Sin Embargo, Los Muebles (Con Cano, 2008)
Sin Embargo, Los Muebles (Con Cano, 2008)
Sin Embargo, Los Muebles (Con Cano, 2008)
Cano y Longo
ESCENA 1
Samuel, en un tugurio de mala muerte. Escucha la opera prima de los Hermanos Paganini: “Il ritorno
al póvolo sin un sope”. Su atmósfera melalcohólica inunda el rincón oscuro donde él se encuentra, ahogando su
existencia en un vaso de vino a medio tomar. Son las 10 de la mañana. Entra Juanito Laguna a lustrarle los
zapatos. Samuel le hace señas al mozo. El mozo entra con una damajuana en la bandeja y le sirve más. Cuando
Juanito va a cobrarle, Samuel lo corre de una patada. Suena el teléfono del barsucho. El Cantinegro va a tomar
el auricular. Samuel en un acto de arrojo corajudo, le arrebata el teléfono al Cantinero. El mozo y el
Cantinegro miran resignados.
SAMUEL: Espere un segundo que le comunico. (Se acerca a la victrola tapando el auricular y
pone una moneda. Elige un tema de tinte social: “La hiperinflación” por el cantautor John Lennin Kravitz.
Música. Acerca el auricular al parlante. Luego habla) “Usted se ha comunicado con Goldsteiner and
Co. Si desea realizar una consulta marque 1; si se encuentra apurado marque 2; si está con
tiempo de sobra, espere, que uno de nuestros empleados lo atenderá. Tuuuu. (El mozo apila unas
copas en la bandeja y las lleva al cuarto contiguo) ¡Ah! ¡Ounjnfdsjajfdsjg! Buenas tardes, ¿en qué
puedo servirle?
Rita, en otro tugurio de mala muerte: una peluquería de barrio. Viste de rosado, pulcramente. Habla
desde el celular de la peluquera. Ella le retoca el cabello, haciéndole un peinado escultural, que bien nos
recuerda las obras de Lola Mora. Demora en finalizar porque está afilando su tijera en una bicicleta,
ejecutando el silbato típico del afilador.
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Sin embargo, los muebles
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RITA: Yo no quiero que tengás problemas con mis papis, por eso se los dije. Sé que
necesitamos el dinero pero vos me lo dijiste y yo lo hice. ¿Hice bien?
SAMUEL: Sí, mi amor. La plata de papis no.
RITA: Bueno, me quedo más tranquiluchi, porque estaba nerviosingui. Imaginate que mis
papinis nos prestaran el dinero… porque nos lo prestaban, no nos lo regalaban. (La peluquera,
que ha dejado de afilar, toma un aerosol y le pinta el pelo de color verde. Se entusiasma y se pone una mascarilla
y hace grafittis por todo el local) Porque una cosa es que te digan: “no te preocupés, yo me hago
cargo”, o sea, cargo con la responsabilidad, y otra muy distinta que te digan: “no sé, pasá
mañana”, porque eso fue lo que me dijo papuli. ¿Se habrá enojado? No, si no, nos lo hubiera
prestado pero sí podría enojarse si nos prestara el dinero y luego, no pudiéramos devolverseló.
Porque íbamos a devolverseló, ¿no, Samuel?
SAMUEL: Sí.
RITA: ¿Samuel, no te da la sensación, por decirlo así, de que sólo tapamos agujeros?
SAMUEL: Ayer, le hice un buraco al caño de agua para poner el llavero.
RITA: Ah, por eso no podía bañarme. Bueno, me voy a mis papinis. ¿Te conté que estuve
pensando? Sí, toda la tarde y la mañana también. Me di cuenta de que no nos alcanza… bueno,
sí nos alcanza pero llegamos con lo justo a fin de mes y de suerte nos damos algunos gustos y
nos vestimos de lujo. No tenemos cosas caras. Porque soy buenita, no te estoy diciendo:
“llevame a comer caro, gordini, llevame a comer caro”. No, yo me conformo con cualquier
cosucha rica y no pido más porque te acordás que te conté que fui niña exploradora.
SAMUEL: Sí. (Por detrás pasa el mozo, llevando en su bandeja un balde de 10 litros de pintura látex para
exterior. Se dirige hacia otra puerta)
RITA: Leí en una revista de mujeres que la base de la economía está en el ahorro… ¡el ahorro!
“¿entendí?. Sí” me dije ¿y adiviná qué?
SAMUEL: ¿Que?
RITA: ¡Me compré un chanchito! ¡Re gordo, gordo! ¡Para muchas moneduchas! ¿Adiviná qué?
SAMUEL: Hum.
RITA: ¡Tiene la camiseta de Boca, gordete, Boca! (La peluquera se pone a batir huevos) ¡Y se parece
a vos! Iba a ser una sorpresuña pero me dije: “no, se lo tengo que contar”. Sé que no te gustan
las sorpresingas y a mí no me gusta aguantar y lo largué. “¡Ma’ sí! Se lo tengo que contar” y te
lo conté. ¿Estás contentulo?
SAMUEL: Sí.
RITA: No se te nota. Lo vi y me enterneció tu parecido.
SAMUEL: Ja, ja, estoy feliz.
RITA: Samuel, tengo que dejarte.
SAMUEL: ¿Para siempre?
RITA: No, tonturri. Me voy.
SAMUEL: ¿De casa?
RITA: ¿De dónde va a ser?
SAMUEL: ¿Con quién te vas?
RITA: ¿Con quién querés que me vaya?
SAMUEL: ¿A dónde?
RITA: Samuel, ¿qué te pasa?
SAMUEL: ¡Contestame, carajo! (Pasa el mozo)
RITA: No sé, Samuel.
SAMUEL: ¿Con quién vas a estar?
RITA: No sé, con alguien.
SAMUEL: ¿Quién es Alguien?
RITA: (Al Borda del llanto) ¡Basta Samuel! ¿Qué te pasa?
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Sin embargo, los muebles
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SAMUEL: Nada, es que estaba mi jefe. Ahí viene. (Vuelve el mozo, ahora con una silla de ruedas en la
bandeja) ¡Que no me entere que me estás sacando la vuelta porque te saco de las mechas a la
calle, desnuda como Dios te trajo al mundo, como una…! Se fue… Bebé, porque sos mi bebé,
¿no?
RITA: Sí, soy tu bebota.
SAMUEL: Bebota no, bebita.
RITA: No, bebota.
SAMUEL: Bebita.
RITA: Bebota.
SAMUEL: Bebita, bebita, bebita.
RITA: Bebota, bebota, bebota.
SAMUEL: ¡Que paliza te voy a dar pendeja! ¡Sos mi bebita y se terminó! ¿Me escuchaste?
RITA: ¿Ahí pasó tu jefe?
ESCENA 2
Samuel llega a su casa. Rita, sola, en medio del comedor, en penummmmbrasssss. La casa... está…
desamueblada.
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Sin embargo, los muebles
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Silencio.
RITA: Perdón.
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Sin embargo, los muebles
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SAMUEL: Sabés que me duele, que es una herida que hasta hoy sangra. Te gusta echarle
limón. Rita, sos cruel… ¡Soy huérfano! ¡Lo sabías y por eso lo dijiste! Sabías que nací en prisión,
en Batán. Luego me criaron en Caseros, en Devoto hice la primaria, y gané una beca para hacer
mis pasantías en el correccional de menores de Valle Fértil. Por eso te veo con ese cuchillo y
me acuerdo de mi madre, y no quiero que mi hijo sufra como yo…
RITA: Perdón: no tenemos hijos, gorduchi.
SAMUEL: Por tu culpa, porque siempre estuviste a favor de la pastilla del día después. ¿Y los
muebles? ¿Dónde están? Te los llevaste a la casa de tus papis.
RITA: No.
SAMUEL: Ellos nunca me quisieron y no lo hicieron porque… vos no me hiciste querer.
Nunca me los presentaste y cuando lo hacías eran esos momentos en que caía en depresión,
era un buen chico aunque me drogaba ¡pero era porque necesitaba ayuda, carajo! Nunca me
encontraron lúcido y esa era tu culpa.
RITA: Ellos siempre te quisieron.
SAMUEL: ¡Mentira! Me echaron quince veces.
RITA: Eso fue con tu novia anterior.
SAMUEL: ¡No! ¡No! ¡Por qué me lo hiciste acordar! Años de terapia para olvidarla. Tiempo y
dinero gastado para que en un segundo echés todo a perder. Lo sabías y por eso lo dijiste, a
propósito porque sabés que me duele. Sos cruel Rita, sos cruel.
RITA: Perdón, pichonzuelo.
SAMUEL: Basta de perdón.
RITA: ¡Perdoname, mierda!
SAMUEL: Tranquilizate.
RITA: ¡Ah! ¡Te voy a matar! ¡Me tenés harta! Que te gusta y no te gusta, que te lastimo y no te
lastimo. Hago lo posible para satisfacerte y qué consigo. Que me maltratés. ¡Pedime perdón!
SAMUEL: Sí, mi amor.
RITA: ¡Perdón!
SAMUEL: Está bien, mi amor.
RITA: ¡Dejá de llorar y pedí perdón!
SAMUEL: Bueno.
RITA: Te estoy esperando.
SAMUEL: Bueno, ¿uno no puede sentirse mal?
RITA: ¿En qué te la gastaste?
SAMUEL: En nada.
RITA: ¡Hablá, carajo!
SAMUEL: No te alterés. Sí, me la gasté. Me la gasté toda. Hacía dos meses que no me pagaba
cuando de pronto me llama a la oficina y me da todo el sueldo junto nunca en mi vida te lo
juro en mi vida había tenido tanto dinero y todo junto contante y sonante la mano me
temblaba la guardé en el bolsillo y temía que fuera a caerse que alguien metiera la mano sin
que yo me diera cuenta entonces decidí invertirla en ocio.
RITA: ¿Qué tipo de ocio?
SAMUEL: Nada: alcohol y mujeres.
RITA: ¿Te gastaste el dinero en locas?
Silencio.
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Sin embargo, los muebles
Cano y Longo
Huele.
RITA: ¿Qué?
SAMUEL: Tenés olor a cognac.
RITA: ¿Qué?
SAMUEL: Sí, sí, tenés un olor a cognac que da asco. ¿Dónde estuviste?
RITA: Estuve acá.
SAMUEL: ¡Mentirosa! ¡Perra! ¡Borracha! Te embriagás. Claro, después te aparecés con ese
pelo… y hablando sobre tus alucinaciones como si fueran realidad.
RITA: ¡Te voy a matar!
SAMUEL: ¡Matame perra! ¡Ya no me importa!
RITA: ¡Ah!
SAMUEL: ¡No me mirés así! ¡Con esos ojos! ¡Te voy a reventar! Andate de esta casa.
RITA: El contrato está a mi nombre. Por lo tanto, es mía, Samuel.
SAMUEL: Sólo te importa lo tuyo. Hablás sólo cuando no tengo razón. ¿Por qué no me
interrumpiste cuando hablé del… del… del…? ¿Ah? ¿A dónde vas?
RITA: A buscar plata… plata para pagar el embargo, ya que quien tenía que hacerse cargo no
lo hizo.
SAMUEL: ¿Me hablás a mí?
RITA: No, al panchero.
SAMUEL: Viste, algo tenés con ese.
RITA: Voy a buscar a mi mamuchina. Más vale que se te ocurra alguna buena idea para salir
de esta. Hacé magia salí a robar no me importa cuando vuelva quiero que tengás la plata.
SAMUEL: Sí, mi amor.
¿Y los muebles? ¡Mi amor! ¡Mi amor! ¡Nos robaron! ¡Nos robaron!
ESCENA 3
Otro tugurio: el Juzgado. Rita llega con honda preocupación. Su Madre la acompaña. Se paran frente a
un mostrador.Dos empleados del Juzgado entran con un juego de mesa, tipo ajedrez, y 6 sillas.
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Sin embargo, los muebles
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El Secretario saca del mostrador una carpeta con recibos y facturas de crema. Muestra.
SECRETARIO: Estos son bienes recientemente adquiridos, con presupuesto del Estado, a
una amplia mueblería de la que es socio comercial el señor juez de la corte suprema de la
provincia.
TIPO: Entiendo que me embarguen toda la casa… ¡Pero estábamos velando a mi viejo!
Quédense con el cajón… ¡Pero devuélvannos a mi papá!
EMPLEADO: Espere su turno. Venga el lunes. Estamos atendiendo a las señoras
MADRE: ¡¡¡Señorita!!!
RITA: ¿Qué va a decir papín de todo esto?
TIPO: ¡¡¡Pero mi viejo se descompone!!!
EMPLEADO: ¡Callesé, moroso!
SECRETARIO: Debió haberlo pensado antes de contraer la deuda con el Estado.
ESCENA 4
Tugurio del Cantinegro. Entra Samuel con una bolsa de papel en la cabeza, cubriéndole el rostro,
dispuesto a asaltar el bar.Pasa el mozo, con un asientosobre su bandeja, por el fondo.
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Sin embargo, los muebles
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Asoma la cabeza el Mozo, tose. El Cantinegro le asiente, y el Mozo pasa con un motor V8 sobre la
bandeja.
SAMUEL: Ay, esto me va a hacer bien, porque estoy tan preocupado por este asunto de que
nos quieren dejar sin nada…
CANTINEGRO: Bueno, se preveía que esto… podía llegar a suceder…
SAMUEL: Es que me embarga una angustia existencial… que no puedo quitármela… Servime
otra copita… Ahora, si me permitís… me atrevería a aconsejarte que cambieeeeess la
decoración tan tan de los años 30.
CANTINEGRO: Es que esta “empresa” la fundó mi abuelo, porque somos una familia y
nuestros emprendimientos son familiares como vos sabés… Pero siempre hay que hacer una
pequeña reforma para atraer nuevos clientes y mantener la clientela habitual, para que no se
cansen de lo viejo.
SAMUEL: ¿Lo decís por ese póster de Argentina ’86?
CANTINEGRO: No. Pensé que te había comentado sobre nuestra nueva inclinación al
tooneado.
SAMUEL: ¿Y qué tiene que ver un barsucho de mala muerte con los autos?
ESCENA 5
Rita está en su casa, llorando y pegando con Poxipol los fragmentos del chanchito de Boca. El
Empleado del Juzgado acomoda los muebles. Llega Samuel victorioso, cantando la marcha peronista.
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Sin embargo, los muebles
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SAMUEL: ¡Rita! Conseguí la plata. Sé que había pocas posibilidades de que cumpliera mi
objetivo. Pero rompí con todos los pronósticos: conseguí la plata… ¡Ah, ya volvieron los
muebles!
RITA: Tuve que sacrificar al chanchito, ¿sabés lo que significa eso?
SAMUEL: Sí, que lo rompiste.
RITA: ¡Adiós a nuestro sueño de la casa propia!
SAMUEL: ¡Pero si ya tenemos! No. No tenemos más.
RITA: Nunca fue nuestra: alquilamos.
SAMUEL: ¿Alquilábamos? ¿Por qué no me avisaste?
RITA: ¡Cómo te voy a avisar estas cosas! Si se supone…
SAMUEL: Por supuestos yo no me baso en nada. Yo vivo acá: esta casa es mía. Bueno, ya no.
RITA: ¿Qué hiciste Samuel?
SAMUEL: ¿Querías dinero? Ok. Tuve una genial idea… Bueno, no fue mía pero la adopté como
propia, como a él, que… bueno, quería tener un hijo, así que lo adopté como propio, como a la
idea. Pasá Juanito, pasá.
JUANITO: ¡Buen día, señora! (Al Empleado) ¿Quiere que le lustre los zapatos? (El Empleado se
niega. Samuel, con la mano lo estimula. Juanito se pone a lustrar)
SAMUEL: Yo lo escuché y me dije: “¡es un genio!”. “¡Cómo me gustaría tener un hijo así!”,
pensé.
RITA: ¿Estuviste tomando?
SAMUEL: ¡Pará…! Todavía no lo has escuchado… Contale lo que me dijiste… ¡Dale! Como en tu
casa… porque ya no lo es.
JUANITO: Él me dijo que necesitaba mucha plata y yo… Pensé que iba a robarme… Le dije que
vendiera su casa.
Silencio
Silencio
Silencio.
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SAMUEL: Tuve que pagar el trámite de adopción. Como vos no estabas, le pagué a una mujer
de la calle para que oficiara de mi esposa… como se estila en estos casos. Fui a celebrarlo.
Después nos tomamos un taxi, que nos dejó a dos cuadras porque no nos alcanzaba para más.
¡Tuvimos que caminar! Con lo inseguro que se está poniendo por estos lados.
RITA: ¿Te gastaste todo el dinero de la venta?
SAMUEL: Un genio no se consigue todos los días.
RITA: ¿Y antes de gastarla, no pensaste en el embargo?
JUANITO: Si quiere yo puedo lustrar todo el día…
SAMUEL: Así se habla, hijo.
RITA: ¡¡¡No es nuestro hijo!!!
SAMUEL: Mío sí. La madre, legalmente, es la prostituta.
RITA: ¿Y ahora q vamos a hacer? Samuel, pensá…
JUANITO: Ya la tengo, nos vamos a vivir todos a la casa de la abu.
SAMUEL: Es un genio, es un genio!
RITA: ¡Pará, tarado! ¡Vos le metiste esas ideas en la cabeza! ¡¡¡Cómo vamos a ir a casa de
mamá!!!
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EMPLEADO: No, afuera hay un señor que me dijo que era el dueño de la casa y que metiera
estos muebles porque parece, parece… que hoy se muda con su familia. Tuve que felicitarlo,
pero me cagó porque son re pesados, y ya sabe… su madre.
RITA: Que madre ni madre.
SAMUEL: Uh, me olvidé. Es el nuevo dueño, me había avisado. ¿No es así?
JUANITO: Sí, sí.
SAMUEL: ¿Y por qué no ingresó?
EMPLEADO: Es que está discutiendo con quien dice ser el verdadero dueño de este
departamento. ¿Y usted qué?
SAMUEL: ¿Juanito, no te acordás si en mi desesperación, no lo vendí dos veces?
Silencio.
Silencio.
SAMUEL: Ya estás medio grandulón para dormir con tus papis. Buscate un cuarto propio.
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Sin embargo, los muebles
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Rita se mete en la alacena con Samuel. Golpean la puerta. Se sienten gritos desde afuera por querer
entrar.
FIN
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