De Carta en Carta. Ana María Machado PDF
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rase una vez un nio pequeo que viva en una ciudad pequea. Me parece que no fue hace mucho tiempo. Ni muy lejos de aqu Y que el nio, en realidad, no era tan pequeo. Pero an no saba leer ni escribir; como le pasaba a mucha gente en aquella ciudad, incluso a personas mucho mayores y ms viejas que l. La ciudad era antigua y se encontraba a la orilla del mar. Tena calles estrechas, bonitas iglesias y plazuelas. Guardaba recuerdos de otros tiempos ms ricos. Conservaba unas murallas que ya no servan para nada, pero que antiguamente se haban usado para defender la ciudad del ataque de los piratas. Tena casas de dos pisos, con jardines en patios interiores, y terrazas con macetas llenas de flores. Y en algunos lugares, aquellas terrazas del segundo piso eran grandes y estaban sobre unos arcos que se apoyaban en las aceras, formando prticos alrededor de las plazas y paseos. Una de esas plazas era la plaza de los Escribidores. All, debajo de las arcadas, se podan ver los bancos donde trabajaban unos hombres que se dedicaban a escribir todas las cosas importantes que las personas de aquella ciudad necesitaban escribir y no saban: cartas, mensajes, documentos. Algunos de aquellos escribidores apoyaban la mquina de escribir encima de mesas pequeas, escritorios o incluso cajones. Otros, que estaban empezando en la profesin, escriban a mano y cobraban ms barato.
Pero todos pasaban el da all, sentados alrededor de la plaza, conversando y esperando encargos. Esta es la historia de dos clientes de los escribidores. Un nio llamado Pepe y su abuelo Jos. Pepe y Jos vivan en la misma casa, con el resto de la familia: cuatro nios ms y los padres del nio. La madre, Teresa, era hija del abuelo Jos. Todos los das, muy temprano, el padre y la madre salan a trabajar. Los hermanos mayores iban a la escuela y Pepe se quedaba con el abuelo. Ya tena edad para ir al colegio, pero no quera. Prefera quedarse jugando, adems deca que tena que hacer compaa al abuelo, y los padres acababan por dejarlo. El seor Jos haba sido un excelente jardinero. Ahora estaba cansado, aunque todava haca pequeos trabajos en las casas de la vecindad. Muchas veces Jos se llevaba a su nieto con l, como ayudante. Los dos se llevaban muy bien, aunque rean bastante. Eran muy parecidos, tercos y provocadores. Discutan por cualquier cosa: Escarda ese jardn. Con mimo, eh...? No dejes ni una mala hierba... Ay abuelo, no me apetece. Por qu no hacemos esto, vers, t quitas las malas hierbas y yo riego. Nada de eso. Lo vas a encharcar todo. T siempre echas demasiada agua, ahogas las plantas...
Y t siempre llevas la regadera medio vaca, porque no puedes cargar con el peso. Las plantas se van a acabar muriendo de sed, no lo ves? Deja que yo lo haga. Me ests diciendo que no tengo fuerzas? Que estoy viejo y ya no sirvo para nada? Es que no tienes fuerzas... Slo estoy diciendo la verdad... No te vayas a enfadar ahora por una tontera. Eres un malcriado, eso es lo que pasa. Se lo voy a contar a tu padre. Para que te castigue, vas a ver. Como no te disculpes, cuando llegue, ja, ja, le voy a contar todo lo que haces durante el da. El nio no quera que lo castigaran. Pero no iba a disculparse. Se qued callado, conteniendo la rabia. El abuelo segua rezongando: Todos los das lo mismo. No tienes ningn respeto. Nunca he visto que un nio de tu edad diga esas cosas a un viejo. En mis tiempos esto no pasaba... Eres un maleducado. Como me vuelvas a decir algo as, vas a ver Furioso, Pepe sali de casa. Dio un portazo, pero no se sinti mejor Si no quera que lo castigaran, no poda contestar al abuelo, aunque ganas no le faltaban. Si supiera... le dira cuatro cosas, pero sin hablar Le escribira al viejo una carta bien descarada. Pero no saba escribir Y tampoco tena ganas de ir a la escuela para aprender Comenz a andar por la calle, insult por lo bajo, dio una patada a una lata vaca que estaba en el suelo, pero la rabia no se le pas. Sigui caminando, hasta que lleg a la plaza de los Escribidores. Y tuvo una idea. Se acerc a uno de los hombres que esperaba clientes delante de su mesa y le pregunt:
Buenos das, seor Miguel. Cunto cuesta escribir una carta? Bueno, depende del tamao... respondi el hombre. Pero para quin es? Para m mismo. Bueno..., es para mandrsela a alguien, pero quiero escribirla yo. Y por qu no lo haces? Todava no he aprendido. El seor Miguel se qued mirando a Pepe. Pens que era muy triste que un nio de su edad no supiera escribir. Los mayores ya no podan aprenden a sus aos era muy difcil para ellos, y cuando haban sido nios no todo el mundo en la ciudad poda ir a la escuela. Pero ahora s era posible. El seor Miguel saba que as iba a perder los clientes, pero le pareca bueno que los chavales estudiaran. Y le pareca mal que un padre y una madre dejaran faltar a clase a su hijo. Entonces se le ocurri ponerle una condicin y respondi: A los nios de tu edad no les cobro nada. Pero tienes que hacer una cosa: debes ir a la escuela un da y venir a contarme cmo es, porque tengo muchas ganas de saberlo... Ese ser el precio. A Pepe esa condicin no le gust mucho. Pero slo tena unas pocas monedas en una caja que haba dejado en casa, y no quera gastrselas con el escribidor. Adems, quera la carta ya. As que propuso: Es una carta muy cortita. Me la escribe ahora y yo se la pago maana? Claro... Entonces escriba esto: eres un pesado. El seor Miguel escribi. Y pregunt: Nada ms? No, tengo ms. Ahora escriba: vete al infierno!.
El escribi. El nio extendi la mano. Ya est, me la puede dar. Voy a entregarla ahora mismo. No la vas a firmar? Y no la metes en un sobre? Ah, eh, me olvidaba... Entonces firme ah: Pepe, y mtala en un sobre para Jos. El hombre hizo lo que el nio le mandaba y le entreg el mensaje, pensando que era para algn amigo. Despus se despidieron: No olvides tu promesa. Maana despus de la escuela te pasas por aqu, eh? Tienes que contarme cmo te ha ido. S, me pasar. No se preocupe. Al da siguiente, muy temprano, cuando la familia iba a desayunar; apareci Pepe vestido con el uniforme y anunci que se iba a la escuela con sus hermanos. Justo antes de salir; entreg un sobre al abuelo. Toma. Es una carta para ti. El seor Jos la meti en el bolsillo sin leer y se fue al jardn a trabajar Despus de almorzar; se tom un descanso, fue caminando hasta la plaza y le entreg el sobre al seor Miguel: Por favor, he recibido esta carta, pero no s leer Me gustara que me la leyera y que luego me ayudase a responder. El seor Miguel reconoci al instante lo que haba escrito. Abri el sobre y ley en voz baja: Eres un pesado... Vete al infierno! Pepe. Mir la cara cansada del viejo y decidi que no le iba a decir aquello. En vez de eso, fingi estar leyendo algo
parecido. As, si Pepe por casualidad reclamaba despus, l podra decir que se haba confundido. Y ley: Ests muy cansadoVete al invierno! Pepe. El viejo suspir y dijo: Por favor, espere un poco. Voy a pensar la respuesta. Se sent en un banco de la plaza. Al poco rato, volvi y pregunt: Puedo pagar con flores? No tengo dinero, pero mi jardn est precioso. Usted escribe, yo le traigo unas flores en un jarro con agua, las pone ah al lado y las va vendiendo... Ganar ms dinero de lo que yo pudiera pagarle. El seor Miguel acept. Entonces el viejo, que ya haba recibido algunas cartas a lo largo de su vida y saba ms o menos cmo solan sen le dict un mensaje: Estimado nieto: Espero que al recibo de la presente te encuentres bien de salud. Por aqu, todos bien, a Dios gracias. Teresa se quem con una cazuela la semana pasada y Tonico se tropez con una piedra, pero no fue nada grave. Despus se rasc la cabeza, pens un poco, decidi que ya haba dado noticias de la salud de la familia y que no
necesitaba decir mucho ms, porque Pepe viva en casa y ya saba todo eso. Suspir y continu: El que anda muy cansado soy yo, como ya te has dado cuenta, y yo que pensaba que ni te lijabas en m... Hay veces que me entran ganas de parar, tumbarme y no levantarme nunca ms. 0, por lo menos, echarme una siestecita en una hamaca despus de comer. Pero con este calor eso no me iba a sentar bien tampoco. Si pudiese seguir tu consejo e irme al invierno me iba a venir estupendamente. Pero me parece que todos los inviernos estn muy lejos y el viaje cuesta muy caro. De cualquier modo, agradezco que te acuerdes.
Cuando lleg a ese punto, el abuelo dej de dictar y coment: Me parece que ahora va una de esas cosas que se ponen al final de las cartas y yo no s, ese asunto de srvase aceptar no s qu y el reconocimiento de mi estima y consideracin.
Una vez recib una carta del Gobierno y pona eso. Me la termina usted. No, no hace falta dijo el seor Miguel. Basta con que diga un abrazo de tu abuelo... Al seor Jos no le convenci: No, no, de eso nada. Quiero hacer las cosas como es debido. El nio tiene que aprender y educarse, sabe? Se lo pens mejor. Record algunas cosas y prosigui: Ponga ah tambin: Eres un atrevido y un malcriado, pero... atentamente, tu abuelo.
El seor Miguel crey que el nio mereca or aquello. Escribi exactamente lo que el viejo le iba dictando. Despus dobl el papel, lo meti en el sobre y se lo dio al seor Jos, que se march. Justo a tiempo, porque Pepe apareca ya por el otro lado de la plaza. Traa un aguacate maduro en la mano, se lo ofreci y le explic: He venido a cumplir mi promesa y a contarle cmo me ha do la escuela. En la hora del recreo he jugado mucho y del rbol que hay en el patio he trado este aguacate para usted. Y en la clase? Qu hiciste? Slo palotes y crculos. He hecho un montn de garabatos y unos redondeles con el lpiz. La profesora dijo que eran prcticas para luego escribir las letras. Y que soy muy hbil. Me ha prometido que si vuelvo maana me ensea a escribir abuelo, as que creo que voy a ir. Slo maana, pero voy a ir. Al da siguiente, a la salida de la escuela, Pepe apareci de nuevo en la plaza, con la carta del abuelo, para que se la leyera el seor Miguel. El hombre ley todo lo que estaba escrito, sin cambiar nada. El nio escuch, puso cara de no entender Despus dijo: Escriba ah: eres un viejo loco. Y luego esas cosas del final, igual que me ha hecho l a m: Pero... atentamente, tu nieto. Qu quiere decir eso? Que puede estar enfadado, a veces, pero que te quiere mucho. Entonces pngale lo mismo a l. El seor Miguel escribi un rato, despus pregunt si quera que lo leyera para ver si estaba bien. Y ley:
Abuelo: Te quiero mucho, aunque a veces me enfado un poco y digo que pareces medio loco. Disculpa. Un abrazo de tu nieto, Pepe. Usted lo ha confundido todo! exclam Pepe muy enfadado. Yo no he pedido disculpas. Quite eso. El seor Miguel lo borr. Y falta lo de atentamente. No he escrito atentamente, porque he puesto un abrazo. Queda mejor, cuando escribe un nio a su abuelo. Entonces por qu me ha escrito l atentamente? Yo tambin quiero... Porque l es ms viejo, una poca antigua, antes se deca as... Y tambin porque un da recibi una carta donde pona eso y ha querido repetirlo. Pepe se qued admirado: Mi abuelo recibi una carta con esas cosas? Una carta de quin? Quin escribe esas cosas a mi abuelo? No s. Algn amigo. Puede que el Gobierno. Y qu quiere el Gobierno de mi abuelo? Alguna cosa de la pensin, tal vez... A Pepe le pareci que ya haba preguntado demasiado y se call. Pero se qued con la palabra. Si algn da volva a la escuela iba a preguntrsela a la profesora. El seor Miguel le alarg la carta: El sobre es cosa tuya. No dijiste que ibas a aprender a escribir abuelo? Y lo he aprendido. Pues entonces, ensamelo!
Pepe se esmer con los garabatos y los redondeles. Terminado! se lo mostr, orgulloso. All estaba: ABUELO. Ahora slo falta que me pagues la carta. Pagarle? Claro. De la misma forma. Ve a la escuela maana y a la salida ven a contarme lo que hayas aprendido. Al otro da, cuando Pepe apareci, el seor Miguel ya haba ledo su carta al abuelo y le haba escrito una respuesta, pero no poda contar cmo era, porque el nio no iba a recibirla hasta que volviera a casa. Pero el escribidor escuch con atencin al nio contar las nuevas letras y los nmeros que estaba aprendiendo en el colegio. Tambin conversaron sobre la pensin, porque la profesora le haba explicado lo que era. Mi abuelo est muy cansado, ha trabajado toda la vida, ahora tiene derecho a una pensin concluy el nio. O sea, recibir un dinero para descansar No es slo eso respondi el seor Miguel. Hay que saber si cotiz en su da, es decir, si tena un empleo y si el patrn y l pagaban todos los meses para guardar algn dinero para cuando l llegara a viejo. Se lo voy a preguntar dijo Pepe, decidido. Y cuando lleg a casa, recibi la carta que el seor Jos haba dictado en respuesta. Enseguida reconoci su nombre: Pepe. De la misma forma que lo escriba la profesora. El todava no consegua hacer aquellas letras derechas, pero ya saba que formaban su nombre. Sin embargo, lo que haba dentro, no lo reconoca. Iba a tener que llevrselo al da siguiente al seor Miguel. Pero para lo de la pensin, no le haca falta carta. El seor Jos y l s podan hablar de eso, de modo que comenzaron a charlar; sin discutir. Los padres de Pepe estaban asombrados: Qu le pasa a este nio? Ahora va al colegio todos los das y ya no se pelea con el abuelo...
Al pasar por la plaza, despus de clase, Pepe descubri que la nueva carta del abuelo deca esto: Querido nieto : Espero que sigas bien. Yo estoy cansado y lo paso un poco mal con este calor. Yo tambin te quiero mucho, incluso cuando estoy enfadado. Incluso entonces, te quiero igual. Echo de menos tu ayuda, pero estoy muy contento porque ests yendo al colegio y escribindome unas cartas muy bien hechas. Me siento muy orgulloso de mi nieto. As que dentro de algn tiempo no voy a necesitar ms los servicios del seor Miguel. T mismo vas a poder ayudarme con unas cartas muy importantes que necesito escribir al Gobierno desde hace muchos aos. Atentamente, tu abuelo Jos. Pepe escuch y se qued callado. El seor Miguel pregunt: Qu vamos a responder? Nada. El escribidor se extra: Por qu? Ya no quieres ir a la escuela para pagarme? Pepe se ri y explic: No, no es nada de eso. Voy a ir a la escuela de todas maneras, porque he entrado en el equipo de ftbol de mi clase y maana tengo un partido importante. Y tambin porque la profesora nos est leyendo un libro, un trozo ca-
da da, y quiero saber cmo sigue la historia. Adems, tengo que pensar en lo que voy a querer que usted escriba. Y Pepe lo pens mucho. Habl con el abuelo, hizo unas preguntas a la profesora.
Seor Gobierno:
Mi abuelo ha trabajado toda la vida y est muy cansado. Necesita descansar y ya no puede estar sudando bajo el calor del sol. Necesita sentarse y quedarse mirando el mar, tomando agua de coco y pensando en la vida o charlando y jugando al domin con los amigos, debajo de alguno de los rboles que ha plantado. No quiere tener que preocuparse ms por el trabajo. Tiene derecho, sabe? Y sabe otra cosa? Es el mejor jardinero del barrio, venga slo a ver las flores y los jardines. Pregunte a cualquiera por los jardines del seor Jos. Pero ahora ya no puede cuidar de las plantas todo el tiempo, hay horas en que prefiere descansar. Y si tengo que ayudarle yo, acabo no y endo a la escuela. Quien ha dicho que tiene derecho ha sido mi profesora. Es muy guapa y sabe muchas
cosas. Ensea a mucha gente. Puede ensearle incluso a usted, seor Gobierno. Si usted quiere aprender con ella, le voy a explicar: la escuela queda enfrente de la iglesia y todava hay pupitres vacos en mi clase. Pero en el equipo de ftbol no hay sitio. Slo en el banquillo de reserva. Salvo si juega usted muy bien. Responda enseguida, porque mi abuelo est viejo y ya no puede esperar mucho tiempo. Atentamente, Pepe.
El seor Miguel escribi la carta. Aprovech y mand otra, suya, en el mismo sobre, explicando al personal encargado de los pensionistas algunas cosas que segn l faltaban. Al cabo de unas semanas lleg una respuesta del Gobierno, en la que pedan al seor Jos que pasara por una oficina de Atencin al Ciudadano. Pepe quiso ir con l, pero no quera faltar a la escuela y el abuelo acab yendo con el seor Miguel. Todava hubo que reunir un montn de cartas y documentos, pero finalmente el seor Jos acab consiguiendo una pensin. Estaba muy feliz, claro, tanto que contaba a todo el mundo que era su nieto quien lo haba conseguido. Al poco tiempo, dos amigos suyos vinieron a pedir ayuda a Pepe que, para entonces, ya haba aprendido a leer y escribir. Pepe les ayud, por supuesto. Despus vinieron otros. Mucha gente lo necesitaba. Pepe lleg a creer que, cuando creciera, iba a ser escribidor. Pero fue descubriendo otras cosas y teniendo otras ideas.
Pas el tiempo. Los das se hicieron semanas, las semanas se hicieron meses, los meses se hicieron aos. El abuelo consigui descansar hasta el final de su vida. Inviernos y veranos. Pepe fue creciendo y sigui estudiando. Muchos das, semanas, meses y aos. Pero despus no se hizo escribidor. Acab trabajando en la oficina de Atencin al Ciudadano, ayudando a las personas que necesitaban pensin y cosas as. Tambin descubri que le gusta mucho escribir. Por eso, de vez en cuando, escribe cosas que no son cartas. Mezclando un poco de recuerdos con un toque de invencin. Historias. Como esta misma. Quien quiera, que haga lo mismo.