Damaso Alonso - Poemas
Damaso Alonso - Poemas
Damaso Alonso - Poemas
Ocho poemas
Poeta y crítico literario español nacido en Madrid en 1898 que fue director de la Real
Academia Española de 1968 a 1982. Obtuvo el Premio Cervantes en 1978. Ejerció la
docencia en España, Estados Unidos e Inglaterra.
Su poesía, encuadrada dentro de la Generación de 1927, muestra una honda
preocupación religiosa en obras como Poemas puros, Oscura noticia, Hijos de la ira y
Hombre y Dios. Como crítico es autor de La lengua poética de Góngora, La poesía de
San Juan de la Cruz y Poesía española.
INSOMNIO
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho
en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros,
o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando
como un perro enfurecido, fluyendo como
la leche de la ubre caliente de una gran vaca
amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole
por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudre más de un millón de cadáveres
en esta ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lenta-
mente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra po-
dredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del
día,
las tristes azucenas letales de tus noches?
COSA
Rompes... el ondear del Aire.
J.R Jiménez
Y celas de la noche,
la ardua
noche de horror de tus entrañas sordas.
Al interior sentido
convoqué contra ti.
Y, oh burladora,
te deshiciste en forma y en color,
en peso o en fragancia.
¡Nunca tú: tú, caudal, tú, inaprensible!
Sí: tú me buscas.
Sí: me buscas.
Torpemente, furiosamente lleno de amor me buscas.
Hombre,
melancólico grito,
¡oh solitario y triste
garlador!: ¿dices algo, tienes algo
que decir a los hombres o a los cielos?
¿Y no es esa margura
de tu grito, la densa pesadilla
del monólogo eterno y sin respuesta?
Hombre,
cárabo de tu angustia,
agüero de tus días
estériles ¿qué aúllas, can, qué gimes?
¿Se te ha perdido el amo?
No: se ha muerto.
Sí,
Tu eres ya una voluntad.
y alargabas la manecita
por un cristal transparente
que o ofrecía resistencia:
el aire,
ese dulce cristal
transfundido por el sol.
Y muy pronto,
ya alargabas tras la mano
de niño, tu hombreo ligero,
tus alas de adolescente.
Y una tarde
(¡olas inmensas del mar, olas que ruedan vien-
tos!)
se te han de cerrar los ojos contra la rosa lejana,
¡tus mismos ojos de niño!
VOZ DEL ÁRBOL
¿Qué me quiere tu mano?
¿Qué deseas de mi, dime, árbol mío?
...Te impulsa la brisa: pero el gesto
era tuyo, era tuyo.
El hombre
-oh agorero croar, oh aullido inútil-
es voz en viento: sólo voz en aire.
Nunca el viento y la mar oirán sus quejas.
Ay, nunca el cielo entenderá su grito;
nunca, nunca, los hombres.
Dulce,
dulce amor mío incógnito
45 años hace ya
que te amo.