Teoría Narrativa, Luz Aurora Pimentel
Teoría Narrativa, Luz Aurora Pimentel
Teoría Narrativa, Luz Aurora Pimentel
Veo en las intrigas que inventamos un medio privilegiado por medio del cual reconfiguramos nuestra experiencia temporal confusa, informe y, en ltima instancia muda. Paul Ricoeur
A lo largo de este siglo el lugar preeminente que ha cobrado lo narrativo, no slo en nuestra cultura sino en la vida cotidiana, ha producido un cmulo tal de reflexiones tericas y crticas sobre el relato, que de todos estos trabajos ha surgido, en los ltimos treinta aos, una nueva disciplina: la narratologa. En ocasiones, se la ha definido simplemente como la teora de los textos narrativos (Bal, 1985 [1980], 3), o, en palabras de Gerald Prince, como el estudio de la forma y el funcionamiento de la narrativa, definiendo el relato, mnimamente, como la representacin de por lo menos dos acontecimientos o situaciones reales o ficcionales en una secuencia temporal (1982, 4). Pero el trmino resulta polmico, porque muchos de estos estudios, como bien lo ha hecho notar Grard Genette, constituyen un anlisis lgico o semiolgico del contenido narrativo del relato, haciendo caso omiso de su forma de transmisin (oral, escrita, cinematogrfica, etc.); en tanto que otros son anlisis formales del relato atendiendo al modo o situacin de enunciacin.
Por lo visto entonces habra lugar para dos tipos de narratologa: la una temtica, en sentido lato (anlisis de la historia o contenidos narrativos), la otra formal, o ms bien modal: el anlisis del relato como modo de representacin de las historias, opuesto a los modos no narrativos como el dramtico () Pero sucede que los anlisis de contenido las gramticas, lgicas, semiticas narrativas hasta hoy
Publicado en Esther Cohen (de.), Aproximaciones. Lecturas del texto. Universidad Nacional Autnoma de Mxico, Mxico, 1995. pp. 257-87
apenas si han reivindicado el trmino de narratologa, el cual queda as como propiedad exclusiva (provisionalmente?) de los analistas del modo narrativo. Esta restriccin me parece, en suma, legtima ya que la sola especificidad de lo narrativo reside en el modo, y no en su contenido, mismo que puede muy bien adaptarse a una representacin dramtica, grfica u otra (Genette, 1983, 12). 2
Hemos apuntado aqu, de manera representativa, la problemtica delimitacin del campo de la narratologa con objeto de justificar nuestra opcin por un trmino menos polmico, teora narrativa, bajo el cual habremos de elaborar un panorama sinttico de las reas de estudio en torno a lo narrativo. Menos polmico, relativamente, ya que el concepto de teora, en lo que respecta al relato y a la narratividad, no remite necesariamente a un conjunto unificado y coherente de hiptesis sobre el relato, con un metalenguaje descriptivo que fuese nico u homogneo. Sera quiz ocioso plantear siquiera la posibilidad de una teora del relato unificada y formalizada; ms bien, al hablar de teora narrativa estaramos frente a innumerables teoras; es decir, frente a una serie de modelos analticos y de reflexiones sobre lo narrativo, sus modos de funcionamiento, y sus formas de transmisin y de significacin. Con objeto de ir dibujando un mapa conceptual y prctico de los trabajos realizados sobre el relato, habremos de definirlo de manera ms precisa como la construccin verbal, por la mediacin de un narrador, de un mundo de accin (y, necesariamente, de pasin) e
En ste, como en todos los dems casos, la traduccin al espaol es ma. Habra que observar, sin embargo, que la vertiente temtica de la narratologa constituye tambin un estudio formal, ya que el nivel de abstraccin en el que se realiza el anlisis de las articulaciones de la historia lo sita en un plano de anlisis formal indudable. Ver, entre otros, los estudios de Propp, 1965; Barthes, 1966; Bremond, 1966, 1973. Lo que desde luego es innegable es que este tipo de estudios sobre las articulaciones lgicas del relato tiende a no tomar en consideracin el modo de transmisin; mientras que los estudios narratolgicos strictu sensu toman al narrador y a la perspectiva narrativa como objeto central de sus indagaciones. Ver, entre otros, los estudios de Bal, 1985; Booth, 1961; Genette, 1972, 1983; Prince, 1982; Rimmon-Kennan, 1983; Scholes & Kellogg, 1966; Stanzel, 1984/ 86. Esta preocupacin por el narrador y la perspectiva ha estado presente desde las reflexiones de Henry James sobre la novela. Casi podra afirmarse que con James, hace ya ms de un siglo, se sientan las bases de lo que habra de constituir la narratologa anglosajona.
interaccin humanas que evoluciona en el tiempo, y cuyo referente puede ser real o ficcional. As definido, en primer lugar, hemos cerrado lo narrativo nicamente a las narraciones verbales, en cuyo centro se ubica el narrador, fuente de la informacin narrativa, y mediacin indispensable del relato. Tal constriccin conceptual obedece a la necesidad de una rigurosa demarcacin analtica del objeto de estudio, ya que la inclusin de otras formas de narratividad profunda, como el ballet, la tira cmica o la mmica, presentan una serie de variables que, aunque lo incluyen, van mucho ms all de lo especficamente narrativo. As definidas, en segundo lugar, las narraciones verbales abarcan desde la ancdota ms simple, pasando por la crnica, los relatos verdicos, folklricos o maravillosos y el cuento corto, hasta la novel ms compleja, la biografa o la autobiografa. En tanto que narracin verbal, entonces, el narrador es una condicin indispensable en la forma de transmisin del relato. Pero si pensamos en el relato como en un mundo de accin humana, este atributo tambin le es esencial, incluso cuando los agentes de la accin se nos presenten figurativamente como animales u objetos, porque en todo caso se constituyen siempre en sujetos de una accin que no puede ser clasificada de otra manera sino como humana. Ms an, la accin humana, en s misma, acusa ya un modo de ser plenamente narrativo. Como dira Paul Ricoeur (1981, 294), la historicidad de la experiencia humana puede expresarse verbalmente slo como narratividad, porque pertenecemos a la historia antes de que contemos historias o escribamos la historia. El juego de narrar ya est incluido en la realidad narrada. De ah la ambigedad, que no es otra cosa que una frtil polisemia, del trmino historia. Y sin historia no hay relato. Esta historia o contenido narrativo, podra describirse, inicialmente y de manera ms abstracta, como una situacin o un estado de cosas que se transforma en otra. La
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transformacin operada en el tiempo sera el requisito absolutamente indispensable de la narratividad (suspendiendo por el momento su modo de enunciacin). En un relato, las transformaciones se encadenan unas con otras de manera sucesiva para construir una secuencia. El principio mismo de la sucesin constituye la forma de temporalidad ms elemental: uno tras otro, en contigidad espacial, est en equivalencia con uno despus del otro en el tiempo. Pero no basta la sola secuencia para tener una historia que contar; la transformacin de un estado de cosas en otro es siempre una transformacin orientada; es decir, con sentido: una secuencia no slo cronolgica sino lgica. En general el sentido ms elemental de un encadenamiento sera el de la causalidad, de tal manera que la secuencia se dobla en consecuencia. As, la relacin que primero se da en el tiempo-espacio del discurso (uno tras otro), y que luego se transpone a la cronologa representada (uno despus de otro), acaba desdoblndose en una relacin lgica (uno a causa del otro). Mirada desde la sola perspectiva de una transformacin operada en el tiempo, la narratividad se nos presenta como la estructura profunda de diversas formas de transmisin de un contenido de accin humana, y no solamente aquella referida a la narracin verbal. Greimas, por ejemplo, aborda el concepto de narratividad en dos niveles: las estructuras semio-narrativas que conciernen la estructura profunda del discurso y que estn definidas por la serie de transformaciones de un estado de cosas a otro, y las estructuras estrictamente discursivas que competen a la instancia de la enunciacin. Es por ello que la narratividad generalizada, al quedar liberada del sentido restrictivo que la ligaba a las formas figurativas de los relatos, es considerada como principio organizador de todo discurso (1979, narrativit). Ahora bien, si la narratividad, as definida en trminos de la transformacin de un estado de cosas a otro, es constitutiva de todas las formas de discurso, lo es an ms de las formas figurativas que proponen un mundo de accin, con o sin
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mediacin narrativa. Es, por ejemplo, esa permanencia de los actores en y a pesar de las transformacin que sufren o propician lo que constituye la estructura narrativa profunda en textos cinematogrficos, balletsticos o pictricos. No obstante, habra que insistir en un factor de capital importancia: si bien una pieza de ballet, un drama o un cuadro pueden ser definidos, incluso ledos, como textos narrativos, en tanto que acusan una estructura semio-narrativa en su contenido, ciertamente no son narrativos en cuanto al modo de enunciacin. Es desafortunado que aquellos estudiosos que hablan de la narratividad en la pintura, el ballet o el drama hagan caso omiso del problema de la enunciacin, presuponiendo as una especie de falsa identidad entre textos narrativos en su estructura profunda y textos narrativos que, adems, tienen un modo de enunciacin estrictamente narrativo. En esas formas de narratividad figurativa profunda drama, cine o ballet el narrador queda, en efecto, a eleccin. No as en la narrativa verbal oral o escrita en la que el narrador es la fuente misma de la informacin que tenemos sobre el mundo de accin humana propuesto. Habiendo hecho estas precisiones con respecto a la narratividad, atendamos ahora exclusivamente al modo narrativo de enunciacin del relato verbal. Desde esta perspectiva podra incluso llegar a definrselo de la siguiente manera: alguien narra algo a alguien. Definicin verdaderamente elemental, incluso banal, pero si partimos de ella podramos aislar los componentes de lo que llamaramos un sistema narrativo, componentes que nos permitirn formular algunas de las preguntas a las que los diversos estudios sobre teora narrativa han intentado responder.
I. Quin narra? (alguien narra algo a alguien) Formular esta pregunta nos conduce a toda suerte de indagaciones sobre el narrador como mediador indispensable entre el mundo narrado y el lector: 3 1) El estatuto enunciativo del narrador: formas de narracin en primera, segunda y tercera personas; el problema del sujeto de la enunciacin, el sujeto del enunciado y la enunciacin enunciada en el acto de la narracin; 4 2) la posicin temporal y espacial del narrador en el acto mismo de narrar: qu valor temporal narrativo tiene la eleccin de un tiempo gramatical; qu importancia relativa tendra el espacio en el que se inscribe el acto de la narracin, y qu relacin establece el narrador entre ese espacio (de ser explcito) y el espacio de la ficcin; 5 3) el grado de participacin del narrador en el mundo narrado: protagonista o testigo; 6 4) su relacin con otras fuentes de informacin narrativa: si es el nico narrador, qu grado de autoridad y/o conocimiento tiene con respecto a lo narrado; o bien, si se da el fenmeno de multiplicacin de instancias narrativas, qu relacin establece el narrador con los dems; 7 5) el nivel narrativo en el que se inscribe el acto de la narracin: narraciones enmarcadas y el problema de la metaficcin; 8
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Cfr. Scholes & Kellogg, 1966; Stanzel, 1984/ 1986. Cfr. Genette, 1972, 1983; Hamburguer, 1968; Todorov, 1966, 1968. Cfr. Genette, 1972; Hamburguer, 1986. Cfr. Genette, 1972; Stanzel, 1984/ 1986. Cfr. Bal, 1985; Booth, 1961; Cohn, 1978; Prince, 1982. Cfr. Bal, 1985; Eco, 1981; Genette, 1972.
6) el grado de confiabilidad/subjetividad del narrador: la subjetividad del narrador como efecto de sentido producto de su doble relacin: con el mundo narrado y con el lector; la potencial duplicidad discursiva del narrador: discurso narrativo (ficcin) y discurso doxal (opinin). 9
II. Qu es narrar? (alguien narra algo a alguien) Definicin del discurso narrativo frente a otras formas del discurso (amoroso, hortatorio, doxal, etc.). 10
III. Cmo se narra? (alguien narra algo a alguien) Esta pregunta remite, formalmente, al discurso narrativo propiamente dicho. El solo formularla activa inmediatamente el problema de todas aquellas estrategias, tanto discursivas como narrativas, que emplea el narrador para construir el mundo de la ficcin. 11 A. Entre otros, podran subrayarse los siguientes procedimientos discursivos: 12 1) repeticin, intensificacin, paralelismo, oposicin y contraste; 2) marcas estilsticas de todo tipo; 3) estrategias de interdiscursividad (formas de representacin del discurso del otro, intertextualidad). B. Entre las diversas estrategias narrativas podran mencionarse: 1) el orden en el que se narran los acontecimientos (las figuras temporales que pueden dibujar las diversas formas de secuencia discursiva con respecto a la
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Cfr. Booth, 1961, 1988; Cohn, 1978. Cfr. Cohn, 1978. En general cfr. Barthes, 1966; Bremond, 1966, 1973; Ricoeur, 1981, 1983; Todorov, 1966, 1967, 1968. Cfr. Todorov, 1968; Genette, 1969, 1972.
secuencia cronolgica); 13 2) el ritmo de la narracin, que depende de la cantidad de detalles con los que se narran los acontecimientos (qu tan escnico o sucinto es el relato); 14 3) las formas de presentacin de los lugares, los personajes y los acontecimientos (en cuadro, en descripcin continua o discontinua; narrados o en dramatizacin dialgica; en yuxtaposicin o jerarquizados en escenas y transiciones resumidas; acotados con comentarios o con otras lneas de accin); 15 4) la seleccin de los acontecimientos (por qu se elige cierta informacin y se omite otra); la trama, que participa tanto de la representacin (una historia con identidad propia) como del discurso (la trama literalmente como un tejido, una materialidad textil/ textual); 16 5) la perspectiva narrativa (cdigos de focalizacin a los que acude el narrador para filtrar la informacin narrativa; perspectivas estructurales derivadas de la trama y de las posiciones de lectura asignadas al receptor en la materialidad del texto narrativo; los puntos de vista temporales, espaciales, cognitivos, estilsticos, preceptales, afectivos, morales e ideolgicos que matizan las diversas perspectivas que organizan el relato). 17
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Cfr. Genette, 1972; Metz, 1968. Cfr. Genette, 1972, 1983. Cfr. Hamon, 1972, 1977, 1981. Cfr. Forster, 1927; Ricoeur, 1983; Genette, 1972, 1983. Cfr. Bal, 1977, 1985; Cohn, 1978; Genette, 1972, 1983; Iser, 1978; Uspensky, 1973.
IV. Qu es lo que se narra? (alguien narra algo a alguien) En el centro mismo de la identidad del relato como tal est la historia: ese mundo de accin humana construido por el relato que se define como su contenido narrativo, y que es susceptible de ser analizado en trminos de: 1) sus componentes temporales, espaciales y actoriales; 18 2) las articulaciones lgicas de la accin; 19 y, por ende, el entramado de la historia. 20
V. Quin es el receptor del relato? (alguien narra algo a alguien) Estudiar el relato desde la perspectiva del receptor abre toda una gama de posibilidades analticas: 1) posiciones de lectura inscritas en las estructuras discursivas y narrativas del relato; 21 2) el narratario como correlato estructural del narrador (formas de participacin del narratario en el mundo narrador; grados de presencia; formas alusivas de representacin del narratario, etc.); 22 3) el lector como un constructo analtico (lector implcito, lector ideal, etc.). 23 Dadas las inevitables limitaciones de espacio que cien a este estudio, sera imposible dar cuenta puntualmente, ni siquiera a manera de inventario, de los trabajos de
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Cfr. Bal, 1985; Chatman, 1978; Genette, 1972, 1983; Rimmond-Kennan, 1983. Cfr. Barthes, 1966, 1970; Bremond, 1966, 1973; Propp, 1965. Cfr. Forster, 1927; Ricoeur, 1981, 1983. Cfr. Eco, 1981; Iser, 1978. Cfr. Booth, 1988; Genette, 1972; Prince, 1973. Cfr. Booth, 1961, 1988; Iser, 1974, 1978; Suleiman, 1980; Todorov, 1980.
reflexin terica y crtica que se han realizado en torno a todos y cada uno de estos componentes del sistema narrativo. Es por ello que hemos remitido, de manera representativa, a un buen nmero de estudiosos del relato que se han ocupado de uno u otro de estos componentes. En las reflexiones que siguen solamente abordaremos, de manera ms o menos general, algunos de los componentes que nos parecen centrales a la identidad del relato: a) qu es narrar? b) la distincin capital entre historia y discurso, y c) el narrador como agente de la mediacin narrativa.
Narrar Narrar es un acto discursivo con propiedades particulares que lo pone en una relacin especial tanto con el enunciador como con el contenido y/o referente de su enunciado. La situacin de enunciacin del modo narrativo establece, necesariamente, una relacin temporal y de interdependencia entre el acontecimiento y el enunciador que da cuenta de l. De esto derivan importantes consecuencias para la forma misma de un relato verbal. Dar cuenta, narrar, relatar un acontecimiento implica la precedencia, parcial o total, de dicho acontecimiento; dicho de otro modo, entre lo acontecido y el acto de narrar existe una distancia temporal necesaria hacia el pasado, o incluso hacia el futuro, en el caso de las narraciones predictivas, orculos o premoniciones pues narrar presupone algo que narrar, aun cuando los acontecimientos narrados sean inventados y no meramente referidos, aun cuando la distancia temporal entre el acontecer y el narrar sea mnima, como en el caso de una crnica deportiva. Es por ello que, aunque todos los tiempos gramaticales puedan ser utilizados para narrar, los relatos tienden, naturalmente, a elegir el pasado como tiempo narrativo privilegiado (perfecto, imperfecto y pluscuamperfecto); pendiente natural que refleja el desfasamiento temporal entre la accin y su narracin.
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La narracin tambin puede ser definida en su relacin con la red significante de la accin que anima no slo el mundo del relato sino nuestra experiencia cotidiana. Por una parte, en el acto de narrar est implicada la memoria, como uno de los modos posibles de expresin de nuestra experiencia temporal; de ah que narrar se nos presente bsicamente como la reformulacin de nuestra comprensin de la accin cumplida; de ah tambin que el recuerdo slo pueda ser comunicado en modo narrativo. Por otra parte, la narratividad, que conlleva la nocin de accin humana como encadenamiento selectivo y significante de acontecimientos, implica una evolucin en secuencia que slo puede ser transmitida, o bien en el modo narrativo (alguien da cuenta de algo a alguien) como una serie de acontecimientos, o bien en el modo dramtico, a travs del dilogo, concibiendo entonces la accin no como acontecimiento, susceptible de ser narrado, sino como accin en proceso que debe ser actuada. De hecho, en nuestra comprensin de la red significante de la accin, segn el penetrante anlisis de Ricoeur (1983, 113), podemos concebir la posibilidad de una narratividad inherente a la accin, una suerte de estructura prenarrativa de la experiencia;
() entre la actividad de narrar una historia y el carcter temporal de la experiencia humana existe una correlacin que no es puramente accidental, sino que presenta una forma de necesidad transcultural. O, por decirlo de otra manera, el tiempo deviene tiempo humano en la medida en que se articula en un modo narrativo, y el relato adquiere su significacin cabal al devenir condicin de la existencia temporal. (1983, 85)
Es por ello que el juego de narrar ya est incluido en la realidad narrada. Y es por ello tambin que, como acto verbal, narrar implica siempre la presencia de un enunciador que funge como mediador entre el receptor y los acontecimientos relatados. Ahora bien, desde el punto de vista formal, el discurso narrativo, en su materialidad lingstica, se definira frente a otras formas del discurso por su relacin con los otros dos
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aspectos del relato: la historia y el acto de la narracin. Porque, como bien lo hace notar Grard Genette (1972, 73), de los tres niveles [historia, discurso y narracin], el del discurso narrativo es el nico que se presta directamente al anlisis textual, en s el nico instrumento de investigacin de que disponemos en el campo de la narrativa literaria, en especial del relato de ficcin (1972, 73). La historia y la narracin no existen para nosotros salvo a travs de la mediacin del discurso narrativo. Pero, recprocamente, slo habr discurso narrativo si ste narra una historia, de lo contrario no sera narrativo (como en el caso de la tica de Spinoza, por ejemplo), y si es enunciado por alguien, de otro modo no sera un discurso en s (como, por ejemplo, una recopilacin de documentos arqueolgicos). Como relato, cobra vida gracias a su relacin con la historia que narra; como discurso, adquiere vida gracias a su relacin con el acto de narrar que lo enuncia (Genette, 1972, 74).
Ms an, el discurso narrativo se distingue de otras formas del discurso por la temporalidad narrativa y su situacin enunciativa que marcan su relacin con las formas pronominales y los tiempos gramaticales elegidos para narrar como habremos de verlo ms adelante. Son estas marcas de enunciacin y temporalidad narrativa lo que distingue al discurso narrativo del discurso doxal, 24 por ejemplo; forma de discurso ste ltimo a la que con mucha frecuencia acude el narrador, no para narrar, sino para expresar sus interpretacin, conjeturas, opiniones, comentarios y reflexiones sobre lo narrado o sobre cualquier otra cosa. De ah que narrar pueda ser definido elementalmente como dar cuenta de algo a alguien.
Historia y discurso Desde los formalistas rusos se ha operado una divisin, con propsitos puramente analticos, entre el contenido del relato, y la forma de transmisin de ese contenido. Los formalistas llamaban a este binomio fabula y sujet; los estructuralistas, a partir de Todorov,
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Doxal: neologismo acuado por los analistas del discurso. Su significado remite a la raz del griego doxa, opinin, doctrina, conjetura. Cfr. Mara Moliner, Diccionario de uso del espaol. Madrid, Gredos, 1975.
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historia y discurso. Sin embargo, no coinciden ambos pares exactamente, ya que en el segundo trmino del binomio, los formalistas rusos subrayan ms bien el tema (sujet), mientras que los estructuralistas hacen hincapi en las formas de organizacin discursiva (discurso). Es evidente, entonces, que hay un grado de abstraccin mayor en sujet que en discurso, puesto que ste ltimo remite a la materialidad del lenguaje y a su organizacin, mientras que el primero se ocupara de las formas de significacin temtica que orientan la construccin del relato. Con el tiempo, y a pesar de lo polmico de esta divisin analtica, ha sido el binomio de los estructuralistas, historia/discurso, el que ha cobrado carta de naturalizacin en un gran nmero de estudios sobre teora narrativa, al grado de constituirse en el principio organizador del contenido global de esos estudios. Ms an, la oposicin historia/discurso ha estado en la base de toda tentativa de estudio transemitico de la narratividad. 25 Puesto que la historia es una abstraccin, una construccin de lectura, tal abstraccin es susceptible de ser transmitida por otros medios de representacin y de significacin. De ah que el trmino discurso haya sido objeto de una extensin conceptual que le permite designar otras formas de narratividad y no slo la del lenguaje verbal. Es posible entonces hablar de un discurso pictrico, cinematogrfico o corporal como formas de articulacin de significados que dependen de encadenamientos materiales que van constituyndose como segmentos de significacin dentro de un sistema semitico dado. Ahora bien, aunque el binomio analtico historia/discurso est en el centro de la mayora de los estudios sobre el relato ha habido otras propuestas de biparticiones, incluso
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triparticiones analticas que vale la pena considerar por los puntos de contacto o por las precisiones y refinamientos que puedan ofrecer a este instrumento de anlisis bsico. Al abordar el problema del discurso narrativo, definido diferencialmente en relacin a los otros dos aspectos de la realidad narrativa, vimos cmo Grard Genette (1972, 1983) refina considerablemente el binomio historia/discurso al aadir un tercer aspecto a la realidad narrativa: la narracin. La triparticin de Genette historia, discurso y narracin est en la base de todo el anlisis relacional que funda su teora narrativa: las estructuras de un relato son efecto de una relacin que se establece entre la historia y el discurso (estructuras temporales y modulaciones narrativas), entre la historia y la narracin (identidad del narrador), y entre la narracin y el discurso (niveles narrativos y temporalidad de la narracin). 26 Tambin esta triparticin de Genette ha sido seminal para la narratologa. De hecho la mayora de los estudios narratolgicos se organizan, o bien en torno al binomio historia/ discurso, o al trinomio historia/ discurso/ narracin.27 Veamos ahora un par de propuestas divergentes que cuestionan la aparente inevitabilidad de estas biparticiones o triparticiones analticas. En su estudio clsico, Aspects of the Novel, E. M. Forster divide el relato en la historia (story) y la trama (plot):
Hemos definido la historia como un relato de acontecimientos ordenados de acuerdo con su secuencia temporal. La trama tambin es un relato de acontecimientos, pero el nfasis est en la causalidad, El rey muri y luego la reina muri es una historia. El rey muri, y luego la reina muri de pena es una trama.
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Cfr. Genette, 1972. En su Nouveau discours du rcit (1983), Genette ofrece una serie de precisiones respecto a lo que en 1972 haba llamado Modo y que entonces considera ms bien como Modulaciones narrativas; es decir, una serie de operaciones de seleccin y combinacin de la informacin narrativa que producen la ilusin de cercana o de distancia, y que filtran esa organizacin a travs de un punto de vista restrictivo. Basta con examinar los ndices de muchos libros sobre narratologa para constatar el valor organizador que el binomio historia/discurso y el trinomio historia/discurso/narracin han llegado a tener. Como ejemplo, podramos remitir a los estudios de Bal, 1985; Chatman, 1978; Prince, 1982; Rimmon-Kennan, 1983; Snchez-Rey, 1991.
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Se conserva la secuencia temporal, pero la nocin de causa y efecto la domina () Si la pregunta que nos hacemos al considerar la historia es y luego?, la que nos formulamos en relacin con la trama es por qu? (Forster, 1964 [1927], 93-94).
Aunque en muchos sentidos debatible (tan slo habra que considerar hasta qu punto tendemos a leer una secuencia en trminos de consecuencia), la definicin contrastiva de Forster nos lleva a observar el concepto historia desde otra perspectiva: no como un monolito, sino como un continuum entre historia y trama: literalmente tejido con varios hilos, aun antes de llegar al problema de los procedimientos estrictamente discursivos que organizan al relato. Podramos decir que esta nocin de trama se ubica, aunque vagamente, en una zona intermedia entre la historia y el discurso. Paul Ricoeur (1981, 1983) es el nico que ha profundizado en el problema de la trama en su relacin con la historia, no como una oposicin sino como un fenmeno de construccin progresiva y orientada, como un entramado (mise en intrigue) de la accin. De acuerdo con el filsofo francs, un acontecimiento inscrito en la temporalidad humana, es decir, un acontecimiento que tenga sentido, no se restringe a una ocurrencia singular, aislada de otras, sino que se define como el hacer propio de un agente en relacin con otros, dentro de ese entramado conceptual que llamamos accin y que incluye motivaciones, etapas de planeacin y de anticipacin; que incluye, asimismo, el acto efectivo, orientado por los otros aspectos de la accin, pero tambin la interaccin con otros y con las circunstancias aleatorias y contingentes que forman el contexto de la accin. Si se piensa en la historia como en una serie de acontecimientos interrelacionados y no como ocurrencias aisladas, la serie acusa entonces una doble organizacin temporal: por una parte se ordenan los acontecimientos serialmente en una cronologa; por otra, no proliferan arbitraria o indefinidamente, sino que estn configurados por un principio de seleccin orientada que busca una finalidad, una totalidad significante. La historia es, a un
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tiempo, artefacto literario (y en este sentido ficcin) y representacin de la realidad (Ricoeur, 1981, 291). La intriga es una sntesis de lo heterogneo, un juego productor de la significacin narrativa, entre la simple cronologa y una temporalidad orientada por su construccin, entre cronologa y configuracin. As, el trabajo analtico de Ricoeur descubre formas de estructuracin ms finas al interior de la historia, al concebirla como un todo ya estructurado por una doble dimensin temporal: la puramente episdica que se apoya en el orden cronolgico de los suceso y la configurante, dimensin eminentemente semntica basada en un principio de seleccin orientada que es la que permite abstraer un tema o finalidad de la historia. 28 De ese modo el acto configurante que transforma los acontecimientos en historia nos permite concebir una historia como algo ya estructurado, tejido: una trama: una verdadera figura. Una historia es entonces una serie de acontecimientos entramados, y por lo tanto nunca es inocente, justamente porque es una trama, una intriga: una historia con sentido.
El narrador En un relato verbal, el sujeto de la enunciacin narrativa, o narrador, es la voz que construye el mundo de accin humana: es un mediador entre ese mundo y el lector. Y es que, como hemos venido insistiendo, en una narracin verbal el narrador no es un factor optativo sino constitutivo; como bien lo dice Stanzel, la mediacin es la caracterstica genrica que distingue la narracin de otras formas de arte literario (1986, 4-5).
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El acontecimiento entones debe de ser ms que una ocurrencia singular. Recibe su definicin por su contribucin al desarrollo de la intriga. Una historia, por otra parte, debe ser ms que una enumeracin de sucesos en un orden serial, debe organizarlos en una totalidad inteligible, de tal manera que pueda uno preguntarse cul es el tema de la historia. En pocas palabras, el acto de tramar (la mise en intrigue) es la operacin que saca de una simple sucesin una configuracin (Ricoeur, 1983, 102).
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Tradicionalmente se han clasificado los relatos, desde la perspectiva de la enunciacin, como narraciones en primera, segunda y tercera personas. Sin embargo, como bien lo ha hecho notar Genette (1972, 252), todo narracin est hecha virtualmente en primera persona, puesto que esa voz narra puede decir yo en cualquier momento. El problema respecto a la instancia de la narracin es que autor y narrador no son asimilables. El narrador es una posicin sintctica, en tanto que enunciador de un acto discursivo; pero tambin es un rol narrativo que se define, no slo en la eleccin pronominal, sino en trminos de una relacin de participacin con respecto a la historia que narra. Lo que habitualmente llamamos una narracin en primera persona describe, en realidad, una participacin efectiva del narrador en el mundo narrado, ya sea como protagonista o como observador. Genette llama narracin homodiegtica a esta relacin de participacin del sujeto de la enunciacin narrativa en el contenido narrativo. La narracin homodiegtica puede ser de dos tipos: autodiegtica cuando el narrador y el hroe son la misma persona, y narracin homodiegtica testimonial cuando el narrador es slo un observador o un testigo de los acontecimientos narrados (cfr. Genette, 1972, 252 ss.). Es importante subrayar que, si bien un narrador homodiegtico participa en la accin narrada, no lo hace qua narrador, sino en tanto que actor. De ah que un narrador cumpla con dos funciones distintas: la una vocal (narrar), la otra diegtica (actuar u observar). Dicho de otro modo, el yo que narra, en tanto sujeto de la enunciacin narrativa, toma su yo narrado como objeto de su narracin. No obstante, la libertad de desplazamiento temporal entre los dos yo le permite a un narrador homodiegtico asumir la perspectiva de su yo narrado, o bien, en un acto de reflexividad, la del yo que narra. 29
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Adems de Genette, remitimos a las reflexiones de Dorrit Cohn (1978) sobre la memoria en los monlogos
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Ahora bien, si el narrador homodiegtico se define por su participacin en el mundo narrado, el narrador heterodiegtico se define por su no participacin, por su ausencia. A diferencia del homodiegtico, el narrador heterodiegtico slo tendra una funcin: la vocal. Afirma Genette (1972, 253) que la ausencia es absoluta y slo la presencia es susceptible de ser matizada en grados. No obstante, esos grados de presencia/ausencia pueden observarse en distintas zonas de un relato y no nicamente en la digesis. Si bien es cierto que slo el narrador homodiegtico puede estar presente en el mundo narrado, no es menos cierto que un narrador heterodiegtico puede hacer sentir su presencia en el acto mismo de la narracin; es decir, que si est ausente del universo diegtico, no necesariamente lo est del acto de enunciacin que construye el mundo de la ficcin. El narrador de El Quijote, por ejemplo, no slo hace sentir su presencia con sus juicios y opiniones en torno a lo que va narrando, sino que incluso se enfrasca en discusiones ficticias con el traductor, o con el autor original, Cide Hamete Benengeli. De la misma manera, los narradores de la novela del siglo XVIII y XIX, con algunas excepciones, consideran el discurso doxal como un aspecto de comunicacin que es fundamental al propsito de sus novelas. A partir de autores como Flaubert, esa voz autorial comienza a desaparece. Se reduce drsticamente la proporcin del discurso doxal con respecto al discurso narrativo. La voz que narra se hace transparente, y en esa transparencia se genera la ilusin de ausencia, como si nadie narrara. Claro est que no es ms que eso, una ilusin, pues el fenmeno de mediacin no por ello desparece; alguien contina narrando, y, desde el punto de vista puramente sintctico. Es esa tercera persona aunada al tiempo verbal de la narracin lo que constituye la huella, y por tanto la presencia del narrador.
memoria, especialmente.
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Miremos ahora un poco ms de cerca la narracin homodiegtica testimonial, ya que sta con frecuencia funge como un puente entre narracin en primera y segunda persona. Por principio de cuentas, es interesante hacer notar que la narracin testimonial, en muchos casos, elige otras formas pronominales, no solamente la primera persona del singular. El testigo puede ser colectivo, como en el caso de A Rose for Emily, de Faulkner, relato a cargo de toda una comunidad y, por lo tanto, enunciado en la primera persona del plural: nosotros. Otros relatos testimoniales pueden apelar al conocimiento compartido de un interlocutor presupuesto, como en Acurdate, de Juan Rulfo. Aunque susceptible de ser transpuesto a un nosotros, el discurso en estos relatos acude a una forma poco comn de narracin homodiegtica: la narracin en segunda persona. En Acurdate, el narrador interpela a un t para que valide su informacin testimonial sobre lo que ocurri con un tal Urbano Gmez Slo que te falle mucho la memoria, no te has de acordar de eso. En estos casos, debido a que yo y t son solidarios, una narracin en segunda persona implica necesariamente la presencia de un yo que narra, aun cuando ese yo no se enuncie directamente o lo haga de manera espordica. En el cuento de Rulfo, ese yo no se deja or sino al final T te debes acordar de l, pues fuimos compaeros de escuela y lo conociste como yo. En estos relatos, la fuerte orientacin al t, sin que se pierda la presencia implcita del yo, refuerza la ilusin de oralidad en el origen del relato. Ahora bien, toda narracin homodiegtica testimonial da pie a un fenmeno interesante: una inestabilidad vocal que la hace oscilar entre lo heterodiegtico y lo autodiegtico. En ciertas novelas, como Moby Dick, de Melville, el narrador, inicialmente testimonial Llmenme Ismael, se va desdibujando hasta llegar a un grado de ausencia que slo es posible en una narracin en tercera persona. Ms an, conforme
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Ismael desaparece como voz narrativa, el relato se focaliza cada vez ms en la conciencia del capitn Ahab. Empero, este acceso a la conciencia de otros personajes es privilegio de un narrador heterodiegtico y no de uno homodiegtico, pues una eleccin vocal en primera persona conlleva a una especie de prefocalizacin: quien narra en yo no puede acceder a otra conciencia que no sea la suya; podr especular, tratar de adivinar, pero nunca narrar desde el interior de la mente del otro. En otros relatos testimoniales la oscilacin es hacia la narracin autodiegtica. Las primeras pginas de El Gran Gatsby, por ejemplo, en nada difieren de otros relatos en primera persona: Nick Carraway nos habla de sus ideas, de su familia y tradiciones; de cmo decidi abandonar el Medio Oeste natal para probar fortuna en el Este de los Estados Unidos. Pero poco a poco el centro de atencin narrativa se va desplazando de Nick Carraway a Gatsby. De la misma manera, la narracin homodiegtica en segunda persona puede oscilar entre lo testimonial, como en el relato de Rulfo, y lo autodiegtico, como en muchas de las secciones de La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes. Pero ciertas formas de narracin en segunda persona, aun cuando el t se mantiene inevitablemente solidario del yo, ya estn en los linderos de una narracin heterodiegtica, como sucede constantemente en The modification, de Michel Butor. Un enunciado como el siguiente: Usted se arrellana en su rincn, cerrando a medias los prpados, aunque en segunda persona, tiene los rasgos caractersticos de una narracin en tercera persona: alguien parece describir, desde el exterior, la apariencia fsica de un personaje. Estas peculiaridades de la narracin en segunda persona la tornan inestable, por lo que el lector tiende a asimilarla, o bien a una narracin heterodiegtica, o bien a una narracin homodiegtica.
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Una consecuencia importante del principio de mediacin que caracteriza al relato verbal es que la informacin sobre el mundo construido nos viene en gran medida de la voz o las voces que narran. Debido a este fenmeno de la mediacin, el lector tiende a confiar implcitamente en la voz que va narrando. La confianza, sin embargo, es una funcin del grado de subjetividad que percibimos en la voz que narra: a mayor presencia del narrador, mejor definida estar su personalidad; a mayor ausencia, mayor ser la ilusin de objetividad y por lo tanto de confiabilidad. Porque una voz transparente, al no sealarse a s misma, permite crear la ilusin de que los acontecimientos ah narrados ocurren frente a nuestros ojos y son verdicos. Mientras que un narrador que se seala a s mismo con sus juicios y prejuicios define abiertamente una posicin ideolgica, se sita en una zona de subjetividad que llama a debate. 30
Finalmente abordaremos el problema de la temporalidad del acto de la narracin. Una caracterstica bsica de la mediacin narrativa es el fenmeno de desfasamiento temporal entre el acto de la narracin y los acontecimientos narrados. Un relato verbal difcilmente puede sustraerse a este desfasamiento, pues narrar algo a alguien implica, justamente, tener algo que narrar. Esa relacin entre el acto de narrar y los acontecimientos narrados obliga al narrador a adoptar una posicin temporal con respecto al mundo narrado. Siguiendo a Genette (1972, 228 ss.), son cuatro los tipos bsicos de narracin de acuerdo con la eleccin del tiempo verbal: retrospectiva, prospectiva, simultnea e intercalada. En narracin retrospectiva, el narrador se sita en un tiempo posterior a los acontecimientos narrados y su eleccin gramatical se ubica en los tiempos perfectos
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(pasado, imperfecto y pluscuamperfecto). En narracin prospectiva, o predicativa, la posicin del narrador es anterior a los acontecimientos que narra, para lo cual elegir el futuro (futuro y futuro perfecto). A diferencia de estos dos primeros tipos de narracin, los dos ltimos se ubican dentro del mundo narrado. En la narracin simultnea, el narrador da cuenta de lo que ocurre en el momento mismo de la narracin, y por ello gravita hacia los tiempos verbales en presente (presente, presente perfecto y futuro), En la narracin intercalada, tpica de los relatos en forma epistolar o de diario, el narrador alterna entre la narracin retrospectiva y la simultnea, eligiendo por lo tanto verbos en pasado y presente, segn se detenga para narrar acontecimientos que ya pertenecen al pasado, por muy reciente que sea, o para dar cuenta de lo que ocurre en el momento mismo de la narracin. Una vez ubicadas las posiciones temporales del acto de la narracin, es necesario reflexionar sobre las implicaciones que tal eleccin tiene en la significacin temporal del relato. Las observaciones de Genette respecto al tiempo de la narracin son demasiado esquemticas, orientadas ms hacia una tipologa de las elecciones gramaticales abiertas al narrador, que a una verdadera reflexin sobre la temporalidad del acto de la narracin. Habra que cuestionar hasta qu punto estas elecciones temporales realmente significan una orientacin temporal acorde con el tiempo gramatical elegido. Observamos primeramente que hay una zona de convergencia entre la posicin enunciativa y la posicin temporal que adopta el narrador. Esta zona de convergencia tiene como gozne de articulacin justamente el tiempo gramatical elegido, en el cual se activa la naturaleza doble de los tiempos verbales: tanto elementos del discurso como indicadores temporales. La dualidad en el tiempo verbal est en la base de un importante fenmeno de deixis de referencia temporal en la narrativa, que
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pone al descubierto la no coincidencia entre le sistema de la lengua y el sistema narrativo: el tiempo verbal elegido no es necesariamente idntico al tiempo significado. Kte Hamburguer (1986, 69 ss.) ha estudiado en detalle este problema de la deixis de referencia temporal en la narrativa, y de manera especial en la nica forma que ella considera estrictamente narrativa que es el relato en tercer persona ficcin pica, como ella la llama. Segn Hamburguer, la ficcin narrativa ocupa un lugar decisivo en el sistema de la lengua, que marca la frontera entre el gnero ficcional o mimtico () y el sistema enunciativo de la lengua. Esto se debe a que la narracin en tercera persona se distingue de los enunciados de realidad en el sistema de referencia espaciotemporal y experiencial que no se remite al sujeto de la enunciacin, como s ocurre en los llamados enunciados de realidad. Dice Hamburguer que el Yo de un enunciado se postula como el punto de referencia del contenido del enunciado; es decir, tanto el tiempo como el espacio y la experiencia se refieren a ese yo que enuncia. En el relato de ficcin, sin embargo, el contenido no se refiere al Yo de la enunciacin sino al Yo de la ficcin. En narracin heterodiegtica la referencia no es al aqu y ahora, ni a la experiencia del narrador, sino a la de los personajes; la deixis de referencia no es, pues, narratorial, sino figural (cfr. Stanzel, 1986). Esto tiene importantes consecuencias para la significacin temporal de un relato, porque aun cuando est narrado en tercera persona, aun cuando la forma de narracin sea retrospectiva y el sistema de tiempos verbales elegido sea el perfecto, el sentido temporal no es el pasado sino, en realidad, el presente. Este presente, sin embargo, no tiene valor temporal en relacin al narrador; no es, en ese sentido, un verdadero presente, puesto que lo es slo para el personaje, quien se constituye en la deixis de referencia espacial, temporal, cognitiva y de experiencia de lo narrado. Veamos un brevsimo pasaje de La noche boca arriba, de Cortzar.
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Se puso a mirar el yeso del brazo, las poleas que tan cmodamente se lo sostenan en el aire () Distingua ahora las formas de la sala, las treinta camas, los armarios con vitrinas. Ya no deba tener tanta fiebre, senta fresca la cara. La ceja le dola apenas, como un recuerdo. Se vio otra vez saliendo del hotel, sacando la moto. Quin hubiera pensado que la cosa iba a acabar as? () tena la sensacin de que ese hueco, esa nada, haba durado una eternidad. No, ni siquiera tiempo, ms bien como si en ese hueco l hubiera pasado a travs de algo o recorrido distancias inmensas. El choque, el golpe brutal contra el pavimento. De todas maneras al salir del pozo negro haba sentido casi un alivio () Y era raro. Le preguntara alguna vez al mdico de la oficina. Ahora volva a ganarlo el sueo () Quiz pudiera descansar deveras () (El subrayado es mo). 31
La lectura del fragmento citado pone en evidencia este curioso fenmeno de la temporalidad narrativa, pues, aunque narrado en pasado, la significacin temporal es la de un verdadero presente ficcional, el presente de la accin en proceso, referido no al enunciador del relato sino a la conciencia figural; es decir, al personaje. A diferencia de narraciones de recuerdos, en las que la distancia temporal que separa la experiencia vivida del acto anamnsico es efectivamente significada por la alternancia entre el pasado de la experiencia y el presente de su narracin como recuerdo, en este fragmento de La noche boca arriba, las formas de la sala que distingue el enfermo no son cosa del pasado, van apareciendo efectivamente, una a una. Aunque el narrador dice distingua, la percepcin pertenece al aqu y ahora de la conciencia del motociclista, y la pregunta al mdico an est en el futuro. As, el tiempo verbal ms que una marca de temporalidad es una marca de narratividad, y da pie a enunciados que en otras situaciones de comunicacin efectiva, o en enunciados de realidad como los llama Hamburguer seran aberrantes, como por ejemplo: Ahora VOLVA a ganarlo el sueo. Afirma Hamburguer que la ficcin pica es el nico espacio cognitivo donde el Yo-Origen (la subjetividad) de una tercera persona puede representarse como tal (1986, 88). Este ingreso a la conciencia del otro es la marca
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Julio Cortzar, La noche boca arriba en Final de juego. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1978, p. 163.
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distintiva de la narrativa de ficcin, y es por ello que la ficcionalizacin anula la significacin temporal de las marcas de tiempo (p. 99). Al hacer del tiempo una experiencia ficcional y no una realidad significada por y para el enunciador, los tiempos verbales se convierten en algo neutro, un mero soporte material para la narracin. Slo en la narracin homodiegtica, especialmente cuando el presente de la locucin entre en juego en la narracin, el presente y el pasado tienen un valor temporal real, puesto que estn referidos al yo que narra. Estas son algunas de las paradojas que distinguen a la temporalidad de la narracin de otras formas de enunciacin: que no importa en qu tiempo estn narrados, los acontecimientos sern siempre presentes, aunque nada tengan que ver con el presente de quien narra ni con el presente del lector; que entre tiempo gramatical y tiempo narrativo se interpone la dimensin de un sistema de referencia que es puramente ficcional.
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