MARA DUEAS MISIN OLVIDO

La mejor historia est siempre por vivir

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CAPTULO1
A veces la vida se nos cae a los pies con el peso y el fro de unabola de plomo.

As lo sent al abrir la puerta del despacho. Tan prximo, tanclido, tan mo. Antes. Y, sin embargo, a simple vista, no haba motivo para la desazn.Todo permaneca tal como yo misma lo haba dejado. Las estanteras cargadas de libros, el panel de corcho repleto de horarios y avisos. Carpetas, archivadores, carteles de viejas exposiciones, sobres a mi nombre. El calendario congelado dos meses atrs, julio de 1999. Todo se mantena intacto en aquel espacio que durante catorce aos haba sido mi refugio, el reducto que curso a curso acoga a manadas de estudiantes perdidos en dudas, reclamosy anhelos. Todo segua, en definitiva, igual que siempre. Lo nico que haba cambiado eran los puntales que me sostenan.De arriba abajo, en canal. Pasaron dos o tres minutos desde mi llegada. Quiz fueron diez, quiz no lleg a uno siquiera. Pas el tiempo necesario , en cualquier caso, para tomar una decisin. El primer movimiento consisti en marcar un nmero de telfono. Por respuesta obtuve tan slo la cortesa congelada de un buzn de voz. Dud entrecolgar o no, gan lo segundo. Rosala, soy Blanca Perea. Tengo que marcharme de aqu,necesito que me ayudes. No s a dnde, igual me da. A un sitioen donde no conozca a nadie y en donde nadie me conozca a m.S que es un momento psimo, con el curso a punto de empezar,pero llmame cuando puedas, por favor. Me sent mejor tras dejar aquel mensaje, como si me hubiera desprendido del mordisco de un perro en mitad de una pesadillaespesa. Saba que poda confiar en Rosala Martn. En su comprensin,en su voluntad. Nos conocamos desde que ambas comenzamosa dar nuestros primeros pasos en la universidad, cuando yo era an una joven profesora con un esculido contrato temporal y ella la responsable de nutrir un recin gestado servicio de relaciones internacionales. Tal vez la palabra amigas nos viniera demasiado grande, puede que su consistencia se hubieradiluido con el paso de los aos, pero conoca el temple de Rosala y

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estaba por eso segura de que mi grito no iba a caer en el fondo de un saco cargado de olvidos. Slo despus de la llamada consegu reunir las fuerzas necesarias para hacer frente a las obligaciones de aquel septiembre que acababa de arrancar. El correo electrnico se abri como unapresa desbordada ante mis ojos y en su caudal me sumerg unbuen rato a medida que responda a algunos mensajes y desechabaotros por trasnochados o carentes de inters. Hasta que el telfonome interrumpi y contest con un escueto soy yo. Pero qu es lo que te pasa a ti, loca? A dnde quieres ir t a estas alturas? Y a cuento de qu vienen estas prisas? Su voz arrebatada me devolvi al vuelo la memoria de tantos momentos vividos aos atrs. Horas eternas frente al blanco y negro de la pantalla de un ordenador prehistrico. Visitas compartidasa universidades extranjeras en busca de intercambiosy convenios, habitaciones dobles en hoteles sin memoria, madrugadas de espera en aeropuertos vacos. El tiempo haba separado nuestros caminos y quiz el msculo de la cercana haba perdido vigor. Pero quedaba la huella, los posos de una vieja complicidad. Por eso le narr todo sin reservas. Con una sinceridad rasposa, omitiendo valoraciones. Sin lamentos ni adjetivos. Sin red. En un par de minutos supo lo que tena que saber. Que Albertose haba ido de casa. Que la supuesta solidez de mi matrimonio haba saltado por los aires en los primeros das del verano, que mis hijos ya volaban por su cuenta, que haba pasado los dos ltimos meses intentando ajustarme torpemente a mi nueva realidad y que, al enfrentarme al nuevo curso, me faltabala energa para mantenerme a flote en el mismo escenario detodos los aos: para agarrarme una vez ms a las rutinas y responsabilidades como si en mi vida no hubiera habido un cortetan limpio y certero como el de la carne atravesada por el filo deun cristal. Con los noventa kilos de pragmatismo que conformaban el volumen de su cuerpo, Rosala absorbi de inmediato la situacin y entendi que lo ltimo que yo necesitaba eran remedioscompasivos o consejos con azcar. No hurg por ello en los detallesni me ofreci su hombro mullido como consuelo. Tan slo me plante una previsin que, tal como yo anticipaba, bordeen principio la crudeza. Pues me temo que no lo vamos a tener demasiado fcil, cario. Habl en plural, asumiendo de inmediato el asunto como algo propio de las dos. Los plazos para cosas interesantes llevan meses cerrados aadi y a las prximas convocatorias de becas potentes an les quedan unos meses. De todas maneras, dame un poco de tiempo, porque acabamos de arrancar hace tan slo un rato y an no s si en las ltimas semanas nos ha entrado algo nuevo, a veces llegan cosas sueltas o imprevistas. Djame hasta ltima hora a ver si doy con algo y luego tecuento. Pas el resto de la maana deambulando por la universidad. Firm papeles pendientes, devolv libros a la biblioteca, tom un caf despus. Nada me absorbi lo bastante, sin embargo, como para obligarme a permanecer paciente a la espera de la llamada. No tuve
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sosiego, me falt el valor. A las dos menos cuarto golpe con los nudillos la puerta entreabierta de su despacho. Dentro, oronda sin complejos y con el pelo teido de color violeta, trabajabaRosala. Iba a llamarte ahora mismo anunci sin darme siquiera tiempo a saludarla. Seal entonces la pantalla con el dedo ndice recto como un misil y procedi a desgranar las noticias que me tena reservadas. He rescatado tres cosas que no estn del todo mal, han llegado a lo largo de las vacaciones. Ms de lo que yo esperaba, para qu voy a mentirte. Tres instituciones y tres actividades distintas. Lituania, Portugal y Estados Unidos. California, concretamente. Ninguna es una bicoca, ojo, en todas prometen sacarte bien la pringue y poco aportaran a tu currculum, pero menos da una piedra, no? Por dnde quieres queempiece? Encog los hombros mientras apretaba los labios conteniendo lo que tal vez podra haber llegado a ser una minscula sonrisa: el primer atisbo de ilusin en demasiado tiempo. Rosala se ajust sus gafas de montura verde-chicle, desvi de nuevo la mirada hacia el ordenador y escrut su contenido. Lituania, por ejemplo. Buscan especialistas en pedagoga lingstica para un nuevo programa de formacin docente. Dos meses. Tienen una subvencin de la Unin Europea y les exigenun grupo internacional. Y esto es lo tuyo, no? Efectivamente, aquella era, ms o menos, mi rea de trabajo. Lingstica aplicada, didctica de lenguas, diseo curricular. Por esos senderos llevaba caminando dos dcadas de mi vida. Pero antes de sucumbir al primer canto de sirena, prefer indagar unpoco ms. Y Portugal? Universidade do Spirito Santo, en Sintra. Privada, moderna, mucha pasta. Han montado un mster en enseanza del espaol como L2 y buscan expertos en metodologa. El plazo terminael viernes, o sea, ya. Un mdulo intensivo de doce semanascon horas de clase para parar un tren. No pagan mal, as que imagino que habr solicitudes a punta de pala. Pero te respaldan tus muchos aos en el tajo y nosotros tenemos un rollo estupendo con la Spirito Santo, as que igual no nos resulta demasiadodifcil conseguirlo. Aquella oferta pareca infinitamente ms tentadora que la de Lituania. Sintra, con sus bosques y sus palacios, tan prxima aLisboa, tan cercana a casa a la vez. La voz de Rosala me sac dela ensoacin. Y, por ltimo, Californiacontinu sin despegar la vista de la pantalla. Esta posibilidad la veo ms en el aire, pero lapodemos mirar, por si acaso. Universidad de Santa Cecilia, alnorte, cerca de San Francisco. La informacin que tenemos esbastante escasa de momento: la propuesta acaba de entrar y todava no he podido pedirles ms datos. Aparentemente se tratade una beca que financia una fundacin privada, aunque el trabajose

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realizara en la propia universidad. No ofrecen una dotacin para echar cohetes, iras justita de money. En qu consiste, bsicamente? Tiene algo que ver con una recopilacin y clasificacin de documentos, y buscan a alguien de nacionalidad espaola congrado de doctor en cualquier rea de las humanidades. Se quit entonces las gafas y apostill: Se supone que este tipo de becas est destinado a gente con menos nivel profesional que t, por lo que iras sobrada a la horade baremar candidatos. Y California, chica, es toda una tentacinas que, si quieres, puedo intentar informarme algo ms. Sintra insist rechazando el nuevo ofrecimiento. Doce semanas. Lo bastante quiz como para que mis heridas dejaran de escocer. Lo suficientemente lejos como para desvincularme demi realidad ms inmediata, lo suficientemente cerca como paravolver con frecuencia si la situacin diera tres saltos mortales y todo regresara a su cauce de una vez. Sintra, sin dudarlo rematcon rotundidad. Media hora ms tarde me march del despacho de Rosala con la solicitud electrnica enviada. Llevaba tambin mil detalles en la cabeza, un puado de papeles en la mano y la sensacin de que quiz la suerte, muy, muy de refiln, haba decidido al fin ponerse de mi lado. El resto del da transcurri en una especie de limbo. Com un sndwich vegetal sin hambre en la cafetera de la facultad, segu trabajando por la tarde medio desconcentrada y a las siete asist con ganas escasas a la presentacin del nuevo libro de un colega del departamento de Prehistoria. Intent escaparme en cuanto termin el acto pero, sin fuerzas para negarme, unos cuantos compaeros me arrastraron con ellos en busca de una cerveza fra. Cuando por fin llegu a casa eran ya cerca ya de las diez.Antes de encender siquiera la luz, en la penumbra todava, vi cmo el contestador automtico parpadeaba insistente en unaesquina del cuarto de estar. Record entonces que haba apagadoel mvil al empezar la presentacin y haba olvidado encenderloa su fin. El primer mensaje era de Pablo, mi hijo pequeo. Encantador, incoherente y difuso: con msica estruendosa y risas de fondo,me cost trabajo entender sus palabras atropelladas. Madre, soy yo, dnde te metes... te he llamado al mvil un montn de veces para decirte para decirte que... que no voy a volver esta semana tampoco, que me quedo en la playa, y quesi... que si... que bueno, que luego te sigo llamando, vale? Pablo, murmur mientras buscaba su cara entre los estantes de la librera. All estaba, fotografiado decenas de veces. A veces solo y casi siempre con su hermano, tan parecidos los dos. Las sonrisas eternas, el flequillo negro metido en los ojos. Secuencias alborotadas de sus veintids y veintitrs aos. Indios, piratas y Picapiedras en funciones de colegio, soplos de tartas con velas cada vez ms numerosas. Campamentos de verano, rboles de

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Navidad. Retazos impresos en papel Kodak, recortes de la memoria de una familia compacta que, como tal, ya haba dejadode existir. Con mi hijo Pablo todava danzndome en la mente, pulsde nuevo la tecla del contestador para escuchar el siguientemensaje. Eeeeh... Blanca, soy Alberto. No contestas en el mvil, no s si estars en casa. Eeeeh... te llamo porque tengo que... mmm... para decirte que... eeeeh... bueno, mejor te lo cuento despus, cuando te localice. Te llamo luego. Adis, hasta luego, adis. Me inquiet la voz tan torpe de mi marido. De mi ex-marido, perdn. No tena idea de lo que quera decirme, pero su tono anticipaba noticias poco gratas. Mi primer impulso fue, como siempre, pensar en que algo podra haber pasado a alguno de mis hijos. Por el mensaje previo saba que Pablo estaba en orden;rescat entonces apresuradamente el mvil de mi bolso, lo encendy llam a David. Ests bien? inquir impaciente nada ms or su voz. S, claro, yo estoy bien. Y t, cmo ests? Sonaba tenso. Quiz fuera tan slo una falsa percepcin acausa de la distancia. Quiz no. Yo, bueno, ms o menosaclar. Lo que pasa es queme ha llamado pap y... Ya lo s interrumpi. --A m tambin me acaba de llamar.Cmo te lo has tomado? Cmo me he tomado qu? Lo del nio. Qu nio? El que va a tener con Eva. Sin pensar, sin percibir, sin ver. Con la misma sensibilidad queun mausoleo de mrmol o el bordillo de una acera, as permaneccolgada del vaco durante un tiempo cuya extensin no pude medir. Cuando fui otra vez consciente de la realidad, volv a escuchar la voz de David gritando desde el telfono cado en mi regazo. Sigo aqu respond por fin. Y sin darle tiempo a indagar ms, conclu la conversacin. Todo est bien, luego te llamo. Me qued inmvil en el sof, contemplando la nada mientrastrataba de digerir la noticia de que mi marido iba a tener unhijo con la mujer por la que me haba dejado apenas dos meses atrs. El tercer hijo de Alberto: ese tercer hijo que nunca quisotener conmigo a pesar de mi larga insistencia. El hijo que nacera de un vientre que no era el mo y en una casa que no era lanuestra.

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Not que la angustia me ascenda incontenible desde el estmago,anunciando bocanadas de nusea y desolacin. Con zancadas presurosas, tambalendome y chocando contra las paredes y los quicios de las puertas, consegu a duras penas llegar al cuarto de bao. Me abalanc sobre el inodoro y, de rodillas en el suelo,vomit. An me mantuve as durante un rato infinito, con la frente apoyada contra la frialdad del sanitario mientras intentaba encontrar una mota de coherencia en medio de la confusin. Cuando logr levantarme, me lav las manos. Lenta, minuciosamente, dejando el agua y la espuma correr entre los dedos. Me cepill luego los dientes. A conciencia, dando tiempo a que mi cerebro trabajara sin prisa en modo paralelo. Volv finalmente al cuarto de estar. Con la boca y las manos limpias, el estmago vaco, la mente en orden y el corazn seco. Busqu mi mvil, lo encontr cado sobre la alfombra. Localic un nmero. No respondi nadie. Una vez ms, dej mi mensaje en el buzn de voz. Soy Blanca otra vez. Cambio de planes. Tengo que irme ms lejos, ms tiempo, inmediatamente. Averigua lo que puedassobre la beca de California, por favor. Nueve das despus aterrizaba en el aeropuerto de San Francisco.

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FICHA TCNICA
Ttulo: Misin Olvido Autora: Mara Dueas Pginas: 512 Precio: 21,90 Fecha venta: 28 de agosto de 2012

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