Ordo Missae", las palabras de la Consagracin pueden ser vlidas en virtud de la intencin del sacerdote; pero tambin pueden no serlo. Por la fuerza misma de las palabras ya no lo son; o, precisando ms las ideas, las nuevas frmulas consecratorias no tienen ya la significacin exclusiva y nica que tenan en el Canon del Misal Romano de San Po V. Los sacerdotes, que, en un futuro prximo, no hayan recibido la formacin tradicional y que se atengan al Novus Ordo Missae" y a su "Institutio Generalis", para hacer lo mismo que la Iglesia hace, consagrarn vlidamente? Hay slidas razones para ponerlo en duda. (Breve Examen Crtico). 2. - Pero, admitamos que sta o aqulla Misa, dicha segn el Novus Ordo Missae sea vlida, por cul argumentacin pueden ustedes llegar a deducir que hay obligacin de asistir a ella? Porque, aunque vlida, sigue siendo mala. La validez no es el slo elemento que determina el valor de la Misa.5 Un testamento puede ser vlido... y, sin embargo, puede tener disposiciones malas. Una misa puede ser vlida. .. pero puede ser perjudicial y mala, porque favorece la hereja. Durante siglos, la Iglesia ha prohibido asistir a las misas celebradas por sacerdotes cismticos y, no obstante, esas misas tal vez sean vlidas. Durante la Revolucin Francesa, las misas celebradas por los sacerdotes juramentados eran vlidas; y, sin embargo, quin puede reprochar legtimamente a los Vandeanos el haberse negado a asistir a esas misas? Los que se apoyan en la validez de la Misa, celebrada segn el Novus Ordo, para probar su derecho y para justificar su deber de asistir a esas nuevas misas, necesariamente deben tener otro motivo, al menos si quieren ser lgicos. Porque la sola validez no funda el tal derecho, ni la tal obligacin. II.Pero la Misa de Paulo VI no es hertica. Respondo: Ciertamente, concedo que esa misa no es hertica. No creo que ningn telogo, que ningn sacerdote haya podido declarar, con argumentos irrefutables, que dicha misa sea hertica. Pero, en la medida en que esa misa favorece la hereja, no puede, en un sentido amplio, ser declarada hertica? En todo caso, nadie puede negar de buena fe que esa misa favorece la hereja.
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! '()*()+,! ()! -.()/0! 1.(! (2! ).(3,! Rito de Consagracin Episcopal de 1968,! (4! ).2,! (! *)352*+,6! ! 2,4! nuevos obispos, no lo son, por lo tanto, los sacerdotes ordenados por ellos, tampoco son sacerdotes. 74/,! 3*()(! 0! 089(8094(! 0! 20! invalidez del nuevo rito de Ordenacin! ,! 4(0:! 20! ).(30! ;*40! (4! -*(9/0;()/(! invlida, dado que la mayora de los sacerdotes que la celebran, no lo son. (Nota de <0/=2*-,4!>2(9/0!
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Nuestra estima y amor por la fe de nuestro bautismo, por la fe de nuestra fidelidad a Cristo y por la fe de nuestra eterna salvacin, debe ser motivo suficiente no tan slo para evitar aquello que descaradamente contradice esa fe sagrada, sino t a m b i n aquello que pueda daarla. As procedieron los santos en todos los tiempos pasados. As lo ha enseado y practicado siempre nuestra Madre la Iglesia, Algunos piensan, para justificar su e q u i v o c a d a eleccin: ''si el Novus Ordo M i s s a e " f u e s e claramente hertico, sin duda alguna yo lo rechazara; no habra problema en negarnos a seguir una prctica definitivamente contraria a nuestra fe". Pues, perdonadme que os diga lo que siento: Yo estoy convencido de que ni as rechazarais esa nueva misa. Y lo vemos en otro punto importantsimo. Muchos son los catlicos, que reconocen y estn seguros de que los nuevos catecismos, que hoy se ensean, en las catequesis y en las escuelas y colegios catlicos, a sus propios hijos, estn llenos de ambigedades y manifiestos errores por omisin, y, a pesar de que ellos mismos califican de herticos esos catecismos, esas explicaciones doctrinales y esas homilas dominicales, continan, sin embargo, enviando a sus hijos a esos colegios y escuelas, en donde se ataca la misma fe de sus propios hijos. m.Pero,.. es el Papa el que nos ha impuesto este Novus Ordo Missae. Respondo: Tenis completa certeza de esta vuestra excusa? Hay diversas cosas que permiten poner en duda la validez de la legislacin, que impuso el Novus Ordo Missae". Entre otras, las siguientes: la manera dudosa con que fue elaborado este Novus Ordo'', con la colaboracin de los mismos herejes; las mltiples y sucesivas ediciones, fraudulentamente modificadas, que hacen diversas esas ediciones de la edicin tpica; la definicin de la Misa, de sabor enteramente protestante; tal cual apareci en la primera publicacin del Novus Ordo Missae", en el artculo 7 de la Institutio Generalis, fue, es verdad, modificada, en la siguiente edicin del dicho Ordo Missae", pero sin que esta modificacin tuviere consecuencia alguna en modificar el rito mismo. La manera de hacer obligatorio el cambio de la Misa tridentina por la misa de Paulo VI ha sido verdaderamente inflexible y tirnica". (Courrier de Rome). Lo menos que podemos decir de la obligacin de seguir el ''Novus Ordo Missae" es que es dudosa. Pero es un principio de derecho que ''en caso de duda, no se presume la revocacin de la ley precedente, sino que las leyes posteriores se han de cotejar con las anteriores y, en cuanto sea posible, se han de armonizar con ellas", como lo dice el Canon 23 del Derecho Cannico. Vase el Canon 15, del cual creemos es una limitacin del Canon 23, en cuanto a la obligacin, en la duda de derecho, sobre la cesacin de la ley por revocacin. La ley anterior no se considera revocada por la nueva, sino cuando la revocacin se prueba con argumentos ciertos, a tenor de el Canon 22, y aun en este caso, la correccin de la ley anterior debe interpretarse estrictamente, porque toda correccin del derecho es odiosa. "La ley de San Po V, con una antigedad de cuatro siglos, no puede ser
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suprimida por tortuosas maniobras, tendientes a eliminarla, sino nicamente por un decreto de Paulo VI. Y, mientras ese decreto no sea promulgado por el Papa (fechado y firmado) la Misa dicha de San Po V conserva toda su vigencia y valor" (Courrier de Rome). Pero, si alguna vez quod Deus avertat el Papa llegase a firmar un decreto semejante, nos encontraramos en uno de los casos previstos por el Cardenal Belarmino, Doctor de la Iglesia: Si el Papa hace dao a la Iglesia, es permitido resistirle, no haciendo lo que l ordena e impidiendo que su voluntad triunfe''. Los que obedecieren estaran ms cerca de la rebelin que de la sumisin, segn las palabras de San Bernardo; y el Papa incurrira en la clera de Dios Todopoderoso y de los Santos Apstoles Pedro y Pablo", como lo dice enrgicamente San Po V, contra el que mudase el Misal Romano por l publicado. Pero, aun en la hiptesis de que el Papa firmara tal decreto, en alguna ocasin futura, sobre el plan jurdico qu obligacin podra tener una ley multiforme que permite escoger entre las diversas frmulas ad libitum", a gusto y eleccin del celebrante?, y, en el plan de la conciencia, cuando el buen sentido y la experiencia muestran de una manera cierta y casi evidente que una ley es mala, puede haber una ordinatio rationis", un ordenamiento de la razn, sin la cual no hay ley? La obediencia tendra una especie de eficacia mgica, que h a r a buena toda accin hecha en su nombre? Sin duda alguna, el sujeto no debe considerar ni la sabidura, ni la prudencia, ni la santidad de aquel, que manda. La ausencia de estas cualidades no priva al jefe de una autoridad, que le viene de Dios. Pero, se puede obedecer sin considerar al valor de la orden misma? Si la obediencia es una actitud humana, si debe producir actos humanos, es necesario que, en su ejercicio, intervengan la voluntad y la inteligencia, no para juzgar al jefe, sino para juzgar la orden misma. Tanto en el plano jurdico, como en el plano moral, la obligacin de adoptar el Novus Ordo Missae" no existe. Ni es siquiera evidente que el Papa haya querido imponerlo; no es posible que l quisiera imponernos un rito que tiene por objeto la protestantizacin de los fieles. En todo caso, l no tiene derecho para hacerlo. Pero, no viene esta actitud, esta resistencia a dividir la Iglesia? Este temor es digno de elogios. Todos nosotros debemos estar decididos a ser fieles a la Iglesia hasta la muerte. Pero, en el caso de muchos fieles, este temor nace de una gran ignorancia religiosa. Esta resistencia" a lo que supone una voluntad contrariaal Papa no tiene nada de desobediencia. El R. P. Calmel, O. P. lo ha dicho: ''Yo no predico la anarqua, yo sostengo y me adhiero a la obediencia, a la Iglesia y a todos los Papas, incluyendo al Papa actual... yo no digo que la virtud de la obediencia no haya de ejercitarse, cuando la situacin ha llegado a ser revolucionaria... No me quiero declarar exento de la obediencia, pero tampoco quiero incurrir
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en una concepcin falsa y absurda de la obediencia. Yo no obedecer contribuyendo a un proceso de de demolicin... la obligacin de obedecer no existe cuando se trata de seguir un sistema montado por la Revolucin, cualquiera que sea la autoridad oficial que la patrocine". (Itinraires, dic. de 1970). 6 Pero, aun admitiendo que hay ma verdadera desobediencia, hay un abismo
entre la desobediencia y el cisma. La desobediencia, aun cuando sea obstinada, no constituye un cisma a no ser que sea una rebelda, que se enfrentase a la funcin pontifical o de la Iglesia, de suerte que rehusase a someterse a aqulla o se negase a reconocer la autoridad de sta. (Cardenal Journet).
Siguiendo fieles a la tradicin, no se puede ser ni hertico, ni cismtico. Es en las novedades en donde se puede incurrir en la hereja o en cisma. El gran telogo Surez no teme afirmar que el mismo Soberano Pontfice podra ser considerado como cismtico, si l revolucionase toda la liturgia. V. De todos modos, no hay el peligro de formar una pequea Iglesia? Respondo: Se da el nombre de ''pequea Iglesia'' al grupo de catlicos que, en Francia, rehusaron el Concordato firmado entre la Santa Sede y Napolen. A pesar de la semejanza en algunas apariencias, sera ridculo querer establecer un paralelismo entre las dos situaciones. En cambio, los que nos rehusamos a aceptar el Novus Ordo Missae", reconocemos en teora y en la prctica al Soberano Pontfice, que actualmente es Paulo VI; y reconocemos tambin los derechos o prerrogativas, que Cristo mismo le ha confiado; 7ni negamos tampoco el poder que l t i e n e para legislar en materia litrgica. Con el nuevo ''Ordo Missae" es la fe la que est en peligro; y el deber de no exponer ni comprometer nuestra fe es anterior y superior a la obediencia a una ley positiva eclesistica. Por ventura, es formar una pequea Iglesia permanecer fieles a un rito prcticamente invariable desde hace 15 siglos y que ha estado en vigor en toda la cristianidad? No se podra, con mayor razn, dar este calificativo a una Iglesia que parece tener su nacimiento en el Concilio Vaticano II y que, a pesar de los medios de que ha dipuesto no ha logrado hacerse adoptar. Este pretendido peligro de fundar una ''Pequea Iglesia", como aquel otro de formar una jerarqua paralela no son sino una invencin forjada por el mismo demonio. Con palabras como Progreso, Ciencia, Ecumenismo..." el neomodernismo embriaga a los modernistas y progresistas. Y con palabras como "cisma, Pequea Iglesia, jerarqua paralela" quebranta y enerva la resistencia de los verdaderos fieles.
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! ? ! La revista "Itinraires" ha presentado magnficos estudios sobre el Novus Ordo Missae, firmados por M. Madiran, Mile Luce Quenette, M. Salieron, los RR.PP. Calmel, Guerard des Lauriers, lAbb Dulac, etc. Vase en particular el n. 146. "El Santo Sacrificio de la Misa". Itinraires public tambin el "Breve Examen Crtico", que todo catlico debera conocer. !
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Y, puesto que el Apstol San Pablo ha podido exclamar: "Yo deseara ser anatema, separado de Cristo, por mis hermanos'' no nos sera a nosotros permitido aceptar el ser excomulgados por el amor a Dios y a la Santa Misa? VI.En todo caso, no podemos privarnos de los Sacramentos. Respondo: Sin duda alguna, los sacramentos son el medio normal, previsto por Dios, instituido por Nuestro Seor Jesucristo para recibir la gracia. Pero, la fe est por encima de los sacramentos. Cristo no dijo: el que no sea bautizado ser condenado"; pero s dijo: el que no creyere se condenar. Sin la fe es imposible agradar a Dios. Por fidelidad a la fe, los Vandeanos se privaron de los Sacramentos... por fidelidad a la fe, San Hermenegildo rehus recibir la comunin que le daba un ministro hereje... El Santo Cura de Ars deca que en el cielo hay muchos hombres que no han recibido los sacramentos, pero que no hay ninguno que haya perdido la fe. Se ha podido llamar papolatra" la exageracin del culto" debido al Papa; as podramos llamar sacramentolatra", la falsa concepcin de muchos catlicos, que anteponen la recepcin de los sacramentos, a la misma defensa de la fe. Vale ms la fe sin sacramentos, como la conservaron los japoneses, privados de sacerdotes y de sacramentos, durante muchos siglos, que perder la fe guardando al menos aparentemente los sacramentos, como sucedi a los catlicos ingleses, que, por esa aceptacin, perdieron la fe y se convirtieron en protestantes con casi toda la unanimidad de su clero. VII.Pero, si la Misa es celebrada por un buen sacerdote... Respondo: Los que emplean este argumento nos dan la impresin de que no han entendido el problema tremendo que estamos discutiendo. El Breve Examen Crtico" no parece tomar en cuenta las ceremonias abusivas, que los sacerdotes podran introducir, a ttulo de experimento, en la celebracin de la Misa. No hace mencin de la falta de fe y de piedad, que ciertamente se dan en muchos sacerdotes progresistas. Se limita sencillamente a estudiar el Novus Ordo Missae" en su texto latino, con sus frmulas y ritos y concluye: en Novus Ordo Missae se aparta de una manera impresionante de la teologa de la Santa Misa, tal como fue definida en el Concilio de Trento''. La fe y la piedad de este buen Padre, de quienes hablan ustedes, es, sin duda, para ustedes, una garanta de la validez de la Misa que l celebra. Pero, su fe, su piedad personal, la buena fe con que l procede, las protestas que l haga de su fidelidad a la doctrina tridentina, no bastan para suprimir las ambigedades del Novus Ordo Missae". Por lo tanto, el Novus Ordo" contina favoreciendo la hereja; y la fe, la piedad, las buenas intenciones y las protestas que ese sacerdote d de su ortodoxia, no son suficientes para que l pueda colaborar objetivamente en una accin que favorece la hereja.
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Y yo aadira que su santidad" no le preserva de engaarse al aceptar la celebracin de la Misa, segn el Novus.Ordo Missae"; y esta su aceptacin no es ningn argumento para probar la bondad del Novus Ordo Missae"... Porque hay tambin muchsimos y muy santos sacerdotes, con gran ciencia teolgica, que deciddamente han rechazado esos nuevos ritos de Paulo VI. La Misa no es ni puede ser una cuestin de personas, ni depende ni puede depender de las cualidades personales del que la celebra. La Misa de San Po V, aunque celebrada por sacerdote pecador, ser una Misa buena; la misa de Paulo VI, as sea celebrada por un santo, ser siempre una misa mala. Un veneno es veneno, cualquiera que sea la forma y la belleza del recipiente que lo contiene, cualquiera que sea la bondad y la inteligencia de aqul que nos lo presente. La supuesta bondad de la persona, que nos ofrece el veneno, la manifiesta hermosura del recipiente en que nos lo presenta slo servirn para engaamos con ms facilidad. VIII.Pero, entonces, por qu los buenos sacerdotes estn divididos en punto tan importante y tan vital? Respondo: Por qu los mismos santos han estado divididos, cuando ha habido dos Papas en la Iglesia (el verdadero Papa y el antipapa)? Por qu, durante la Revolucin Francesa, muchos buenos sacerdotes, al menos al principio, aceptaron prestar el juramento'? Por qu? Pues, en primer lugar, porque Dios ha creado libres a los hombres; y as, bien puede suceder que algunos de ellos vean muy bien en dnde est la verdad, y, sin embargo, la rechacen, en el orden prctico, bien sea por las conveniencias personales, bien sea por un sentimentalismo irreflexivo. Y, puesto que no se trata de una verdad especulativa o de un principio, sino de una aplicacin prctica, de una lnea de conducta, es necesario entonces tener en cuenta muchos elementos, y, segn sea la importancia dada a tal o cual de esos elementos, tal o cual debe ser la lnea de conducta que parecer la mejor. Al lado de los sacerdotes juramentados, que prestaron el juramento con entusiasmo y por ideales revolucionarios, hubo muchos que lo prestaron haciendo de algn modo violencia a su conciencia, con reticencias implcitas y algunas veces, explcitas; y lo prestaron estimado que haban de hacerlo por no privar de su presencia a su parroquia y a sus fieles de los sacramentos, En la mejor parte del clero, escriba el Cardenal Ottaviani en su carta de presentacin al Papa, del Breve Examen Crtico" hay una crisis torturante de conciencia. Algunos sacerdotes, ms numerosos de los que se cree, han adoptado el Novus Ordo" a disgusto... completando o corrigiendo, de manera ms o menos visible, las frmulas que ms contradicen la doctrina tradicional (o parecen contradecirla) ; pero ellos piensan que es su deber hacer estas concesiones para no dejar sin pastor al rebao que les ha sido confiado. Lejos de m el querer juzgar su conciencia y mucho menos el condenarlos. Pero, no por esto, podemos negar que objetivamente su posicin no parece lgica. Para ellos tambin la fe debe ser antes que el mismo ministerio. Es
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indudable que mantenindose en su lugar hacen ellos algn bien a los fieles; pero no sera ms grande este bien, si ellos diesen un claro testimonio de su fe? Dom Guranger previendo los tiempos cuando la luz de la fe ser opacada y falseada por las deficiencias de los mismos hijos de la luz, quienes en el terreno de los principios, por las evasivas, por las transacciones, la prudencia humana de los pretendidos sabios... ellos mismos se acordarn que el mismo Cristo est comprometido a guardar a su Iglesia hasta la consumacin de los tiempos... (aunque parecen olvidar, aade) que el Seor no tiene necesidad de habilidosas sinuosidades... y que la colaboracin que l se dign aceptar de los suyos, no podr consistir en un aminoramiento, en un silenciar o encubrir las verdades Los sacerdotes que han hecho estas concesiones, aparentemente laudables, no parecen comprender estas enseanzas. ''Los verdaderos fieles, aade todava Dom Guranger, comprenden que para ellos, como para la Iglesia, la fidelidad a Cristo no es otra cosa que la fidelidad a la verdad. Ellos dejarn. pues, a otros la bsqueda de humanas y sinuosas combinaciones, los inciertos compromisos destinados, en la mente de sus autores, a retardar algunas semanas, tal vez algunos meses, la marea ascendente de la Revolucin". Hay divisin entre los sacerdotes? De acuerdo. As los buenos fieles sabrn o debern saber no dar el mismo valor a los consejos de esos sacerdotes que estiman buenos. Esto es lo que ensea Sarda y Salvani, en un libro que recibi la aprobacin del Santo Oficio: La prudencia cristiana aconseja a mirar con cautela al sacerdote que, teniendo o pareciendo tener buenas ideas, acepta sobre los hechos y las personas apreciaciones liberales; y preferir a sus consejos y opiniones las de aquellos sacerdotes, que no tienen tacha, y recordar la mxima del Salvador: Un poco de levadura hace fermentar toda la masa''. La caridad cristiana podr prohibir el tener un juicio adverso sobre la persona de un sacerdote; pero, la prudencia cristiana sobre todo en las actuales circunstancias nos impone el deber de observar su comportamiento y sus consejos. IX.Pero y la obligacin de la Misa dominical? Respondo: No olvido yo la obligacin, que la Iglesia impone, de asistir a Misa todos los domingos y fiestas de guardar. Tampoco desconozco que ningn telogo pueda suprimir un precepto de la Iglesia. Pero, de acuerdo con el buen sentido que proclama que nadie est obligado a lo imposible", la teologa ha enseado siempre que en ciertos casos cesa la obligacin de cumplir una ley eclesistica. La ley permanece, pero si una persona est enferma, no tiene obligacin de cumplir esa ley; no obliga el asistir a Misa, aunque sea un domingo. En estos casos se trata de una imposibilidad fsica; pero lo mismo debemos decir, cuando se trata de una imposibilidad moral. Por ejemplo, si alguien debe atender a un enfermo u ocuparse de nios pequeitos, est ciertamente excusado de asistir a la Misa.
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Si no puedo encontrar a distancia razonable y sin gran incomodidad una Misa celebrada segn el rito de San Po V, no estoy acaso en una imposibilidad fsica, para cumplir con ese deber dominical? Paulo VI ha excusado prcticamente la obligacin de la Misa dominical, aunque haya querido anteponerla al sbado, por motivos menos importantes. Y esto de un modo permanente! Y, en cambio, al asistir a una misa celebrada segn el Novus Ordo Missae'', no se est aprobando, de una manera prctica, un gran dao para la fe, ya que ese ''Novus Ordo Missae'' se aparta de una manera impresionante de la doctrina catlica? No quiero con esto decir que, en estos casos, en los que fsica o moralmente sea imposible asistir a una Misa, que no favorezca la hereja, cese, por eso el deber de santificar el da del Seor, que es el domingo, no el sbado. Este es un precepto divino y n a d i e puede excusamos de su cumplimiento. El santificar el da del Seor oyendo la Misa, este es un precepto eclesistico, y la impotencia fsica o moral excusa su cumplimiento. La ley natural me obliga a preservar mi fe de toda ambigedad; ella no se opone en nada a la ley positiva divina, que ordena la santificacin del domingo. Esta ley divina de preservar mi fe de toda ambigedad se antepone a la ley eclesistica que me impone la asistencia a la Misa dominical. A la letra se aplican aqu las palabras de San Pedro: ES NECESARIO OBEDECER A DIOS ANTES QUE A LOS HOilBRES". Dios, que, en el Antiguo Testamento, exiga las vctimas sin mancha podr ser honrado, en el Nuevo Testamento, por una Misa polivalente y de frmulas equvocas? X.Pero, si el celebrante no slo tiene fe, sino que corrige, en cuanto PUEDE, las deficiencias e inexactitudes del Novus Ordo'', es an mala su Misa? Respondo: A las ambigedades del rito aade este sacerdote sus propias ambigedades; es un hecho que la confusin y las divisiones aumentarn por causa suya. Unos pensarn que dicho sacerdote ha adoptado la nueva misa (v. g. por las aclamaciones, que el Novus Ordo" tiene despus de la Consagracin); otros asegurarn, en cambio, que el sacerdote ha seguido el Ordo" de San Po V (porque, por ejemplo, l escogi el Canon No. 1 (pero el Canon No. 1 del nuevo Ordo Missae'' es diferente del Canon tradicional, sobre todo si se atiende a sus frmulas vernculas, en las que hay una verdadera adulteracin en las frmulas consecratorias; por la supresin de las genuflexiones, por la adicin de las exclamaciones). El sacerdote que quiere corregir las deficiencias del Novus Ordo", se arroga un derecho, que en manera alguna tiene, el de modificar a su agrado una oracin litrgica. La buena intencin no puede justificar esa usurpacin. La Misa de Paulo VI puede tener una apariencia de legalidad"; la misa del Abb Diirand (que utiliza una traduccin personal del Canon) o del R. P. Dupont (que conserva las preces del antiguo ofertorio) no tienen ninguna. El Abb Durand y el R. P. Dupont tratan de engaar a la vez a la autoridad y a los asistentes a su misa. Si, al menos, sus esfuerzos tuviesen algn buen resultado! Si ellos hiciesen buena la misa que celebran! Pero, nada de eso.
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Sin duda, su misa podr ser y ser vlida; podr estar y estar exenta de hereja... pero, a pesar de esto, es y ser una misa mala, porque si cada uno puede en su fuero interno, reglamentar los trminos y las modalidades de su oracin personal, para que sea, segn su conciencia, buena, no toca a ninguna persona, fuera de la autoridad competente, el reglamentar los ritos y las frmulas de la oracin litrgica. Y si esas misas son malas debemos repetirlo, a pesar de sus buenas intenciones y de sus correcciones aqullos que asisten a esas misas a pesar de sus protestas cooperan ob~ ietiyamente a una accin mala. XI.^Pero, al no asistir a esas misas no hay el peligro de singularizarse, de llamar la atencin, de escandalizar a los dems? Respondo: He aqu expuesto pienso yo el argumento por el cual la masa de catlicos tolera y soporta la misa de Paulo YI. Qn va a decir mi cura si no asisto yo a su misa? dir uno; mi prroco es bueno y viene a desayunar conmigo los domingos". "Qu pensarn mis primos y mis sobrinos?", dir otro. Y un tercero: ''Mi negacin a asistir a las misas de la parroquia corre el peligro de provocar un escndalo". Es ms cmodo, sin duda, hacer lo que hace la mayora. Se evita, desde luego, la molestia y el esfuerzo de presentar nuestros propios actos ante el juicio de nuestra conciencia y la responsabilidad as lo creemos de tomar una decisin. Pero esta aparente comodidad es engaosa, porque al seguir vosotros el camino de los dems, estis sin daros cuenta, haciendo ya un juicio; estis pensando que ese camino es el mejor. Pero, vuestro juicio, en este caso se funda en motivos de la lgica o de la fe?.... O simplemente hacis vuestra eleccin por motivos de comodidad? Siguiendo ese camino fcil, se evitan los peligros no quimricos de ser perseguidos, ms o menos abiertamente, o de sufrir otros ataques ms o menos v i o l e n t o s . Porque, cuando los s a c e r d o t e s y los fieles puedan negar impunemente la presencia eucarstica o participar en las concelebraciones con los pastores protestantes, lo que espera a aquellos, que quieren permanecer fieles a la Misa de San Po V, es la dificultad, la incomprensin, la contradiccin... es toda suerte de vejaciones y de tribulaciones. El escndalo no est en que la gente vea de mala gana nuestra decisiva negacin al ''Novus Ordo Missae"... el verdadero escndalo est en que los catlicos, y catlicos bien informados, den ms importancia a la amistad con su prroco, al aprecio y comprensin de sus sobrinos y de sus primos, a esa cierta tranquilidad que produce el ajustarse al modo comn de la masa, que a la fidelidad a la fe verdadera y a la verdadera Misa. Yo hago, como lo hacen todos". En ese caso, en tiempos del arrianismo, usted hubiera sido un arriano, con la casi totalidad del clero, incluyendo a los obispos. ''Yo hago como los otros". En ese caso, durante el Pontificado de Honorio I, usted hubiera incurrido en la hereja monotelista, con gran nmero de sacerdotes y de obispos y... con el silencio culpable del mismo Soberano Pontfice. ''Yo lo hago como lo hacen todos". En ese caso, en Inglaterra, en tiempos de Enrique VIH, usted hubiera sido un protestante, con gran parte del clero y
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casi la totalidad de los obispos. Estos son hechos histricos innegables. Lo que pas en el siglo IV, VH y XVI, no puede acaso reproducirse en el siglo XX? Haced lo mismo que hacen los otros... Y, despus de algunos aos, sin que os deis cuenta porque los hbitos se adquieren insensiblemente por la repeticin de los actos vosotros, y vuestros hijos y vuestras familias os habris hecho protestantes. El proceso est en marcha... los primeros resultados malignos son patentes. Qu esperis para reaccionar? S; qu esperis para reaccionar? Porque lo ms grave no est en que la masa" de los fieles, por ignorancia y con buena fe, hayan aceptado el Novus Ordo Missae". Lo ms grave es que los fieles, ms o menos bien informados del gravsimo problema, ms o menos conscientes de lo NOCIVO del Nuevo Orden de la Misa, aceptan todos esos cambios, porque les falta el valor para protestar y rechazar esos nuevos ritos. Ms bien buscan razones, que no son sino pretextos, para legitimar y justificar su presencia en las misas celebradas segn los nuevos ritos, sin darse cuenta de lo ilgico de su conducta y del peligro de su posicin. Lo ilgica de su conducta: por que, cmo pueden mantenerse, a un mismo tiempo, fieles a la verdadera fe catlica y aceptar una misa, que "impresionantemente'' se aparta de la teologa catlica sobre la Misa, propuesta dogmticamente por el Concilio de Trento? Ellos dicen aceptar esa misa, por no faltar a la obediencia y para no incurrir en el cisma, por qu no la rechazan, por el miedo ms fuerte, que deberan tener, de faltar a la fe y de caer en la hereja"? Peligro de su posicin. Acaso no nos exige Dios alguna vez dar testimonio de nuestra fidelidad hacia El, aun a costa de burlas, de calunnias; de nuestra fidelidad a la Verdad Revelada, aun a costa de la misma vida, como lo hicieron los santos mrtires de la Iglesia? ;,Acaso no tiene para ellos valor alguno la frase de San Mateo: Os insultarn, os perseguirn, os calumniarn de mil modos; se os entregar al deshonor''?
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Si es verdad que el ''Novus Ordo Missae impresionantemente'' se aparta de la teologa catlica... ''si es verdad que ha sido elaborado para contestar en muchos i)untos a los ms modernistas de los protestantes", si es verdad que "los errores contra la fe no son solamente insinuados, sino que estn impuestos por las aberraciones y los abusos introducidos en la liturgia" (Breve Examen Crtico) si todo esto es verdadero, el "Novus Ordo Missae" es malo. Si todo esto es verdad, como lo hemos demostrado, "resulta que la promulgacin del "Novus Ordo Missae" pone a cada catlico en la trgica necesidad de hacer una eleccin" (Breve Examen Crtico), y por esto, cualesquiera que sean vuestras ideas, cualesquiera que sean vuestras protestas, si asists a una misa celebrada segn el nuevo rito: I. Estis necesariamente colaborando, con vuestra presencia, a un rito ambiguo, y, por lo tanto, a una accin mala. II. Estis recibiendo, sin daros cuenta, los efectos malos de este ambiguo rito. Si todo esto es verdadero, si todo esto es la expresin de la verdad, no podemos lgicamente, si queremos guardar inclume la integridad de la fe catlica, no podemos, en conciencia, aceptar el nuevo Ordo", tenemos que rechazar la nueva misa. Y, dado que la nueva misa no es solamente una frmula, sino que es una accin litrgica, nuestro rechazo no puede, ni debe quedar en el plan de las ideas y de la inteligencia, sino debe manifestarse, concretizarse en nuestra conducta. En consecuencia: I. Todos debemos considerar como un deber el asistir a las Misas cele bradas segn el rito de San Po V, aunque para asistir a ellas, sea necesario un sacrificio, a causa de la hora o del lugar de su celebracin. II. Huiremos de las Misas celebradas segn el ''Novus Ordo Missae", aunque sean celebradas dignamente... aunque se trate de la misa dominical... porque la fe est antes que los sacramentos. Pero, queda la obligacin de santificar el da del Seor; tenemos el deber de compensar nuestra ausencia, por la lectura en nuestro misal de la Misa de San Po V, o por otras oraciones. .. En la imposibilidad de encontrar una Misa tridentina, si nos empeamos en asistir a la misa dominical, celebrada segn el Novus Ordo", podramos ser gravemente culpables, y no santificar el da del Seor. III. Si por algn motivo razonable nos vemos obligados a estar presentes en una misa celebrada segn el Novus Ordo", debemos asistir como quien asiste a un oficio protestante: con respeto (por caridad a los otros), pero con reserva sin ofrecer nuestra colaboracin formal, y todava menos la colaboracin de nuestro canto o de cualquier otro servicio. Esto ser cooperar, lo repetimos, a un culto vlido, a un culto no hertico... pero a un culto malo, porque favorece la hereja.
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Aunque estemos convencidos de la legitimidad de esta nuestra posicin; aunque tengamos todo el valor necesario para cumplir lo que consideramos un sagrado deber, sin embargo, esta resistencia^', dejar de repugnar a nuestra sensibilidad de cristianos y de catlicos. Pues, como escriba en 1851 Dom Guranger, regularmente, sin duda, la doctrina desciende de los obispos, al pueblo fiel y los que son sbditos en el orden de la fe no deben juzgar a sus jefes". Pero Dom Guranger aade: cuando el pastor se cambia en lobo, es al rebao al que hay que defender primero... es en el tesoro de la revelacin, en sus puntos esenciales, donde todo cristiano, por el mismo hecho de su carcter de cristiano, tiene el conocimiento necesario y el deber sagrado de guardar esa fe. El principio no cambia, bien se trate de las creencias o de la conducta, de la moral o del dogma. Las traiciones parecidas a la de Nestorio son raras en la Iglesia, pero puede suceder que los pastores se queden silenciosos, por una causa o por otra, en ciertas circunstancias en las que peligra la religin y el dogma. Los verdaderos fieles son aqullos, que, en esas circunstancias, poseen en su bautismo la inspiracin de una lnea de conducta; no los pusilnimes, que, bajo el pretexto aparente de la sumisin a los poderes establecidos, esperan para correr al enemigo o para OPONERSE A SUS PLANES NEFANDOS UN PROGRAMA QUE NO NECESITAN Y QUE NO DEBE DRSELES. Nuestra resistencia no es solamente un derecho; es un deber. No hay en esto ni crimen, ni pecado, ni falta alguna venial, ni mucho menos hereja u otra infidelidad que pudieran tener otras resistencias. Porque estas resistencias estn autorizadas por la Iglesia y por lo tanto nadie puede condenarlas". Esto es lo que escriba Sarda y Salvani en 1885, como un eco de toda la teologa catlica. Y aada enseguida: Todo esto, sin prejuzgar si tales resistencias son algunas veces no solamente permitidas, sino recomendables; no solamente recomendables, sino obligatorias en conciencia; como sucedera cuando un superior, de buena o mala fe, con intenciones derechas o torcidas, quisiera obligar a un inferior a suscribir frmulas, a tomar posiciones, a aceptar disimulos y tolerancias abiertamente favorables al error' En este caso, concluye Sarda y Salvani, el deber del buen catlico es el de resistir y de morir, antes que ceder". Esta debera ser la decisin y la conclusin irrevocable de todo verdadero catlico. 28 de noviembre de 1971. VALET PRO MANUSCRIPTO