Estudios Al NT
Estudios Al NT
Estudios Al NT
BIBLIOTECA DE TEOLOGA
PANORAMA ACTUAL DEL PENSAMIENTO CRISTIANO
Versin castellana de ABELARDO MARTNEZ DE LAPERA, de la obra de FRANZ JOSEPH SCHIERSE, Einleitung in das Neue Testament, Palmos Verlag. Dusseldorf 1979
ndice
Introduccin general Retrospeccin histrica El texto y su historia Los manuscritos del Nuevo Testamento Los grandes tipos de texto Reglas de la critica textual Versiones antiguas del Nuevo Testamento Formacin del canon del Nuevo Testamento El desarrollo histrico Motivos teolgicos Consecuencias hermenuticas
17 19 24 24 28 30 31 35 36 38 40
ISBN 84-254-1345-1
1. 2. 3. 4.
Es PROPIEDAD
PRINTED IN SPAIN
Mtodos de la exgesis neotestamentaria 42 Investigacin del entorno histrico 42 Sobre la historia general contempornea del Nuevo Testamento 44 Sobre el judaismo coetneo de J.C 44 Sobre literatura del judaismo helenstico 44 Sobre literatura rabnica 45 5
4.1.5. 4.1.6. 4.2. 4.3. 4.4. 4.4.1. 4.4.2. 4.5. 4.6. II. 1. 1.1. 1.2. 1.2.1. 1.2.2. 2. 2.1. 2.2. 3. 3.1. 3.1.1. 3.1.2. 3.1.3. 3.2. 3.2.1. 3.2.2. 3.2.3. 3.3. 3.3.1. 3.3.2. 3.3.2.1. 3.3.2.2. 3.3.2.3. 3.3.3. 3.3.3.1.
Sobre el mundo del helenismo Sobre las religiones de los misterios y la gnosis Exgesis filolgica La crtica literaria y de las fuentes Historia de las formas y de la tradicin La clasificacin de los gneros y formas La historia de la tradicin de los gneros y formas Historia de la redaccin Anlisis estructurales y semnticos Introduccin especial
45 46 46 48 49 50 52 54 56 59
Comienzos de la formacin de a tradicin neotestamentaria 61 Tradiciones prepascuales acerca de Jess 62 El kerygma pascual acerca de Cristo 64 El kerygma misionero 64 La catequesis comunitaria 66 El balance de la tradicin en el ambiente helenista Ulterior desarrollo de la tradicin Primeros testimonios escritos Las cartas paulinas La primera carta a los Tesalonicenses(lTes) Situacin de la comunidad Reaccin del Apstol Pasajes importantes de la carta Carta a los Glatas (Gal) Situacin de las comunidades Reaccin del Apstol Pasajes ms importantes de la carta Cartas a los Corintos(l y2Cor) La carta perdida La primera carta a ios Corintios (1 Cor) Situacin de la comunidad Reaccin del Apstol Pasajes importantes de 1 Cor La carta de las lgrimas (2Cor 10,1-13,10 Situacin de la comunidad 68 68 70 75 76 76 77 78 78 79 80 81 83 83 84 84 86 88 89 89
3.3.3.2. 3.3.4. 3.3.4.1. 3.4. 3.4.1. 3.4.2. 3.4.3. 3.4.4. 3.5. 3.6. 3.6.1. 3.6.2. 3.6.3. 3.6.4. 4. 4.1. 4.1.1. 4.1.2. 4.1.2.1. 4.1.2.2. 4.1.2.3. 4.1.2.4. 4.1.2.5. 4.1.2.6. 4.2. 4.2.1. 4.2.2. 4.3. 4.3.1. 4.3.2. 4.3.3. 4.4. 4.4.1. 4.4.2. 4.4.3. 5. 5.1. 5.2.
Reaccin del Apstol La segunda carta a los Corintios (2Cor) Pasajes importantes de 2Cor Carta a los Filipenses (Flp) Hiptesis de divisin Cautiverios de Pablo Situacin de la carta a los Filipenses Pasajes importantes de Flp Carta a Filemn (Flm) Carta a los Romanos (Rom) Situacin de la carta Principales ideas y conceptos de la carta Cuestiones sin resolver Pasajes teolgicos importantes Los Evangelios sinpticos El Evangelio de Marcos (Me) La situacin Guia para la lectura de Me El marco histrico y geogrfico Personajes del Evangelio de Marcos Lasacciones Lenguaje y peculiaridades estilsticas Autor y destinatarios Elfinalcannico de Me 16,9-20 El Evangelio de Mateo (Mt) Demostracin de la mesianidad de Jess Fundamento y esencia de la Iglesia El Evangelio de Lucas (Le) Afianzamiento en la fe Otras peculiaridades del Evangelio de Lucas Esquema del Evangelio de Lucas Excurso: la cuestin sinptica Estado de la cuestin Explicacin Problemas no resueltos Hechos de los apstoles (Act) Situacin de la Iglesia Respuesta de los Hechos de los apstoles
90 91 92 94 95 95 96 97 98 99 99 100 103 104 106 106 107 109 109 110 110 111 112 113 114 114 117 119 120 124 124 125 125 126 127 130 130 131 7
5.3. 5.4. 5.5. 6. 6.1. 6.1.1. 6.1.2. 6.2. 6.2.1. 6.2.2. 6.2.3. 6.3. 6.3.1. 6.3.2. 6.3.3. 6.4. 6.4.1. 6.4.2. 6.4.3. 7. 7.1. 7.2. 7.3. 8. 8.1. 8.1.1. 8.1.2. 8.1.2.1. 8.1.2.2. 8.1.2.3. 8.1.3. 8.1.4. 8.1.5. 8.2. 8.2.1. 8.2.2.
Divisin de los Hechos de los apstoles La cuestin del autor Pasajes principales de los Hechos de los apstoles
Las cartas deuteropaulinas (Col, Ef, 2Tes, Pastorales) 138 Carta a los Colosenses (Col) 140 La situacin 141 Respuesta de la carta 142 Carta a los Efesios (Ef) 144 Situacin 144 La respuesta de la carta 145 Pasajes importantes de la carta 147 Segunda carta a los Tesalonicenses (2Tes) 148 Situacin de la carta 148 Respuesta de la carta 149 Relacin con la primera carta a los Tesalonicenses 149 Las cartas pastorales (lTim, 2Tim, Tit) 151 Situacin de las cartas pastorales en general 151 Respuesta de cada una de las cartas 152 Expresiones caractersticas 154 La carta a los Hebreos (Heb) La situacin Respuesta de la carta Fecha de redaccin La literatura jonica El Evangelio de Juan (Jn) La situacin del Evangelio de Juan La respuesta del Evangelio de Juan Para superar el distanciamiento temporal Sobre la inmediatez de la comunin de Jess Sobre el problema de la fe y la incredulidad El Evangelio de Juan en la historia de las religiones Cuestiones literarias an no resueltas Resumen del Evangelio de Juan Primera carta de Juan (Un) La situacin La respuesta de la carta 156 ..156 157 160 161 161 162 163 163 165 166 167 169 171 172 172 173
8.2.3. 8.2.4. 8.3. 8.4. 8.5. 8.5.1. 8.5.2. 8.5.2.1. 8.5.2.2. 8.5.2.3. 8.5.3. 9. 9.1. 9.1.1. 9.1.2. 9.1.2.1. 9.1.2.2. 9.1.2.3. 9.1.2.4. 9.1.3. 9.2. 9.2.1. 9.2.2. 9.2.2.1. 9.2.2.2. 9.2.2.3. 9.2.2.4. 9.2.2.5. 9.2.3. 9.3. 9.3.1. 9.3.2. 9.3.3. 9.4. 9.4.1. 9.4.2.
El comma iohanneum Expresiones famosas de la primera carta de Juan Segunda carta de Juan (2Jn) Tercera carta de Juan (3Jn) El Apocalipsis de Juan (Ap) La situacin de las comunidades en Asia Menor La respuesta del Apocalipsis El empleo de formas apocalpticas La actualizacin del mensaje de Cristo La teologa de la Iglesia Otras imgenes y series de visiones conocidas Las restantes cartas catlicas La primera carta de Pedro (1 Pe) La situacin La respuesta de la carta La alabanza de Dios Conciencia eclesia! Orientacin cristolgica Digresin: El cristiano y el Estado (romano) Problemas literarios La carta de Santiago (Sant) Situacin de la carta de Santiago La respuesta de la carta No al trato especial dado a los ricos Fe y obras Sabidura y humildad Espera paciente Oracin y confeccin de los pecados La cuestin del autor La carta de Judas (Jds) La situacin Respuesta de la carta de Judas La cuestin del autor La segunda carta de Pedro (2Pe) La situacin La respuesta de la carta Apndice I: Literatura extracannica 1. Apocalipsis y apcrifos judos 2. La literatura de Qumrn
175 175 177 178 180 181 182 182 183 184 185 187 187 187 187 188 189 190 191 192 193 194 194 194 195 196 196 197 197 198 198 199 200 201 202 202 204 204 206
3. Literatura cristiana fuera del Nuevo Testamento .... 208 Cartas a diversas comunidades 208 Escritos apocalpticos 209 Evangelios apcrifos 210 Hechos de los apstoles apcrifos 212 Otros escritos doctrinales 213 Apndice II: Testimonios eclesisticos primitivos ndice onomstico ndice analtico 215 221 225
Prlogo
Esta breve Introduccin al Nuevo Testamento, pensada en primer lugar, aunque no exclusivamente, para estudiantes de teologa y de pedagoga de la religin, no necesita demasiadas justificaciones. No obstante, la psicologa del aprendizaje reconoce la necesidad de que el lector vea claramente los motivos que pueden empujarle a tomarla en sus manos. La primera motivacin seria la importancia, poco a poco redescubierta, del tema en el cuadro de una formacin general de la persona. Incluso aquellos que, por su profesin o por su relacin con la Iglesia, tienen poco que ver con el Nuevo Testamento, deberan poseer algunas ideas bsicas sobre un libro que ha dejado su impronta en los dos ltimos milenios de la historia y que seguramente continuar configurando el futuro de la humanidad. Por supuesto, es absolutamente deseable que los cristianos practicantes se familiaricen con los problemas histricos y literarios del Nuevo Testamento. Con esto no queremos decir que todos se especialicen en el tema. Tal meta slo puede sealarse a quienes su oficio les obliga a tal especializacin. Pero el que su profesin sea otra no es justificacin para admitir una ignorancia e indiferencia totales. Por consiguiente, tenemos perfecto derecho a esperar que este 10 11
librito ser objeto de lectura para muchos seglares que desean informacin segura sobre los problemas de la introduccin al Nuevo Testamento. De pasada hemos apuntado ya el segundo motivo: la formacin profesional de los telogos y de los pedagogos de la religin. Toda persona que desea dedicarse a una tarea o servicio eclesial tiene que estudiar muchas tal vez, demasiadas asignaturas o disciplinas. La introduccin al Nuevo Testamento no pretende ser la ms importante de todas. Incluso en el contexto de la exgesis bblica, que comprende el estudio del Antiguo y Nuevo Testamentos y de numerosas ciencias auxiliares, el estudio de los temas que configuran la introduccin representa slo un modesto fragmento de la totalidad. Por esa misma razn es indispensable un inters especial en el tema, una especie de enamoramiento del objeto. De lo contrario, el estudio de esta disciplina se reducira a mero requisito para despachar un examen exigido por el plan de estudios. Enamorarse del tema... Puede aplicarse esta frase realmente al campo que nos ocupa? Hagamos algunas distinciones. Precisamente los adolescentes y los jvenes sienten a veces un sorprendente inters por una parcela concreta y algunos de ellos se mantienen fieles y enamorados de ella hasta el final de sus das. En este orden de cosas, podra establecerse una comparacin entre la decisin de dedicar todas las fuerzas, por ejemplo, a la investigacin de los manuscritos neotestamentarios o a detectar la forma ms antigua de nuestros evangelios y la predileccin de otra persona hacia las orqudeas. Sin pretender quitar mrito a tal motivacin, debemos afirmar que la introduccin al Nuevo Testamento no pasa de ser un peldao previo, pero indispensable, para entrar en el Nuevo Testamento. Este documento es de tales caractersticas que exige una toma de postura de la persona que se acerca a l. No se trata de
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una serie de conocimientos cientficos ms o menos importantes; est en juego el sentido de la propia existencia. Pero no slo la significacin ltima de mi vida despus de la muerte, sino, en primer lugar, el sentido de mi vida de hoy. Se trata de la significacin presente, absolutamente concreta, que Dios ha hecho patente en Cristo para todos nosotros. Enamorarse del tema debera significar que el estudiante habr de sentirse atrado por el tringulo en el que el amor a Dios, al prjimo y a s mismo tienen su origen en igual medida. Un destello de la grandiosidad sublime que el Nuevo Testamento no deja de celebrar, debera envolver tambin las informaciones, inevitablemente escuetas y tcnicas, que hoy forman el cuerpo de toda introduccin cientfica al Nuevo Testamento.
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cuenta su secuencia histrica probable. Para ello es necesario partir de los estadios de la tradicin oral y escrita (pero ya inexistente) que ha dado origen a los textos neotestamentarios. Slo de esa manera podremos llegar a trazar un cuadro que recoja la totalidad de la corriente de tradicin en sus variadsimas ramificaciones.
La introduccin cientfica quiere colaborar, a su manera, en la tarea de entender mejor los escritos del Nuevo Testamento. Aqulla est, pues, al servicio de la exgesis, aunque esto no siempre se perciba de inmediato y algunos sectores parciales tengan sus propios objetivos, como en el caso de la investigacin de la historia del texto o de las traducciones. De ordinario, suele distinguirse entre la introduccin general y la especial. A la general pertenecen los temas del lenguaje, del texto original y su tradicin manuscrita, de las traducciones primitivas y posteriores, as como la historia del canon. Se trata, por consiguiente, de aclarar cmo los 27 escritos que fueron surgiendo independientes los unos de los otros a lo largo de un periodo de 70 aos (50-120 d.C), se convirtieron en el libro nico que es el Nuevo Testamento. Naturalmente, el centro de gravedad se sita en la introduccin especial, donde se presenta la temtica histrica y literaria relacionada con el nacimiento de cada uno de los escritos. Separndonos claramente de la mayora de las introducciones al Nuevo Testamento y de las ediciones al uso del mismo, intentaremos estudiar cada escrito no segn el lugar tradicional que ocupa en el canon sino teniendo en 14
W.G. Kmmel, Einleitung in das Neue Testament (reelaborado por P. Feine y J. Behm), Heidelberg 1965. , Das Neue Testament. Geschichte der Erforschung seiner Probleme, Friburgo de Bris.- Munich 21970, W. Marxsen, Einleitung in das Neue Testament. Gtersloh 31964. Trad. cast.: Introduccin al Nuevo Testamento, Sigeme, Salamanca. A. Wikenhauser-J. Schmid, Einleitung in das Neue Testament, Herder, Friburgo de Bris. 1973. Trad. cast.: Introduccin al Nuevo Testamento, Herder, Barcelona 31978. G. Haufe, Vom Werden und Verstehen des Neuen Testaments, Berln 1968. J. Schreiner-G. Dautzenberg, Gestalt und Anspruch des Neuen Testaments, Wrzburgo 1969. Trad. cast.: Forma y propsito del Nuevo Testamento, Herder, Barcelona 1973. A estas obras remitiremos citando el nombre del autor y la pgina. Si la cita se hace por la trad. cast., se hace constar expresamente. Vanse adems en castellano: A. Robert-A. Feuillet, Introduccin a la Biblia, II: Nuevo Testamento, Herder, Barcelona 31970. A. George-P. Grelot, Introduccin a la Biblia, III: Introduccin critica al Nuevo Testamento, 2 vols., Herder, Barcelona 1983.
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J Introduccin general
/. Retrospeccin histrica
El inters por los temas que se discuten en la introduccin es tan antiguo como el mismo Nuevo Testamento. Difcilmente se habra llegado a la formacin de un canon, y con ello al nacimiento de esta obra colectiva que es el Nuevo Testamento, si, anterior y simultneamente, no se hubiera reflexionado sobre la edad, paternidad literaria y peculiaridades de cada uno de los escritos. En la introduccin especial encontraremos los testimonios cristianos ms antiguos de una reflexin incipiente, ms o menos crtica, pero que an hoy siguen siendo decisivos cuando se debaten los puntos de vista eclesisticos tradicionales (cf. la recopilacin de los textos en el apndice II). Tambin la preocupacin por la crtica textual, el esfuerzo por lograr una tradicin manuscrita lo menos falsificada posible tuvo sus grandes campeones en la antigedad cristiana (Clemente de Alejandra, Orgenes). Junto a ellos, otros muchos crticos y copistas annimos contribuyeron a mantener la pureza del texto. Durante la edad media se conformaron con transmitir las tradiciones de la Iglesia primitiva en la medida en que eran accesibles. Faltaban los presupuestos metodolgicos y el sentido histrico para una investigacin propiamente dicha. El creer que Dios haba compuesto la Sagrada Escri19
tura fue considerado ms importante que conocer a sus autores humanos. ste es, por otra parte, un punto de vista teolgicamente vlido ya que no niega el origen histrico de la Biblia. El humanismo trajo consigo un pujante florecimiento de la filologa y de la ciencia histrica. Se descubrieron las lenguas originales de la Biblia, el hebreo y el griego; y comenz a prestarse atencin especial a las cuestiones histricas. As, por ejemplo, el docto dominico cardenal Cayetano (1469-1534) se atrevi a poner en duda la paternidad literaria paulina de la Carta a los hebreos, desde luego sin posibilidad de cambiar la opinin tradicional. Tambin otros famosos humanistas, entre los que destacaremos a Erasmo de Rotterdam (1466-1536), Lorenzo Valla (1406-1475) y Jacobo Faber Stapulensis (1455-1536), impulsaron la consideracin histrico-crtica de los temas que se discuten en la introduccin bblica. Sin embargo, la introduccin no se convirti en disciplina histrico-crtica autnoma hasta la ilustracin. Al oratoriano francs Richard Simn (1638-1712) le corresponde el mrito de haber puesto en marcha el enfoque crtico-textual e histrico-literario en el estudio del Nuevo Testamento. Sus obras, que contenan conceptos avanzadsimos en comparacin con la conciencia eclesistica de entonces, corrieron una suerte azarosa. Provocaron reacciones violentas incluso de parte de los protestantes ortodoxos) y algunas de sus obras fueron incluidas en el ndice de libros prohibidos. Simn tuvo que abandonar el Oratorio. Este procer de la ciencia bblica haba pretendido refutar con sus trabajos la afirmacin protestante de la suficiencia de la Escritura sola (sola Scriptura) y justificar la necesidad de los dogmas de la Iglesia: precisamente porque en la Biblia hay tantas inseguridades histricas. Ms tarde, el escritor protestante Johann Salomo Sem20
ler (1725-1791), de marcado talante racionalista, recogi las ideas de R. Simn e hizo que sus obras fueran traducidas al alemn. As, indirectamente, los puntos de vista metodolgicos de Simn aunque utilizados para lograr objetivos contrarios a los que l se haba propuesto permanecieron vigentes en la introduccin al Nuevo Testamento. Al utilizar el racionalismo la crtica bblica como arma contra la doctrina de la Iglesia, los cristianos de todas las confesiones consideraron la ciencia introductoria como algo reprobable. En consecuencia, la poca siguiente se caracteriz por una fuerte contraposicin entre los mtodos histrico-crticos, considerados como destructivos, y la presentacin eclesistica de los temas relacionados con la introduccin al Nuevo Testamento. Dicha presentacin eclesistica no haca sino respetar puntos de vista que se haban formado y se transmitan desde la antigedad cristiana. As, dentro de los estudios de teologa regulados por las directrices eclesisticas, la introduccin se convirti en una parte de la apologtica o teologa fundamental, disciplina de reciente creacin a la que le fue encomendada la refutacin de todos los errores modernos que ponan en peligro la fe. Por otra parte, se lleg a hacer afirmaciones tan extremas y desmedidas que slo pueden entenderse desde la consideracin psicolgica de la reaccin negativa del magisterio eclesistico. Un ejemplo: En la crtica tendenciosa, que arranc del profesor de Tubinga, Ferdinand Christian Baur (17921860), slo cuatro de las cartas paulinas fueron reconocidas como autnticas (Rom, 1 y 2Cor, Gal) y se dat el Evangelio de Marcos en el siglo segundo. Posteriormente, la crtica bblica radical holandesa consider todas las cartas paulinas como falsificaciones tardas. Dado que en determinados ambientes se lleg incluso a negar la histori21
cidad de Jess as en las obras del crtico de Tubinga, Bruno Bauer, aparecidas entre 1840 y 1877, y, en forma popularizada, en el libro Die Christusmythe (Los mitos de Cristo) (1909) del escritor Arthur Drews los evangelios corrieron sumo peligro y estuvieron a punto de ser devaluados a la categora de creaciones de la fantasa potica religiosa. Los decretos de la Pontificia Comisin Bblica (entre 1905 y 1915) marcaron el punto culminante del enfrentamiento eclesistico, incluso en sus formas ms moderadas, con el enfoque histrico-crtico de la introduccin. En los mencionados decretos, el magisterio eclesistico negaba todas las posiciones e hiptesis crticas, especialmente todo lo relacionado con la paternidad literaria, tiempo de composicin y credibilidad histrica de los escritos del Antiguo y Nuevo Testamentos y reafirmaba con todo el nfasis las posiciones tradicionales mantenidas por la Iglesia. Fue necesario esperar hasta 1955 para que la Comisin Bblica interpretase los decretos anteriores como medidas disciplinares condicionadas por el tiempo, con lo que su contenido en gran parte dej de tener fuerza vinculante. A pesar de todas las confrontaciones y polmicas, la ciencia de la introduccin al Nuevo Testamento alcanz respetabilidad y, finalmente, fue reconocida como disciplina por la Iglesia. Varias fueron las razones que llevaron a la consolidacin de esa parcela de los estudios escritursticos. Entre los motivos ms importantes, sealaremos los siguientes: 1. Paralelamente a la crtica radical e ideolgicamente condicionada se desarroll, desde el principio, un trabajo cientfico serio sobre los textos. Frecuentemente, los mismos autores colaboraron en ambos campos. De esta manera, se lleg paulatinamente, gracias a las discusiones internas de los especialistas, a juicios equilibrados y respaldados metodolgicamente. 22
2. A los investigadores marcados por el racionalismo y el liberalismo se unieron, en nmero creciente, estudiosos que, empujados por su fe y responsabilidad eclesial, se esforzaron por encontrar la verdad histrica. En su trabajo, stos comprobaron que muchas de las concepciones sostenidas por la tradicin eclesistica no podan ser consideradas como originales nifiablesy que no derivaban de tradiciones unvocas. 3. En ambas partes se ha impuesto la conviccin de que la credibilidad de un escrito bblico no depende necesariamente de la paternidad literaria ni del tiempo en que fue redactado. As por ejemplo, los Evangelios de Mateo y Juan continan siendo testimonios vlidos de la predicacin cristiana primitiva aun en el caso de que no fueran escritos por apstoles o testigos oculares. 4. Los innegables progresos de la exgesis y de sus ciencias auxiliares han corroborado de tal forma el peso de los criterios internos (el criterio del lenguaje, estilo, forma de argumentar, contextos histricos y religiosos, dependencia literaria y otros) en numerosas cuestiones discutidas que resultar imposible invocar ya los dbiles criterios externos (suposiciones de fuentes tardas) contra ellos. Resumiendo, podemos decir que la introduccin a la Sagrada Escritura, incluso la eclesistica, ha ido aprovechando en el pasado cada vez mejor las oportunidades que le ofrecan los mtodos histrico-crticos. Todo ello le ha permitido liberarse de las tutelas ideolgicas. Sin embargo, en el futuro tendr que tomar conciencia, en medida creciente, de las limitaciones de estos mtodos; y tendr que reconocer que la crtica literaria e histrica requiere la complementacin de otros enfoques que respondan a las exigencias teolgicas del Nuevo Testamento.
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2. El texto y su historia
2.1. Los manuscritos del Nuevo Testamento Quien se tome la molestia de cotejar un pasaje del Nuevo Testamento en algunas de las diversas traducciones modernas de la Biblia detectar, probablemente, una serie de diferencias. En la mayora de los casos se trata nicamente de pequeas diferencias que afectan a la palabra elegida, a la construccin de la frase, al tiempo verbal. En los textos ms difciles pueden darse tambin diferencias de contenido. Tales variantes suelen ser, ordinariamente, producto del traductor, sobre quien ha influido su estilo personal, la manera de expresarse en su tiempo, sus maestros literarios y, en los casos o pasajes discutidos, la informacin recogida en determinados comentarios. Pero tambin se dan casos en que el diferente vocabulario es consecuencia directa de variantes que se encuentran ya en la tradicin manuscrita griega del Nuevo Testamento. A decir verdad, el nmero de las variantes significativas que afectan realmente al sentido es relativamente escaso, si se tiene en cuenta el nmero de divergencias; stas han sido calculadas en aproximadamente un cuarto de milln, y consisten principalmente en pequeos errores de escritura, 24
transposiciones, omisiones, aadiduras y correcciones estilsticas. Ejemplo: el primer versculo del Evangelio de Marcos suena as en algunas de las traducciones espaolas: Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios (La Biblia de Herder). Comienzo del Evangelio de Jesucrito, hijo de Dios (La Biblia de la Casa de la Biblia). El mensaje evanglico de Jesucristo tuvo comienzo en la predicacin de Juan (trad. de Felipe de Fuenterraba). Comienzo del Evangelio de Jesu-Cristo, Hijo de Dios (J.-M.a Bover-F. Cantera). Frente a las diferencias puramente lingsticas, sorprende la aadidura u omisin del ttulo de Hijo de Dios. Tal divergencia se encuentra ya en los manuscritos mejores y ms antiguos, de forma que resulta completamente imposible reconstruir el texto original. Desde un punto de vista psicolgico es ms probable que se haya aadido el ttulo de Hijo de Dios que no se haya suprimido despus de haber formado parte del texto. Para comprender cmo se toman las decisiones de crtica textual en los comentarios, es imprescindible conocer al menos algunos de los conceptos fundamentales de la tradicin manuscrita. Igualmente, es preciso haber odo algo sobre las reglas que se observan en la crtica textual. Segn el informe de la Fundacin para la Promocin de la Investigacin del Texto del Nuevo Testamento [Mnster (Westfalia)], para los aos 1975-1976 la lista oficial de los manuscritos comprenda: 88 papiros, 274 maysculos, aproximadamente 2800 minsculos y 2209 leccionarios. Estas denominaciones, de uso comn en el lenguaje cientfico, se basan en diversos criterios (material en el que se escribe, tipo de escritura, finalidad para la que se escribe) y pueden, por consiguiente, sembrar la confusin. 25
Con el nombre de papiro se designa el material para escribir que se extraa de la medula de la caa de ese mismo nombre. En general, los manuscritos escritos sobre papiro gozaron de gran difusin (hasta comienzos del siglo IV), pero existen papiros ms recientes. En contra de una opinin ampliamente difundida, los manuscritos neotestamentarios escritos sobre papiro no tenan la forma de rollo, usual en la antigedad, sino que estaban plegados y cosidos en forma de libro (cdices). Desde el punto de vista del tipo de la escritura, los papiros son manuscritos maysculos o unciales: estn escritos con letras maysculas sin separacin entre las palabras ni entre las frases. De ah que se hable tambin de papiros maysculos (Kmmel, 380). Debido a la gran facilidad de corrupcin del material, slo se han conservado trozos aislados de la mayora de cdices de papiro. Desde el siglo IV se impuso otro material de escritura ms duradero: el pergamino, que se preparaba de pieles de animales. Por consiguiente, los manuscritos llamados maysculos son cdices de pergamino escritos igualmente con maysculas. A este grupo pertenecen muchos manuscritos del Nuevo Testamento conservados ntegramente. En el siglo IX comenz a imponerse paulatinamente otro tipo de escritura, la minscula (letras minsculas escritas en cursiva). En el siglo XI, este tipo de escritura logr desplazar completamente a la escritura mayscula de manera que los manuscritos minsculos, por regla general, slo tienen importancia para la historia textual tarda. Los leccionarios equivalen a nuestros actuales libros de percopas que se utilizan en el culto. Aunque repartidos entre los das que componen el ao eclesistico, contienen casi la totalidad del Nuevo Testamento. Existen lecciona26
P"
Hacia Jn 18, 31-33; 37-38 120 S.IH P45: Evangelios, Act. P46: Cartas de Pablo P 4 ':Ap9-17 Jn (casi completo)
p43-47
200
P"
Antes Le 3-18; 22-24; del Jn 1-15. 200 S.IV AT casi completo NT completo
(S;01) Sinatico
Primero en Leningrado; desde 1933, en el Museo Britnico, Londres Desde 1751 en el Museo Britnico, Londres
A (02) Alejandrino
S.V
NT sin Mt 1-25; Escrito, probablemente, 2Cor4-12 en Egipto AT y NT hasta Heb. 9,14 (sin Pastorales, Flm, Ap.) Unas 5/8 partes del NT
B(03) Vaticano
S.IV
C(04)
S.V
S, VI
D(06) Claromontano
S. V
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rios relativamente antiguos (se conservan trozos del siglo V). La mayora de ellos vieron la luz en la edad media. El estudio de los leccionarios se encuentra an en sus comienzos. Entre los cdices pergaminos se encuentran numerosos palimpsestos. stos son manuscritos en los que, debido al alto coste del material, se ha borrado un texto anterior y en su lugar se ha escrito un nuevo texto. Actualmente podemos, mediante procedimientos fotogrficos, volver a leer los textos antiguos borrados incluso en aquellos casos en los que fracasaba el ojo humano. A partir de los siglos XIIXIII, el papel confeccionado de fibra de plantas comenz a sustituir al pergamino. Los manuscritos minsculos se numeran utilizando cifras arbigas a partir del 1. Los manuscritos emparentados forman familias o grupos. As tenemos el grupo de Ferrara (13 69 124 346) y la familia Lake (1 118 131 209 y otros), a los que se da el nombre del cientfico que los descubri. 2. 2. Los grandes tipos de texto Los dos eruditos ingleses F.J.A. Hort (1828-1892) y B.F. Westcott (1825-1901), en su edicin crtica del texto del Nuevo Testamento (1881), coincidieron con anteriores investigadores en que la tradicin manuscrita pone de manifiesto tres grandes tipos de texto: 1. El texto neutral, llamado tambin texto alejandrino o egipcio, est representado principalmente por B (Vaticano) y por el Sinatico. Se le da la denominacin de neutral, para subrayar su relativa carencia de aadidos y omisiones posteriores. Westcott y Hort se apoyaron casi exclusivamente en l. Los recientes hallazgos
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de papiros (P66, P75) han confirmado que este tipo de texto se remonta hasta el siglo II. 2. El texto occidental, asi llamado porque fue encontrado primeramente en las versiones latinas antiguas, en los escritores eclesisticos occidentales (Justino, Ireneo, Tertuliano y otros) y en el cdice bilinge D. Se caracteriza por sus aadiduras ornamentales, por sus omisiones, lecciones armonizantes en los evangelios. Actualmente, el trmino occidental pasa por ser un tanto equvoco, ya que este tipo de texto estuvo extendido por la totalidad de la Iglesia del siglo II. Adems, las variantes occidentales no se consideran como secundarias. 3. El texto siraco (tambin llamado antioqueno o bizantino y ms a menudo, texto imperial y texto de la koin) deriva del trabajo de recensin del presbtero antioqueno Luciano (muerto en el ao 311). Sus criterios directivos fueron el allanamiento lingstico, la eliminacin de dificultades dogmticas y la armonizacin de las diversas variantes. Las correcciones y negligencias cambiaron pronto la faz original de este texto. A pesar de que el texto de la Koin prevaleci y se convirti en el textus receptus hasta la poca moderna, hoy rara vez es preferido a la hora de reconstruir el texto original. Junto a estos tres grupos de textos, considerados ya como clsicos, la ciencia discute la existencia de un cuarto tipo de tradicin, el llamado texto de Cesrea. ste representa una especie de mezcla del texto neutral y del occidental. Parece estar presente en las familias 1 y 13 de los manuscritos minsculos (cf. 2.1. Este texto naci tambin, probablemente, en Egipto (Alejandra) y fue llevado a Cesrea por Orgenes.
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2.3. Reglas de la crtica textual 1. No hay que contar los manuscritos que avalan un texto, sino sopesarlos. Por consiguiente, la decisin en favor o en contra de una variante discutida no se toma en base a la mayora estadstica, sino a la calidad. De lo contrario, siempre resultara ser el texto verdadero el ofrecido por la gran masa de los manuscritos tardos. 2. De ordinario, hay que preferir las variantes de los manuscritos ms antiguos. Esta regla es tan evidente que sera til decir: en numerosas excepciones, las variantes que de los manuscritos tardos tambin pueden ser originales, ya que no tiene por qu coincidir necesariamente la edad de un manuscrito con la diferente edad de las variantes recogidas en l. 3. La variante ms difcil es la primitiva. Se considera difcil aquella variante que ofrece problemas lingsticos, histricos, dogmticos que habran exigido introducir mutaciones en el texto. En tales casos resulta fcil detectar los motivos que empujaron a la formacin de tales variantes. Y al revs, tambin puede demostrarse una lectio difficilior que es secundaria si encontramos el motivo que condujo a su aparicin. 4. Por regla general, el texto ms corto es el primitivo. Toda tradicin, tanto oral como escrita, tiende a introducir aadiduras explicativas u ornamentales, siendo raro que tienda a hacerse ms corta y concisa. Ejemplo de tales ampliaciones es el texto occidental de los Hechos de los apstoles. 5. La crtica conjetural debe quedar limitada a contadsimas excepciones. Entendemos por crtica conjetural el intento de reconstruir el tenor original de un pasaje bblico de acuerdo con el sentido y en contra de todos los
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testigos del texto. En el Antiguo Testamento, donde algunos libros estn corrompidos parcialmente o presentan lagunas, difcilmente podremos prescindir de conjeturas mesuradas. Por lo que se refiere al Nuevo Testamento, de entre las muchas presuntas mejoras del texto que estuvieron de moda en algn momento, no ha sobrevivido ninguna de ellas, ni siquiera la substitucin de matis por envidiis en Sant 4,2.
2.4. Versiones antiguas del Nuevo Testamento Todos los libros del Nuevo Testamento fueron escritos originalmente en griego. Las mismas fuentes escritas a las que los evangelios pudieron en parte ajustarse haban sido traducidas ya, probablemente, del arameo al griego. A pesar de que sta era entonces la lengua coloquial y comercial de toda la cuenca mediterrnea, los escritos neotestamentarios fueron traducidos muy pronto a diversas lenguas nacionales que se haban mantenido vivas en algunas regiones y especialmente en los estratos ms humildes de la poblacin. Estas versiones antiguas, algunas de las cuales nacieron en el siglo II, revisten gran importancia para la crtica textual. Puesto que la historia del origen y transmisin de cada una de las versiones se resiste a un esclarecimiento total y el tema es discutido incluso entre los especialistas, vamos a limitarnos a explicar las expresiones o trminos tcnicos ms importantes: Vetus latina (Biblia latina antigua): Bajo esta denominacin quedan englobadas todas las versiones latinas de la Biblia que existieron antes y junto a la Vulgata (cf. a continuacin). Se considera como forma ms antigua el texto originario, de frica del Norte en el siglo II. A este respecto 31
tenemos que decir que la versin de los diversos escritos del Nuevo Testamento no fue unitaria ni simultnea. El obispo mrtir Cipriano de Cartago (muerto en el ao 258) es el testigo principal del texto africano. Desde 1951, la Fundacin para la Vetus latina, de la abada de Beuron (Alemania Federal), se dedica intensamente a la investigacin de las versiones veterolatinas. tala: Denominacin anticuada de la Vetus latina. El nombre, utilizado por Agustn, slo puede referirse a una de las recensiones del texto africano utilizadas en Italia. Vulgata, es decir, Biblia divulgada por doquier. El nombre, utilizado corrientemente desde finales de la edad media, designa la traduccin oficial de la Biblia utilizada por la Iglesia catlica y que, segn la tradicin, fue realizada por el padre de la Iglesia, san Jernimo (347-420). Efectivamente, Jernimo recibi del papa Dmaso (366384) el encargo de traducir el Antiguo Testamento del hebreo. Por lo que se refiere al Nuevo Testamento, parece que su trabajo se limit a introducir algunas correcciones en un texto latino antiguo de los evangelios, para lo que se habra servido de manuscritos griegos. Se discute en qu medida se ocup de los restantes libros del Nuevo Testamento. La Vulgata se concluy hacia el ao 405. Durante largo tiempo coexisti con otras versiones latinas, anteriores hasta el punto de que muchos manuscritos nos ofrecen un texto mezclado. Tras numerosos intentos de crear una edicin crtica del texto de la Vulgata corregido, el concilio Vaticano II nombr una comisin pontificia encargada de elaborar una Neo-vulgata. Un texto provisional del Nuevo Testamento vio la luz en Roma en 1970. Diatessaron: nombre griego de la concordancia o armona de los evangelios realizada por el sirio Taciano del 140 al 200 aproximadamente. Taciano se hizo cristiano en Roma y retorn a su patria hacia el ao 172, despus de 32
que la Iglesia romana lo excomulgara a causa de sus extremadas exigencias ascticas (prohibicin del matrimonio, de comer carne y beber vino). Vuelto a su pas, fund all la secta de los encratitas (abstemios). Se discute si compuso el Diatessaron en griego estando an en Roma o si lo confeccion en sirio, despus de retornar a su pas. De cualquier manera, la Iglesia siria acept la obra como texto oficial de los evangelios y lo mantuvo durante largo tiempo. La pluralidad de versiones (el original no se ha conservado) nos habla de la fuerza con que debi sentirse en la antigedad la cuestionable necesidad de una concordancia de los evangelios. Versiones antiguas: Junto al texto de los evangelios mezclado por Taciano existieron ya antes o slo con posterioridad? versiones de cada uno de los evangelios separados. Dos manuscritos clebres dan testimonio de esta Vetus syra o evangelio de los separados: 1) El Syrus curetonianus (syr0), manuscrito del Museo Britnico, publicado por W. Cureton en 1858. Es del siglo V y fue encontrado en Egipto; 2) El Syrus sinaiticus (syrs), manuscrito palimpsesto del siglo IV o V, descubierto en el Sina, en el convento de santa Catalina. En cuanto a una versin siraca antigua de los restantes escritos neotestamentarios, existen slo huellas dispersas. Peschitta (syrP): texto de la Biblia oficial en la Iglesia siria, comparable a la Vulgata. No se ha despejado an el enigma de si esta versin, tal como se supuso durante algn tiempo, fue realizada por el obispo Rabbula de Edessa (muerto en el ao 436) o tiene una genealoga mucho ms complicada. Codex argenteus: Magnfico manuscrito, de los siglos V o VI, escrito en pergamino de prpura con letras de plata y oro. Este cdice, que se conserv en el monasterio de Werden an der Ruhr, posteriormente en Praga y, desde la gue33
rra de los Treinta Aos, en Upsala, es testigo principal de la traduccin gtica de la Biblia, considerada como el monumento ms antiguo de la literatura alemana (J. Schmid). Proviene del obispo godo arriano Ulfilas (311-383), a quien se atribuy tambin (por supuesto, de manera equivocada) la invencin de la escritura gtica. Para los temas relacionados con las cuestiones especiales de las versiones coptas (sahdica y boharica) armenia, georgiana y etipica conviene recurrir a las grandes introducciones y a sus referencias bibliogrficas.
El Nuevo Testamento se compone de 27 escritos de diversa naturaleza, de dimensiones mayores o menores: Cuatro evangelios, Hechos de los apstoles, trece cartas paulinas sobre su autenticidad, cf. II, 6), la carta a los Hebreos, siete cartas catlicas, Apocalipsis de Juan. A pesar de que en algunos de estos escritos hay interdependencias literarias, y aunque todos ellos proclaman la misma fe en Cristo, ninguno de los autores pens que su obra sera parte de un libro, ni literaria ni teolgicamente. Muchas son las causas y motivos que explican el cmo y el porqu. Por consiguiente, tenemos que preguntarnos por las circunstancias histricas de la formacin del canon, por sus motivos teolgicos, por las consecuencias hermenuticas que se derivan, para cada uno de los escritos, de su pertenencia al canon.
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3.1. El desarrollo histrico Enumeraremos rpidamente lo poco que sabemos o podemos suponer sobre las circunstancias externas de la formacin del canon. a) Ya a finales del siglo I, la coleccin de las cartas paulinas haba recorrido un gran trecho en su proceso de formacin de un corpus paulinum. Probablemente, formaron parte de esta coleccin, adems de las cartas pastorales, todas las restantes atribuidas al Apstol. As, la Primera carta de Clemente, redactada en Roma hacia el ao 96, conoce, al menos, Rom y ICor. Ignacio de Antioqua (muerto hacia el 115) recuerda, en su carta a la comunidad de Efeso, la carta de Pablo (IgnEf 12, 2); y el autor de 2Pe (hacia el ao 120?) presupone, en sus lectores, el conocimiento de todas las cartas paulinas (2Pe 3,15-16). b) Algn tiempo ms tarde, tambin los cuatro evangelios, que originariamente se usaban en diferentes regiones eclesisticas, fueron reunidos y considerados como un nico evangelio cudruple. La Apologa del mrtir Justino, escrita hacia el ao 155, nos dice que, en las reuniones de culto romanas, sola leerse en alta voz los recuerdos de los apstoles, llamados evangelios (Apol I 66,3; 67,3). No podemos saber los aos de antigedad con que contaba tal costumbre. Con todo, existen numerosos indicios de que los evangelios escritos adquirieron creciente importancia en la primera mitad del siglo II, en el momento en que la tradicin oral acerca de Jess ces paulatinamente o perdi su credibilidad a causa de las nuevas formaciones legendarias o gnsticas (cf. en el apndice II el testimonio de Papas). c) Entre los aos 140 y 150, Marcin, originario de Snope, en el Ponto (Mar Negro), y enriquecido por sus negocios como naviero, fue excomulgado de la Iglesia en Roma porque rechazaba el Antiguo Testamento y defenda 36
opiniones gnsticas dualistas. A continuacin, constituy su propia Iglesia y confeccion para ella un canon compuesto exclusivamente por el Nuevo Testamento, en el que slo tuvieron cabida el (mutilado) Evangelio de Lucas y diez cartas paulinas. Es poco probable que Marcin llevara a la gran Iglesia a la idea de la formacin de un canon, tal como algunos investigadores afirman. Tambin sera falsa la opinin segn la cual ya exista un canon eclesistico ms amplio antes de Marcin, canon a partir del cual los herejes habran hecho su seleccin subjetiva. Por el contrario, tenemos que afirmar que Marcin, con su radical manera de proceder y teniendo en cuenta que fueron numerosos sus seguidores, aceler fuertemente el proceso de formacin del canon eclesistico, proceso que estaba ya en curso. d) A finales del siglo II aparecen claramente los perfiles del canon neotestamentario. Dan testimonio de ello los escritores eclesisticos Ireneo (hacia 140-202), Tertuliano (hacia 160-220) y Clemente de Alejandra (hacia 150-215). Por lo que se refiere a Roma, contamos con el llamado Canon de Muratori (cf. el texto en el apndice II. Segn estos testimonios, son indiscutiblemente cannicos: los cuatro evangelios, 13 cartas paulinas, los Hechos de los apstoles, el Apocalipsis de Juan y la primera carta de Juan. Por lo que se refiere a las restantes cartas, conocidas por el apelativo de cartas catlicas, as como a la carta a los Hebreos, reinaba entonces y reinara durante largo tiempo la inseguridad. El Apocalipsis de Juan vio discutida ms tarde de nuevo su canonicidad. Hasta el siglo V no pudieron imponerse como cannicos los 27 escritos que componen nuestro actual Nuevo Testamento. Durante el mismo espacio de tiempo se produjo la exclusin del canon de aquellos escritos que, aqu y all, haban sido considerados como pertenecientes al Nuevo Testamento. Nos referi37
mos a la primera carta de Clemente, a la carta de Bernab, a la Didakhe, al Pastor de Hermas, al Apocalipsis de Pedro y a otros escritos apcrifos del siglo II. A pesar, pues, de que las dimensiones del canon neotestamentario estaban trazadas desde los comienzos de la antigedad cristiana, la primera decisin del magisterio de la Iglesia fue tomada por el concilio de Trento en 1546. Desde entonces, la decisin tiene carcter de validez dogmtica para toda la Iglesia catlica.
3.2. Motivos teolgicos El proceso del desarrollo histrico podra suscitar la impresin de que la formacin del canon fue, ms o menos, el resultado casual de decisiones eclesisticas relativamente tardas. Pero cmo puede justificarse la pretensin de que slo estos 27 escritos con exclusin de cualquier otro sean el testimonio cannico es decir, normativo, de la fe de la Iglesia, palabra de Dios inspirada por el Espritu Santo? Por supuesto, que no es suficiente recurrir al derecho y capacidad de la Iglesia para determinar por s misma las dimensiones de sus escritos sagrados. Esto sera un argumento puramente dogmtico. En una introduccin al Nuevo Testamento hay que mencionar los motivos determinantes en la seleccin de los escritos y en su inclusin en el canon. a) Desde los primeros momentos, las comunidades cristianas poseyeron una Escritura Sagrada, el (todava no fijado definitivamente) canon del Antiguo Testamento. Considerada la situacin superficialmente, parece como si los cristianos, a medida que se desvinculaban del judaismo, hubieran querido crear un canon neotestamentario propio, canon que en el caso extremo (Marcin!) deba suplantar,
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incluso, al Antiguo Testamento. Tal vez este motivo influy, pero jams podremos considerarlo como el argumento decisivo. b) Desde un principio, los cristianos confesaron su fe no slo en la Sagrada Escritura de la antigua alianza, sino, especialmente y en primer lugar, en la autoridad de su seor Jesucristo. A su modo de ver, la ley y los profetas dieron testimonio de Jesucristo ya en la antigua alianza, como lo hara la predicacin apostlica de la fe a partir de la Pascua. De esta manera, Jesucristo es el autntico origen, ncleo y meta de todo el canon eclesistico, que comprende el Antiguo y Nuevo Testamentos. c) En los primeros y decisivos decenios despus de Pascua, la predicacin apostlica de Cristo sigui preferentemente el camino de la tradicin oral o se expres en escritos ocasionales. Pero, a medida que fueron muriendo los primeros testigos de la fe, se acentu la necesidad de fijar por escrito las tradiciones para protegerlas contra las deformaciones arbitrarias y ofrecer normas seguras a la siguiente generacin cristiana. A esto tenemos que aadir la necesidad que sintieron las comunidades: nos referimos a la de prepararse para un largo tiempo de espera en el mundo. Sealemos tambin que necesitaron escritos doctrinales normativos para la formacin de sus responsables. d) La proliferacin de herejas de la falsa gnosis (ITim 6,20) pusieron en entredicho la autointerpretacin de la Iglesia como casa de Dios (en la que Jesucristo es la piedra angular) edificada sobre el fundamento de los apstoles y los profetas (cristianos) (Ef 2,20). Los fundadores de las sectas no se limitaron a substituir los evangelios reconocidos en las comunidades por sus especulaciones revestidas de ropaje evanglico, sino que no admitieron que slo los apstoles y sus discpulos inmediatos fueran los testigos de la revelacin. Todas estas reacciones obligaron 39
a la Iglesia a delimitar los escritos reconocidos como apostlicos frente a quienes expandan herejas amparndose en la paternidad literaria apostlica. Para realizar tal seleccin se tuvo en cuenta, principalmente, la coincidencia del contenido, objetiva, con la tradicin apostlica, pero se plante tambin el tema del autor en sentido histrico. ) Uno de los criterios importantes para que un escrito fuera admitido en el canon fue su capacidad de edificacin, es decir, la capacidad de robustecer a los cristianos en la fe y de llevarlos a un comportamiento agradable a Dios. Al mismo tiempo, se examin si un escrito era apto para ser ledo en el culto.
K.-H. Ohlig, Die theologische Begrndung des neutestamentlichen Kanons, Dusseldorf 1972.
3.3. Consecuencias hermenuticas Ninguno de los escritos neotestamentarios cambi su contenido por el hecho de ser admitido en el canon. Tampoco sucede que una obra hasta entonces puramente humana comience a ser palabra de Dios, Sagrada Escritura, a partir y en virtud de su pertenencia al canon. Tal planteamiento se colocara en la lnea de la hereja cristolgica adopcionista, segn la cual el hombre Jess fue elevado posteriormente a la categora de Hijo de Dios. Todos los escritos contenidos en el canon fueron, desde el principio, palabra normativa de Dios en forma histrica, humana, y, a pesar de todo, la formacin del canon tiene consecuencias hermenuticas para cada uno de los escritos: a) Como parte de una totalidad ms amplia, el Nuevo Testamento, ningn escrito puede ser interpretado slo 40
por s mismo. Para entenderlo correctamente habr que tener en cuenta el contexto de otras expresiones neotestamentarias, cuidando de no caer en falsas armonizaciones. b) La pertenencia de un escrito al canon empuja y obliga al exegeta a distinguir con mayor precisin entre las expresiones condicionadas por la situacin y por el tiempo y el kerygma apostlico, vlido siempre para la totalidad de la Iglesia. As, por ejemplo, la carta a los Romanos deja de tener el carcter de escrito dirigido a una comunidad concreta para inscribirse en el conjunto de escritos dirigidos a la totalidad de la Iglesia de todos los tiempos, de forma que la interpretacin puramente historicista resultar completamente insuficiente. c) La inclusin en el canon no hizo sino subrayar el carcter eclesial que el escrito en cuestin posea desde un principio. De aqu se sigue que la exgesis tendr que incluir en sus consideraciones tambin las interpretaciones eclesiales de la fe posteriores. Slo as cumplir su obligacin de poner al descubierto la continuidad o discontinuidad de la comprensin de la Escritura. d) Los mtodos de la crtica histrica y literaria son totalmente incapaces para apreciar si un escrito es o no palabra de Dios. Por consiguiente, el autntico proceso de entendimiento nicamente puede ponerse en marcha all donde la exgesis cientfica ha alcanzado el lmite de sus posibilidades y la palabra es transmitida a los creyentes.
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En el Nuevo Testamento existe toda una serie de textos que puede entender cualquier persona aunque carezca de formacin exegtica. Pero junto a esos textos, se encuentran otros cuyo sentido slo puede descubrirse con la ayuda de mtodos cientficos evitando as el peligro de los malentendidos. Por nuestra parte, nos contentaremos con ofrecer breves explicaciones e indicaciones escuetas.
4.1. Investigacin del entorno histrico Si calculamos el tiempo que transcurre desde el nacimiento de Jess hasta el ltimo escrito, la 2Pe (segunda carta de Pedro), vemos que la historia reflejada en el Nuevo Testamento comprende un espacio temporal que oscila entre 130 y 140 aos. No es menor el marco geogrfico y cultural en el que se desarrolla la consignacin por escrito de la tradicin cristiana. Abarca el judaismo palestino de la patria de Jess, el judaismo helenstico de la dispora judia de la cuenca del Mediterrneo y el mundo greco-romano de la antigedad tarda. En la actualidad, nadie est en condiciones de emitir un juicio competente personal sobre cada una de estas parcelas del saber. La especializacin ha Ue42
gado hasta tal punto en nuestros das, que un historiador especializado en la poca del emperador Augusto difcilmente podra informarnos del alcance y peculiaridades de la persecucin llevada a cabo por Domiciano. De ah nacen dos tareas complicadas para el exegeta: d) Tiene que fiarse del juicio de los expertos y, cuando stos se contradicen entre s caso que suele darse con frecuencia, elegir la postura que le parece mejor fundada (por ejemplo, en la discusin de ios investigadores de Qumrn sobre el texto y sentido de determinados textos con resonancias cristolgicas importantes). b) Tiene que solventar cuidadosamente el tema de si, y en qu medida, se dan analogas objetivas, dependencias literarias y situaciones relacionadas. Es absolutamente necesaria la sobriedad ya que, cuando se produce un nuevo descubrimiento de textos, inscripciones, restos de edificios y similares, inmediatamente surge la tentacin de trazar relaciones precipitadas con los acontecimientos neotestamentarios. Los comentarios realizan estas tareas en los pasajes ms adecuados (por ejemplo, el tema del censo romano en Le 2, las posibles relaciones de la teologa bautismal de Pablo con las antiguas religiones de los misterios (en Rom 6). Quien desee informacin ms abundante y fundamentada podr encontrarla en una bibliografa especializada que comprende un amplio abanico de temas.
4.1.1. Sobre la historia general contempornea del Nuevo Testamento Exposiciones antiguas:
J. Felten, Neutestamentliche Zeitgeschichte, 2 vols., Ratisbona 1925. H. Preisker, Neutestamentliche Zeitgeschichte, Topelmann, Berln 1937.
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W. Foerster, Neutestamentliche Zeitgeschichte, I: Der zeitgeschichtliche Hintergrund des Lebens und der Verkndigung Jesu, Berln 1940. E. Stauffer, Jerusalem und Rom im Zeitalter Jesu Christi, Berna 1957; de este ltimo autor, cf. en cast.: Cristo y los Csares, Escelicer, Madrid 1956.
Filn de Alejandra, Opera quae supersunt, 8 vols., ed. L. Cohn y P. Wendland, Berln 1896 - 1930. Edicin alemana: Philo Alexandrinus, 5 vols., ed. por L. Cohn, Berln 1909 - 1931. H.A. Wolfson, Philo. Foundations of Religious Philosophy in Judaism, Christianity, Islam, 2 vols., Harvard 1948. Cf. en cast.: J. Danilou, Filn de Alejandra, Taurus, Madrid 1962.
Exposiciones recientes:
C.K. Barret, Die Umwelt des Neuen Testamems, Ausgewdhlte Quellen, Tubinga 1959 (trad. alemana por C. Colpe). J. Leipoldt - W. Grundmann (dirs.), Umwelt des Urchristentums, I: Darstellung des nutestamentlichen Zeitalters, II: Texte zum nutestamentlichen Zeitalter, III: Bilder zum nutestamentlichen Zeitalter, Berlin 41975, ed. cast.: El mundo del Nuevo Testamento, 3 vols., Cristiandad, Madrid 1973-1974. E. Lohse, Umwelt des Neuen Testaments, Gotinga 1971.
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4.2. Exgesis filolgica Base indispensable de toda interpretacin debera ser un texto crticamente seguro (cf. antes, 2.3). Pero lamentablemente, no siempre se tuvo ni tiene en cuenta este principio tan evidente. Confirman esta ltima afirmacin las innumerables variantes armonizantes realizadas en la antigedad y, en nuestros tiempos, aquellas traducciones que configuran el texto no de acuerdo con el texto original, sino segn los criterios de una sensibilidad lingstica moderna. Un ejemplo de la facilidad con que el trato irrespetuoso del texto original puede falsear una expresin bblica lo tenemos en Col. 3,18, que en ocasiones se traduce: Vosotras mujeres, someteos a vuestros maridos, pues as lo quiere el Seor. El lector moderno se sorprender, con razn, al encontrar una legitimacin ilimitada de la autoridad del marido al amparo de la voluntad del Seor. Por suerte, el texto griego tiene acentos completamente distin46
tos: ... como conviene en el Seor. Aqu el mandamiento de someterse (el verbo griego subraya ms el aspecto del orden, del acoplamiento en la comunidad, que el estar sometido) queda claramente recortado, se pone una barrera a la arbitrariedad masculina aludiendo a lo que conviene segn el Seor. El tenor original del texto, que suena de manera anticuada es, pues, ms liberador y respetuoso con la dignidad femenina que la traduccin que se las da de moderna y periodstica. Puesto que el sentido, el logos, la palabra de un texto slo puede alcanzarse en y ms all de cada una de las palabras concretas, difcilmente podremos separar el trabajofilolgicodel teolgico. Por este motivo, adems de los lxicos ordinarios, tenemos los diccionarios teolgicos, que tratan de descubrir la significacin de los conceptos ms importantes tanto en una retrospectiva histrica como por medio de paralelos contemporneos.
Diccionarios: W. Bauer, Griechisch-Deutsches Wrterbuch zu den Schriften des Neuen Testaments und der brigen urchristlichen Literatur, Berln 5 1963; tr. y ampliacin ingl. de F. W. Gingrich-F. W. Danker, Chicago 1979. G. Kittel-G. Friedrich, Theologisches Wrterbuch zum Neuen Testament, Stuttgart 1933ss; tr. ital. en curso. H. Haag-A. van den Born-S. de Ausejo, Diccionario de la Biblia, Herder, Barcelona 8 1981. J.B. Bauer, Diccionario de teologa bblica, Herder, Barcelona 21967. Bo Reicke-L. Rost, Biblisch-historisches Handworterbuch, 3 vols., Gotinga 1962-1966. F. Rienecker, Sprachlicher Schlssel zum griechischen Neuen Testament nach der Ausgabe von Erwin Nestle, Giessen-Basilea 8 1952. X. Lon-Dufour, Vocabulario de teologa bblica, Herder, Barcelona "1980. A. Grahner-Haider, Vocabulario prctico de la Biblia, Herder, Barcelona 1975. J. Dheilly, Diccionario bblico, Herder, Barcelona 1970. H. Haag, Breve diccionario de la Biblia, Herder, Barcelona 1976.
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Gramticas: L. Radermacher, Neutestamentliche Grammatik, Tubinga 21925 F. Blass-A. Debrunner, Grammatik des neutestamentlichen Griegrisch, Gotinga 121965. M. Zerwick, Graecitas bblica exemplis illustratur, Roma 51966. Concordancias: A. Schmoller, Handkonkordanz zum griechischen Neuen Testament, Stuttgart "1973. K. Aland (dir.), Vollstndige Konkordanz des griechischen Neuen Testaments I, Mnster (Westfalia) 1975-76ss. R. Morgenthaler, Statistik des neutestamentlichen Wortschatzes, Zrich-Francfort 1958. J. Lujan, Concordancias del Nuevo Testamento, Herder, Barcelona 1975.
Por supuesto, los comentarios suelen ya tratar ms o menos detalladamente estas cuestiones en los pasajes afectados, pero echamos en falta una reflexin metodolgica sistemtica, tal como es usual en literatura y en lingstica. Es, pues, perfectamente comprensible que los anlisis estructurales y semnticos (cf. a continuacin 4.6) traten de llenar esas lagunas.
H. Zimmermann, Los mtodos histrico-crticos en el Nuevo Testamento, Catlica, Madrid 1969. J. Schreiner (dir.), Introduccin a los mtodos de la exgesis bblica, Herder, Barcelona 1974.
4.4. Historia de las formas y de la tradicin 4.3. La crtica literaria y de las fuentes De manera sorprendente, cuando se ha hablado del mtodo crtico-literario en el Nuevo Testamento se ha referido casi siempre slo a la cuestin de las fuentes de los evangelios sinpticos. Esta reduccin a la cuestin sinptica (cf. 11,4.4) era comprensible en un tiempo en que en los evangelios se buscaban principalmente las fuentes histricas de la vida de Jess. Entre tanto comienza a abrirse paso tambin bajo la influencia de procesos muy avanzados en la exgesis veterotestamentaria la evidencia de que en todas las partes del Nuevo Testamento existen fenmenos literarios que no son estudiados an con el adecuado instrumental metodolgico. Son cuestiones relacionadas con el estilo, con el uso del lenguaje, con las maneras de argumentar o con las estructuras narrativas y retricas. Y, para todos estos fenmenos, carecemos de criterios que nos sirvan para juzgar respecto de los paralelos y variantes del mismo tema. 48 Casi hasta la primera guerra mundial (1914-1918), la ciencia neotestamentaria estuvo ocupada principalmente en la bsqueda de las fuentes ms antiguas de la vida de Jess en los evangelios. Los temas de crtica literaria (paternidad literaria, hiptesis de divisin, determinacin de las fuentes) ocupaban tambin un primer plano en el estudio de los otros escritos del Nuevo Testamento. Simultneamente exista un marcado inters por las cuestiones relacionadas con la historia de las religiones. Tal inters estaba alimentado por la posibilidad hipottica de encontrar, en el medio judo o gentil, elementos que pudieran servir para explicar las concepciones bblicas. El que a comienzos de los aos veinte se echara mano desde distintos sectores cientficos a un nuevo mtodo, la historia de las formas, se debi a varios motivos: a) La crtica literaria, orientada exclusivamente a la bsqueda de las fuentes, haba agotado todas sus posibilidades. Se empleaban hiptesis cada vez ms complicadas y 49
atrevidas, pero no se lograba iluminar ni el origen ni el sentido del texto. b) Tanto en los estudios de germanstica como en la exgesis del Antiguo Testamento se habia despertado haca tiempo el inters por la literatura popular y menor. Los especialistas no se ocupaban ya slo de las obras de los autores ms importantes y de los poetas cimeros, sino que estudiaban tambin las sagas, leyendas, cuentos, canciones, refranes, juegos de palabras, ancdotas, chistes..., es decir, las diversas formas en las que el pueblo presentaba sus tradiciones, experiencias, sentimientos y esperanzas. c) La observacin de las unidades literarias reducidas haba enseado cmo formas similares podan cambiar, en tiempo relativamente breve, su importancia dentro del contexto, su objetivo, su configuracin lingistica. Existia, pues, una historia instructiva de estas formas ya que, partiendo de sus transformaciones, podan extraerse conclusiones sobre los variados contextos culturales, sociales y de todo tipo que haban presidido su origen y transmisin. La exgesis neotestamentaria tena ante s las dos tareas bsicas que a continuacin desarrollamos.
Tradicin narrativa Discusiones Paradigmas (ejemplos de predicacin) Apotegmas (aforismos en ropaje anecdtico)
Comparaciones (parbolas, Historias de milagros (curaalegoras, ejemplos, cin de enfermos, exorcismos, dichos grficos) milagros de la naturaleza) Dichos en primera persona Historias de Cristo (por ej., (o dichos yo) bautismo, tentacin, transfiguracin). Dichos de seguimiento Historia de la pasin Frmulas de confesin Historias pascuales de fe Cantos a Cristo Historias de la infancia Como la divisin pone de manifiesto, frecuentemente se producen cruces en los criterios formales y de contenido. Siguiendo a Bultmann, podramos adscribir lo que l llama apotegmas (=aforismos) al material discursivo, ya que el dicho del Seor situado en una escena ideal constituye el punto clave y el marco narrativo cumple tan slo una finalidad de revestimiento. Pero lo que en los comienzos de la escuela de la historia de las formas se convirti en discusin predilecta, el problema de las denominaciones y delimitaciones, aport escasos resultados y no debera ser resucitado de nuevo. De mayor utilidad es la distincin entre gnero y forma, generalizada en nuestros das. Tal distincin permite diferencias dentro de cada uno de los gneros (como evangelio, carta, apocalipsis y otros). Al mismo tiempo ofrece la posibilidad de describir con mayor preci51
4.4.1. La clasificacin de los gneros y formas En el mtodo de la historia de las formas se empleaba, hasta hace poco, indistintamente los conceptos de gnero, especie y forma literarios. Los textos y en este punto se referan casi exclusivamente a los evangelios sinpticos quedaban divididos en material discursivo y tradiciones narrativas.
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sin formas tpicas de un gnero determinado. As, se reconoce hoy mejor la peculiaridad inconfundible de cada uno de los evangelios que repercute hasta en la configuracin de las formas transmitidas (historias de milagros, comparaciones y otros). Se comienzan a utilizar sistemticamente los mtodos histrico-formales tambin en los restantes mbitos del Nuevo Testamento. Como ejemplos de trabajo de este tipo mencionaremos: las diversas maneras de utilizar el Antiguo Testamento en el Nuevo (desde las asociaciones de palabras e imgenes hasta la prueba escriturstica explcita), las formas de la parnesis neotestamentaria y sus precedentes antiguos, las formas de la polmica con los herejes, la disciplina penitencial, el ordenamiento de la comunidad. La clasificacin de los gneros y de las formas no se hace de manera impensada. Hay que descubrir las estructuras y la manera de diccin propias de cada gnero o forma, frecuentemente comparndolos con textos extrabblicos. Esto impedir que tratemos de interpretar una narracin en forma de parbola, una descripcin visionaria, una historia de Cristo configurada desde la fe siguiendo las mismas reglas que aplicaramos a un relato histrico de un testigo ocular. Estas distinciones, metodolgicamente necesarias, condujeron, en los primeros momentos de la escuela de la historia de las formas, a negar casi todo su valor histrico a las tradiciones sinpticas y a explicarlas como puras creaciones de la comunidad. Con el paso del tiempo, se ha impuesto el equilibrio tambin en este punto.
miento de cada uno de los gneros y formas desde su origen, desde su situacin vital (Sitz im Leben, Hermann Gunkel) hasta el final de la poca neotestamentaria. Como situacin vital original puede pensarse en: La actuacin prepascual de Jess: Predicacin del reino de Dios. Confrontacin con diversos adversarios. Adoctrinamiento de los discpulos. Las funciones vitales de las comunidades pospascuales: Predicacin misionera a los judos, proslitos y temerosos de Dios. Predicacin misionera a los gentiles. Discusin con los escribas judos. Catequesis comunitaria (instruccin para el bautismo, parnesis, de tipo disciplinar y otras). Celebracin de la eucarista (relato de la institucin, himnos, oraciones y otros aspectos). Cuidado de los pobres (historias de alimentacin, parnesis). Comienzos de la reflexin teolgica. Situaciones de persecucin. El cambio y modificacin de cada una de las formas puede obedecer a razones diversas: a) un trozo de tradicin, ambientado originariamente en la vida de Jess o en la primitiva comunidad, pasa a un entorno helenstico, adquiere nuevos acentos de lenguaje y de contenido; b) una forma, perteneciente originalmente a la predicacin misionera (por ejemplo, una historia de milagro) es narrada por la comunidad creyente para su propia edificacin; c) una forma polmica dirigida originalmente a adversarios judos (por ejemplo, una comparacin de lucha) es 53
4.4.2. La historia de la tradicin de los gneros y formas La segunda gran tarea de la historia de las formas fue, y contina siendo, el seguimiento del nacimiento y creci52
utilizada en una situacin de enfrentamiento intracomunitario; d) una tradicin, formada originariamente a partir de una expectativa determinada (por ejemplo, la promesa de una parusa inminente), es acomodada a una nueva situacin.
M. Dibelius, Die Formgeschichte des Evangeliums, Tubinga 31959. K.L. Schmidt, Der Rahmen der Geschichte Jesu, Berln 1919. R. Bultmann, Die Geschichte der synoptischen Tradition, Gotinga 3 1958. M. Albertz, Die synoptischen Streitgesprche. Ein Beitrag zur Formgeschichte des Urchristentums, Berln 1921. G. Bertram, Die Leidensgeschichte Jesu und der Christuskult. Eine formgeschichtche Untersuchung, Gotinga 1922. Informes crticos: E. Fascher, Die formgeschichtche Methode. Eine Darstellung und Kritik, Giessen 1924. E. Schick, Formgeschichte und Synoptikerexegese, Mnster 1940. P. Bnoit, berlegungen zur formgeschichtlichen Methode, en su obra Exegese und Theologie, Dusseldorf 1965, 23-50. Ed. cast.: Exgesis y teologa, Studium, Madrid 21974. K. Lehmann, El horizonte hermenutico de la exgesis histricocrtica, en J. Schreiner (dir.), Introduccin a los mtodos de la exgesis bblica, Herder, Barcelona 1974, p. 61-108.
de un texto, en el mtodo de la historia de la redaccin priva el inters por encontrar indicios de las preocupaciones teolgicas o parenticas propias del evangelista. b) La historia de las formas trataba de encontrar el origen de las tradiciones en la comunidad annima. Por el contrario, la historia de la redaccin vuelve a contar de nuevo con la actividad literaria personal de los evangelistas como redactores. c) Mientras que la historia de las formas estudiaba principalmente trozos de tradicin aislados, el mtodo de la historia de la redaccin considera de nuevo digno de atencin el marco de la historia de Jess con sus encuadres secundarios (artificiales). Como puede verse, la historia de la redaccin tiene su campo especfico en la interpretacin de los evangelios, Pero puede resultar til en cualquier otro campo siempre que se trate de dar una nueva interpretacin a tradiciones antiguas. Pueden extraerse conclusiones acerca de la intencin del autor y la cambiada situacin de sus lectores.
H. Conzelmann, El centro del tiempo, Fax, Madrid 1974 (estudios sobre la teologa de Lucas). W. Marxsen, El evangelista Marcos, Sigeme, Salamanca (estudios sobre la historia de la redaccin del evangelio de Me). J.M. Robinson, Das Geschichtsverstndnis des Markusevangeliums, Zrich 1956. W. Trilling, El verdadero Israel, Fax, Madrid 1974 (estudios sobre la teologa del Evangelio de Mateo). G. Bornkamm y otros autores, berlieferung und Auslegung im Matthusevangelium, Neukirchen 1960. G. Strecker, Der Weg der Gerechtigkeit. Untersuchungen zur Theologie des Matthus, Gotinga 1962. K.-G. Reploh, Markus-Lehrer der Gemeinde, Stuttgarter Biblische Monographien 9, Stuttgart 1969. M. Horstmann, Studien zur markinischen Christologie, Neutestamentliche Abhandlungen. Neue Folge 6, Mnster 1969.
4.5. Historia de la redaccin El mtodo de la historia de la redaccin se configur en la dcada de los aos cincuenta. Se basa en los conocimientos logrados por la crtica literaria y por la historia de las formas, de los que corrige las unilateralidades en puntos importantes: a) Mientras que la crtica literaria utiliz la comparacin sinptica para preguntar por la redaccin ms antigua 54
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4.6. Anlisis estructurales y semnticos Por innegables que sean los xitos de los mtodos histrico-crticos de la exgesis, ellos nos aproximan slo al umbral de la comprensin. Incluso parece como si ensancharan la pavorosa distancia temporal que media entre unos escritos de los siglos I y II d.C. y el lector actual. En efecto, con su ayuda podemos saber lo que los autores pretendieron entonces en sus textos, pero no nos dicen lo que nosotros tenemos que hacer con ellos. Para hacer posible una comprensin actual del texto, Rudolf Bultmann present, ya en los aos inmediatos a la segunda guerra mundial, su discutidsimo programa de desmitologizacin del Nuevo Testamento. Con el mtodo de la interpretacin existencial, inspirado por Martin Heidegger, se pretenda descubrir el sentido con validez permanente de la locucin antigua y mitolgica. Lo que Bultmann pretendi alcanzar con la ayuda de la filosofa existencial, se intenta, desde hace algunos aos, mediante el instrumental del estructuralismo y de la lingstica. El mtodo semitico procede, aproximadamente, de la siguiente manera: primero se descubren las fronteras de un texto, aunque aqu, a diferencia de lo que suceda en el mtodo de la historia de las formas, no se pretende detectar las unidades literarias mnimas, sino las secuencias narrativas cerradas (p. ej.: Me 6,30-53). A continuacin, el anlisis narrativo trata de descubrir los programas de cada una de las secuencias del texto, frecuentemente diversos y hasta contrapuestos, e investiga las relaciones que existen entre las personas, sus acciones y objetivos. El segundo paso es el anlisis discursivo. ste trata de descubrir los vehculos del significado del texto (discurso), las figuras, los roles temticos y los valores semnticos. stos son los elementos que ponen de mani56
fiesto el sentido, en los cuales se expresan las transformaciones de sentido dadas con los textos evanglicos. De esta manera, se hacen patentes diversas posiciones y escalas de valores entre las que tiene que decidirse el lector. Puesto que al menos en Alemania se trata de experimentos de diverso tipo y procedencia que en parte son todava realmente cuestionables, nos contentaremos con ofrecer una bibliografa abundante para los lectores interesados:
E. Gttgemanns, Offene Fragen zur Formgeschichte des Evangeliums, Munich 1971. El subttulo de este trabajo reza: Ensayo metodolgico sobre la problemtica de base de ia historia de las formas y de la redaccin. El autor seala claramente las insuficiencias de los mtodos de interpretacin antes citados y delinea su programa de exgesis lingistica. Desde entonces vienen apareciendo en la revista Lingistica Bblica, por l fundada, estudios tericos sobre la potica generativa del Nuevo Testamento, asi como ensayos de interpretacin de textos concretos. Desgraciadamente, el programa de Gttgemanns coincide en gran parte con el hipertrofiado metalenguaje de algunas escuelas lingsticas y, por otra parte, los resultados prcticos contrastan an demasiado con las elevadas aspiraciones tericas. D. Dormeyer, Religise Erfahrung und Bibel, Dusseldorf 1975. El autor, orientado hacia la pedagoga de la religin, defiende desde hace aos en numerosas publicaciones una enseanza lingistico-estructural de la Biblia. Para ello, se ha confeccionado un mtodo, tomando elementos de diversas escuelas lingisticas, que es juzgado muy escpticamente por los especialistas. Cf. Religionspdagogische Beitrge 1 (1978) 5-7. A. Stock, Umgang mit theologischen Texten, Zrich-EinsiedelnColonia 1975. Este autor, natural de Colonia y procedente tambin de la pedagoga religiosa, ofrece en esta obra y en otras muchas publicaciones muestras de un anlisis estructural-semntico de los textos bblicos. Parece que su mtodo es digno de un gran respeto. Lo mismo tenemos que decir de F. Schnider, Die verlorenen Shne, Friburgo de Bris.Gotinga 1977 (estudio analitico-estructural y crtico-histrico de Le 15). J. Delorme (dir.), Signes etparaboles, Seuil, Pars 1977; trad. cast.:
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Signos y parbolas, Cristiandad, Madrid 1979. Esta obra representa el, hasta ahora, ms sazonado fruto de los esfuerzos por desentraar textos evanglicos (parbolas e historias de milagros) mediante anlisis estructurales narrativos y discursivos. Quien quiera informarse de las bases ideolgicas del estructuralismo y de la discusin sobre los mtodos en general, puede recurrir a las siguientes publicaciones: G. Schiwy, Neue Aspekte des Strukturalismus, Munich 1971. Cf. de este mismo autor en cast.: Iniciacin al Nuevo Testamento, Sigeme, Salamanca 1969. A.J. Greimas, Semntica estructural, Gredos, Madrid 21976. J.M. Broekman, El estructuralismo, Herder, Barcelona 21979. X. Lon-Dufour (dir.), Exgesis y hermenutica, Cristiandad, Madrid 1976. P. Ricoeur, Le conflit des interprtations. Essai d'hermneutique, Pars 1960. P. Stuhlmacher, Schriftauslegung auf dem Wege zur biblischen Theologie, Gotinga 1975. W. Wink, Bibelauslegung ais Interaktion. ber die Grenzen historisch-kritischer Methode, Stuttgart 1976 (titulo americano: TheBible in Human Transformation, Filadelfia 1973). T. Aurelio, Disclosures in den Gleichnissen Jesu. Eine Anwendung der disclosure-Theorie von I.T. Ramsey, der modernen Metaphorik und der Theorie der Sprechakte auf die Gleichnisse Jesu, Francfort 1977. Esta disertacin ofrece una buena introduccin a los mtodos interpretativos lingsticos y de lafilosofadel lenguaje. Cf. en cast.: Iniciacin en el anlisis estructural, Verbo Divino, Estella 21980.
Introduccin especial
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La tradicin puesta por escrito en el Nuevo Testamento se alimenta dicho con cierta simplificacin de dos fuentes principales: de la tradicin acerca de Jess, que arranca de la poca prepascual, y del kerygma acerca de Cristo inspirado por la fe pospascual. A pesar de que ambas formas tienen un origen temporal distinto, en cuanto a su contenido objetivo se entrelazan de manera indisociable. Efectivamente, podemos admitir la posibilidad de que algunas palabras y hechos de Jess hayan podido transmitirse e incluso haber sido puestos por escrito independientemente de la subsiguiente fe pascual, pero la predicacin de la cruz y la resurreccin es totalmente impensable, al menos al principio, sin una cierta medida de tradicin acerca de Jess. Por otro lado, tambin la tradicin acerca de Jess experiment muy pronto la influencia del kerygma pascual acerca de Cristo, de manera que se lleg a un amplio intercambio de situaciones, concepciones, informaciones e interpretaciones. Este hecho ha conferido una dificultad especial a la tarea de juzgar sobre la autenticidad histrica de las tradiciones. A pesar de todo, no parece condenado completamente al fracaso el intento de buscar materiales de tradicin provenientes del tiempo del Jess histrico.
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1.1. Tradiciones prepascuales acerca de Jess La predicacin de Jess se caracteriz por la utilizacin de unas formulaciones intuitivas y atrayentes, captadas por los oyentes sin la menor dificultad. Fue de las breves sentencias de carcter proverbial, y, adems, de las parbolas y de los poemas didcticos, de donde partieron los primeros estmulos para la formacin de la tradicin. Si es correcta la afirmacin de que Jess envi a los discpulos para que dieran a conocer entre el pueblo su mensaje del reino de Dios utilizando frmulas fijas, incluso desde el punto de vista lingstico, se explicara complementariamente por qu los logia conservaron su resonancia aramea original aun en su traduccin griega (cf. H. Shrmann, Die vorsterlichen Anfnge der Logientradition, en su obra Traditionsgeschichtliche Untersuckungen zu den synoptischen Evangelien, Dusseldorf 1968, 53). Otro problema ms difcil es el de determinar si ya antes de Pascua se narraron historias de la actuacin de Jess, de sus curaciones y exorcismos, de sus enfrentamientos y discusiones con los escribas o de otros acontecimientos relacionados con l. Puede afirmarse con toda seguridad que el material narrativo, tal como aparece en los evangelios, fue formulado y transmitido a partir del acontecimiento pascual. Esto no excluye, sin embargo, que las narraciones transmitan tanto una impresin general esencialmente correcta de la actuacin de Jess como el hecho de que el examen preciso de relatos concretos demuestre que encierran recuerdos histricos exactos. Ejemplos: A las palabras que podran provenir de la predicacin del Jess terreno y del crculo de sus discpulos pertenecen: El anuncio del reino de Dios (Me 1,15; Le 11,20; 17,20 hasta 21). 62
-Parbolas del reino de Dios (Me 4,26-29; Mt 13,4446; 20,1-15). -Macarismos (Le 6,20-21; 10,23-24; Mt 11,5.25). Exhortaciones a la penitencia y dichos referentes al juicio (Le 6,24-25; 13,2-5; Mt 5,29-30; 11,21-24; Me 8,3638). Dichos relacionados con sus discpulos y el seguimiento (Mt 4,19; 8,22; 10,37-39;19,28). Poemas didcticos y narraciones ejemplares (Mt 6,18.16-18; 6,15 hasta 34; Le 10,30-35; 15,11-32). -Interpretaciones de la ley (Mt 5,21-48; 19,4-8; Me 2,27). Dichos polmicos (Me 2,17; 3,4; 7,11; 8,12; Mt 23,13.25-28). Entre las historias que, no obstante su sello pospascual, provienen de acontecimientos que tuvieron lugar durante la vida terrena de Jess, podemos contar: El bautismo de Jess por Juan (Me 1,9). La actividad predicadora de Jess (Me 1,14-15 y otros). El llamamiento de los discpulos (Me 1,16-20). Curaciones de enfermos (Me 1,29-31). Expulsiones de demonios (Me 1,23-26; 3,22-30). Controversias con los escribas (Me 2,6-9.16.24 y otros). Comidas con pecadores (Me 2,13-17; Le 19,1-10). La historia de la pasin (Me 14-15 y paralelos). Estos ejemplos nicamente pretenden ofrecer una primera orientacin y no deberan ser entendidos como juicio definitivo sobre la historicidad de cada uno de los textos concretos.
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1.2. El kerygma pascual acerca de Cristo El Nuevo Testamento contiene trozos de tradicin que reproducen, en parte literalmente, la ms antigua predicacin apostlica. De ello se desprende que, desde los inicios, al kerygma le fueron asignadas dos tareas, una orientada hacia fuera y la otra hacia dentro: la predicacin misionera para la captacin de creyentes y la catequesis comunitaria que ordenaba la fe y la vida de los ya cristianos.
1.2.1. El kerygma misionero Mediante las apariciones pascuales, Pedro y los restantes discpulos llegaron a la fe de que el Jess crucificado haba sido resucitado por Dios. Esta fe significaba para ellos la obligacin de llamar a la misma fe a sus compatriotas que an no conocan a Jess o que lo haban rechazado, y la tarea de constituir una comunidad. Carecemos por completo de testimonios escritos directos de esta predicacin primersima en lengua aramea. Las predicaciones de Pedro de los Hechos de los apstoles (Act 2,14-36; 3,12 hasta 26; 4,8-12; 5,29-32 entre otras), en las que el lector de la Biblia podra ver transcripciones literales de la ms antigua predicacin a los judos de Jerusaln, han sido consideradas por la investigacin crtica como elemento literario del que se sirvi Lucas para presentar la historia. Una observacin sencilla convence de la exactitud de este juicio crtico: Pedro cita repetidas veces en sus discursos la Biblia griega (Septuaginta), incluso en pasajes en los que su texto difiere del original, el texto hebreo, y ste no podra servir de prueba (por ej.: Act 2,25-31 = Sal 16,8-11 en los LXX). Con todo, es completamente seguro que Lucas, en la composicin de las 64
predicaciones misioneras, utiliz frmulas conservadas en los textos litrgicos y que, en general, ofrecen una impresin correcta de la ms temprana predicacin acerca de Cristo. Por lo que se refiere a la frmula de fe de ICor 15,3-5, citada por Pablo como paradosis (tradicin), tampoco puede ser utilizada de manera ilimitada como testimonio a favor del kerygma apostlico de la primera comunidad. Por una parte, no tenemos completa seguridad de si el texto se form en Jerusaln o en ambientes judeocristianos helensticos de Siria (Antioqua). Y, en segundo lugar, tendramos que partir de l, como frmula de confesin de fe, para llegar a la predicacin misionera que subyacera en l. Pero la idea de la muerte expiatoria, claramente expresada, hace que dudemos, con razn o sin ella, de un origen en el ambiente palestino. Indudablemente, la predicacin misionera tuvo que recordar los hechos de la pasin y muerte de Jess de manera que, ya muy pronto, se formara un relato oral coherente de la pasin. Esta historia de la pasin, que ms tarde, ya en forma escrita, tuvo delante el Evangelio de Marcos, interpret la muerte de Jess a la luz del justo inocente perseguido que, como se repite frecuentemente en los salmos, es acosado por sus enemigos y aparentemente abandonado por Dios, pero que, sin embargo, es liberado de todas sus tribulaciones (cf. la cita del Sal 22 en Me 15). Estos y otros textos permiten, al menos, sacar conclusiones acerca del contenido de la ms antigua predicacin misionera a los oyentes judos: Dios resucit a Jess crucificado, a quien constituy Mesas de Israel. El Mesas Jess (Jess el Cristo) vendr pronto, en un futuro inminente, del cielo como Hijo del hombre, para celebrar juicio y rescatar a los que creen en l. 65
Dios concede el perdn de los pecados y la esperanza de la salvacin eterna a todos los que reciben el bautismo en el nombre de Jess.
1.2.2. La catequesis comunitaria A pesar de que los creyentes en Jess no queran separarse del judaismo, sino que continuaban acudiendo al templo de Jerusaln (Act 2,46) y observando la Ley, sin embargo poco a poco desarrollaron sus propias formas de praxis religiosa y de convivencia. Para ello, recurrieron tanto a las indicaciones del Jess terreno como a la autoridad que el resucitado haba conferido a los doce para formar comunidades. De ah, que los interesados en este proceso se sintieran legitimados para acomodar los dichos de Jess a la situacin pospascual o para establecer las reglas correspondientes en nombre del glorificado. Adems, la catequesis comunitaria ech mano del rico y abundante tesoro de la parnesis contenida en el Antiguo Testamento y en las tradiciones del judaismo intertestamentario (exhortaciones edificantes, correcciones). Por lo que se refiere a la organizacin y a la disciplina, pudo suceder que se siguiera el ejemplo de otros grupos judos (por ejemplo, de Qumrn). As, a pesar de que la catequesis (el material catequtico) se alimentara de fuentes diversas, logr una unidad mediante la referencia a Jess, Hijo del hombre y Mesas cuya parusa se esperaba. A la catequesis de la comunidad de los primeros tiempos apostlicos pertenecan, entre otros, los siguientes temas: Bautismo (preparacin, frmula bautismal, confesin de fe, parnesis). Oraciones (Padrenuestro, oracin en el nombre de Jess, certeza de ser escuchado). 66
Comunidad de mesa (gape de los discpulos, milagro de la multiplicacin de los panes, tradicin de la cena del Seor). Matrimonio (prohibicin del divorcio). Perdn y reconciliacin (amor al prjimo y al enemigo, renuncia al odio, a la violencia y a la represalia). Cuidado de los pobres (peligros de la riqueza, compasin y ayuda diligente). Disciplina penitencial (correccin fraterna, exclusin de la comunidad).
G. Bornkamm, Jess de Nazaret, Sigeme, Salamanca 21977. K. Kertelge, Rckfrage nach Jess, Quaestiones disputatae 63, Friburgo de Brisg. 1974 (sobre la metodologa e importancia del problema del Jess histrico). L. Goppelt, Theologie des Neuen Testaments, I: Jesu Wirken in seiner theologischen Bedeutung, H: Vielfalt und Einheit des apostolischen Christuszeugnisses, Gotinga 1975-1976.
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Con el concepto de balance, tomado de las ciencias econmicas, queremos expresar dos cosas: que las tradiciones de la primera comunidad continuaron desarrollndose en el judeocristianismo helenista y con ocasin de la incipiente misin a los gentiles, y que fue en zonas de habla griega donde aparecieron los primeros testimonios escritos de la predicacin cristiana, aunque la existencia de los mismos slo podamos afirmarla a modo de conclusin hipottica.
2.1. Ulterior desarrollo de la tradicin De momento disponemos de escassima informacin sobre el nacimiento del judeocristianismo helenista. De los datos fragmentarios y no siempre unvocos de los Hechos de los apstoles se desprende que, poco tiempo despus de la muerte de Jess, tanto en Jerusalen como en el rea siria (Damasco, Antioqua), surgieron comunidades formadas de judos de la dispora que hablaban griego. El paso al mundo helenstico traera consigo consecuencias de alcance mundial, pero totalmente imprevisibles al principio, ya que los puntos de coincidencia entre hebreos y helenistas 68
como designa a ambos grupos el libro de los Hechos (Act 6,1 se sobrepusieron al principio a lo que ms tarde constituira factor de separacin. As pues, bastar con que nos refiramos, de momento, a algunas tendencias y puntos claves que, con el paso del tiempo, adquiriran consistencia creciente: a) Los judeocristianos helenistas utilizaron la Biblia griega, la Septuaginta (LXX), y se adhirieron al mtodo de interpretacin alegrica, tal como fue practicada en el judaismo de la dispora (por ejemplo, por Filn de Alejandra). De esta manera, la versin de los LXX se convirti en una especie de Biblia cristiana en la que los escribas del Nuevo Testamento encontraron testimoniada no slo la vida, actuacin, padecimiento y muerte de Jess, sino tambin su resurreccin, exaltacin y glorificacin (cf. ICor 15,3-4: segn las Escrituras). La mayora de las citas veterotestamentarias que aparecen en el Nuevo Testamento han sido tomadas del texto de los LXX, incluso en pasajes en los que el texto de sta se aparta del hebreo. Esto llev a que los padres de la Iglesia opinaran que la traduccin griega de la Biblia habra sido inspirada inmediatamente por el Espritu Santo, problema sobre el que en la actualidad apenas se sigue reflexionando. b) El judaismo de la dispora estaba mucho ms sometido a las mltiples influencias del pensamiento helenstico y de la religiosidad pagana sincretista. Esto tuvo consecuencias positivas y negativas. Fue positivo el hecho de que se viera confrontado intelectualmente con concepciones de la filosofa y de la tica griegas, a pesar de que la discusin fuera, en muchos casos, superficial y condujera a concepciones popularizadas en los niveles medio o bajo. Por el contrario, ejercieron una influencia negativa las concepciones mitolgicas, ampliamente difundidas en el helenismo, as como las prcticas mgicas y supersticiosas, ntima69
mente unidas a aquellas concepciones. El rechazo del mundo, la creencia en los astros, el temor a los demonios, favorecieron formas extraas de religiosidad; los piadosos oscilaron frecuentemente entre el ascetismo extremo y el libertinaje ms desenfrenado. La predicacin cristiana no pudo por menos de tener en cuenta estas situaciones, ya fuera para defenderse polmicamente contra ellas o para una aceptacin crtica prudente de concepciones que podan servir de puntos de apoyo a la predicacin misionera. Los escritos del Nuevo Testamento ponen de manifiesto, en numerosas ocasiones, hasta qu punto el evangelio estaba amenazado por falsas interpretaciones y malentendidos en el mbito helenstico. c) Muchos paganos, especialmente mujeres de la alta sociedad, se sintieron atrados por el judaismo, por su claro monotesmo y elevada moral. De ah que a las comunidades judas de la dispora no pertenecieran slo judos de nacimiento, sino tambin gentiles que, como los proslitos, haban abrazado plenamente la religin juda, o que, como los temerosos de Dios, estaban dispuestos a observar al menos los mandamientos principales del judaismo. Fueron precisamente estos gentiles judaizantes quienes ms abiertos se mostraron frente a la predicacin cristiana. Su bautismo fue un paso importante en el camino hacia la misin de los gentiles. Pero, al mismo tiempo, se plante el problema de si los gentiles tenan que hacerse primero judos o podan ser bautizados sin necesidad de someterse a la circuncisin y a la aceptacin de la Ley.
2.2. Primeros testimonios escritos No conocemos ni un solo escrito cristiano del siglo I que haya sido redactado en arameo o en hebreo. No de70
heramos considerar esto como casualidad, ya que no tenemos ningn punto de apoyo fiable para afirmar que existieran alguna vez tales escritos, por ejemplo un protoevangelio arameo o, incluso, hebreo. Por el contrario, nuestros evangelios cannicos presuponen sin lugar a dudas la existencia de fuentes escritas en lengua griega. Se tratara de colecciones ms o menos extensas de dichos de Jess, narraciones, dilogos instructivos o polmicos para uso de los misioneros y de la catequesis comunitaria. a) La ms conocida es la fuente Q, tambin llamada fuente de los logia o fuente de los discursos, que, juntamente con el Evangelio de Marcos, habra servido a los dos grandes Evangelios de Mateo y Lucas como fuente principal. Contiene casi exclusivamente material discursivo. Incluso en las contadas narraciones (historia de las tentaciones, centurin de Cafarnan) subyace la intencin de presentar la Palabra como fuerza que da vida y salvacin (Mt 4,4 y paralelos; 8,8 y paralelos). Adems, esta coleccin tiene ya una clara importancia teolgica: son palabras de revelacin que el Padre ha entregado al Hijo para que ste las descubra a los pequeuelos (Mt 11,2527 y paralelos), son palabras del Seor (cf. Le 6,46 y paralelos; ICor 7,10) segn las cuales el hijo del hombre juzgar a los creyentes cuando venga. Puesto que Q no se ha conservado como escrito independiente, existen discusiones acerca de su amplitud original, de la ordenacin del material o de la historia precisa de su nacimiento. Dentro del objetivo que nos hemos trazado de describir la formacin del Nuevo Testamento desde sus mismas fuentes, nos basta aqu con afirmar el hecho de que amplias partes de la enseanza de Jess fueron fijadas por escrito, presumiblemente, ya en la dcada de los aos cuarenta. b) Junto a la coleccin de los dichos del Seor podemos presuponer una temprana recopilacin de dilogos instruc71
tivos y polmicos un gnero raramente presente en Q (Mt 12,22-30 y paralelos: la disputa en torno a Beelzebul). Sacados del recuerdo histrico o situados en un escenario tpico, los dilogos de Jess con sus adversarios o con sus discpulos quieren dar orientaciones vinculantes para determinadas cuestiones de la vida de la comunidad: mandamiento del sbado, ayuno, leyes de pureza, perdn de los pecados, divorcio, riqueza y seguimiento, vigencia de la Ley, actitud frente a las autoridades romanas, tema de la resurreccin y otros (cf. Me 2,1-3,6; 10,2-31; 12,13-34). Es interesante observar que algunos dichos de Jess, transmitidos aisladamente en Q, constituyen el centro de un dilogo instructivo o polmico en la coleccin premarcana: pensemos, por ejemplo, en el rechazo de la exigencia de seales (Le 11,29 y paralelos=Mc 8,11-13) y en la prohibicin de divorcio (Le 16,18 y paralelos=Mc 10,2-12). Muy pronto se sinti la necesidad de situar los dichos concretos en un marco, lo que significaba, al mismo tiempo, una historizacin y una interpretacin: se cre de nuevo una concatenacin ms slida de la tradicin con el Jess terreno; su palabra adquiri perfiles ms destacados sobre el trasfondo de concepciones judas. Fue sta una etapa esencial en el camino hacia la formacin de los evangelios. c) Muy probablemente, los misioneros cristianos que actuaban en el mundo helenista llevaban consigo tambin colecciones escritas de historias de milagros. En ellas se presentaba a Jess como sanador y ayuda dotado de fuerzas sobrenaturales, que vence toda necesidad humana, somete los malos espritus y llega a triunfar sobre la misma muerte. Tales historias podan 'despertar en los oyentes paganos la fe en la filiacin divina de Jess, pero tambin podan suscitar la falsa creencia de que la filiacin divina era comparable con las antiguas concepciones de los semidioses y hroes que actuaban en el mundo (cf. el punto de 72
vista crtico de la historia de las tentaciones: Mt 4,3-7 y paralelos). Frente a tales peligros, los misioneros tenan que indicar que las narraciones deban ser entendidas desde su trasfondo veterotestamentario y que Jess haba respondido al modelo de los hombres de Dios y de los profetas del Antiguo Testamento y no al de los mitos paganos de los dioses. Por lo que se refiere a las dimensiones de esa coleccin premarcana de milagros, apenas puede alcanzarse seguridad. En su comentario del Evangelio de Marcos (I 34.277-281), Rudolf Pesch incluye en esta coleccin los siguientes textos: Me 3,7 12; 4,1.35-41; 5,1-43; 6,32-56, lo que no deja de ser una suposicin excesivamente optimista. d) Entre los testimonios griegos a los que el Evangelio de Marcos podra recurrir ms tarde se encontraba, especialmente, la historia de la pasin. Se hablaba ya de ella en conexin con el kerygma apostlico ms antiguo y no existe la menor duda de que los rasgos fundamentales de un relato de la pasin fueron conocidos en todas las comunidades cristianas. As se explica muy bien por qu la fuente de los logia Q no contena tradicin alguna acerca de la pasin: se la recitaba tan frecuentemente en el culto que no era realmente necesario consignarla por escrito. Por esta razn resulta difcil determinar con precisin el tiempo en que se produjo el paso de la tradicin oral relativamente fija a una forma escrita de la historia de la pasin. La estabilidad de que estuvo dotada la tradicin se pone claramente de manifiesto en un punto decisivo. A pesar de que los judeocristianos helenistas reinterpretaron la muerte de Jess de manera distinta, como sacrificio expiatorio y padecimiento vicario en el sentido del Siervo de Dios del Deuteroisaas (Is 53), la historia de la pasin conserv su aire antiguo, continu describiendo los acontecimientos en lenguaje bblico y de acuerdo con la imagen del justo injustamente perseguido. Las mutaciones se llevaron a cabo, ms 73
bien, introduciendo nuevas percopas de carcter meditativo, edificante y parentico. Si trazamos una panormica de la totalidad de las tradiciones habladas y escritas que se predicaron, ensearon, practicaron y celebraron en las comunidades con formas y matices diversos, sin duda podemos decir lo siguiente sin caer en exageracin: incluso antes de que fuera redactado el primer escrito que posteriormente entrara en el canon (Primera carta a los tesalonicenses, hacia el ao 50 d.C.) ya exista un Nuevo Testamento, una predicacin apostlica que arrancaba del Jess terreno y que fue legitimada por la autoridad divina de Cristo resucitado.
P. Homann, Studien zur Theologie der Logienquelle, Mnster 1972. S. Schulz, Q. Die Spruchquelle der Evangelisten, Zurich 1972.
Las cartas del apstol Pablo son los documentos literarios ms antiguos del cristianismo que fueron recogidos en el canon. Se trata de escritos ocasionales que fueron redactados partiendo de situaciones determinadas. Esto las distingue de las colecciones ms sistemticas que debimos presuponer en las comunidades de los aos cuarenta. Puesto que la existencia de las cartas y su contenido dependieron en gran medida de las respectivas circunstancias en las que se encontraban la misin paulina, las comunidades, el Apstol, sus colaboradores y oponentes, sera sumamente peligroso hacer de las cartas la medida nica de lo que los cristianos creyeron e hicieron en los aos cincuenta. A pesar de toda su importancia, no presentan sino un segmento limitado del devenir y vida del cristianismo naciente. No conviene perder jams de vista la totalidad del desarrollo. Naturalmente, la dificultad reside en que no disponemos de otros testigos contemporneos. Lo que nos cuentan los Hechos de los apstoles acerca de los viajes misioneros de Pablo fue consignado por escrito haciafinalesdel siglo I, aunque para ello se utilizaran fuentes y tradiciones de mayor antigedad. La investigacin en torno a los Hechos de los apstoles ha demostrado que no siempre es posible
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casar los datos lucanos con las indicaciones de las cartas paulinas. Y ello dejando a un lado el hecho de que tambin los Hechos de los apstoles nos ofrece unos retazos muy fragmentarios. Por consiguiente, lo mejor ser limitarnos en un principio a aquellos datos lucanos que, en cada caso, son tiles para la comprensin de cada una de las cartas. Todo lo restante, es decir, la vida, actuacin y muerte del Apstol, deber ser tratado posteriormente en el marco de los Hechos de los apstoles.
gentilidad, haban recibido una instruccin corta e incompleta. Sus conciudadanos paganos los haban perseguido (2,14), tal como Pablo les haba anunciado cuando se encontraba an entre ellos (3,4); pero se comportaron de manera valerosa (1,6; 3,6). La espera de la parusa inminente haba conducido a la exaltacin apocalptica y a determinadas incertidumbres acerca, por ejemplo, de la suerte que aguardaba a los miembros de la comunidad fallecidos o del momento de la parusa (4,11-5,11).
3.1. La primera carta a los Tesalonicenses (ITes) Tesalnica (Saloniki) era la capital de la provincia romana de Macedonia. Pablo fund la comunidad en el ao 50 d.C, durante su segundo viaje misionero (cf. Act 17,19). Se compona mayoritariamente de cristianos venidos de la gentilidad (ITes 1,9). Pablo escribi esta carta, desde Corinto, pocos meses despus de haber abandonado la comunidad. En un primer momento, el Apstol, estando an en Atenas, haba querido volver a Tesalnica, pero se lo impidi tal vez una enfermedad (2,18; cf. 2Cor 12,7) y envi a su colaborador Timoteo para que se informara de la situacin en que se encontraba la comunidad. Cuando Timoteo volvi con buenas noticias, Pablo revivi y expres su alegra agradecida en esta carta (cf. 2,17-3,10). 3.1.2. Reaccin del Apstol El contenido y peculiaridad de la carta estn condicionados en gran medida por estas circunstancias: En conjunto, predomina el reconocimiento agradecido y alegre (1,2-8; 2,13.19-20; 3,9). Les recuerda la/e y las normas de vida que ya antes les haba comunicado (1,9-10; 4,1-12). Responde a algunas cuestiones sobre la parusa an no clarificadas (4,13-18). Adems, la fuerte presencia de los recuerdos personales y de las reflexiones del Apstol (2,1-12.17-18; 3,1-10) caracteriza la carta y la vincula a las restantes cartas paulinas. Se ve en ella hasta qu punto Pablo se ha identificado con el evangelio cuya predicacin le fue encomendada y que l comunic a sus comunidades de manera profundamente humana. Ya aqu, el escritor epistolar que es Pablo pone de manifiesto su gran corazn, necesitado y rebosante de cario: sensible, vulnerable y dispuesto a cualquier sacrificio.
3.1.1. Situacin de la comunidad La situacin de la comunidad se caracterizaba por las siguientes circunstancias: Los creyentes, que provenan en su mayora de la 76
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3.1.3. Pasajes importantes de la carta Merecen ser destacados: 1,9-10 Resumen del kerygma misionero ante los gentiles (Abandono de los dolos, conversin al Dios vivo y verdadero, fe en la resurreccin y en el retorno de Jess). 2,13 La predicacin apostlica es palabra que proviene de Dios. 2,15 Dura polmica contra los judos que no aceptan su mensaje. 4,17 Pablo espera vivir todava personalmente la parusa. 5,12-13 Existen ya en la comunidad personas con plenos poderes para dirigir y tomar medidas disciplinarias.
H. Schrmann, Primera carta a los Tesalonicenses, Herder, Barcelona 21975. H. Schlier, El Apstol y su comunidad, Fax, Madrid 1974. K. Staab-N. Brox, Cartas a los Tesalonicenses. Cartas de la cautividad. Cartas pastorales, Herder, Barcelona 1974. B. Hennecken, Verkndigung und Prophetie im I. Thessalonicherbrief, Stuttgarter Bibelstudien 29, Stuttgart 1966.
cia septentrional) o a las comunidades de Pisidia y Licaonia fundadas en el primer viaje misionero del Apstol (hiptesis de la Galacia meridional). Motivos de peso considerable inclinan hoy a la mayora de los estudiosos del tema hacia la hiptesis de la Galacia septentrional, donde Pablo fund comunidades de cristianos provenientes de la gentilidad durante su segundo viaje misionero (cf. Act 16,6). El Apstol habra visitado de nuevo estas comunidades al comienzo de su tercer viaje misionero (Gal 4,13; 5,7; cf. Act 18,23). Poco tiempo despus habra sido informado de la agitacin judaizante en las comunidades y habra enviado la carta desde feso (52/53 d.C).-
3.2.1. Situacin de las comunidades a) Misioneros judaizantes (judeocristianos extremistas fieles a la Ley) haban irrumpido en las comunidades fundadas por Pablo y haban explicado a los creyentes que slo podran salvarse si se sometan a la circuncisin y observaban la totalidad de la Ley juda. Parece que su predicacin estuvo acompaada por el xito. b) Probablemente, estos mismos misioneros judaizantes introdujeron diversas prcticas supersticiosas (veneracin de los espritus elementales, observancia de la luna nueva y de otros das del calendario). Todo esto podra indicar que aquellas personas provenan de un judaismo sincretista, con tendencias gnsticas. c) Algunas de las expresiones polmicas de la carta dan la impresin de que en las comunidades existieron tambin fanticos y libertinos que interpretaron equivocadamente el concepto paulino de libertad frente a la Ley y que habran practicado un desenfreno contrario al espritu. Con todo, no tenemos seguridad alguna para decidir si Pablo sostiene 79
3.2. Carta a los Glatas (Gal) Glatas (=celtas) se llamaron los pobladores de las regiones que rodeaban la actual Ankara (Ancyra), capital de Turqua, quienes haban emigrado de las Galias hacia el ao 280 a.C. Cuando, en el ao 25 a.C, el reino de los glatas se convirti en provincia romana, tambin las comarcas meridionales de Pisidia y Licaonia recibieron el nombre oficial de Galacia. De ah que, en la introduccin al Nuevo Testamento, se discuta si Pablo escribi la carta a los habitantes de la Galacia primitiva (hiptesis de la Gala78
su postura polmica con un solo adversario o si combate contra diversos frentes. Alguien ha sospechado que Pablo no habra estado suficientemente informado acerca de las posiciones de sus adversarios y, en consecuencia, les habra atribuido opiniones totalmente impropias de ellos (Marxsen). En cualquier caso, la carta, como casi todas las restantes cartas paulinas, ofrece enigmas insolubles a la exgesis. Tales dificultades interpretativas no derivan nicamente de nuestra falta de conocimiento de las circunstancias histricas, sino tambin del carcter impulsivo y discontinuo del razonamiento paulino.
justificacin por la fe con independencia de la Ley. Aqu estn los puntos claves de la carta: en la ferviente confesin de Cristo crucificado, en la perspectiva histrico-salvfica del ejemplo de Abraham, en la rica e intuitiva contraposicin de Ley y libertad (2,11-4,31). d) Las ltimas secciones advierten sobre el abuso de la libertad cristiana y cargan el acento sobre la base de la convivencia fraterna, la Ley de Cristo (5,13-6,10). En una grandiosa conclusin escrita de su puo y letra, resume Pablo sus principales preocupaciones: no es la circuncisin la que convierte a la persona en nueva criatura, sino nicamente la cruz de Cristo (6,11-18).
3.2.2. Reaccin del Apstol 3.2.3. Pasajes ms importantes de la carta a) En la carta Pablo se manifiesta airado y profundamente desilusionado; es como si se le hubiese atacado personalmente. En lugar del usual comienzo con la accin de gracias, se abre la carta con una reprimenda a la comunidad y con la maldicin de todos los que predican otro evangelio (1,6-9). La emocin apasionada interrumpe repetidamente el flujo de la exposicin biogrfica y teolgica que tiende hacia una mayor serenidad (3,1-5; 4,811; 5,1-12; 6,7-8.12-13). b) En una primera seccin ms larga, Pablo defiende su llamamiento al apostolado, vocacin negada por sus adversarios (1,10-2,10). Esta seccin es de gran importancia para entender la biografa de Pablo, su idea del apostolado y las relaciones que mantena con la primera comunidad cristiana de Jerusaln. c) Inmediatamente despus del relato del llamado incidente de Antioqua (discusin con Pedro, quien quera mantener alejados a los cristianos gentiles de la comunidad de mesa), Pablo pasa a la fundamentacin teolgica de la 80 1,7 Ningn otro evangelio. 1,13-16 Pablo como judo fiel a la Ley, perseguidor de la Iglesia, su llamamiento para Apstol de los gentiles. 2,1-10 Segundo viaje a Jerusaln (concilio de los Apstoles). Vase la presentacin no coincidente relatada en Act 15. 2,11-14 Discusin con Cefas (Pedro) en Antioqua. 2.19 Yo he sido crucificado con Cristo. 2.20 Y, vivo, pero no yo, sino que es Cristo quien vive en m. La vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me am y se entreg por m. 3,13 Cristo nos rescat de la maldicin de la Ley, hacindose l mismo maldicin por nosotros. 3.27 Cristo como vestido que nos ponemos en el bautismo. 3.28 Ya no hay judo ni griego; ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jess. 81
4,4 Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envi Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley. 4,6 La prueba de que sois hijos de Dios es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espritu de su Hijo que clama: \Abba, Padre! 4,19 Pablo sufre por los glatas, sus hijos nuevos dolores de parto, hasta ver a Cristo formado en vosotros. 5,1 Cristo nos ha liberado y ahora somos libres. 5,6 Lo que importa en Cristo Jess es la fe, que acta por la caridad. 5,13 Porque, hermanos, habis sido llamados a la libertad; slo que no tomis de esa libertad pretexto para la carne; antes al contrario, servios por amor los unos a los otros. 5,18 Pero si sois conducidos por el Espritu, no estis bajo la ley. 5,19-23 Obras de la carne frutos del Espritu (catlogo de virtudes y vicios). 6,2 Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas y cumplid as la ley de Cristo. 6,7 No os engais; de Dios nadie se burla. Pues lo que uno siembre, eso cosechar. 6,9 No nos cansemos de obrar el bien. 6,14 En cuanto a m Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Seor Jesucristo, por la cual el mundo fue crucificado para m y yo para el mundo. 6,17 Llevo sobre mi cuerpo las seales (estigmas) de Jess.
H. Schlier, La carta a los Glatas, Sigeme, Salamanca 1975. F. Mussner, Der Galaterbrief (Herders Theol. Komm. NT 9), Friburgo de Brisg. 1975. O. Kuss, Carta a los Romanos, Cartas a los Corintios, Carta a los Glatas, Herder, Barcelona 1976. O. Schneider, La carta a los Glatas, Herder, Barcelona 31980.
J.-M.a Gonzlez Ruiz, Epstola de san Pablo a los Glatas, Fax, Madrid 21972. Ms en general sobre la interpretacin neotestamentaria de la libertad: J. Blank, Das Evangelium ais Garantie der Freiheit, Wrzburg 1970.
3.3. Cartas a los Corintios (1 y 2Cor) Entre Pablo y la comunidad de Corinto existi una correspondencia ms amplia de lo que permiten suponer nuestras dos cartas cannicas supervivientes. Estas mismas testifican concretamente tanto la existencia de un escrito que precedi a ICor (cf. ICor 5,9) como tambin la independencia original de varias partes de cartas que fueron reunidas para formar una carta en 2Cor. Puesto que se trata de al menos cuatro cartas que han sido conservadas total o parcialmente en ambas cartas cannicas a los corintios, es aconsejable seguir una presentacin cronolgica ordenada.
3.3.1. La carta perdida Corinto, capital de la provincia romana de Acaya, era una ciudad portuaria famosa por su proverbial inmoralidad. Durante los dieciocho meses que permaneci all (5051 d.C), Pablo fund una comunidad compuesta de judos y gentiles (Act 18,11). En su tercer viaje misionero permaneci aproximadamente tres aos en feso (54-57), desde donde mantuvo una estrecha relacin, mediante cartas y visitas, con la comunidad de Corinto. Nada sabemos acerca de la fecha en que fue escrita la carta que se menciona en ICor 5,9, ni de su contenido. 83
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Pablo menciona nicamente un punto, la exhortacin a no convivir con inmorales. Como se interpretar posteriormente en ICor 5,10-13, se piensa en el distanciamiento de los miembros de la comunidad que llevan una vida inmoral y viciosa. Al parecer, los corintios haban entendido la exhortacin en un sentido ms amplio y reprochan al Apstol el que exija de ellos la completa salida del mundo. No sabemos si las secciones ICor 6,1-11 6,12-20 y 2Cor 6,14-7,1 pertenecieron a la carta perdida.
3.3.2. La primera carta a los Corintios (ICor) 3.3.2.1. Situacin de la comunidad La inseguridad terica y prctica en temas de moral sexual no era el nico punto que ofreca dificultades a los corintios. Haba una serie de malentendidos y de temas sin resolver que influan de manera negativa en la vida de la comunidad: La divisin en varios partidos. En 1 Cor 1,12 se enumeran cuatro grupos divididos entre s: los seguidores de Pablo, los de Apolo, los de Cefas y los de Cristo. Estos ltimos tal vez eran un grupo de pneumticos que slo queran reconocer como autoridad al Cristo exaltado y no al Jess terreno y crucificado. El motivo de la divisin parece haber sido la exagerada afeccin al misionero que los haba convertido y bautizado (1,10-4,21). Problemas en torno al matrimonio y a la virginidad. Junto a los cristianos que llevaban una vida sexual desenfrenada y que llegaban a considerar como permitido el frecuentar las relaciones carnales con las prostitutas, otros opinaban que sera mejor no tocar a mujer alguna (7,1). La postura contraria al matrimonio y al sexo se 84
apoyaba en la idea helenstica de que el cuerpo era algo negativo y perteneca al mundo de lo inferior. Por consiguiente, un pneumtico que vive en el espritu debera mantenerse alejado de las cosas sexuales. Por otra parte, no estaba claro el tema de cmo tenan que comportarse los cristianos que haban contrado matrimonio con paganos (5,1-13; 6,12-7,40). El procesamiento ante tribunales paganos. Algunos cristianos no tenan el menor inconveniente en llevar sus litigios ante jueces paganos. Este hecho corrige la imagen ideal de una comunidad completamente orientada hacia Dios y extraa al mundo (6,1-11). Consumo de carne ofrecida en sacrificio a los dioses. Tambin en este punto se encontraban las opiniones contrapuestas. Mientras unos no tenan reparo alguno en comprar la carne que se ofreca en el mercado, que en su mayora provena de los animales sacrificados en los templos paganos, o en aceptar invitaciones de amigos paganos para participar en banquetes, otros estaban seriamente preocupados pensando que tal comportamiento era pecado (8,1-11,1). Situaciones anmalas en el culto. A este respecto, se trataba, por una parte, de la obligacin de que las mujeres llevaran velo en las reuniones de culto (11,2-16) y por otra, de la correcta celebracin de la cena del Seor (11,17-34). Esencia y jerarqua de los carismas. La comunidad de Corinto poda sentirse orgullosa de poseer numerosos carismas. Pero esto llev a una sobrevaloracin de fenmenos extraordinarios como la glossolalia (hablar exttico en lenguas) en la liturgia de la palabra (12,1-14,40). La resurreccin de los muertos. Algunos corintios confesaban su fe en la resurreccin de Cristo, pero no crean en una resurreccin general de los muertos. No est del todo claro el motivo que les llev a esta curiosa disociacin. O 85
bien negaban solamente la resurreccin corporal, afirmando una inmortalidad natural de las almas, o pensaban que, por medio del bautismo, se haba alcanzado ya el estado de una corporalidad transfigurada (cf. 4,8 (?); 2Tim 2,18). En ambos casos se corra el peligro de entender equivocadamente la fe pascual (15,1-58).
3.3.2.2. Reaccin del Apstol Pablo haba recibido informacin sobre la situacin y los problemas de la comunidad a travs de diversos canales de comunicacin: por los de Cloe (1,11), es decir, mediante los empleados de una mujer de negocios que habitaba en Corinto o en feso, a travs de una embajada oficial de la comunidad (16,17-18: Estfanas, Fortunato y Acaico) y mediante una carta (7,1) que, probablemente, haban trado consigo los enviados. Por consiguiente, resulta difcil admitir la tesis de algunos estudios recientes sobre las cartas a los corintios, segn los cuales habra que suponer que Pablo no tuvo informaciones detalladas y completas sobre las concepciones dominantes en la comunidad. Esto explicara, segn estos investigadores, algunas oscuridades de sus explicaciones (por ejemplo, respecto a la doctrina sobre la sabidura o a la resurreccin de los muertos). El que en ICor, como en las restantes cartas paulinas, resulte difcil entender algunas cosas (2Pe 3,16) se debe, ms bien, a la forma peculiar de escribir del Apstol, que utiliza frecuentemente asociaciones y anttesis de gran eficacia retrica y al hecho de que responde a preguntas concretas enmarcndolas en explicaciones ms generales y de principio. Adems, Pablo tuvo siempre presente el contexto global de los problemas, de manera que nunca se conform 86
con tratar los temas aislados uno despus de otro, sino que vuelve una y otra vez a las causas de la falta de concordia y de otras situaciones anmalas. Como tales preocupaciones fundamentales, presentes en la casi totalidad de la carta, podemos sealar: a) La palabra de la cruz (1,18). Ella es el cimiento profundo de la unidad de la comunidad (1,13.18); en ella se hacen patentes la fuerza y sabidura de Dios, hasta el punto de que toda pretensin humana de poseer la sabidura y la fuerza resulta ridicula (1,18-2,5; 3,18-4,13). Puesto que Cristo muri tambin por los hermanos dbiles, es preciso actuar de manera responsable y considerada a fin de no escandalizarlos consumiendo carne ofrecida a los dolos, aunque tal consumo sea algo en si lcito (8,11). La muerte del Seor es contenido esencial de la predicacin de la cena del Seor, mientras que algunos corintios pretenderan haber visto en ella slo la celebracin entusistica de la anticipacin del banquete de los bienaventurados (11,26). La palabra de la cruz se hace presente tambin cuando Pablo se preocupa de los miembros ms dbiles y pequeos del cuerpo de Cristo (12,22-27). b) La consideracin debida a los otros. Este motivo, unido inseparablemente al mensaje de la cruz, sirve como criterio en muchos temas discutidos: en el matrimonio (7,35.12-16), en la utilizacin del conocimiento de la nulidad de los dioses falsos y en la interpretacin de la libertad cristiana (8,9-13; 9,19-23; 10,23-33), en la celebracin de la cena del Seor (11,21-22,33) y en el juicio acerca de los carismas (12-14). c) La preocupacin por la santidad de la comunidad. Esta preocupacin, sealada ya en el saludo de la carta (1,2) y que domin la carta perdida, se pone de manifiesto especialmente en los captulos 5-6 (caso del incestuoso, del recurso a los tribunales paganos, polmica contra la luju87
ria). Tambin en otros pasajes se exhorta a la santidad (1,30; 3,16-17; 7,14.34). d) Referencia a la tradicin. Pablo alude con llamativa frecuencia a tradiciones comunes de la Iglesia de entonces, probablemente porque los pneumticos de Corinto atribuan mayor peso a sus propias revelaciones. As, en el tema del velo, se pone como argumento final y concluyente la costumbre de las comunidades de Dios (11,16); para el ordenamiento de la celebracin de la eucarista se citan la paradosis de la cena (11,23-25) y, en el captulo de la resurreccin, encontramos el kerygma apostlico de la muerte salvfica, de la resurreccin y de las apariciones de Cristo (15,3-5). Pero tambin aluden a la tradicin pasajes en los que Pablo cita palabras del Seor (7,10.25; 9,14) o recuerda motivos de la coleccin Q (4,5; 6,7-10).
7,12-16 Privilegio paulino (separacin de matrimonio mixto entre cristiano y pagano). 7,29-31 Tener, como si no se tuviera. 8,1 La ciencia hincha, el amor, en cambio, edifica. 8,5-6 Muchos dioses y seores un solo Dios y un solo Seor. 9,24-27 Imagen de la competicin en el estadio. 10,1-13 Tipologa de la peregrinacin de Israel por el desierto. 10,14-22 La eucarista y los banquetes idoltricos. 11,17-34 Reglamentacin de la cena del Seor. 12,1-31 Carismas y cuerpo de Cristo. 13,1-13 El himno al amor. 15,3-5 Kerygma protoapostlico. 16,1-4 Colecta dominical para los santos que viven en Jerusaln.
3.3.2.3. Pasajes importantes de ICor 3.3.3. La carta de las lgrimas (2Cor 10,1-13,10) 1,18-31 Predicacin de la cruz. 2,6-16 Sobre la sabidura. 3,11 Nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo. 3,19 La sabidura de este mundo es necedad ante los ojos de Dios. 3,22-23 Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, el presente, el futuro, todo es vuestro; y vosotros de Cristo y Cristo de Dios. 4,9-13 La existencia del Apstol: espectculo para el mundo, para los ngeles y los hombres. 4,7 Porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado. 6,19 El cuerpo: templo del Espritu Santo; cf. 3,16-17. 7,9 Mejor es casarse que abrasarse. 88 Pablo menciona en 2Cor 2,3-4 una carta que l escribi entre lgrimas a la comunidad. Un creciente nmero de exegetas quiere reconocer esa carta o, al menos, parte de ella en los cuatro captulos de 2Cor 10-13. Por esa razn le dan el nombre de carta de los cuatro captulos.
3.3.3.1 Situacin de la comunidad Penetracin de apstoles itinerantes judeocristianos (2Cor 11,4 hasta 6.13-15.22-23; 12,11). Estos misioneros, portadores de un escrito de recomendacin de la primera comunidad (2Cor 3,1), haban intentado desprestigiar a Pablo todo lo posible y poner de su lado a los corintios uti89
lizando para ello un comportamiento arrogante y fenmenos extraordinarios (revelaciones, milagros). Visita de Pablo que fracasa (2Cor 12,14; 13,1-2). Al ver que Timoteo no haba podido arreglar las cosas (cf. ICor 16,10-11), el mismo Pablo se decidi a visitarlos. Pero tambin a l le recibieron con frialdad y tuvo que volver a feso desilusionado. Durante su visita, uno de los miembros dirigentes de la comunidad lleg incluso a ofender gravemente al Apstol (cf. 2Cor 2,5-11).
cambien de manera de proceder, de modo que no haya lugar a una intervencin dura.
3.3.4. La segunde carta a los Corintios (2Cor) Tampoco los captulos 1-9 de la segunda carta a los Corintios constituyen una unidad original, como puede observarse fcilmente por las interrupciones existentes entre 2,13 y 7,5, as como entre 6,13 y 7,22. Igualmente, parece que los captulos 8 y 9 fueron originariamente dos escritos de recomendacin distintos para colaboradores que, comisionados por el Apstol, tomaron parte en la recogida de la colecta para Jerusaln. Con el fin de no seguir caminando por la senda insegura de las hiptesis de fraccionamiento, comenzaremos partiendo de la suposicin admitida de que la carta de las lgrimas, juntamente con la visita que Tito gir a Corinto, logr un cambio que fue motivo de alegra para el Apstol (7,5-16). Fue castigado el culpable (2,6) y la mayora de la comunidad se reconcili de nuevo con Pablo. Si tenemos todo esto presente, deberemos leer las secciones 1,1-2,13; 7,5-16; 13,11-13 como una carta de agradecimiento henchida de gozo y de consuelo. La oscuridad contina cernindose todava sobre la seccin 2,14-7,4. Rompe con el contexto de 2,13 y 7,5 (palabra clave: Macedonia) y carece de unidad en s misma. As, 6,14 - 7,1 constituyen una especie de cua que tal vez provenga de la primera de las cartas a los Corintios hoy desaparecida, si es que el texto proviene de Pablo. Marxsen lo califica de parnesis apocalptica (probablemente no paulina) (p. 74). Ms importante es el ordenamiento del segmento restante 2,14-6,13; 7,2-4 que debemos contar entre los textos ms grandisoso escritos por Pablo. Suele 91
3.3.3.2. Reaccin del Apstol Autodefensa contra los ataques. Se haba acusado a Pablo de tener una presencia personal dbil e indigna de un apstol (10,1.10; 12,12-13), de haberse sobrepasado en sus competencias (10,14) y de que, con la ayuda de la colecta, pretenda, en realidad, depredar a la comunidad para su utilidad personal (12,14-19). Polmica contra los falsos apstoles (11,13). En su famoso discurso sobre la insensatez (11,1-12,13), Pablo se muestra maestro consumado de la irona y de la retrica literaria. Quita la piadosa mscara del rostro de sus adversarios y pone al descubierto lo que son en su opinin: vanidosos, pretenciosos, ambiciosos, obreros sin escrpulos, instrumentos de Satans. Frente a estos falsos apstoles, Pablo se gloria en sus padecimientos y trabajos apostlicos (11,22-23), de su debilidad en la fuerza de Cristo (12,1-10). Amenaza de tomar medidas severas. Toda la carta de los cuatro captulos est plagada del anuncio de Apstol de que, en su prxima (tercera) visita, actuar sin contemplaciones (10,1-6.11; 12,20-21; 13,1-106. Naturalmente, estas amenazas pretenden que los corintios se arrepientan y 90
hablarse de una apologa, de una carta de defensa que deberamos situar antes de la carta de las lgrimas (cap. 10-13). Evidentemente, la situacin es distinta de la que aparece en la carta de agradecimiento (1,1-2,13; 7,5-16; 13,11-13). Pablo se esfuerza por conseguir la confianza de la comunidad; la reconciliacin no es an perfecta. Tambin podramos imaginarnos perfectamente que la seccin hubiera sido concebida originariamente como predicacin, como homila sobre x 34,29-35. Tal vez pronunciara Pablo esta predicacin sobre la magnificencia del servicio reconciliador del Nuevo Testamento cuando hizo la visita relmpago a Corinto o, tal vez, se la haba dado a Tito para que la leyera pblicamente. Esta hiptesis ayuda a comprender el texto en la medida en que subraya su tono inmediato y conminatorio.
3.3.4.1. Pasajes importantes de 2Cor: 1,19-20 El Hijo de Dios, Jesucristo ... es el s a todo lo que Dios ha prometido. 1,24 No pretendemos dominar sobre vuestra fe. 3,3 La comunidad es una carta de Cristo ... escrita ... con el Espritu del Dios vivo. 3,6 La letra mata, el Espritu vivifica. 3,17 Porque el Seor es el Espritu, y donde est el Espritu del Seor, all est la libertad. 4,5 No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jess como Seor, y a nosotros como siervos vuestros por Jess. 4,10 ... llevamos por todas partes en nuestros cuerpos el morir de Cristo. 5,1 ... si nuestra tienda terrestre se desmorona, tenemos un edificio hecho por Dios, una casa no fabricada por 92
mano de hombre, morada eterna, que est en los cielos. 5,10 Porque es necesario que todos seamos puestos al descubierto ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba, conforme a lo que hizo durante su vida mortal, el bien o el mal. 5,14 El amor de Cristo nos apremia. 5,17 El que est en Cristo, es una nueva criatura; pas lo viejo, todo es nuevo. 5.19 En Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo. 5.20 Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos: Reconciliaos con Dios! 6,4-10 Catlogo de los padecimientos apostlicos: Como tristes, pero siempre alegres; como pobres, aunque enriquecemos a muchos; como quienes nada tienen, aunque todo lo poseemos (v. 10). 8,9 Conocis bien la generosidad de nuestro seor Jesucristo, el cual, siendo rico, por vosotros, se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza. 9,6 El que siembra escasamente, escasamente cosecha; y el que siembra a manos llenas, a manos llenas cosecha ... Dios ama al que da con alegra. 11,2 Os tengo desposados con un solo esposo para presentaros cual casta virgen a Cristo. 11,14 ... el mismo Satans se disfraza de ngel de luz. 11,22-33 Enumeracin de los padecimientos de Pablo. 12,1-4 Arrebatado hasta el tercer cielo. 12.9 Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza. 12.10 ... cuando estoy dbil, entonces es cuando soy fuerte. 13,13 La gracia del Seor Jesucristo, el amor de Dios y la comunin del Espritu Santo sean con todos vosotros. 93
H. Conzelmann, Der erste Briefan die Korinther (Meyers kritischexegetischer Kommentar ber das Neue Testament), Gotinga 1969. E. Walzer, Primera carta a los Corintios, Herder, Barcelona 21977. K. Maly, Der erste Briefan die Korinther, Die Welt der Bibel. Kleinkommentar, Dusseldorf 1971. H.-D. Wendland, Die Breife an die Korinther, Das Neue Testament Deutsch 7, Gttingen 121972. O. Kuss, Carta a los Romanos. Cartas a los Corintios. Carta a los Glatas, Herder, Barcelona 1976. K.H. Schelkle, Segunda carta a los Corintios, Herder, Barcelona 3 1982.
3.4.1. Hiptesis de divisin Carta A=4,10 - 20 (Carta de agradecimiento por el apoyo) Carta B=l,l-3,la y 4,4-7.21-23 (carta principal) Carta C=3,16-4,3 (carta de lucha) Tambin podran entenderse las cartas A y B como una unidad (Gnilka). En tal caso, la seccin polmica 3,l>-4,3 sera un fragmento que quedara fuera de ella y rompera su unidad. Esta seccin recuerda mucho, por la dureza de su tono, algunos pasajes de la carta a los Glatas (Gal 5,1 hasta 12) y de la carta de las lgrimas (2Cor 11,13-23). A decir verdad, la interrupcin es claramente perceptible slo al comienzo de la carta de lucha (3,16). A partir de 4,1, Pablo vuelve a hablar a la comunidad en tono tranquilo y sereno, con afecto cordial. Tal cambio de tono da pie para dudar del gnero y lmites del fragmento, a pesar de que hasta 4,4 no se repite y ampla el llamamiento a la alegra {3,la). Al igual que sucede con la segunda carta a los Corintios, aqu resulta totalmente imposible dar mayores detalles sobre la historia del nacimiento del actual texto de la carta. Probablemente, con las partes de una correspondencia ms amplia se hizo un nico escrito cuando las comunidades comenzaron a intercambiar entre si sus cartas paulinas y se lleg as a la formacin de un corpus paulinum.
3.4. Carta a los Filipenses (Flp) Filipos perteneca a la primera demarcacin de la provincia romana de Macedonia (Act 16,12). All haba tenido lugar el decisivo combate en el que los asesinos de Csar, Casio y Bruto, fueron derrotados por Marco Antonio y Octaviano (42 a.C). Pablo fund la comunidad, compuesta mayoritariamente por cristianos venidos de la gentilidad, durante el segundo viaje misionero, hacia el ao 50. Obligado a salir de Filipos a causa de una persecucin de la que fue objeto (ITes 2,2), mantuvo estrecha relacin con los filipenses, de los que en ms de una ocasin recibi apoyo espiritual y econmico. Hay puntos oscuros y sometidos a discusin: su unidad (compuesta juntando tres cartas o trozos de carta?) y el lugar en el que fue redactada (durante el encarcelamiento romano, efesino o de Cesrea?). Caso de que la o las cartas hubieran sido escritas en feso a favor de tal tesis estara el intenso intercambio entre el prisionero Pablo y la comunidad el tiempo de su redaccin estara muy cerca de la fecha de redaccin de la carta a los Glatas y de las cartas a los Corintios. En caso contrario, tendramos que datar Flp unos aos ms tarde. 94
3.4.2. Cautiverios de Pablo Segn Flp 1,7.13.17, la carta fue escrita desde una crcel. Se discute si se encontraba cautivo en: feso (por los aos 53-57). Los Hechos de los apstoles nada nos dicen de este cautiverio (Act 18,24-20,1). Sin embargo, Pablo mismo afirma que estuvo frecuentemente 95
en la crcel (2Cor 11,23) y esto mucho antes de los cautiverios mencionados en los Hechos de los apstoles. Cesrea (58-60). Apenas si se menciona actualmente ya esta posibilidad. Roma (61-63). Esta suposicin puede invocar en su favor una antigua tradicin interpretativa, pero hay dos razones que le quitan visos de probabilidad: la gran distancia entre Roma y feso y el plan del Apstol de visitar la comunidad de Filipos cuando tenga lugar el final del proceso, que esperaba fuera favorable (1,26; 2,24), lo que est en contradiccin con sus planes de viaje expresados en Rom 15,23-29. Por estas razones, son cada da ms numerosos los exegetas partidarios de la opinin de que la carta o cartas habran sido escritas durante un cautiverio efesino. No olvidemos que tambin en feso existi un pretorio (1,13) y esclavos imperiales (4,22).
carta est llena de muestras de profunda simpata hacia la comunidad. No faltaramos a la objetividad si hablramos de una carta de amor, porque la existencia de la comunidad es ya motivo en s suficiente para que Pablo lo escriba.
3.4.4. Pasajes importantes de Flp 1.2 Obispos y diconos. 1,21 ... para m, la vida es Cristo y la muerte, una ganancia. 1,23 Deseo partir y estar con Cristo. 2.3 Con humildad, considerando cada cual a los dems como superiores, a s mismo. 2,5-11 Himno a Cristo. Su anonadamiento y exaltacin. 2,12 Trabajad con temor y temblor por vuestra salvacin. 2,19-22 Alabanza de Timoteo. 3,7-14 Y conocerle a l (Cristo), el poder de su resurreccin y la comunin en sus padecimientos hasta hacerme semejante a l en su muerte. 3,20-21 Pero nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos como salvador al Seor Jesucristo, el cual transfigurar este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo, en virtud del poder que tiene de someter a s todas las cosas. 4,4-5 Alegraos de corazn en todo momento..., que vuestra bondad sea conocida de todos los hombres. El Seor est cerca. 4,8 Por lo dems ... todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta. 97
3.4.3. Situacin de la carta a los Filipenses El cautiverio del Apstol. Este presupuesto, ya mencionado, explica muchas de las caractersticas del escrito: La aoranza de la comunidad (1,8.26; 4,1), el agradecimiento por la ayuda recibida (4,10-20), la repetida mencin de la idea de la muerte (1,20-24; 2,17; 3,10-14). La falta de concordia en la comunidad (2,2-4; 4,2). Parece que este punto fue el nico que motiv la censura de Pablo. Su exhortacin a la concordia y a la humildad dio pie a la aadidura del famoso himno a Cristo (2,5-11). La presencia de falsos maestros judeocristianos que exigan la circuncisin de los filipenses, cristianos venidos de la gentilidad (3,2-3.18-19). El afectuoso amor del Apstol a la comunidad. Toda la 96
J. Gnilka, Der Philipperbrief, Herders Theol. Komm. NT 10,3, Friburgo de Brigs. , Carta a los Filipenses, Herder, Barcelona 21978. K. Staab-N. Brox, Cartas a los Tesalonicenses. Cartas de la cautividad. Cartas pastorales, Herder, Barcelona 1974, p. 245-292. G. Friedrich, Der Philipperbrief, en Die kleineren Briefe des Apostis Paulus, Neues Testament Deutsch 8, Gotinga "1972.
3.6. Carta a los Romanos (Rom) Ya en la dcada de los aos cuarenta, e independientemente de la actividad misionera de Pablo, se haba fundado en Roma una comunidad cristiana compuesta, en su mayora, por judeocristianos. Cuando en el ao 49-50 los judos (cristianos) fueron expulsados de la ciudad mediante un edicto imperial (cf. Act 18,1-2; Suetonio, Vida de Claudio, 25), adquiriran mayor influencia los cristianos venidos de la gentilidad. Cuando, en el invierno del 57-58, Pablo escribi desde Corinto la carta que nos ocupa, acababa de morir el emperador Claudio. Esto hizo que los judeocristianos pudieran retornar a su antigua comunidad, que haba cambiado considerablemente durante su ausencia.
3.5. Carta a Filemn (Flm) Esta carta, la ms breve de las escritas por Pablo (solamente 25 versculos), fue dirigida a un cristiano de posicin privilegiada que, probablemente, diriga en Colosas una comunidad domstica y a quien se le haba fugado un esclavo llamado Onsimo. Pablo haba conocido y bautizado al fugado en la crcel (de feso?) (v. 10). Ahora le devuelve al esclavo fugado como amado hermano (v. 16) y suplica a Filemn que lo reciba como si del mismo Pablo se tratara. La carta se asemeja, por su forma y contenido, a las antiguas cartas de splica que se escriban por motivos similares (un ejemplo en Stuhlmacher, 25). A pesar de tales semejanzas, es inconfundible el tono de Pablo. El sentimiento cristiano va unido a un autntico humanismo, no obstante lo cual no se cambian institucionalmente las injustas relaciones sociales.
P. Stuhlmacher, Der Brief an Philemon, Evangelisch-Katholischer Kommentar zum Neuen Testament, Zurich y Neukirchen-Vluyn 1975. F. Mussner-A. Stoger, Carta a los Colosenses. Carta a Filemn, Herder, Barcelona 21979.
3.6.1. Situacin de la carta a) La carta a los Romanos es el nico escrito dirigido por Pablo a una comunidad no fundada por l. Esto explica que la carta apenas toque problemas especiales de la vida de la comunidad romana (excepto en 14,1-15,3, donde se trata de la cuestin marginal del enfrentamiento entre fuertes y dbiles. b) Pablo desea anunciar y preparar su visita a Roma (1,11-15). Desde Roma deseara continuar viaje hasta Espaa, porque consideraba cumplida su tarea misionera en la parte oriental del imperio romano (15,22-29). De ah su ansia ... por llevar el evangelio tambin a Roma (1,15), a fin de conseguir que la comunidad le apoye en los planes que pretende llevar a cabo. c) Al parecer, en la comunidad romana se haban desatado algunos prejuicios contra Pablo y contra su evangelio 99
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liberado de la Ley. No slo los judeocristianos, tambin otros cristianos venidos de la gentilidad, pero que haban pertenecido a los proslitos y a los temerosos de Dios, se haban dejado influir por la propaganda judaizante contra la actuacin de Pablo. Tal propaganda oblig al Apstol a defenderse en repetidas ocasiones de la acusacin de que su evangelio quitaba importancia al pecado y llevaba a una conducta que pasaba por alto toda norma (3,8.31; 6,1.15). d) Los cristianos romanos todos ellos, no obstante sus diversas procedencias estaban fuertemente enraizados en el judaismo, de manera que, independientemente de la discusin en torno al evangelio paulino, buscaban una clarificacin fundamental de las relaciones judeocristianas. Por consiguiente, Pablo tena motivos para pensar que tocara puntos vitales para esta comunidad si trataba las relaciones entre ley y evangelio, fe y obras, Cristo e Israel a la luz de la palabra de Dios contenida en el Antiguo Testamento.
Ley-transgresinira (4,15)
Promesa - herencia esperanza - resurreccin de los muertos Justificados por la fe (5,1-8,39) Paz con Dios-acceso a la gracia-esperanza de la gloria Si los hasta han sido justificadosreconciliados-liberados por la muerte de Jess cunto ms los reconciliados sern salvados por su vida
3.6.2. Principales ideas y conceptos de la carta Revelacin de la justicia de Dios (3,21-4,25) Redencin en Jesucristoexpiacin con su sangre-fe: Gracia de Dios sobre judos y gentiles Institucin de la ley Abraham, padre de los creyentes:
Impiedad-mentiraadoracin de las criaturas: Juicio de Dios sobre judos y gentiles Incumplimiento de la ley
Cristo Soberana de pecado y muerte gracia y vida eterna sobre todos los hombres sobre todos los hombre viejo-cuerpo justificados bautizados en 1 del pecado muerte de Jesucristo: consepultados-concrucificados-creen en una vida con Cristo para bajo la ley Dios bajo la gracia esclavos del pecado concupiscencias y miembros=armas de la injusticia esclavos de la justicialibres armas de la justicia
Adn
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don gratuito de Dios= vida eterna Ley mediante libertad del espritu para vida Recepcin del Espritu Hijos de Dios (Abba, padre!) herederos de Dioscoherederos con Cristo Gloria futura Liberacin de nuestro cuerpo Esperanza Amor de Dios en Cristo Jess
La vida cristiana como culto divino (12,1-15,13) Comunidad=wn cuerpo en Cristo con diferentes miembros (dones). Comportamiento moral: huir del mal, aferrarse al bien. Vencer al mal con el bien. Actitud frente al poder del Estado: hacer el bien, obediencia en conciencia. Convivencia armoniosa de los dbiles (vegetarianos y ascetas) y de los fuertes (carnvoros y bebedores de vino) para gloria de Dios. Final de la carta (15,14-16,27) ' Planes de viaje - lista de saludos - polmica con los herejes - doxologa
mediante pecado y carne para muerte Aspiraciones de la carne Enemistad contra Diosmuerte Padecimientos de ahora Caducidad de la creacin Apreturas y necesidad
Redencin de Israel (9,1-11,36) Hijos de la carne Voluntad y esfuerzo del hombre Vasijas de ira para la perdicin Justificacin por las obras Justicia propia Desobediencia al Evangelio - incredulidad Testarudez Enemigos de Dios Hijos de la promesa Libre eleccin de Dios predestinacin Vasijas de misericordia para la gloria Justificacin por la fe Justicia de Dios Obediencia Fe Eleccin de un resto Amados por Dios Irrevocabilidad del llamamiento y de la gracia
3.6.3. Cuestiones sin resolver a) Tal vez existan algunas glosas introducidas posteriormente en el texto. Rudolf Bultmann ha calificado de tales: Rom 2,1.16; 5,6-7; 6-17b; 7,25b; 8,1; 10,17; 13,5. Con todo, si exceptuamos 7,25b, no existe motivo alguno que nos obligue a eliminar versculos como anotaciones marginales no paulinas o a suponer que una frase paulina fue ordenada equivocadamente al copiarla. b) Desde muy antiguo se ha discutido la pertenencia de Rom 16,1-23 a la Carta a los romanos. Muchos exegetas opinan que la larga lista de saludos, con la polmica con los herejes en ella incrustada, cuadrara mejor si se tratara de feso. Se ha llegado a pensar en una breve carta indepen103
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diente de recomendacin que Pablo habra entregado a la diaconisa Febe (16,1) para que la llevara a feso. Pero esta hiptesis, ampliamente compartida, no soluciona los problemas pendientes y aade otros ms. c) Por el contrario, existe la opinin casi unnime de que la doxologa conclusiva de 16,25-27 no proviene de Pablo y fue aadida en el siglo II. Con su estilo litrgico recargado y su peculiar teologa de la revelacin apunta a crculos prximos a las cartas deuteropaulinas (Col, Ef) y a las cartas pastolares. Es menos probable que provenga de crculos marcionitas, como se ha apuntado frecuentemente.
13,11-14 Parnesis escatolgica (La noche est ava^ zada. El da se avecina). 14,7-8 Ninguno de nosotros vive para s mismo, coroQ tampoco nadie muere para s mismo. Si vivimos, para e . Seor vivimos; y si morimos, para el Seor morimos. A.s: que, ya vivamos ya muramos, del Seor somos. 15,4 Todo cuanto fue escrito en el pasado, se escrib para enseanza nuestra, para que con la paciencia y el cor^ suelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza.
O. Kuss, Der Rmerbrief MI (hasta Rom, 8,9), Ratisbona 1957. 58. Cf. en cast. de este mismo autor, Carta a los Romanos. Cartas a los Corintios. Carta a los Glatas, Herder, Barcelona 1976. E. Ksemann, An die Rmer, Tubinga 1973. H. Schlier, Der Rmerbrief, Herder, Friburgo de Brisg. 1976. K. Kertelge, Carta a los Romanos, Herder, Barcelona 21979. S. Lyonnet, Historia de la salvacin en la carta a los Romanos, Sigeme, Salamanca 1967.
3.6.4. Pasajes teolgicos importantes 1,3-4 Antigua frmula cristolgica. 1,19-20 Conocimiento de Dios partiendo de la creacin. 2,14-15 La ley escrita en el corazn de los gentiles. 3,24-25 Expiacin mediante la sangre de Cristo. 4,25 Confesin de la significacin salvfica de la muerte y resurreccin. 5,5 Amor de Dios derramado en nuestros corazones por el Espritu Santo, que nos ha sido dado. 5,12-21 Paralelismo Adn - Cristo. 6,3-11 Teologa paulina del bautismo. 7,7-25 Lucha interior del hombre bajo la ley. 8,1-17 Vivir del Espritu de Jesucristo. 8,31-39 Dios y Jesucristo por nosotros - Quin puede estar contra nosotros? 8,31-39 Dios y Jesucristo por nosotros - Quin puede estar contra nosotros? 11,13-24 La imagen del olivo. 11,33-36 Himno a la sabidura de Dios. 104
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4.1.1. La situacin
4.1. El Evangelio de Marcos (Me) Con el Evangelio de Marcos comienza en la literatura bblica un gnero literario completamente nuevo. Tampoco en la literatura extrabblica encontramos algo que pueda compararse con los evangelios. El fundamento de esta peculiaridad es la componente teolgico-escatolgica del mensaje cristiano: Jess de Nazaret, personaje histrico que vivi en Palestina aproximadamente entre los aos 6 a.C. y 30 d.C, es presentado como Mesas e Hijo de Dios que sigue vivo y actuando. Contina realizando lo que hizo durante su vida histrica: anuncia la salvacin y el juicio de Dios, ensea en las comunidades, cura a los enfermos en el alma y en el cuerpo, padece y muere en favor de los hombres. En este sentido, existi un evangelio desde el momento mismo de Pascua, desde que los discpulos de Jess creyeron que el crucificado haba sido resucitado por Dios y colocado en una existencia nueva y definitiva.
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Junto a estos presupuestos generales de la literatura evanglica, otros motivos especiales se sumaron en el caso de Marcos: a) La persecucin de Nern y los horrores de la guerra juda hicieron que, incluso comunidades no directamente afectadas por los acontecimientos, se vieran confrontadas con la experiencia de que la fe cristiana no ofreca proteccin alguna contra los peligros derivados de determinadas situaciones terrenas. De ah que fuera totalmente necesario advertir a los creyentes contra peligrosas ilusiones y orientarlos claramente hacia el camino de la cruz (Me 8,31-38). b) En las comunidades para las que Marco concibi su evangelio, las historias de milagros jugaron, al parecer, un papel especialmente importante. Jess fue venerado como Hijo de Dios a causa, principalmente, de sus acciones milagrosas. A pesar de afirmaciones parcialmente contrapuestas, aparecidas en la reciente bibliografa sobre Marcos (Rudof Pesen), hay que seguir manteniendo que ei evangelista relativiz las tradiciones de milagros y las dot de signos de interrogacin. Todo esto se consigui al incluirlas en el marco kerygmtico del evangelio, amn de aadiduras o complementaciones expresas. c) Los ya mencionados acontecimientos de la dcada de los aos sesenta reavivaron la esperanza de que el Hijo del hombre vendra del cielo, en los momentos de la tribulacin suprema, para rescatar a sus elegidos (Me 13). El evangelista se enfrent a tales expectativas con el mismo talante que sostuvo frente a las historias de milagros: tuvo que admitirlas en cuanto expresaban la fe y esperanza cristianas, pero debi defenderlas frente a falsas interpretaciones y salir al paso de posibles malentendidos.
4.1.2. Gua para la lectura de Me 4.1.2.1. El marco histrico y geogrfico Marcos coloc las tradiciones anteriores a l en un marco que los evangelistas posteriores aceptaron en lo esencial: Introduccin: aparicin de Juan el Bautista bautismo de Jess tentaciones en el desierto (1,1-13). Primera parte: actuacin en Galilea (1,14-4,41). Predicacin del reino de Dios - llamamiento de los discpulos - curacin de enfermos y posesos - cinco discusiones - discursos en parbolas - calma de la tempestad. Segunda parte: actuacin en la otra orilla y en diversos lugares prximos a Galilea y en Galilea misma (5,1-9,50). Ciclo de milagros - predicacin de Nazaret - discurso de envo - el milagro de la multiplicacin de los panes - puro e impuro - confesin de la fe mesinica - predicciones de la pasin - transfiguracin - adoctrinamiento de los discpulos. Tercera parte: salida hacia Jerusaln y actuacin en esta ciudad (10-15). Adoctrinamiento de los discpulos - entrada en Jerusaln purificacin del Templo - cinco discusiones - discurso de la parusa - historia de la pasin. Final: el resucitado les preceder en Galilea (16,7; cf. 14,28). Obviamente, para Marcos, Galilea no es slo un concepto geogrfico. Esta regin tiene para l tambin una especial calidad teolgica. Galilea contina siendo el lugar preferido donde se encuentra el resucitado. All debe buscar a Jess el lector del evangelio y permitir ser llamado por l a su seguimiento. Existen, adems, otras indicaciones geogrficas con sig109
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nificacin simblico-tpica: en casa, en el camino, en la sinagoga, a orillas del mar, (lago), en el monte, en lugar apartado, en la barca, en la otra orilla.
4.1.2.2. Personajes del Evangelio de Marcos En torno a Jess, la figura principal, se agrupan como personajes casi siempre presentes: los discpulos (incluidas las mujeres), los adversarios (fariseos, herodianos, saduceos, sumos sacerdotes y otros), el pueblo. Los enfermos, posesos y otros menesterosos nicamente hacen acto de presencia en la percopa correspondiente, despus desaparecen. Junto a los personajes que pueden ser constatados empiricamente, en el evangelio se mencionan tambin como actores: los demonios (espritus impuros), Satans, la voz del cielo (Dios), Elias y Moiss. Juan el Bautista y sus discpulos juegan un papel especial. Se hace mencin de ellos en la introduccin y en 2,18; 6,14-29; 8,28; 11,30-32.
4.1.2.3. Las acciones La accin principal del Evangelio de Marcos es la predicacin del evangelio de Dios de la inminente venida del reino de Dios (1,14-15). La verdad de la afirmacin anterior se desprende claramente de la observacin de 1,38, que atribuye mayor importancia a la predicacin que a las curaciones. As entendemos por qu este evangelio habla tan frecuentemente de la predicacin y actividad docente de Jess, incluso cuando nada o muy poco se dice de su contenido. Tal vez eran conocidos los logia de Jess en las 110
comunidades y, por consiguiente, Marcos no crey necesario incluirlos en su evangelio. Los milagros (curaciones de enfermos, expulsiones de demonios, milagros de la naturaleza), que tan amplio espacio ocupan en el Evangelio de Marcos, interrumpen el hilo principal de la narracin y pretenden ilustrar el poder de la enseanza de Jess (1,21-28; 2,10). Incluso donde no se interpretan expresamente los milagros desde la accin principal del evangelio, existe una referencia ms o menos clara al anuncio del reino de Dios y a su aceptacin en la fe (por ej., en las curaciones de ciegos de 8,22-26 y 10,46-52. En y ms all de todos los acontecimientos empricos del evangelio se consuma, dirigido por Dios, un curso kerygmtico de la accin, cuya finalidad es la de revelar que Jess es Hijo de Dios. Los momentos ms importantes de este proceso son: bautismo (1,11), transfiguracin (9,7), crucifixin (15,39). La tensin dramtica (Quin es ste?, 4,41) se mantiene, mediante los mandatos de guardar silencio (por ej. 3,12; 5,43; 9,9) y utilizando el motivo de la no inteleccin de los discpulos (6,52; 8,14-21 y otros), hasta que, a la vista del crucificado, el misterio puede ser conocido abiertamente (15,39). Evidentemente, el evangelista piensa que la utilizacin de los ttulos y frmulas cristolgicas es insuficiente si los creyentes no estn dispuestos a seguir a Jess por el camino del sufrimiento (8,27-33: confesin mesinica de Pedro y primera prediccin de la pasin).
4.1.2.4. Lenguaje y peculiaridades estilsticas El Evangelio de Marcos se caracteriza por un lenguaje muy sencillo que parece, a veces, torpe. En la mayora de 111
los casos, las frases van introducidas por y, y simplemente coordinadas. Son tpicos, al menos en numerosas secciones, los adverbios pronto (inmediatamente) y de nuevo. En una traduccin que trata de reproducir fielmente el texto griego, sorprende tambin que las formas temporales cambian frecuentemente de presente a imperfecto e inversamente (cf. 1,40-45). En todas estas incidencias, que Mt y Le suprimirn, podemos percibir el eco de un estilo narrativo vivo. Precisamente la proximidad a la predicacin oral pone de manifiesto tambin el gran esfuerzo del evangelio para actualizar la historia de Jess para los oyentes o lectores. Lo que se narra, sucede ahora ante los ojos y odos de la comunidad que, en la fe, ha recibido ojos y odos.
para comunidades cristianas venidas de la gentilidad, a las que explica los usos y costumbres judas. Pero no podemos zanjar la cuestin de si escribi su evangelio en Roma o en una gran ciudad de la parte oriental del imperio (Antioqua).
4.1.2.6. El final cannico de Me 16,9-20 Criterios basados en la tradicin manuscrita, en el contenido y en el lenguaje, excluyen con seguridad que los versculos 16,9-20 hayan pertenecido al evangelio original. Presuponen el relato de las apariciones de los evangelios posteriores. Por consiguiente, no habran podido ser aadidos hasta comienzos del siglo II. La pregunta, pues, es si el evangelio se cerr siempre con 16,8 o si un final autntico se perdi o fue desplazado por una censura eclesistica. Puesto que las posibilidades mencionadas en ltimo lugar se inscriben en el plano de lo puramente especulativo, lo prudente es pensar que el v. 8 constituye el final querido por el evangelista. Es aconsejable, igualmente, reflexionar sobre su sentido con relacin a la situacin de los lectores.
E. Schweizer, Das Evangelium nach Markus, Neues Testament Deutsch, 1, Gotinga 1967. R. Pesch, Dos Markusevangelium, Herders Theol. Komm NT 2, 1." parte, Friburgo de Bris. 1976; 2." parte, 1977. I. Hermann, Das Markusevangelium, Die Welt der Bibel, Kleinkommentar, 1." parte, Dusseldorf 1965; 2." parte, 1967. R. Schnackenburg, El Evangelio segn san Marcos, 1 y 2, Herder, Barcelona 31980. J. Schmid, El Evangelio segn san Marcos, Herder, Barcelona 3 1981. J. Schreiber, Theologie des Vertrauens, Hamburgo 1967 (estudios sobre la historia de la redaccin en Me).
4.1.2.5. Autor y destinatarios Las tradiciones de la Iglesia primitiva nos presentan a Marcos como discpulo e intrprete del apstol Pedro. Este Marcos habra escrito su evangelio en Roma. Pero esta informacin, considerada como tradicional, no proviene tanto de recuerdos histricamente fiables cuanto del intento de conferir legitimacin apostlica y credibilidad a la obra de un autor relativamente desconocido (aunque se tratara del judeocristiano Juan Marcos, de Jerusaln; cf. Act 12,12). Puesto que del evangelio poco podemos sacar acerca de una posible relacin especialmente estrecha con Pedro difcilmente podemos explicar la sorprendente crtica de Pedro (8,33; 9,6; 14,29-31.37.66-72) partiendo de la humildad del prncipe de los apstoles tenemos que renunciar al intento de una presentacin ms detallada de las circunstancias en que naci este evangelio. S podemos afirmar con seguridad que Marcos escribi 112
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K.-G. Reploh, Markus - Lehrer der Gemeinde, Stuttgarter Biblische Monographien 9, Stuttgart 1969. M. Horstmann, Studien zur Markinischen Christologie, Mnster 1969 (Me 8,27-9,13 como acceso a la imagen de Cristo del segundo evangelio). K. Kertelge, La epifana de Jess en el Evangelio de Me, en J. Schreiner (dir.), Forma y propsito del N.T., Herder, Barcelona 1973, p. 183-205.
4.2. El Evangelio de Mateo (Mt) El Evangelio de Mateo constituye un compendio del Evangelio de Marcos y de Q, la fuente de los logia. Adems contiene diversos materiales propios: Mt=Mc+Q+mp. De Me, Mt ha dejado de tomar 60 versculos aproximadamente. Si preguntamos por los motivos que llevaron a componer esta primera armona de los evangelios, tendremos que decir que el inters de las comunidades peda disponer de un escrito doctrinal lo ms completo posible y que pudiera ser adecuado, ante todo, para la formacin de maestros, catequistas y dirigentes. Como situacin general fundamental del Evangelio de Mateo podemos imaginar unas comunidades preferentemente judeocristianas que, en las dcadas finales del siglo I, estaban preocupadas por su autocomprensin teolgica una vez realizada completamente la separacin organizativa del judaismo sinagogal.
Mateo ofrece la demostracin de la mesianidad de Jess apoyndose en: 1. La Escritura: a diferencia de Marcos, Mateo no da el nombre de evangelio (Me 1,1) a su obra, sino que la llama libro de la historia de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham (Mt 1,1). El mencionado ttulo no apunta nicamente a la genealoga que va a presentar a continuacin, sino a la totalidad de la historia mesinica de Jess, comenzando desde Abraham hasta el fin de los tiempos, hasta la consumacin del mundo (28,20). Como pone claramente de manifiesto la intencionada alusin al libro del Gnesis, Mt quiere presentar la historia del Mesas Jess a la luz de las profecas veterotestamentarias. De ah las numerosas citas de reflexin (todo esto sucedi para que se cumpliera lo que el Seor haba dicho por los profetas). La libertad en la manera de tratar los pasajes bblicos responde a los mtodos exegticos de entonces y no puede ser juzgada con criterios histrico-crticos. 2. La doctrina de Jess, concretamente en los seis grandes discursos: el sermn de la montaa (5-7), el discurso sobre la misin de los discpulos (10), el discurso en parbolas (13), el discurso eclesistico (18), el discurso de lamentacin contra estribas y fariseos (23), el discurso escatolgico (24-25). Estos discursos presentan a Jess como maestro mesinico y profeta (23,10), como Moiss escatolgico que anuncia al bienaventurado pueblo de Dios de la nueva alianza la consumacin de la Tora: en la justicia, fidelidad y amor de Dios que superan la Ley antigua. 3. Los milagros de Jess: a los acontecimientos que suele denominarse generalmente milagros, Mateo da el 115
4.2.1. Demostracin de la mesianidad de Jess Judos y cristianos continuaban discutiendo si Jess de Nazaret haba sido el Mesas de Israel enviado por Dios. 114
nombre de obras del Mesas (11,2) y alude, en este contexto, a las promesas profticas de la salvacin mesinica (Is 29,18; 35,5-6). Puesto que la predicacin del evangelio a los pobres (11,5; cf. Is 61,1) forma parte de las acciones mesinicas, los captulos 8-10, en toda su amplitud, quieren probar que Jess se manifest como el Mesas predicho por los profetas. 4. Los padecimientos de Jess: los pocos cambios que Mateo introdujo en el relato de la pasin de Marcos subrayan el poder divino y la soberana dignidad del rey de los judos. Se encamina conscientemente hacia la pasin, anunciada previamente por l (26,1-2), renuncia al empleo de la violencia a pesar de que el Padre podra enviarle doce legiones de ngeles (26,53). Partiendo de los datos de Marcos, Mateo compuso el impresionante cuadro del rey-Mesas coronado de espinas y con una caa en su mano derecha. A pesar de que el ttulo mesinico rey de los judos haba tenido lugar fijo ya en la tradicin anterior a Marcos el titulus crucis (Me 15,26) proviene, indudablemente, de recuerdos fiables Mateo lo prepara mediante la historia de la infancia: la persecucin y la amenaza de muerte acechan ya contra el recin nacido rey de los judos (2,2.13-18). 5. La resurreccin de Jess: la aparicin pascual en Galilea con la que se cierra el evangelio manifiesta al resucitado como aquel que ha recibido del Padre todo poder en el cielo y en la tierra (28,18; cf. 11,27). Este soberano mesinico elimina las barreras trazadas en otro tiempo y que circunscriban la actividad misionera al territorio judo (10,5-6); ahora llama a todos los pueblos a convertirse en discpulos suyos. Pero los mandamientos que ha anunciado en su prediccin histrica no continan siendo la expresin de su voluntad mesinica regia.
4.2.2. Fundamento y esencia de la Iglesia El Evangelio de Mateo tiene ms derecho que los restantes evangelios a ser calificado de libro eclesial. Y no hacemos tal afirmacin basndonos slo en el hecho de que es el nico que emplea el concepto Iglesia (ekklesia ^asamblea) (16,18; 18,17). Su carcter eclesial se pone de manifiesto en las siguientes observaciones: 1. Si lo que diferencia bsicamente a judos y cristianos es el juicio de Jess, la confesin de fe mesinica hecha por Pedro (Mt 16,13-20) adquiere una dimensin totalmente distinta que en la percopa de Marcos. La frmula ampliada t eres el Mesas, el Hijo del Dios vivo es ahora la expresin plenamente vlida de una fe que no se apoya en la carne y sangre, es decir, en los presupuestos judos, sino que fue revelada por el Padre que est en los cielos (16,17; cf. el interesante paralelo en Gal 1,16). Pero el nuevo acontecimiento de revelacin funda tambin una nueva comunidad salvfica, la Iglesia. Pertenecen a ella todos los que se sitan sobre el fundamento rocoso de Pedro (cf. 7,24) y, con l, confiesan a Jess como Mesas e Hijo de Dios. 2. Mediante su incredulidad, los judos han perdido el derecho a la soberana real de Dios. La via (cf. Is 5) ser encomendada a otros labradores (21,41), el reino ser entregado a un pueblo que d frutos (21,43: propio de Mateo). La Iglesia es, pues, el nuevo pueblo de Dios mesinico, el verdadero Israel (1,21; 2,6). 3. La Iglesia es el lugar donde Jess, el llamado Cristo (27,17) vive, ensea y obra en medio de la comunidad de sus discpulos. l es el Emmanuel, el Dios con nosotros (1,23) de quien todos los que acceden (una de las palabras preferidas de Mateo) a l reciben orientacin y ayuda. Donde dos o tres estn reunidos en su nombre, 117
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se encuentra l en medio de ellos (18,20). l permanece en su Iglesia hasta la consumacin del mundo (28,20). 4. En las comunidades de Mateo se ha enfriado el celo moral. Existen cristianos de apariencia que se contentan con decir Seor, Seor! (7,21-23), hay personas sin el vestido nupcial (22,11-14), se da el administrador malo, infiel y fraudulento (24,48-51; 25,24-30), las vrgenes necias a las que se les termin el aceite de las buenas obras (25,1-12) y los cristianos tericos a la izquierda (25,33). Precisamente porque Mateo est plenamente convencido de la seriedad y carcter definitivo del juicio divino, exhorta a los creyentes a la paciencia, para con la cizaa que crece entre el trigo (13,24-43). Tienen que correr detrs de la oveja perdida, corregir al hermano que ha cado en el pecado y estar dispuestos a perdonar en todo momento (18,12-35). 5. La situacin eclesial de Mateo se refleja tambin en la controversia con los falsos profetas (7,15-20.22; 12,3337; 24,11). Se trata de manifestaciones degeneradas del profetismo cristiano primitivo, contra las que luchan tambin otros escritos (Un 4,1; 2Pe 2,1). Pero en las comunidades continuaba habiendo profetas verdaderos (5,12; 10,41; 23,34), como se desprende del hecho de que Mateo ofrezca unos criterios para distinguir los verdaderos de los falsos profetas. Junto a los profetas se menciona a escribas (13,52; 23,34), maestros, catequistas y padres, con lo que probablemente se alude a los diversos cargos dirigentes. stos renuncian a unos ttulos que quedan reservados para Dios y Cristo, y se presentan como servidores de la comunidad (23,8-11). No sabemos cmo lleg a adquirir su nombre el Evangelio de Mateo, ni si el cambio de Lev (Me 2,14) a Mateo (Mt 9,9) tiene algo que ver con la indicacin del autor. En cualquier caso, no podemos pensar que el autor 118
del Evangelio de Mateo fuera un discpulo inmediato de Jess, porque no habra necesitado la fuente de Marcos. Ni siquiera podemos afirmar con seguridad que el autor fuera un judeocristiano, a pesar de que sta contina siendo la hiptesis ms probable. Indudablemente, podemos contar al evangelista en el grupo de aquellos escribas que se haban hecho discpulos del reino de los cielos y podan extraer cosas nuevas y viejas del rico tesoro de las tradiciones eclesiales (13,52).
E. Schweizer, Das Evangelium nach Matthus, Gotinga 1973. W. Grundmann, Das Evangelium nach Matthus, Berln 2 1971. W. Trilling, El Evangelio segn san Mateo, 2 vols., Herder, Barcelona 31980. J. Schmid, El Evangelio segn san Mateo, Herder, Barcelona 3 1981. I. Goma Civit, El Evangelio segn san Mateo, 2 vols., Marova, Madrid 1976. W. Trilling, El verdadero Israel, Fax, Madrid 1974. G. Strecker, Der Weg der Gerechtigkeit, Gotinga 21966 (estudios sobre la teologa de Mt).
4.3. El Evangelio de Lucas (Le) Tambin el Evangelio de Lucas es una especie de armona de Marcos, Q y materiales propios. A diferencia de la manera de proceder de Mateo, Lucas deja fuera de su evangelio grandes partes de Marcos (de los 661 versculos del Evangelio de Marcos, Lucas slo utiliza 350), el material de Q aparece presentado frecuentemene en distinto orden y bajo otra forma. Los materiales propios de Lucas ocupan casi la mitad de su evangelio (cf. para ms detalles el excurso sobre la cuestin sinptica al final de este captulo. A todo ello tenemos que aadir la intensa actividad 119
redaccional de Lucas, gracias a la cual todas las lneas del evangelio, desde la primera hasta la ltima, llevan el sello de su peculiaridad inconfundible. 43.1. Afianzamiento en la fe Lucas se presenta en el prlogo (1,1-4) como apologista, como telogo fundamental (si se nos permite emplear un trmino moderno), que no pretende demostrar la exactitud de la enseanza cristiana sino hacerla ms verosmil. El lector creyente, representado en lafigurade Tefilo (1,3), tiene que convencerse a s mismo de la fiabilidad de las palabras y acontecimientos que le fueron comunicados en la catequesis. Por consiguiente, con Lucas se abre una nueva fase en la historia de la literatura cristiana. El joven cristianismo se entrega con plena conciencia a la tarea literaria, se dirige a cada lector formado en particular para presentarle, desde el principio y ordenadamente, los fundamentos histricos de la fe. Pero esta intencin declarada choca pronto con sus limitaciones? Tampoco Lucas es capaz de cubrir los huecos de la tradicin con su diligente investigacin y, desde luego, no pretende introducir cambio alguno en su carcter kerygmtico. Por esta razn, la obra de Lucas, a pesar de su intencin apologtica, contina siendo un evangelio (y no simplemente un descarnado relato histrico-biogrfico). Las comunidades lo acogieron con entusiasmo y profundo agradecimiento como libro para la lectura litrgica y, de hecho, contiene las ms bellas narraciones de todo el Nuevo Testamento. Las circunstancias que hicieron necesario un afianzamiento en la fe no fueron otras que las corrientes en la era postapostlica: la creciente distancia temporal de los acon120
tecimientos salvficos originales, el retraso de la parusa, la aparicin generalizada de las primeras seales de cansancio en las comunidades. Por consiguiente, no podemos pensar que las peculiaridades de Le deriven exclusivamente de la situacin eclesial; se deben a la genial simplicidad de sus soluciones teolgicas presentadas en forma de narracin. Sin temor a equivocarnos, podemos calificar a Lucas como el mejor telogo narrativo del Nuevo Testamento. Sus concepciones dejaron profunda huella en la visin cristiana del mundo, como puede verse en los puntos siguientes: 1. La actualidad de la salvacin. Lucas no fue el primero ni el nico telogo que debi ocuparse del problema que ocasionaba el retraso de la parusa, pero su solucin lleg al corazn de los creyentes. Sin pretender desenraizar del corazn de stos la esperanza en el Seor que vendr, les ense, mediante el encanto de sus historias de la infancia, a mirar a aquel que naci en Beln como luz de los gentiles y gloria de Israel. Con ello se han invertido en cierto modo los polos del horizonte de las expectativas cristianas. A partir de ese momento, la mirada de los cristianos no tiene por qu apuntar hacia lo desconocido e inseguro de un futuro cercano o alejado; los creyentes pueden, como el anciano Simen, morir en paz porque sus ojos han contemplado la salvacin (2,29-32; cf. especialmente la relectura de Me 9,1 que hace Le 2,26). 2. El carcter normal de la salvacin. Otro motivo de inseguridad que Lucas quiere despejar es la carencia de fenmenos extraordinarios y de vivencias trastornantes. Muchos de los creyentes descendan de familias ya cristianas; no haban experimentado personalmente el dramtico proceso de conversin de una aparente existencia impa y viciosa. Otros haban llegado al cristianismo judos piadosos o como gentiles con alto nivel moral. A todos stos tena que inquietarlos la pregunta de qu haba cambiado 121
en su vida por la gracia y la salvacin de Dios. Si aadimos a esto el que los dones carismticos extraordinarios se hicieran cada dia ms raros, entenderemos por qu la vida cristiana cotidiana poda empujar hacia la inseguridad en la fe. La respuesta dada por Lucas camina en dos direcciones, una teolgica y la otra parentico-psicolgica. La salvacin aparecida en Jess, subraya Le constantemente, no cambia nada en las relaciones externas de la persona. La monotona de las circunstancias es, precisamente, el presupuesto de que Dios opera su salvacin. Incluso en la historia de la infancia, inundada de luz celestial, sucede todo segn ordena el emperador romano y siguiendo los usos judos. Tampoco en la exposicin de la vida pblica de Jess dominan en Le las acciones espectaculares, sino, ms bien, el casi connatural hacer el bien (Act 10,38) de Jess en favor de los enfermos y posedos. En ninguno de los otros evangelios aparece Jess tan cercano a las personas, en ninguno se le propone tan claramente como prototipo de la vida cristiana ordinaria, mencionando, por ejemplo, la regularidad de su oracin, el segn su costumbre (4,16) de su presencia en el culto divino. En lnea con esta presentacin, el lema parentico-psicolgico de Lucas ser: paciencia, perseverancia. Solamente as pueden los creyentes dar fruto (8,15), slo as alcanzarn la vida (21,19), ya que tambin los padecimientos y la muerte estn bajo el mandato divino (24,26). 3. La /labilidad del testimonio apostlico. Cuando Lucas escribe, las comunidades padecen un nuevo elemento de inseguridad: los falsos maestros. Qu juicio merecan las nuevas revelaciones, visiones, doctrinas secretas presentadas por ellos? Cules eran los criterios de la ortodoxia? Las autoridades umversalmente aceptadas de la primera y segunda generacin haban muerto. En qu medida podan sus sucesores en la direccin de las comunidades 122
decidir sobre lo verdadero y lo falso, sobre el bien y el mal? A diferencia de otros escritos aproximadamente contemporneos (ICIem 42,44), Lucas no desarroll la idea de la sucesin apostlica. Tal vez saba por experiencia que tambin algunos jerarcas que haban recibido su cargo reglamentariamente de manos de los Apstoles, o de discpulos de stos, haban sufrido las salpicaduras de las falsas doctrinas. De ah que Lucas no haya puesto como norma decisiva y permanentemente vlida de la vida cristiana la legitimidad del oficio, sino la fidelidad al testimonio de los doce Apstoles. Este testimonio apostlico, que no slo comprende (como en Pablo) la resurreccin, sino la totalidad de la vida pblica de Jess (Act 1,21-22), garantiza la continuidad en la doctrina y constituye el lazo de unin de los creyentes con el origen de la salvacin. Se entiende perfectamente que Lucas concibiera su evangelio como primera parte (Le 1,1; Act 1,1) de una historia verdaderamente teologico-fundamental de la Iglesia: en el testimonio de los Apstoles, fundamento de la comunidad, se actualiza y hace accesible para cualquiera en la fe el tiempo de Jess. Naturalmente, con su afianzamiento en la fe, Lucas no pretenda ofrecer un falso tranquilizante, una engaosa certeza de la salvacin. Las personas situadas dentro o fuera de la Iglesia no deban caer en la ilusin. Por el contrario, deban estar firmemente convencidas de que el definitivo tiempo de decisin haba comenzado con Jess (Le 17,20-37). Precisamente el cristiano tiene que estar preparado para los momentos de acoso y de persecucin. Su virtud ms importante, lo repetiremos de nuevo, deber ser la paciencia, la disposicin a soportar con perseverancia las cargas de cada da. La fidelidad y la fiabilidad siguen siendo imprescindibles, aunque el tiempo no exiga (todava) comportamientos heroicos.
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43.2. Otras peculiaridades del Evangelio de Lucas B. Relato del viaje: 1. Preocupacin lingstica: Esfuerzos por mejorar el texto griego. De ordinario, Lucas corrige expresiones vulgares de Marcos. Imitacin del estilo bblico solemne de la Septuaginta, especialmente en los captulos dedicados a la infancia (Y sucedi que..., Y he aqu..., Y cuando los das... se cumplieron). Fidelidad al texto transmitido en la tradicin de los logia. Lucas conserv mejor que Mateo la forma y el orden del material que tom de la fuente Q. 2. Presentacin edificante: Lucas suprime datos de Marcos en los que Jess aparece como excesivamente humano, con afectos de ira, de indignacin o de simpata (cf. 5,13; 6,10; 18,16.22). Adems, ha suprimido Me 3,20-21 y 13,32. Las aadiduras edificantes abundan especialmente en la historia lucana de la pasin (22,43-44; consuelo del ngel y sudor de sangre en el huerto de los olivos; 22,51: curacin de la oreja amputada; 22,61: Jess mira a Pedro despus de sus negaciones; 23,34.43.46: ltimas palabras en la cruz). Lucas suprime textos de Marcos en los que se censura a los discpulos o stos son presentados de manera desfavorable (p. ej.: Me 8,33; 10,35-40; 14,27.50: huida de los discpulos). Se disculpan sus fallos (Le 22,45.49.62). Se alaba su fe pascual como ejemplar (24,34-35. 52-53). C. En Jerusaln y cercanas: Material propio en grandes bloques:
(sin Me 6,45 - 8,26) 9,51 - 19,27 (18,15-19,27 = Me 10,13-52) 19,28-24,53=Mc 11,1-16,8 6,20-8,3 (pequeo inciso) 9,51-18,14 (gran inciso)
H. Schrmann, Das Lukasevangelium I, Herder, Friburgo de Bris. 1969 (comentario a Le 1,1-9,50). K. H. Rengstorf, Das Evangelium nach Lukas, Gotinga 101965. A. Stger, El Evangelio segn san Lucas, 2 vols., Herder, Barcelona 3 1979. J. Schmid, El Evangelio segn san Lucas, Herder, Barcelona 31981. H. Conzelmann, El centro del tiempo, Fax, Madrid 1974 (estudio sobre la teologia de Le). H. Schrmann, Traditionsgeschichtliche Untersuchungen zu den synoptischen Evangelien, Dusseldorf 1968.
4.4. Excurso: la cuestin sinptica 4.4.1. Estado de la cuestin Marcos, Mateo y Lucas no slo tienen una estructura ampliamente concordante, sino que, adems, muchos de sus versculos tienen un texto igual o casi similar. Puestas estas relaciones en nmeros, tenemos el siguiente cuadro: Le Total Me Mt 661 versculos 600 350 Me tiene en comn con Mt tiene en comn con 600 240 1060 versculos Le tiene en comn con 350 240 1149 versculos 35 350 548 versculos Material propio 125
4.3.3. Esquema del Evangelio de Lucas Prlogo: A. En Galilea: 124 1,1-2,52 3,l-9,50=Mc 1,1-3,19; 4,1-9,40
Junto a las coincidencias llamativas, el lector encuentra tambin numerosas discrepancias, frecuentemente en las mismas unidades de tradicin: Me 14,22-25 Mt 6,9-13 26,26-29 Le 11,2-4 22,19-20
15,34
27,46
Padrenuestro Palabras de la cena(cf. ICor 11,13-25) 23,34.43.46 Palabras de Jess en la cruz (cf. Jn 19,25-30)
dos fuentes. Fue elaborada en el siglo XIX por investigadores protestantes (Christian Hermann Weisse, Christian Gottlob Wilke, Heinrich Julius Holtzmann) y se ha impuesto paulatinamente, a causa de su sencillez, en toda la investigacin exegtica, excepto en algunos autores franceses e ingleses. Entre tanto, han desaparecido tambin los reparos que tuvo en otro tiempo la Pontificia Comisin Bblica (1912), motivados por testimonios de la Iglesia primitva que atribuan la prioridad a Mateo.
4.4.3. Problemas no resueltos La teologa protestante liberal del siglo XIX y comienzos del siglo XX crey haber encontrado, con la ayuda de la teora de las dos fuentes, el acceso a los testimonios originales, documentariamente autnticos, de la vida de Jess. Exista la conviccin de que Marcos ofreca el proceso histrico fiel de la vida de Jess y Q la doctrina pura del evangelio, no falseada an por ninguno de los dogmas posteriores. Ambos supuestos se han demostrado ser simples ilusiones. La prioridad de Marcos representa nicamente un hecho literario y nada dice acerca del valor histrico de las tradiciones reunidas por primera vez en este evangelio. Lo mismo tenemos que afirmar respecto de Q: la fuente de los logia no slo es una seleccin de los dichos de Jess, sino que, al mismo tiempo, los interpreta y actualiza de diversas maneras. Por consiguiente, para una reconstruccin histrica de la vida y doctrina de Jess, la teora de las dos fuentes es utilizable slo en forma condicional. La teora de las dos fuentes tampoco es capaz de explicarnos por qu Mateo y Lucas han coincidido frecuentemente al cambiar el texto que encontraban en Marcos, 127
4.4.2. Explicacin Cmo puede explicarse esta sorprendente suma de coincidencias y de diferencias? Si existen dependencias cosa que parece innegable, puede pensarse en las siguientes posibilidades: Una tradicin oral comn (hiptesis de la tradicin), defendida por Johann Gottfried Herder (1797). Un protoevangelio escrito en arameo, defendida por Gotthold Ephraim Lessing (1778). Incorporacin de las mismas historias concretas (hiptesis de los fragmentos), sostenida por Friedrich Schleiermacher (1817). Dependencia literaria de fuentes escritas que se perdieron (Proto-Mateo, Proto-Marcos, Proto-Lucas). Dependencia literaria de Marcos respecto de Mateo, sentencia defendida ya por san Agustn (hacia el 400). Mateo y Lucas dependen literariamente de Marcos (prioridad de Me) y de Q (fuente de los logia o de los discursos). Esta ltima posibilidad es conocida como teora de las 126
mientras que en otras ocasiones cada uno de aquellos dos autores sigue su propio camino (por ejemplo, las palabras finales de Mt 26,75 y Le 22,62 frente a Me 14,72). Todos estos casos hay que resolverlos con la ayuda de una hiptesis de crtica textual (posterior armonizacin en los manuscritos) o suponiendo que Mateo y Lucas dispusieron de otras fuentes comunes para temas concretos. Finalmente, la teora de las dos fuentes no da respuesta a la pregunta de por qu Mateo y Lucas reelaboraron continuamente el texto de Marcos y, en ocasiones, le dieron nueva configuracin. Este fenmeno slo podr ser aclarado con el mtodo de la historia de la redaccin, que de nuevo confiere mayor independencia y perfil teolgico propio a cada uno de los evangelistas. En este sentido, la comparacin sinptica tiene hoy menos inters para el problema histrico de las fuentes, segn parece inaccesible a una explicacin total, que para profundizar en las peculiaridades de cada uno de los evangelios. Para ms detalles, cf. la Patmos-Synopse, p. 5-17. El lector castellano puede consultar, entre otros: A. Wikenhauser-J. Schmid, Introduccin al Nuevo Testamento, Herder, Barcelona31978, p. 414439 (el problema sinptico); A. Robert-A. Feuillet, Introduccin a la Biblia II, Herder, Barcelona 31970, p. 250-281 (el hecho sinptico) y A. George - P. Grelot, Introduccin crtica al Nuevo Testamento, 2 vols., Herder, Barcelona 1983, vol. 1, cap. 5., p. 362-401 (el hecho sinptico); todas estas obras con abundante bibliografa.
A. Huck-H. Lietzmann, Synopse der ersten drei Evangelien, Tubinga 101950 (texto griego solamente. Las primeras ediciones tenan tambin el texto alemn). K. Aland, Synopsis quattuor evangeliorum, Stuttgart '1976 (texto griego, con indicacin de los lugares paralelos de los libros apcrifos y de los padres de la Iglesia). J. Schmid, Synopse der drei ersten Evangelien, Ratisbona 61971 (con indicacin de los lugares paralelos de Jn. El texto alemn, tomado
de los Comentarios al Nuevo Testamento de Regensburg, no siempre reproduce fielmente los textos sinpticos). C. H. Peisker, Zrcher Evangelien-Synopse, Kassel '1965 (el texto alemn es el de la Biblia de Zurich). F. J. Schierse, Patmos-Synopse, Dusseldorf 121979 (trad. alemana de los principales textos sinpticos, con indicacin de los lugares paralelos del Evangelio de Jn, de los evangelios apcrifos y de la literatura cristiana primitiva. La introduccin es de W. Trutwin). W. Schenk, Synopse zur Redenquelle der Evangelien, Dusseldorf 1981 (reconstruccin y sinopsis de Q, texto alemn, con pequeas notas aclaratorias).
En castellano:
J. Alonso Daz-Z. Snchez Ferrero, Evangelio y evangelistas, Tauros, Madrid 1966 (las perspectivas de los tres primeros evangelios en sinopsis, bibliografa, notas). J. Leal, Sinopsis concordada de los cuatro evangelios, Catlica, Madrid 31975. P. Bnoit-M. E. Boismard, Sinopsis de los cuatro evangelios, Descle de Brouwer, Bilbao 1975. M.E. Boismard, Sinopsis de los cuatro evangelios, t. 2: Comentarios, Desclee de Brouwer, Bilbao 1977. B. Hurault, Sinopsis pastoral de Mateo, Marcos, Lucas (Juan), Paulinas, Madrid 1980.
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El libro de los Hechos de los apstoles es la continuacin, el segundo volumen, de la teologa fundamental de Lucas. Por consiguiente, presidirn la obra los mismos motivos e intenciones que ya hemos sealado en el evangelio. A Lucas no le mueve el inters histrico de escribir una historia de la Iglesia. Por el contrario, pretende sirvindose del ejemplo del tiempo apostlico y paulino transmitir a sus lectores seguridad en la fe, nimo y confianza en todas las situaciones de la vida.
5.1. Situacin de la Iglesia Si queremos conocer la situacin eclesistica para la que Lucas concibi su obra, tenemos que recurrir a un texto clave, el discurso de despedida de Pablo en Mileto (20,17-38): a) Las comunidades estn dirigidas por presbteros (ancianos) (cf. 11,30; 14,23; 15,2.4.6.22; 16,4; 21,18). Estos dirigentes de las comunidades, a los que tambin se da el nombre de episkopoi (=obispos), ejercen colegialmente las mismas funciones que los doce Apstoles o Pablo. 130
b) En los Hechos de los apstoles, a los fieles sin funciones directivas se les da constantemente el nombre de discpulos (20,30; en total, ms de 20 veces). Por consiguiente, las comunidades de Lucas conocen ya un orden jerrquico, reglamentado por el Espritu Santo (20,28), que distingue entre pastores y rebao. c) La unidad de la Iglesia est amenazada por divisiones y falsas doctrinas (20,29-30). El peligro no viene slo de los misioneros itinerantes herticos (lobos rapaces), sino tambin de algunos responsables de las Iglesias (de entre vosotros mismos) que exponen sus novedades e ideas perversas y a veces arrastran a los discpulos detrs de s. d) A los dirigentes se les recomienda celo incansable (20,19-21.27.31), desprendimiento (33-34) y conciencia de responsabilidad social (35). En alguna medida podemos deducir de todo esto que ya entonces algunos presbteros perjudicaban el estado de las comunidades a ellos encomendadas a causa del descuido en el cumplimiento de su deber, de su avaricia, vagancia y despreocupacin (cf. IPe 5,1-4; Le 12,41-46). e) Aunque no existe dato alguno que nos permita pensar en una inmediata situacin de persecucin, parece con todo necesario (como en cualquier tiempo) recordar el martirio de Pablo (22-24) y preparar a los oyentes o lectores para hacer frente a las acometidas de cualquier tipo.
5.2. Respuesta de los Hechos de los apstoles Al hablar de Lucas sealbamos ya (cf. II. 4.3.1, n. 3: la Habilidad del testimonio apostlico) que el autor de la doble obra no desarrolla teora alguna de la sucesin apostlica. En su lugar, carga el acento sobre la apostolicidad 131
interna de los oficios directivos eclesisticos. Esto significa en concreto: a) Los doce apstoles adquieren, desde el principio (Le 6,13-16; Act 1,2.13) una posicin destacada en la Iglesia. Ellos son los testigos llamados y legitimados (1,8) de toda la actuacin terrena de Jess y de su resurreccin hasta su ascensin a los cielos (1,21-22). Por consiguiente, no puede existir ningn sucesor de los apstoles en sentido propio; su testimonio tiene carcter nico e irrepetiblemente vlido. El mismo Pablo no es jams llamado apstol (sin exceptuar 14,14). b) Aunque Pablo no es apstol en sentido lucano, es considerado, no obstante, como prototipo y representante del tiempo postapostlico al que tendrn que imitar todos los jerarcas eclesisticos posteriores. Al mismo tiempo, constituye el puente que, ms all de los primeros apstoles, lleva hasta Jess (20,35). Por eso, no es pura casualidad que precisamente el Pablo de Lucas lleve adelante la predicacin del reino de Dios proclamado por Jess y, de esta manera, testimonie la continuidad de la Iglesia posterior con el origen (14,22; 19,8; 28,23.31), continuidad que pasa por los apstoles (1,6). c) Los Hechos de los apstoles tienen sumo inters en presentarnos una imagen ideal de la primera comunidad y del tiempo de Pablo. Por algo el trmino unnimes es uno de los principales y preferidos (1,14; 2,1.46; 4,28; 5,12; 8,6; 15,25). De ah que se quite importancia y se tienda a la armonizacin en el conflicto en torno al evangelio de Pablo que proclama la libertad frente a la Ley (comprense Act 15 y Gal 2). El lector tampoco es mnimamente informado sobre los duros enfrentamientos que han tenido lugar en Galacia y en Corinto. Por el contrario, todo el inters se concentra en la ejemplar actividad misionera y pastoral de Pablo. 132
La exposicin de los Hechos de los apstoles no supone necesariamente el desconocimiento de las cartas paulinas, sino que, ms bien, su consciente unilateralidad es consecuencia de la configuracin teolgica y parentica de la obra. 5.3. Divisin de los Hechos de los apstoles 1. Prehistoria (1-2): Ascensin y envo del Espritu Santo (Pentecosts) son las condiciones indispensables para que pueda constituirse la primera comunidad de Jerusaln, clula germinativa de la Iglesia y de su misin mundial. 2. El tiempo de los doce apstoles (3-15): Es un tiempo ejemplar, repleto de milagros, en el que se nos presenta la doctrina de los apstoles (2,47) utilizando el artificio literario de los discursos programticos. Las persecuciones externas y las discusiones internas quieren poner de manifiesto que la palabra de Dios crece de forma imparable y que se multiplica el nmero de los discpulos (6,7; 12,24). 3. El tiempo postapostlico de Pablo (16-28): En sus viajes misioneros guiados por el Espritu Santo, el Espritu de Jess (16,7), fundan Pablo y sus colaboradores numerosas comunidades hasta que, prisionero, es llevado a Roma despus de pasar una terrible aventura en el viaje por mar. Una vez en Roma, predicaba el Reino de Dios y enseaba lo referente al Seor Jesucristo con toda valenta, sin estorbo alguno (28,31).
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5.4. La cuestin del autor Durante largo tiempo se crey unnimemente que slo un contemporneo y compaero de viajes de Pablo, el mdico Lucas (Flm 24; Col 4,13) poda haber compuesto los Hechos de los apstoles. Tal suposicin se basaba principalmente en los relatos-nosotros o relatos en primera persona del plural (16,10-17; 20,5-15; 21,1-18; 27,128,16) en los que, de repente y sin transiciones, alguien del acompaamiento de Pablo comienza a narrar. Es curioso que este testigo ocular annimo nos describa casi exclusivamente viajes por mar. No podemos probar que el autor de estas noticias haya tenido que escribir tambin las restantes secciones de los Hechos de los apstoles. Parece mucho ms aceptable suponer que el autor de los Hechos de los apstoles haya empleado, entre otras muchas fuentes e informes, una especie de diario de viaje de un antiguo compaero de Pablo y lo haya reelaborado estilsticamente. El argumento principal por el que descartamos que el autor de los Hechos de los apstoles hubiera conocido personalmente a Pablo no se basa nicamente en las dificultades cronolgicas: el mdico Lucas tendra que ser muy joven hacia el ao 60 si como hoy se supone generalmente escribi su obra hacia finales del siglo I. Mucho ms decisivo es el argumento de que la presentacin que se hace de Pablo en los Hechos de los apstoles difiere considerablemente en muchos puntos de los datos de las cartas paulinas: Segn Act 9,26-30, Pablo acta en Jerusaln poco despus de su conversin, una vez que Bernab lo ha presentado a los apstoles. El testimonio de Gal 1,17, corroborado con juramento (v. 20), excluye tal posibilidad. Pablo no dice nada de la colecta de que habla Act 134
11,27-30 y que habra sido llevada a Jerusaln por Bernab y Saulo. Su primera visita a Jerusaln obedece a otros motivos (Gal 1,18). Hemos aludido ya a la diferente presentacin del concilio de los apstoles en Act 15 y en Gal 2. De manera notoria, parece que Pablo no sabe nada del llamado decreto de los apstoles (Act 15,28-29; 16,4). Segn Act 16,3, Pablo hizo circuncidar a Timoteo a causa de los judos. Pero esto parece contradecir los principios defendidos en la carta a los Glatas. La predicacin misionera de Pablo reproducida en los Hechos de los apstoles (Act 13,16-41) se asemeja mucho a las predicaciones de Pedro consignadas con anterioridad. Igualmente, los restantes discursos de Pablo (Act 17,22-31; 20,17-35; 22,1-21; 23,1-6; 24,10-21; 26,1-23) apenas si delatan conocimiento alguno de la teologa tpica de Pablo. Tanto en cuanto al estilo como en cuanto al contenido son obra del autor de los Hechos de los apstoles. De la gran colecta que Pablo deseaba llevar a Jerusaln (2Cor 8,9; Rom 15,25-28) los Hechos de los apstoles no dicen una sola palabra a pesar de que, por las indicaciones sobre el acompaamiento en el viaje (Act 20,4) podramos deducir un cierto conocimiento de las circunstancias histricas. El viaje a Jerusaln se presenta en claro paralelismo con el camino de dolor de Jess en el evangelio (Wiater, 74-75). Naturalmente, cada uno de los puntos sealados aqu tiene un diverso peso especfico. En todo caso, demuestran que el autor tanto si conoci las cartas paulinas como si no era un escritor totalmente independiente y que segua de manera consecuente su propia concepcin teolgica. Para l lo realmente importante era situar a Pablo en lnea con el testimonio acerca de Jess de la primera comunidad apostlica. 135
5.5. Pasajes principales de los Hechos de los apstoles 1,9-11 Ascensin de Jess. 1,15-26 Eleccin de Matas para apstol. 2,1-13 Pentecosts (venida del Espritu Santo). 2,43-47 Comunidad primitiva ideal. 4,32-37 Comunidad de bienes. 5,12-16 Milagros de los apstoles. 6-7 Actuacin y martirio de Esteban. 9,1-19 Conversin de Pablo (visin de Damasco: cf. 22,4-21; 26,12-18). 10-11 Aceptacin de los primeros gentiles (Cornelio) en la Iglesia por medio de Pedro. 13,4-14,28 Primer viaje misional de Pablo (con Bernab) (Chipre, Antoqua de Pisidia, Iconio, Listra, Derbe). 15,1-35 Concilio de los apstoles en Jerusaln. 15,36-18,22 Segundo viaje misional de Pablo (Trade, Filios, Tesalnica, Atenas, discurso del Areopago, Corinto, feso). 18,23-20,4 Tercer viaje misional (feso: discpulos de Juan, revuelta de los orfebres, Macedonia, Corinto). 20,5-21,14 ltimo viaje a Jerusaln. 21,15-28,31 Cautiverio, proceso, viaje por mar hacia Roma.
H. Conzelmann, Die postelgeschichte, Handbuch zum Neuen Testament 7, Tubinga 1963. I. Krzinger, Los Hechos detosapstoles, 2 vols, Herder, Barcelona 2 1979. E. Haenchen, Die postelgeschichte, Meyer 111,15, Gotinga 61968. G.'Sthlin, Die postelgeschichte, Neues Testament Deutsch 5, Gotinga 31970. A. Wikenhauser, Los Hechos de los apstoles, Herder, Barcelona 3 1981. G. Lohfink, Die Himmelfahrt Jesu, Munich 1971 (estudio de los textos tucanos relativos a la ascensin y la exaltacin).
J. Kremer, Pfingstbericht und Pflngstgeschehen, Stuttgart 1973 (estudio exegtico de Act 2,1-13). Cf. del mismo autor en cast.: Pentecosts. Experiencia del Espritu, Secretariado Trinitario, 1978. W. Wiater, Weg zur postolgeschichte, Dusseldorf 1974.
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Bajo la denominacin de cartas deuteropaulinas englobamos una serie de escritos que tienen la apariencia externa de cartas paulinas autnticas y son consideradas como tales por muchas personas, pero que la investigacin critica tiene serios motivos para considerar como pseudoepgrafas. Dado que la pseudoepigrafia, es decir, la produccin de obras literarias bajo e\ nombre de una personalidad famosa, en la mayora de los casos ya difunta, representa una manera de actuar ampliamente difundida en la antigedad y considerada entonces como legtima como lo prueban los numerosos pseudoepgrafos veterotestamentarios y judos sera desacertado hablar de falsificacin y engao, trminos incompatibles con la verdad inspirada por el Espritu de Dios. Por el contrario, se trata del procedimiento, completamente normal, segn el cual alumnos y admiradores quieren resolver los problemas de su tiempo en el espritu y con la autoridad del gran maestro de los pueblos (ITim 2,7), a pesar de que las motivaciones concretas puedan variar grandemente en cada caso. Antes de entrar en las peculiaridades de cada una de las cartas, tenemos que sealar los principales puntos en comn: 138
1. Se presenta a Pablo como autor de todas las cartas. Esto se desprende no slo de los saludos iniciales, sino tambin de las numerosas noticias sobre colaboradores, planes de viajes y circunstancias personales. Los autores (caso de que no fuera el mismo Pablo) se esforzaron para dar la impresin de que se trataba de escritos autnticos. 2. Las autoafirmaciones de Pablo aparecen frecuentemente en estas cartas y adquieren una importancia destacada. En estos textos podemos, incluso debemos, contemplar una primera reflexin teolgica sobre la posicin del Apstol en la historia de la salvacin, as como testimonios claros de una veneracin de Pablo en la iglesia primitiva (cf. Act). A diferencia de lo que sucede en los Hechos de los Apstoles, se venera precisamente al apstol Pablo, a quien se considera receptor incomparable de la revelacin (carta a los Colosenses, carta a los Efesios) o se le utiliza para fundamentar normas eclesisticas (Cartas pastorales). 3. Si exceptuamos la Segunda carta a los tesalonicenses, que ocupa un lugar especial, estas cartas pretenden legitimar a sucesores de Pablo. En la carta a los Colosenses, Epafras ocupa el lugar de Pablo (Col 1,7-8; 4,12-13); en la carta a los Efesios es la totalidad de la iglesia, fundada sobre el cimiento de los apstoles y profetas, la que lleva hacia adelante, con sus pastores y maestros, la edificacin del cuerpo de Cristo (Ef 2,20; 4,11-12); en las cartas pastorales, Timoteo y Tito actan como comisionados por el Apstol. Por consiguiente, se trata, como en Act 20, de la continuidad de las comunidades pospaulinas y de sus autoridades con respecto al perodo fundacional. 4. Todas las cartas tienen problemas de dependencia literaria. La segunda carta a los Tesalonicenses est estrechamente emparentada con la primera, la carta a los Efesios presupone claramente la carta a los Colosenses; y las 139
cartas pastorales son como variaciones del mismo tema. Adems, en muchos lugares podemos comprobar tambin claras dependencias de las restantes cartas paulinas autnticas. Dado que el parentesco literario se une, en la mayora de los casos, a un nueva interpretacin teolgica, es poco probable que Pablo mismo las citara y reinterpretara al mismo tiempo. 5. A diferencia de lo que sucede en las cartas de Pablo a comunidades concretas, nos encontramos aqu con unos escritos que, a pesar de sus direcciones concretas, estn pensados para varias comunidades. La carta a los Colosenses debe ser leida en pblico tambin en Laodicea (Col 2,1; 4,15-16); en el saludo inicial de la carta a los Efesios (1,1), feso ha sido aadido posteriormente; la segunda carta a los Tesalonicenses ha hecho desaparecer casi todos los rasgos concretos de la primera; y es seguro que las cartas pastorales no pretenden regular situaciones eclesiales slo en feso y Creta. Tienen tambin carcter general las exhortaciones sobre deberes familiares y los ataques polmicos a los falsos maestros. Por consiguiente, el marco epistolar sirve nicamente como revestimiento; en realidad, son tratados y exposiciones dogmticas.
6.1.1. La situacin La carta no contiene referencias inmediatas a estos acontecimientos. Esto lleva a pensar que fue escrita inmediatamente antes o algn tiempo despus de los hechos mencionados. Pero si suponemos tambin por otros motivos (2,1) un origen posterior a Pablo, se entiende mejor la falsa doctrina combatida en la carta. Tal doctrina parece haber fructificado vigorosamente entre los colosenses afectados por el terremoto. Sus peculiaridades, que ayudan a explicar la peculiar cristologa de la carta a los Colosenses, son las siguientes: a) La carta presupone un estado de angustia frente al mundo, sentimiento ampliamente difundido en la antigedad, que tema el desmoronamiento del orden csmico y que las catstrofes naturales no hacan sino fortalecer y alimentar. b) Los elementos del mundo (2.8.10), es decir, los espritus, demonios, ngeles, principes y potestades (1,16; 2,10.15) que llenan el universo, son los culpables de esta amenaza; su afn de dominio, disputas y enemistad oprimen a los hombres. c) Pero esta amenaza de los elementos del mundo no se limita a la vida terrestre. Incluso despus de la muerte, los hombres deben temer que las potencias enemigas impidan que sus almas asciendan al mundo divino superior. d) La falsa doctrina parece ofrecer una solucin plausible a la angustia de los hombres: hay que mantener buenas relaciones con los elementos del mundo, dar culto a los ngeles (2,18.23), no ofender a los poderes csmicos. Para ello, hay que evitar determinados alimentos, privarse de contactos (sexuales?), mortificar el cuerpo y observar determinados das (2,16.21-23. Este esquema de la filosofa de los colosenses (2,8) est presente tambin en otros 141
6.1. Carta a los Colosenses (Col) Colosas, una ciudad de Asia Menor situada en el valle del Lico, a unos 200 km de la costa, qued completamente destruida, como sus vecinas Laodicea y Hierpolis, por el terremoto del ao 61 d.C. Es de suponer que esta ciudad, en otro tiempo centro importante de la industria lanera, fuera reconstruida como Laodicea (cf. Ap 3,14-22).
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textos contemporneos de la religiosidad helenstica y del sincretismo pagano-judo. Eduard Schweizer alude en su comentario a los motivos ideolgico-mitolgicos de la aseesis pitagrica y de la huida del mundo (100-104, 217-218 entre otros).
6.1.2. Respuesta de la carta La exgesis supone generalmente que la carta a los Colosenses permite reconocer dos estadios diferentes de la confrontacin con la falsa doctrina. En un primer estadio los cristianos de Colosas habran aceptado, de manera relativamente poco critica, las concepciones y prcticas de la falsa doctrina, con la diferencia, naturalmente, de que ellos proclamaban que Dios, en Cristo primognito de toda criatura (1,5) haba creado, reconciliado y pacificado el universo. No se estaba lejos de una ambigua interpretacin gnstica: la de presentar a Cristo como un ser mticocsmico cuya benevolencia puede comprarse con ritos y ascesis y concebir la redencin como un acontecimiento natural y mgico. Este primer estadio constituye la falsa doctrina sincretista crtano-juda en sentido estricto; su confesin de fe habra sido conservada bsicamente en el himno 1,15-20. El segundo estadio se pone de manifiesto en la carta misma, en la polmica y en la relectura que el autor ha hecho del himno. Aqu se aceptaran las preocupaciones de la falsa doctrina superacin de la angustia frente al mundo y seguridad de salvacin, pero se respondera en un sentido que excluye las mencionadas falsas interpretaciones. Como han puesto de manifiesto los numerosos intentos de reconstruccin, que se contradicen parcialmente entre s,
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es muy difcil trazar una lnea de separacin entre la falsa doctrina sincretista cristiano-juda y las correcciones de la carta. Una introduccin tiene que conformarse con ofrecer algunas afirmaciones de tipo general: La carta a los Colosenses siguiendo una especulacin sapiencial judeohelenista confiesa a Cristo como fundamento y mediador de toda la creacin. De ah que el mundo deje de ser el mbito amenazante de poderes y elementos annimos e imprevisibles; el mundo lleva desde el principio la imagen personal del Hijo amado (1,13.15). El cristiano supera su miedo a los trastornos y las conmociones en la fe de que todo tiene consistencia (1,17) en Cristo, de que Cristo es la cabeza de todo principado y de toda potestad (2,10), de que Dios ha triunfado sobre ellos por medio de Cristo (2,15). El universo ha sido reconciliado en la cruz; Cristo ha restablecido la paz mediante su sangre (1,21). La muerte de Cristo, acontecimiento histrico, contina siendo criterio de todas las altas especulaciones en las que corren el peligro de perderse los colosenses. La Iglesia (1,18.24) es el lugar donde Cristo es experimentable como cabeza de un mundo pacificado. All los creyentes viven su nueva vida con Cristo resucitado, escondidos en Dios (2,12-13; 3,1-4). Esta vida nueva, celeste, tiene que confirmarse en el comportamiento moral (3,5-4,6). Pero no son necesarios ejercicios ascticos o rituales complementarios para asegurar la salvacin (2,16-23).
H. Conzelmann-G. Friedrich, Epstolas de la cautividad. Efesios. Filipenses. Colosenses. Filemn, Fax, Madrid 1972 (texto y comentario). E. Schweizer, Der Breif an die Kolosser, Zurich-Neukirchen-Vluyn 1976. F.J. Steinmetz, Protologische Heils-Zuversicht, Francfort 1969 (las estructuras del pensamiento soteriolgico y cristolgico de Col y Ef)-
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F. Mussner-A. Stger, Carta a los Colosenses. Carta a Filemn, Herder, Barcelona 21979.
Probablemente, la carta a los Efesios, denominacin generalmente utilizada, no tuvo originalmente (1,1) un lugar de destino geogrficamente concreto. Presumiblemente, fue considerada desde un comienzo como una circular. A este dato, confirmado por los manuscritos y por la crtica textual, se suma el hecho de que el contenido de la carta no encierra referencia concreta alguna a la comunidad efesina, en la que Pablo actu durante ms de dos aos (Act 19,10).
la gentilidad, en la que repetidamente se reavivaban los sentimientos antijudos. Con todo, mucho ms amenazadores fueron algunas manifestaciones producidas en las comunidades formadas por cristianos venidos de la gentilidad. Se formaban grupos y se discuta sobre problemas doctrinales (4,14), exista la tendencia a retornar a las maneras paganas de vida y a los vicios antes abandonados (4,17-5,20). La condicin de cristiano haba perdido su primitiva fascinacin y se haba convertido en rutina o, incluso, en obligacin fastidiosa.
6.2.2. La respuesta de la carta 1. La frecuencia con que aparecen los trminos uno y unidad (unas 13 veces) confirma la impresin de que el autor considera que los grmenes portadores de divisin constituyen uno de los principales peligros. Trata de hacer frente a estas seales de descomposicin utilizando argumentos teolgicos: Cristo Jess es el hombre nuevo que ha reconciliado a judos y gentiles con Dios en un solo cuerpo (2,14-18). La Iglesia (1,22-23; 3,6), convertida en un nico cuerpo por una unidad del Espritu (2,18.22; 4,3), conoce una sola esperanza comn, un solo Seor, una sola fe, un solo bautismo y un solo Dios (4,4-6). La unidad en la fe tiene que ser preservada mediante los servicios eclesiales dados por el Cristo exaltado, celeste (4,7-16). Curiosamente, faltan casi en absoluto las alusiones concretas al tipo y circunstancias de las divisiones que amenazan (2,12-17?; 4,14?). En consecuencia, podramos pensar que se trata de un tratado especulativo sobre la unidad de la Iglesia, tratado que carecera de toda referen145
6.2.1. Situacin Tenemos que contemplarla en el conjunto de la problemtica general de la Iglesia tal como emerge por doquier en las ltimas dcadas del siglo I: En las comunidades concretas, la convivencia de cristianos y judos se haca cada da ms difcil. Puesto que los judeocristianos continuaban aferrndose a sus costumbres rituales, les estaban totalmente vedadas las comidas comunitarias con los miembros de la comunidad provenientes de la gentilidad. As se lleg, al menos en las ciudades mayores, a tener centros y comunidades domsticas separadas. Se encontraba tambin en peligro la unidad de toda la Iglesia. Tal vez estaban ya en marcha procesos que se manifestaran claramente durante el siglo II: un judeocristianismo que se senta empujado hacia las divisiones sectarias y la gran Iglesia formada por los cristianos provenientes de
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cia actual, opinin que nos parece altamente improbable. 2. La segunda gran preocupacin de la carta es robustecer la fe, darle solidez y enraizar ms profundamente el amor (3,14-21; 5,1-2). La carta trata de conseguir esos objetivos utilizando los siguientes medios: A los creyentes venidos de la gentilidad les recuerda (2,1-22) su experiencia bautismal. Tienen que ser conscientes de su nuevo ser, regalado gratuitamente; y deben actuar en consecuencia (4,17-32). La Iglesia, cuerpo de Cristo, es presentada a los creyentes como el misterio de la revelacin de Dios, como lugar de la poderosa actuacin de Cristo (1,3-23; 3,1-21; 4,7-16). Las solemnes expresiones hmnicas no pretenden nicamente transmitir sabidura y comprensin del plan salvfico oculto de Dios que ha sido revelado a sus santos apstoles y profetas por el Espritu (3,5). Al mismo tiempo, los textos expresan una piedad eclesial vivida que hay que conservar y fomentar. Es evidente que los elementos de esta piedad eclesial sorpresa, admiracin, veneracin, alegra, agradecimiento no perjudican, sino que hacen posible, el objetivo bsico y principal: Comprender el amor de Cristo (3,19). La vida cotidiana, de manera especial las obligaciones domsticas, se sita bajo el criterio del amor de Dios hecho visible en Cristo (5,1-2; 5,21-6,9). Esta marcada cristificacin ha llevado, en la carta a los Efesios, a una rica teologa del matrimonio que contrarresta con lo que Pablo dijo en ICor 7. La difcil situacin de las comunidades cristianas es interpretada como lucha contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espritus del mal que estn en las alturas (6,12), es decir, como acontecimiento apocalptico del final de los tiempos, lucha que podr ganarse nicamente equipados con las armas de Dios (6,10-20). 146
Son precisamente las experiencias adversas y negativas las que ponen de manifiesto que el cristiano est implicado en las confrontaciones entre Dios y los poderes demonacos, de suyo resultado final no existe la menor duda.
6.2.3. Pasajes importantes de la carta 1,3-4 Himno al plan salvfico de Dios. 1,22-23 La Iglesia es su (de Cristo) cuerpo, la plenitud del que lo llena todo en todo. 2,4-6 Pero Dios, rico en misericordia, por el grande amor con que nos am, estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivific juntamente con Cristo por gracia habis sido salvados y con l nos resucit y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jess. 2,14.17 l es nuestra paz... Vino a anunciar la paz. 2,20 Edificados sobre el cimiento de los apstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo. 3,10 Para que la multiforme sabidura de Dios sea ahora manifestada a los principados y a las potestades en los cielos, mediante la Iglesia. 4,4-6 Un cuerpo y un Espritu,... una esperanza comn; un Seor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, que est sobre todos, mediante todos y en todos. 4,10-12 Este que baj es el mismo que subi por encima de todos los cielos, para llenarlo todo. l mismo dio a unos el ser apstoles; a otros, profetas; a otros, evangelizadores; a otros pastores y maestros, para el recto ordenamiento de los santos, para edificacin del cuerpo de Cristo. 4,15 Siendo sinceros en el amor, crezcamos en todo hasta aquel que es la cabeza, Cristo. 4,22-24 Despojaos del hombre viejo,... revestios del 147
hombre nuevo, creado segn Dios, en justicia y santidad de la verdad. 4,26 No se ponga el sol mientras estis airados. 5,1-2 Sed imitadores de Dios como hijos queridos, y andad en amor como tambin Cristo os am y se entreg a s mismo por nosotros como oblacin y victima de suave aroma. 5,8 Porque en otro tiempo erais tinieblas; mas ahora, luz en el Seor. Vivid, pues, como hijos de la luz. 5,14 Despierta, t que duermes,/ y levntate de entre los muertos,/ y te iluminar Cristo. 5,21-32 El matrimonio como reproduccin del amor de Cristo a su Iglesia. 6,10-17 Revestios de las armas de Dios para que podis resistir a las acechanzas del diablo...
H. Schlier, DerBriefan dieEpheser, Dusseldorf 1957. Versin cast.: ed. Sigeme, Salamanca. J. Gnilka, Der Epheserbrief, Friburgo de Brisg. 1971 (del comentario teolgico al N.T. de Herder, n. 10,2). M. Zerwick, Carta a los Efesios, Herder, Barcelona 31980. P. Bnoit, Corps, tete et plrme, en Exgse et thologie, t. 2, p. 107-153. Ed. cast.: Studium, Madrid. F. Mussner, Christus, das ll und die Kirche, Trveris 21968 (estudios sobre la teologa de Ef).
En la comunidad reina el desconcierto ocasionado por opiniones equivocadas y por determinados modos de comportamiento (holgazanera y libertinaje). El desconcierto deriva tambin de una supuesta carta de Pablo en la que se dice que el da del Seor (parusia) est ya ah (2,1-3; 3,6.11-12).
6.3.2. Respuesta de la carta Por lo que se refiere a las persecuciones y tribulaciones, la carta reacciona con una teora de la retribucin desacostumbradamente dura en el Nuevo Testamento. Los causantes de las tribulaciones sern castigados en el da del juicio de fuego con la perdicin eterna, mientras que quienes padecieron las tribulaciones recibirn el regalo del descanso (1,6-10). El acento principal recae en el rechazo de la escatologia presente errneamente entendida que haba llevado al fanatismo y al libertinaje. La afirmacin de que el da del Seor ya est presente es inexacta, ya que la aparicin del hombre impo, el adversario, tiene que preceder a la parusia. Este impo que viene con la fuerza de Satn obrar signos y milagros engaosos para inducir a los incrdulos al error. Ahora existe alguien (?) que impide la total revelacin de este poder satnico (2,3-12).
6.3.3. Relacin con la primera carta a los Tesalonicenses El escrito contiene claras alusiones a la situacin subyacente: La comunidad sufre acosos y persecuciones externas (1,4.6). Lo mismo suceda en la Primera carta a los Tesalonicenses (1,6; 2,14; 3,3). 148 La dificultad que nos impide considerar 2Tes como carta autntica de Pablo se apoya en lo siguiente: 1. 2Tes est estrechamente unida a ITes, hasta el punto de coincidir plenamente en pasajes enteros: 149
frente a
Estas resonancias y coincidencias no pueden ser casuales; ponen de manifiesto una utilizacin intencionada de la Primera carta a los Tesalonicenses. Pero encontramos algo que sorprende: 2Tes ha borrado de manera consecuente el tema de la proximidad de la parusa, caracterstico de ITes, o lo ha sustituido acentuando otros pasajes. Esto vale, de manera especial, para el indicador apocalptico (2Tes 2,1-12), que entra a ocupar la descripcin de la parusa que aparece en ITes 4,13-18. 2. En 2Tes 2,5 se dice: No os acordis que ya os deca estas cosas (es decir, el indicador apocalptico) cuando estaba entre vosotros? ITes no contiene, sin embargo, rastro alguno de tal informacin; tampoco concuerda con la parnesis de ITes 5,1-11, centrada sobre la vigilancia. 3. Es poco probable que, mientras viva Pablo, existieran ya cartas de otros pero atribuidas a l (cf. 2Tes 2,2). Por el contrario, muchas de estas cartas fueron escritas en fechas posteriores. La indicacin que aparece en 2Tes 2,2, as como la alusin a la prueba de la autenticidad al final (3,17), deben ser entendidas como procedimiento estilstico pseudoepigrfico. Tal vez 2Tes pretende, incluso, negar autenticidad a ITes y atribursela a s misma. Sea lo que fuere, es claro que 2Tes quiere ofrecer una nueva interpretacin de la espera paulina de la parusa y de su equivocada 150
6.4. Las cartas pastorales (ITim, 2Tim, Tit) Desde el siglo XVIII, las tres cartas, dos a Timoteo y una a Tito, son conocidas con el apelativo de cartas pastorales. Se les dio tal denominacin porque contienen, principalmente, indicaciones para la recta direccin de la funcin pastoral de la Iglesia. A diferencia de casi todos los restantes escritos del Nuevo Testamento se excepta el billete a Filemn, que sin embargo alude a una comunidad domstica estas cartas no van dirigidas ni a una comunidad determinada ni a la cristiandad en general, sino a dos colaboradores de Pablo. Con todo, no se trata de dos cartas privadas, sino de documentos oficiales en los que se dan instrucciones para regular problemas de constitucin y de organizacin de las comunidades, al menos en la zona de Asia Menor.
6.4.1. Situacin de las cartas pastorales en general En las comunidades existen problemas de direccin. stos han surgido como consecuencia de la muerte de la generacin de los apstoles, de sus colaboradores y discpulos. Tambin ha influido la disminucin del nmero 151
de los servicios carismticos. Junto al tema de la legitimidad de los jerarcas y de su autoridad, aparece la necesidad de formar adecuados funcionarios de la comunidad, tanto en el aspecto del carcter como en el profesional. La amenaza de la gnosis se cierne sobre las comunidades (ITim 6,20). Esta hereja, que se presenta bajo variadsimas formas, cunde como la gangrena (2Tim 2,17) y destroza familias enteras enseando lo que no deben, y todo por una srdida ganancia (Tit 1,11). Al parecer, los herejes se encuentran todava dentro de la comunidad o comunidades, pero est en curso un proceso de separacin (Tit 3,10). De cualquier manera, las cartas no pretenden, en modo alguno, poner en marcha tal proceso. En las comunidades han surgido determinados ordenamientos, instituciones, reglas y formas que es necesario conservar, consolidar y desarrollar. Puesto que los herejes estn sumamente interesados en especulaciones y luchas dialcticas interminables (ITim 1,4 y otros), las comunidades necesitan una constitucin firme y hombres capaces de hacerla guardar con autoridad.
6.4.2. Respuesta de cada una de las cartas Las cartas pastorales no slo tienen un vocabulario y estilo comunes, sino que en gran parte coinciden tambin en el contenido y preocupaciones de suerte que su texto puede colocarse paralelamente, de manera sinptica. Al mismo tiempo, cada una de las cartas tiene su peso especfico y su punto de vista peculiar. 1. La primera carta a Timoteo se ocupa, principalmente, de las tareas de la direccin y ordenamiento de la comunidad. Timoteo, el representante de los futuros jerarcas de la Iglesia, tiene que saber cmo hay que com152
portarse en la casa de Dios (1,15). Las reglas de comportamiento tocan los siguientes puntos: El ordenamiento del culto, de los hombres y mujeres (2,1-15). Las peculiaridades y obligaciones de los episkopoi (=obispos, presidentes) (3,2-7). Las caractersticas y obligaciones de los diconos y de sus esposas o diaconisas (3,8-13). La conducta frente a los herejes (4,1-11; 6,3-10.20-21). El perfeccionamiento personal (4,12-16; 6,11-16). El comportamiento para con los hombres segn su edad (5,1-2) y estado (ancianos: 5,17-22.24-25; esclavos: 6,1-2; ricos: 6,17-19). El ordenamiento del instituto de las viudas (5,3-16). 2. La segunda carta a Timoteo se ocupa inmediatamente de la persona del jerarca. De su sentido de responsabilidad, de su piedad y fidelidad a la fe depende, en estos tiempos difciles (3,1), la suerte del anuncio del evangelio. Los puntos principales de esta parnesis destinada a los dirigentes de la comunidad son: El llamamiento a confesar animosamente la fe y a estar dispuestos a padecer siguiendo el ejemplo del paciente Pablo (1,6-12; 2,1-13; 3,10-12; 4,6-18). El llamamiento a mantener firmes las tradiciones paulinas (= apostlicas) frente a los embates de los herejes (1,35.13-14; 2,14-19.23-26; 3,1-9.13-17). El llamamiento a llevar una vida ejemplar y a cumplir escrupulosamente las obligaciones pastorales (2,19-22; 4,15; cf. 1,15-18). Como se ve fcilmente, las mismas numerosas noticias personales y los datos de la situacin ofrecidos por 2Tim sirven para motivar al jerarca. Naturalmente, lo que se pide a Timoteo, se exige tambin a los restantes dirigentes de las comunidades. 153
3. La carta a Tito puede ser considerada como una especie de agenda. Al delimitar la hereja (1,10-16; 3,911), la carta ofrece al jerarca los principios y contenidos de lo que puede calificarse de predicacin ortodoxa, de sana doctrina: Cualidades y obligaciones de los ancianos y obispos (1,6-9; cf. ITim 3,1-7). Consejos para cada uno de los estados (ancianos, ancianas, mujeres, hombres, esclavos, obligaciones cvicas: 2,1-9; 3,1-2). Ejemplos de predicacin para fundamentar la doctrina de la obligacin (2,11-15; 3,3-8).
Guardar el depsito confiado (ITim 6,20; 2Tim 1,14; cf. 1,12). Combatir el buen combate (ITim 6,12; 2Tim 4,7). Esto es bueno y agradable a Dios (ITim 2,3; 5,4; cf. 3,8).
K. Staab-N. Brox, Cartas a los Tesalonicenses. Cartas de la cautividad y cartas pastorales, Herder, Barcelona 1973 (el comentario a las cartas pastorales es de N. Brox). F.J. Schierse, Die Pastoralbriefe, Dusseldorf 1968. G. Holtz, Die Pastoralbriefe, Berln 1965. J. Jeremas, Epstolas a Timoteo y a Tito, Fax, Madrid, 1970. J. Reuss, Primera carta a Timoteo, Herder, Barcelona 21975. J. Reuss, Segunda carta a Timoteo, Herder, Barcelona 21980. J. Reuss, Carta a Tito, Herder, Barcelona 21975.
6.4.3. Expresiones caractersticas Te conjuro en presencia de Dios (ITim 5,21; 2Tim 2,13; 4,1). En este mundo (ITim 6,17; 2Tim 4,10; Tit 2,12). Dispuesto para toda obra buena (2Tim 2,21; 3,17; Tit 1,16; 3,1). Obras buenas (ITim 3,1; 5,10.25; 6,18; Tit 2,7.14; 3,8.14). Vivir piadosamente (2 Tim 3,12; Tit 2,12). Caer en las fauces del demonio (1 Tim 3,7; 6,9; cf. 2Tim 2,26). Naufragar en la fe, apartarse de la fe, desviarse de la fe, apartarse de la verdad (ITim 1,19; 6,21; 2Tim 2,18; 3,8). Palabra digna de crdito (ITim 1,15; 3,1; 4,9; 2Tim 2,11; Tit 3,8). Doctrina sana (ITim 1,10; 2Tim 4,3; Tit 1,9; 2,1). Palabras sanas (2Tim 1,13; Tit 2,8). Mantenerse sano en la fe (Tit 1,13; 2,2). 154 155
La carta a los Hebreos recibi este nombre slo posteriormente. Se supuso equivocadamente que haba sido escrita a los hebreos, es decir, a los judeocristianos que, atrados por la magnificencia y grandiosidad del culto del templo de Jerusaln, habran querido retornar al judaismo. Aun menor fundamento tena la afirmacin largo tiempo mantenida y aceptada por la liturgia de ia Iglesia c que Pablo habra escrito esta carta. En realidad, la carta carece de destinatario y no menciona nombre alguno de autor. Al texto, en forma de sermn, se le aadi nicamente una breve posdata en la que el autor anuncia su visita a la comunidad, juntamente con nuestro hermano Timoteo (13,23). El hecho de que transmita un saludo de los hermanos de Italia (13,24) tampoco significa necesariamente que el lugar de redaccin se encontrara en el Este del imperio romano y que los destinatarios deberan ser buscados en Italia.
desprende claramente la situacin en que se encontraba la comunidad destinataria: Despus de su iluminacin (10,32), es decir, del bautismo, los creyentes han demostrado gran celo, arrojo para confesar la fe y disposicin para aceptar los sufrimientos (6,9-12; 10,32-34), aunque, al parecer, hasta el presente han sido respetados por la persecucin sangrienta (12,4). Ahora se encuentran en peligro de perder su confianza inicial y de retroceder ante nuevas pruebas (10,35-39; 12,313). El desnimo y la debilidad de la fe, que se ponen de manifiesto en su no asistencia a las reuniones de culto (10,25), son la consecuencia de su propensin al pecado (2,1-3; 3,13; 6,4-8; 10,26; 12,1.4.14-17). En torno a este concepto se agrupan acciones de diversa valoracin moral, desde las simples tentaciones (2,18; 4,15), la ignorancia y el error (cf. 5,2) hasta las faltas morales que desembocan en la incredulidad (10,26-31). En la comunidad se da tambin la tendencia a las herejas asctico-rituales (13,9). Con todo, este peligro, mucho ms difcil de diagnosticar (equivocada interpretacin de la eucarista?), parece ser marginal y afectar, ms bien, al ncleo creyente ms fiel de la comunidad.
7.2. Respuesta de la carta La carta a los Hebreos desarrolla una estrategia de alta calidad artstica, construida sobre la exgesis cristiana del Antiguo Testamento, a fin de superar la crisis de fe y vida que padece la comunidad. 1. La certeza de la consumacin de la salvacin. Los creyentes alcanzarn con seguridad la meta de su peregrinar, si: 157
7.1. La situacin A pesar de que no podamos resolver la situacin geogrfica de la carta, sin embargo, de su contenido se 156
a) mantienen la segura confianza de la que presumen (3,6.14), porque les ha sido garantizada la salvacin mediante la palabra divina de la promesa (2,1-4; 4,1-3.1213); b) se acercan con sincero corazn, con plenitud de fe, purificados los corazones de toda impureza de conciencia, a su sumo sacerdote celestial, Jess (10,19-25; cf. 4,14-16), quien ha penetrado ya en el lugar santsimo como precursor nuestro (6,19-20). c) sacuden todo lastre y pecado y corren con fortaleza la prueba que se les propone (12,1); a ejemplo de los testigos veterotestamentarios de la fe (cap. 11). d) salen con Cristo fuera del campamento, cargando con su oprobio (13,13). Por consiguiente, el autor del escrito no tiene la menor duda de que a los creyentes, a los hijos de Dios les aguardan graves pruebas y tribulaciones (12, 4-11). Precisamente por eso no se cansa, utilizando siempre nuevas imgenes de despertar su conciencia para que comprendan la magnificencia (2,10) de la salvacin prometida: el mundo futuro (2,5), la casa de Dios (3,6), el descanso sabtico de Dios (3,11.18; cf. 4,9-11; Sal 95,11), el santuario celestial (8,2; 10,19-21), la ciudad de Dios celestial (11,10.16), la Jerusaln celestial (12,22), la ciudad futura (13,14), la patria celestial (11,16), el reino inconmovible (12,28). 2. El carcter definitivo del perdn de los pecados. La doctrina penitencial de la carta a los Hebreos, presentada en forma de sermn, distingue entre los pecados cometidos en la primera alianza (9,15), que son borrados de una vez por todas por medio de la sangre de Cristo (7,27; 158
9,12; 10,10), las actuales tentaciones y debilidades de los creyentes, que pueden ser sanadas en todo momento mediante la intercesin del sumo sacerdote celestial (7,25 y otros), y los pecados premeditados de los bautizados, para los que no queda ya sacrificio alguno (10,26). En concreto, esto significa: a) El sumo sacerdote de la nueva alianza (8,6-13), superando el modelo del ritual de la reconciliacin (Lev 16) veterotestamentaria, ha entrado, con su propia sangre, en el lugar santsimo del cielo, consiguiendo de ese modo una redencin eterna (9,11-12). Por consiguiente, los fieles pueden tener la seguridad de que, mediante la oblacin del cuerpo de Jesucristo, no slo les son perdonados los pecados cometidos antes del bautismo, sino de que son santificados de una vez para siempre (10,10). b) Los fieles tienen el derecho, e incluso el deber, de acercarse, en todo tiempo, con sus debilidades al trono de la gracia (4,16), porque tienen un sumo sacerdote misericordioso y fiel que fue tentado en todo como ellos (2,17-18; 4,15; 7,25-28; 10,19-25). As, la carta a los Hebreos pone el fundamento teolgico decisivo para la prctica penitencial de la Iglesia. c) Mucho ms problemticas resultan las repetidas e impresionantes advertencias que hablan de una cada irreparable (2,2-3; 6,4-8; 10,26-31; 12,15-17.25). Se califica de imposible (6,4; 10,26) una nueva conversin de aquellos que han pecado intencionadamente despus del bautismo. La dificultad radica en que la carta no piensa nicamente en una ruptura formal con la comunidad (en tal caso podra hablarse de una imposibilidad psicolgica de los que abandonaron la fe), sino que incluye hechos morales (12,15-16) que, segn la interpretacin posterior de la Iglesia, pueden ser perdonados como pecados graves (mortales). Por otra parte, resulta sumamente comprometido 159
poner lmites a la voluntad de reconciliacin de Dios (12,17). Por consiguiente, tenemos que buscar la solucin del problema en el plano literario: utilizando el estilo de la amenaza proftica, la carta quiere advertir de las enormes consecuencias del pecado y pretende acentuar la inevitabilidad del juicio divino.
8. La literatura jonica
7.3. Fecha de redaccin Puesto que la carta a los Hebreos es conocida en Roma hacia el ao 96, como lo prueba el escrito del presbtero Clemente a la Iglesia de Corinto (ICIem), deberemos pensar que naci a finales de la dcada de los aos ochenta. No se presupone que contine vigente el culto en el templo de Jerusaln. Efectivamente, toda la argumentacin arranca de las instituciones clticas sealadas en la Escritura de la antigua alianza, de la tienda-santuario de Moiss y de las prescripciones legales relativas a los ritos sacrificiales (9, 1-10).
O. Kuss-J. Michl, Carta a los Hebreos. Cartas catlicas, Herder, Barcelona 1977. A. Strobel, Der Brief an die Hebrer, Gotinga 1975. F.J. Schierse, Carta a los Hebreos, Herder, Barcelona 21979. , Verheissung und Heilsvollendung, Munich 1955 (en torno al problema teolgico fundamental de la carta a los Hebreos). E. Grsser, Der Glaube im Hebrerbrief, Marburgo 1965. F. Schroger, Der Verfasser des Hebrerbriefes ais Schriftatisleger, Ratisbona 1968. G. Mora, La carta de los Hebreos como escrito pastoral, Facultad de Teologa de Barcelona. Herder, Barcelona 1974.
El cuarto evangelio, las tres cartas de Juan y el Apocalipsis fueron consideradas, en tiempos anteriores, como obras de un solo y mismo autor, el apstol Juan. Los estudios ms recientes no pueden compartir tal concepcin. Descartan la paternidad literaria del apstol Juan y la unidad del origen literario. En la actualidad, se habla de una escuela jonica comn, de la que habran salido los mencionados escritos, pero el grado de lo jonico es tan diverso en cada uno de ellos, de manera especial en el Apocalipsis, que es absolutamente imprescindible tratarlos por separado. Esta manera de proceder es tanto ms necesaria cuanto que nuestra introduccin no se limita a presentar los contenidos de cada escrito, sino que pretende, en primer lugar, reconstruir las situaciones desde las que los escritos son inteligibles incluso para el lector de nuestros das.
8.1. El Evangelio de Juan (Jn) El cuarto evangelio fue escrito a finales del siglo I y, a pesar de haber incorporado muchas tradiciones ms antiguas, pretende, en primer lugar, ser un mensaje en que se abordan los problemas contemporneos de la cristiandad 161
160
de entonces. Por consiguiente, ms importantes que las investigaciones de la historia de la tradicin que pretenden descubrir el origen y desarrollo del mundo de ideas jonico son los anlisis de la situacin que permiten comprender el evangelio como respuesta a las tendencias, dudas y crisis de aquellos momentos.
8.1.1. La situacin del Evangelio de Juan 1. A medida que aumentaba la distancia temporal que las separaba de los acontecimientos relacionados con Jess y con los primeros apstoles, las comunidades vieron cmo se afianzaban dos tendencias contrapuestas: El inters histrico por la consecucin de ms informaciones y detalles de la vida de Jess. Las personas que an disponan de recuerdos o relaciones personales adquirieron gran predicamento como testigos o ancianos (en el sentido de 3Jn 1). Junto a los evangelios sinpticos, que tal vez eran considerados principalmente como fuentes histricas, sin tener muy en cuenta su vertiente kerygmatica, adquirieron gran aprecio las historias legendarias, recargadas de adornos fantsticos. El inters especulativo por las revelaciones del mundo celestial. Al igual que la apocalptica juda y la mstica helenstica, tambin la gnosis cristiana se esforz por conocer los misterios de Dios y de su mundo superior. En consecuencia, de Cristo, Hijo de Dios, se espera, principalmente, claves sobre Dios y sobre las cosas del cielo (3,12). Revelaciones siempre nuevas de Cristo exaltado simulan una pujanza de la fe que muchos cristianos parecen no poder alcanzar ya con la ayuda de las tradiciones conocidas. 2. En tiempos del Evangelio de Juan haba muchsimos 162
miembros de las comunidades que haban nacido de padres ya cristianos y que fueron educados en la fe desde su ms tierna infancia. Frecuentemente, les faltaba la experiencia personal, la vivencia inmediata de la conversin y entrega a Cristo. Para ellos, el cristianismo poda reducirse fcilmente a la aceptacin de determinadas normas de comportamiento y de unas frmulas de confesin de fe en el marco de una comunidad humanamente simptica. 3. A pesar de los xitos misioneros, los cristianos se vean rodeados de una impresionante mayora de no creyentes. Incluso en su misma comunidad cristiana contemplaban ejemplos de cadas y de traiciones. Pero si Jess era el divino obrador de milagros, tal como lo presentaba la Iglesia, cmo se explica que, durante su actuacin histrica no pudiera impedir la incredulidad de los judos?
8.1.2.1. Para superar el distanciamiento temporal Como se ha observado ya hace bastante tiempo, el evangelio presenta una doble y notable estrategia: por una parte, contiene numerosos detalles histricos que parecen haber desconocido los evangelios sinpticos (por ejemplo 3, 22-24). Especialmente en la historia de la pasin parece sugerirse la idea de que un testigo ocular o de odo (el discpulo amado?, un discpulo desconocido de Jerusaln?) ha aportado nuevas informaciones (18,15-16; 19, 13.35). Por otra parte, es evidente que el inters del Evangelio de Juan visto en conjunto no apunta hacia una presentacin histrica ms detallada de la actuacin de 163
Jess, sino a la profundizacin del conocimiento creyente del misterio de Cristo. En este punto, el evangelio se halla tan cercano a los intereses especulativos de la corriente gnstica de aquellos momentos que ya en la iglesia antigua se consider a su autor como un hereje gnstico. (As el presbtero romano Gayo, quien, hacia el ao 200, rechaz el cuarto evangelio y lo adscribi al gnstico Cerinto.) La solucin del problema no debera buscarse en una valoracin historicista, todava vigente, del evangelio, ni en el intento de presentar al autor como sospechoso de hereja. Por el contrario, podemos describir su preocupacin de la manera siguiente. El cuarto evangelio pretende llamar de nuevo la atencin de los creyentes respecto de la actuacin terrena de Jess. Por eso, presenta tradiciones conocidas, pero las ofrece en forma y orden distintos (por ejemplo, la purificacin del templo al comienzo y no al final del evangelio); informa sobre actuaciones de Jess desconocidas y espectaculares, pero que no haban sido narradas por nadie (por ejemplo, el milagro de la conversin del agua en vino en las bodas de Cana o la resurreccin de Lzaro). Los restantes datos y presentaciones que difieren de lo escrito en los evangelios sinpticos pueden interpretarse como muestra del esfuerzo por ofrecer algo nuevo a los fieles no entramos por el momento en la discusin de si se trata de recuerdos histricamente fiables o de una consciente labor de redaccin teolgica (por ejemplo, la datacin jonica del da de la muerte de Jess: 18,28; 19,31). Pero este reavivar el inters histrico no constituye una finalidad en s mismo, sino que pretende servir a otra preocupacin mucho ms importante: la actualizacin del acontecimiento de Jess para los lectores y oyentes del evangelio. El cuarto evangelio toma en serio el hecho de que Jess ha trado la definitiva revelacin de Dios, la vida eterna. 164
Pero no fundamenta el carcter escatolgico de la existencia cristiana en la cruz y la resurreccin (Pablo) ni en las epifanas de las historias de la infancia (Mt y Le), sino en la afirmacin fundamental de que el Logos de Dios se encarn en Jess (1,14). De esta manera, el acontecimiento de Jess adquiere la misma actualidad que la presencia del Creador en su creacin y el creyente puede encontrar en Jess los verdaderos bienes de la vida, la luz, el agua, el pan y el vino, incluso la resurreccin de la muerte.
8.1.2.2. Sobra la inmediatez de la comunin con Jess En el Evangelio de Juan faltan los conceptos de Iglesia y apstol; de los doce se habla slo en contadas ocasiones (6,67; 20,24). Jess aparece ordinariamente con sus discpulos, ocasionalmente tambin con su madre y sus hermanos (2,27; cf. 7,3; 19,29). Partiendo de estas y otras caractersticas se ha llegado a la conclusin de que, en el Evangelio de Juan, habla un grupo de carismticos que se habran distanciado de la Iglesia apostlica. El individualismo religioso de la poca liberal lleg a creer que el cuarto evangelio representaba el modelo cannico de su postura crtica respecto de la Iglesia. En esta valoracin, es cierto que el cuarto evangelista presta especial atencin a la persona concreta y a sus problemas de fe (Nicodemo, la samaritana, el ciego de nacimiento, el incrdulo Toms y otros). Pero sera totalmente errneo pretender proyectar sobre el Evangelio de Juan las modernas aversiones respecto de los oficios eclesisticos y de sus estructuras. Por el contrario, el individualismo del cuarto evangelio pretende luchar contra una falsa interpretacin de la tradicin y hacer que los fieles que viven en la Iglesia tomen conciencia de la inmediatez de la comunin con Jess. No se trata 165
de creer nicamente por el testimonio de otros. Nosotros mismos tenemos que escuchar y saber que ste es el verdadero salvador del mundo (4,39-42; 9,23.37). fin consecuencia, el cuarto evangelio ha logrado, en mayor medida que los restantes evangelios, hacer que el lector u oyente se convierta en testigo inmediato ocular o de odo del acontecimiento, introducirlo en la historia de Jess.
Marchar de Jess (6,66-67) Ser ciego (9,39-41) Odiar (15,18-25) No guardarla (14,23-24) Ya ha sido juzgado (3,18)
8.1.2.3. Sobre el problema de la fe y la incredulidad Desde el prlogo, la fe y la incredulidad (1,5.10-13) son el tema conductor del cuarto evangelio. As como es meta declarada el despertar la fe y comunicar la vida mediante la fe (20,31), de igual manera insiste incansablemente en presentar la esencia, motivos y consecuencias de la incredulidad. En el fondo, todo el vocabulario dualista de Juan pretende nicamente presentar la contraposicin entre fe (siempre como prctica de la palabra) e incredulidad: Fe Luz Verdad Vida Ser de arriba Ser de Dios Nacido del Espritu Ser atrado por el Padre (6,44) Escuchar al Padre y aprender de l (6,45) Ser dado por el Padre (6,37-39) 166 Incredulidad Tinieblas Mentira Morir en pecado (8,21-24) Ser de abajo (8,23) Provenir del diablo (8,44-47) Nacido de la carne (3,6)
Sorprende que la graciosa actuacin de Dios que hace posible la fe (6,37-39.44) no se contraponga a una alternativa divina negativa. Por consiguiente, la incredulidad no es obra de Dios; es, a pesar de todas las categoras ontolgicas, un fracaso de la persona que ama ms las tinieblas que la luz porque sus obras son malas (3,19-20).
8.1.3. El Evangelio de Juan en la historia de las religiones Desde hace muchos decenios se discute acerca del lugar que ocupa el Evangelio de Juan en la historia de las religiones. Hasta el presente no se ha encontrado, sin embargo, una respuesta que satisfaga a todos. Los pasados intentos de derivar el mundo conceptual de Juan slo del mismo Jess terreno o del Antiguo Testamento fracasaron de igual manera que los esfuerzos por hacerlo derivar unilateralmente de la mstica helenista (hermetismo) o del mandesmo. Tampoco se ha mantenido en pie la explicacin, bien vista no hace mucho tiempo, segn la cual el Evangelio de Juan sera un producto espiritual de antiguos esenios de Qumrn. En efecto, no existe en Qumrn analoga alguna con la cristologa tpicamente jonica. Frecuentemente se pone el Evangelio de Juan en conexin con la gnosis, a pesar de que (o precisamente por ello) no se ha llegado a una delimitacin unvoca del con167
cepto. Tampoco existe una prueba completamente convincente de que la gnosis tenga un origen anterior al cristianismo ni de que independientemente del mensaje neotestamentario acerca de Cristo haya conocido la figura de un redentor venido del cielo. Por eso se discute si pueden adscribirse funciones sotereolgicas a la Sabidura divina Prov 9; Eclo 24; Sab 7,22-30) o al ser intermedio helenstico (por ejemplo, al Logos). Indudablemente, tales modelos han influido en la cristologa y hasta es posible que la cristologa de la Sabidura y del Logos estuviera unida, en el Evangelio de Juan, con una interpretacin marcadamente gnstica de la existencia. Con ello, la Iglesia habra pretendido luchar contra la peligrosa gnosis, proclive a la hereja, utilizando las armas de sta. Como caractersticas de la interpretacin gnstica de la existencia podemos apuntar: a) La divisin de la creacin en dos partes (dualismo): el mundo superior y el mundo inferior. El mundo superior celeste es eterno, espiritual, administrado por el Logos (Sabidura, Hijo de Dios) y sus fuerzas (ngeles). El mundo inferior, terreno, fue creado de acuerdo con este prototipo, segn las cosas verdaderas, pero es una copia carnal, perecedera. En la gnosis hertica, a la figura del Dios bueno, creador del mundo celeste, se contrapone la del demiurgo malo, responsable del mundo material. b) La desmembracin de la persona en dos o tres partes: espiritual (pneumtica), anmica (psquica) y carnal (sarquica). El gnstico se considera a s mismo como ser celeste o hijo de la luz cuyo yo pneumtico habra sido arrojado al mbito de las tinieblas, de la materia, por algn pecado original csmico. c) El esfuerzo por escapar del mundo y retornar (subida) al origen celeste. Los hombres han olvidado su verdadero ser, su descendencia de Dios. Estn ciegos, adormeci168
dos, como muertos. Tienen que ser reavivados y- tomar conciencia de su verdadero ser. Para ello necesitan una revelacin celestial que les recuerde sus antecedentes. Ese conocimiento (gnosis) los hace superiores a las potencias enemigas del cosmos, de forma que, despus de su muerte, pueden subir al reino de la luz sin que obstculo alguno se lo impida. Pero ya ahora, el gnstico iluminado a diferencia de lo que les sucede al psquico o al hombre carnalpuede poner de manifiesto su superioridad respecto del mundo mediante la ascesis (renuncia a la carne, al vino, al matrimonio) o, por el contrario, a travs de un libertino vivir segn sus apetencias. d) La concepcin de un enviado celeste o revelador que comunique a las personas el conocimiento sobre su ser verdadero. En los sistemas herticos del siglo II d.C. este enviado celeste es, al mismo tiempo, el hombre primigenio (anthropos) que recoge en los hombres cados sus propios destellos de luz y los rene (mito del redentor redimido). Como ya hemos apuntado, se discute si la gnosis precristiana si es que existi haba conocido ya la idea de un redentor celeste. Con la ayuda de esta presentacin resumida, el lector mismo puede decidir dnde utiliza el Evangelio de Juan el lenguaje de la gnosis y dnde adopta postura polmica contra las falsas interpretaciones herticas.
8.1.4. Cuestiones literarias an no resueltas En el Evangelio de Juan existen claras muestras de falta de orden, de tradiciones paralelas, de correcciones y aadiduras posteriores: El cap. 21 se presenta claramente como apndice que fue aadido al evangelio ya completo (20,30-31), despus 169
de la muerte del autor (21,23). Por el contrario, la percopa de la mujer adltera (7,53-8,11) fue introducida mucho ms tarde en la tradicin manuscrita; pertenece, ms bien, a la tradicin sinptica. Parecen no encontrarse en su sitio: El cap. 5: mejor despus del captulo 6. 3,31-36: mejor detrs de 3,21. 7,15-24: mejor detrs de 5,47. 10,19-21: mejor detrs de 9,41. 10,1-18: mejor detrs de 10,22-29. 12,44-50: cuadra mejor en alguno de los precedentes discursos de revelacin. Los captulos 15 y 16 continan el discurso del adis, cerrado ya en 14,31. Por consiguiente, se trata de una aadidura posterior o de una tradicin paralela de 13,31-14,31. Se discute sobre la existencia de una redaccin eclesistica que habra acomodado el evangelio inequvocamente a la conciencia ortodoxa. Bultmann y otros comentaristas atribuyen a esa redaccin la alusin expresa al bautismo (3,5), eucarista (6,51c-58) y resurreccin de los muertos en el ltimo da (5,28-29, entre otros). Tambin 4,2 podra entenderse como correccin eclesistica posterior de 3,22 (Jess como bautista). Puesto que las explicaciones mecnicas (desorden de hojas) resultan improbables, parece recomendable la suposicin de que el autor habra dejado su obra incompleta y, en parte, en distintas etapas de redaccin. Posteriormente, los editores habran publicado todo el material, sin querer eliminar los contrastes chocantes ni las repeticiones. Digamos, en honor a la verdad, que tampoco esta hiptesis, ampliamente difundida, resuelve todas las dificultades.
8.1.5. Resumen del Evangelio de Juan Cap. 1: Prlogo (himno al Logos), testimonio del Bautista, llamamiento de los discpulos. Cap. 2: Milagro de las bodas de Cana, purificacin del templo en Jerusaln. Cap. 3: Conversacin con Nicodemo, discusin con los discpulos de Juan. Cap. 4: Conversacin con la samaritana junto al pozo de Jacob, curacin del hijo de un funcionario real en Cana/ Cafarnam. Cap. 5: Curacin del paralitico en la piscina Betzat en Jerusaln y subsiguiente discurso de revelacin. Cap. 6: Multiplicacin de los panes, Jess camina sobre las aguas, discurso sobre el pan en Cafarnam. Cap. 7: Jess y sus hermanos incrdulos, discusiones y discursos de revelacin en la fiesta de Tabernculos (hasta final del captulo 8). Cap. 9. Curacin del ciego de nacimiento con interrogatorio y expulsin de la sinagoga, confesin de fe del sanado. Cap. 10: Parbola del buen pastor y de las ovejas. Cap. 11: Resurreccin de Lzaro, sentencia de muerte del sanedrn. Cap. 12: Uncin en Betania, entrada en Jerusaln, observaciones finales sobre la incredulidad de los judos. Cap. 13-17: Lavatorio de los pies, discursos de adis, oracin sacerdotal. Cap. 18-19: Historia de la pasin. Cap. 20: Historia de la tumba vaca y apariciones pascuales, conclusin. Cap. 21: Aparicin en el lago de Tiberades, misin de Pedro, destino del discpulo amado, conclusin.
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R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes, Gotinga 181964 (1941, reelaborado en 1957). R. Schnackenburg, El Evangelio segn san Juan, 3 vols., Herder, Barcelona 1980. S. Schulz, Das Evangelium nach Johannes, Gotinga 1972. B. Schwank, Das Johannesevangelium, 2 vols., Dusseldorf 19661968. J. Blank, El Evangelio segn san Juan, 4 vols., Herder, Barcelona 1979-1983. F. Mussner, Die johannaische Sehweise, Friburgo de Bris. 1965. E. Kasemann, Jesu letzter Wille, Tubinga 21967. A. Wikenhauser, El Evangelio* segn san Juan, Herder, Barcelona '1978. S. Sabugal, XPETOE, Herder, Barcelona 1972 (investigacin exegtica sobre la cristologa joannea). H. van den Bussche, El Evangelio segn san Juan, Studium, Madrid 1972.
8.2. Primera carta de Juan (Un) La carta es un tratado de teologa parentica que no menciona a su autor ni a los destinatarios. Sin embargo, vocabulario, estilo y contenido ponen de manifiesto que el autor (o autores) (comprese 1,4 con 2,1.7.12) tiene ante sus ojos al mismo crculo de lectores que los discurso del adis del cuarto evangelio. A pesar de todo, no podemos responder con seguridad si la carta proviene del mismo autor o fue redactada en el crculo de discpulos del evangelista.
(2,26; 3,7). En concreto, se les acusa de los extremos siguientes: a) Se gloran de haber conocido a Dios, pero no cumplen sus mandamientos (2,4). Igualmente, afirman amar a Dios, pero odian al hermano y no aman al prjimo (4,20). b) Niegan que Jess es el Cristo (2,22), que Jesucristo vino en carne (4,2-3), que Jess es el Hijo de Dios (4,15; 5,5). Se trata de la hereja docetista, que concede al hombre Jess slo una existencia aparente, con lo que rompe completamente la unidad de Dios y hombre en la encarnacin del Logos (cf. 1,1-2). . c) Pretenden apoyar sus falsas doctrinas en supuestas revelaciones del Espritu (4,1). Los herejes continan, pues, las antiguas tradiciones del profetismo carismtico (itinerante?). Tal vez recalcaban los falsos maestros lo de no tener pecado alguno (1,8); es decir, sacaron conclusiones falsas de la doctrina de la impecabilidad del cristiano (3,6.9). Con todo, el problema del pecado estaba presente en la comunidad independientemente de la hereja (1,7-2,2; 5,1621).
8.2.2. La respuesta de la carta La polmica con los herejes se limita, generalmente, a un rechazo, en forma de tesis, de las afirmaciones errneas. Con ello se anticipa de alguna manera la frmula de anatema que utilizarn posteriormente los concilios de la Iglesia (El que diga,... o Si alguien dice,... sea anatema). En lugar de los anatemas, en la primera carta de Juan aparecen valoraciones negativas como mentiroso (2,4.22; 4,20), anticristo (2,18.22; 4,4), estar en las tinieblas 173
5.2.7. La situacin El escrito se enfrenta, principalmente, con herejes que en parte ya se han separado de la comunidad (2,19), pero que continan haciendo propaganda entre los creyentes 172
(2,9-11), no tener comunin con Dios (2,23), ser hijos del diablo (3,10.12), ser del mundo y no ser de Dios (4,5-6). A una afirmacin falsa (o verdadera pero con consecuencias falsas) se contrapone la verdad (por ejemplo 2,3-6), si es que la confesin de fe ortodoxa no ha sido expresada en la posicin negativa de la doctrina falsa (por ejemplo 2,22). La fundamentacin objetiva de la verdad se realiza mediante tres argumentos: a) Los creyentes tienen que mantener lo que oyeron desde el principio (1,1-3; 2,24; 3,11). Este principio empalma con la palabra de la vida, con el Hijo Jesucristo y con el Padre. b) Quien guarda los mandamientos y ama a los hermanos (ambas expresiones significan lo mismo), ser consciente de la verdad y alcanzar conocimiento verdadero (2,3.29; 3,14.19.24; 4,13; 5,2). c) Los creyentes saben la verdad en virtud de la uncin que recibieron (2,20.27). Con ese trmino se piensa en el Espritu Santo, recibido en el bautismo (3,24), que slo mediante un discernimiento de los espritus se revela como Espritu de Dios (4,1-16). De esta manera, el argumento pneumatolgico desemboca de nuevo en los dos primeros. La carta trata ms detalladamente el problema de cmo el bautizado terminar con sus pecados. Las soluciones que se ofrecen parecen encerrar resonancias contradictorias. En un primer momento, se exhorta a los creyentes para que confiesen seriamente sus pecados a fin de obtener el perdn de Jesucristo, intercesor fiel y misericordioso ante el Padre (1,7-2,2). En una parnesis posterior, que tal vez provenga de un discurso bautismal (3,1-10), se dice, por el contrario, claramente que el cristiano no puede pecar por174
que ha nacido de Dios (3,9). Probablemente, la seccin final pretende aclarar la discrepancia. As se explicara la distincin entre pecado que no es de muerte y pecado que es de muerte. El primero podra ser perdonado; en todo caso, el cristiano que ve pecar a su hermano, tiene que orar por l (5,16-19).
8.2.3. El comma iohanneum En numerosos manuscritos latinos se encuentra una vieja interpolacin entre Un 5,7-8:
7 Tres son los que dan testimonio (en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espritu Santo, y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra), "el Espritu, el agua y la sangre.
Dado que esta interpolacin se ley, en tiempos anteriores, en la liturgia del domingo de la Santsima Trinidad, el magisterio eclesistico retras durante largo tiempo el reconocimiento del origen no neotestamentario de la misma. La discusin ha perdido actualidad.
8.2.4. Expresiones famosas de la primera carta de Juan 1,2: La vida se manifest... 1,5: Dios es luz, en l no hay tiniebla alguna. 2,2: Jesucristo, el justo, es vctima de propiciacin por nuestros pecados, no slo por los nuestros, sino tambin por los del mundo entero. 2,8: Lastinieblaspasan y la luz verdadera brilla ya. 2,11: Quien aborrece a su hermano est en las tinieblas. 175
2,15: No amis al mundo ni lo que hay en el mundo... E1 mundo y sus deseos pasan; pero quien cumple la voluntad de Dios permanece para siempre. 2,23: Quien niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. 3,1: Mirad qu gran amor nos ha dado el Padre: que seamos llamados hijos de Dios. Y lo somos! 3,4: Quien comete el pecado, se pone tambin fuera de la ley. 3,8: El Hijo de Dios se manifest para destruir las obras del diablo. 3,14: Quien no ama, permanece en la muerte. 3,16: En esto hemos conocido el amor: en que l dio su vida por nosotros. Y nosotros debemos dar la vida por los hermanos. 3,17: Si uno tiene bienes del mundo y ve a su hermano en necesidad, y le cierra sus entraas, cmo permanece en l el amor de Dios? 3,18: No amemos de palabra ni con la lengua, sino de obra y de verdad. 3,20: Aun cuando nuestro corazn nos reprenda, Dios es mayor que nuestro corazn. 4,7: ... el amor es de Dios. Y quien ama, ha nacido de Dios y conoce a Dios. 4,8: Quien no ama es que no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. 4,11: Si Dios nos am de esta manera, tambin nosotros debemos amarnos unos a otros. 4,16: Dios es amor y quien permanece en el amor, permanece en Dios y Dios en l. 4,18: No hay temor en el amor; sino que el amor perfecto expulsa el temor. 4,20: Quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. 5,3: En esto consiste el amor a Dios: en que guarde,7
mos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados. 5,4: Y sta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe.
8.3. Segunda carta de Juan (2Jn) Este breve escrito (13 versculos) tiene la forma de una carta privada antigua. Pero el remitente no menciona su nombre, sino que se denomina, como en 3Jn, el anciano (presbitero). Los destinatarios del escrito reciben el ttulo simblico de Seora elegida, con lo que no se est refiriendo a una persona concreta y singular, sino a una iglesia local (Kyria). Las preocupaciones de la carta aparecen con toda claridad: Intimacin del mandamiento del amor, utilizando casi las mismas palabras de Un. Advertencia contra los mismos falsos maestros, caracterizados en Un 2,18 como el anticristo. Es preciso no admitirlos en la propia casa ni darles el saludo (7-11). En las palabras finales, el presbtero anuncia su visita a la comunidad (v. 12-13). Estos versculos coinciden casi literalmente con 3Jn 13-15. Dado que tanto los destinatarios como el contenido son tan generales, difcilmente podemos sustraernos a la impresin de que la carta fue una circular concebida para todas las comunidades en las que se reconoca la autoridad del presbitero. Pero sera exagerado concebir la totalidad de la carta como una ficcin (Bultmann). Slo en conexin con 3Jn podemos plantear la pregunta acerca de quin es el presbtero.
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8.4. Tercera carta de Juan (3Jn) Tiene aproximadamente la misma extensin que 2Jn, pero se distingue de sta en que el presbtero escribe a una persona concreta, con un nombre: querido Gayo. Este Gayo, al que no conocemos por ningn otro documento, dirige, probablemente, un grupo de amigos (v. 15), es decir, de seguidores del presbtero. Por la carta no podemos saber si Gayo perteneca a la comunidad de Ditrefes, criticado en w . 9-10. Por el contrario, la situacin presupuesta aparece con cierta claridad: Hay misioneros itinerantes que, por encargo del presbtero (o, al menos, compartiendo su sentido e interpretacin de la verdad) anuncian el Nombre, es decir, a Cristo. Estos hermanos necesitan de la hospitalidad y apoyo de otras comunidades, puesto que ellos nada reciben de los gentiles (v. 7), es decir, que no sacan provecho material alguno de su predicacin. Un cierto Ditrefes, que dirige la comunidad (de Gayo?) no reconoce al presbtero y niega la hospitalidad a los misioneros itinerantes. Llega, incluso, a expulsar de la comunidad a aquellos que les ofrecen hospedaje (cf. 2Jn, 10). El presbtero quiere venir a la comunidad y actuar severamente con Ditrefes a causa de su comportamiento. Al parecer, el presbtero goza de un prestigio que desborda los lmites locales, mientras que la posicin de Ditrefes no es compartida por todos los miembros de la comunidad (v. 10). Por las cartas de Pablo conocemos suficientemente la existencia de conflictos personales y teolgicos en las comunidades neotestamentarias. Pero lo extraordinario de los datos de 3Jn reside en que aqu dos autoridades de la Iglesia parecen contraponerse respectivamente: Ditrefes, 178
al que podramos calificar como obispo monrquico, quiere mantener su comunidad libre de toda influencia externa, quiz porque tiene malas experiencias con los misioneros itinerantes. El presbtero puede invocar su gran autoridad como cabeza espiritual de un grupo misionero exitoso y ejerce su actividad siguiendo una vieja praxis conocida desde los tiempos de los Apstoles. Tal vez motivos teolgicos han influido para que Ditrefes critique con malas palabras al presbtero y a sus misioneros. Posiblemente, la forma tpicamente jonica de la verdad, de la que el presbtero era considerado como el representante, les pareca, a Ditrefes y a otros responsables de la comunidad, sospechosa de hereja gnstica. Quin era el presbtero? Podemos afirmar con toda seguridad que no se trataba de un jerarca al estilo usual, no era miembro del presbiterio de una comunidad. El ttulo debi ser tan conocido, al menos a escala regional, que cualquier cristiano saba a quin se refera la denominacin de el anciano. Indudablemente, perteneca a aquellos hombres que eran denominados como ancianos (presbteros) tambin cuando el obispo Papas de Hierpolis escriba hacia el ao 130. Reciban este ttulo porque provenan todava del tiempo de los Apstoles y fueron altamente venerados como sus discpulos. Puesto que Papas conoce a un presbtero llamado Juan, al que distingue del apstol Juan, y adems a otro presbtero, no podemos descifrar con claridad a quin se refiere al ttulo de anciano en la segunda y tercera cartas de Juan. A lo sumo, podemos afirmar que el autor de estos escritos no fue el apstol e hijo de Zebedeo, Juan de Cafarnam.
R. Schnackenburg, Cartas de san Juan, Herder, Barcelona 1980. R. Bultmann, Die Johannesbriefe, Meyer XIV, Gotinga 1967. H. Balz, Die Johannesbriefe, en Die Katholischen Briefe, Neues Testament Deutsch 10, Gotinga 1973.
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W. Thssing, Las cartas de san Juan, Herder, Barcelona 21978. J. Michl, en O. Kuss-J. Michl, Carta a los Hebreos. Cartas catlicas, Herder, Barcelona 1977, p. 575-696.
8.5.1. La situacin de las comunidades en Asia Menor Fuentes profanas nos informan tambin sobre la persecucin presupuesta en el Apocalipsis: Las autoridades estatales llevan a cabo una persecucin sistemtica. El simple hecho de pertenecer a la comunidad cristiana es motivo suficiente para ser llevado ante los tribunales. Graves castigos amenazan a los cristianos (destierro, crcel, torturas o muerte) si no renuncian a su fe y abrazan la religin del imperio romano. sta exiga la veneracin divina del emperador en tiempos de Domiciano (81-96 por parte de todos los ciudadanos. La introduccin del culto al emperador va acompaada de una poderosa campaa de propaganda. En muchos lugares se erigen estatuas del emperador ante las que los habitantes tienen que adorar (13,14-15). Los templos de Domiciano o de las divinidades romanas (cf. 2,13) arrastran a las masas con fastuosas fiestas sacrificiales. Contra los que se mantienen alejados o se sitan claramente en contra se toman severas medidas econmicas y sociales (13,17). Esta propaganda religiosa y poltica pretende algo muy concreto: inculcar una conciencia de Estado nica en todas aquellas diversas poblaciones del Asia Menor. Desgraciadamente, no todas las comunidades estaban preparadas para hacer frente a la persecucin. Herejas que justificaban el libertinaje, acomodacin a las costumbres paganas y debilidad de la fe, pusieron en peligro la fuerza de resistencia. Por ello no sorprende que Plinio el Joven, procnsul de la provincia del Ponto y Bitinia durante los aos 111 al 113, informara al emperador Trajano que haba interrogado a cristianos que haban renunciado a su fe haca ya muchos aos. Por otra parte, el Apocalipsis tes181
8.5. El Apocalipsis de Juan (Ap) El Apocalipsis (=revelacin) est al final del Nuevo Testamento, pero escrito hacia el ao 96, no puede ser considerado como el escrito ms tardio de cuantos forman parte del canon. Desde tiempos inmemoriales ha sido considerado como escrito jonico porque, efectivamente, fue compuesto por un Juan (1,1.4.9; 22,8). Pero este siervo y profeta (cf. 22,9) no puede identificarse con el apstol Juan ni con el presbtero autor de la segunda y tercera cartas de Juan: El autor evoca ya a los doce apstoles del Cordero y conoce sus nombres (21,14; cf. 18,20). Como presbtero difcilmente habra renunciado a su conocido ttulo honorfico. Adems, la idea de un colegio presbiterial celeste compuesto por veinticuatro personas juega un papel importante en el Apocalipsis (13 veces en total). Al parecer, en la Iglesia de Asia Menor de entonces fueron varios los personajes prestigiosos e influyentes que respondan al nombre de Juan, nombre muy comn por lo dems. A esto tenemos que aadir que el Apocalipsis tiene algunos puntos de contacto con la literatura jonica especialmente en las siete cartas a otras tantas comunidades (cap. 2-3). No obstante, hay que admitir que el Apocalipsis sigue caminos teolgicos peculiares. Aadamos, por ltimo, que el tema del autor no influye de manera decisiva en la comprensin del contenido.
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timonia que se dieron numerosos ejemplos de confesiones heroicas de la fe (1,9; 2,13; 6,9 y otros).
8.5.2.2. La actualizacin del mensaje de Cristo Se ha dicho que el Apocalipsis es el libro ms judo del Nuevo Testamento porque amenaza a los enemigos de Dios con un terrible juicio de castigo, con lo que pondra de manifiesto una sed de venganza incompatible con el cristianismo. Sin entrar en la discusin de si conceptos tales como venganza, castigo, juicio de ira, aniquilacin del mal deben ser asociados necesariamente con judo o si no estn presentes en toda predicacin religiosa seria (naturalmente con las necesarias acomodaciones del acento), digamos que tal visin del Apocalipsis es roma y unilateral. Por supuesto, no podemos negar que partes enteras del Apocalipsis provienen, probablemente, de documentos judos y fueron cristianizadas slo de forma superficial. Pero el objetivo principal del libro consiste en anunciar de tal forma a Jesucristo a los creyentes y acercarlo a ellos de tal manera que se capaciten para prestar un testimonio duradero e inquebrantable. Por consiguiente, los textos cristolgicos desempean una funcin clave en el libro. Ellos son el marco y fundamento para todas las restantes expresiones. En concreto aludiremos a: 1,7; 22,20: Anuncio de la pronta venida de Jess. 1,12-19; 22,16: Visin del Hijo del hombre que retorna para el juicio y que juzga primero a las siete comunidades de Asia Menor (cap. 2-3). 5,1-14: Visin del Cordero inmolado que soluciona todos los enigmas y necesidades de la historia del mundo (cf. 6,1, y otros). 19,11-21: Victoria escatolgica del Rey de reyes y Seor de los seores.
8.5.2. La respuesta del Apocalipsis 8.5.2.1. El empleo de formas apocalpticas En esta situacin, el Apocalipsis echa mano de un gnero literario que siempre haba inspirado nimo y confianza a los creyentes en momentos de persecucin: la apocalptica. Ms en concreto, deberamos decir que el autor utiliza las formas peculiares del gnero apocalptico (visiones, audiciones, viajes celestes, mensajes de ngeles, historias presentadas en forma alegrica, simbolismo de colores y nmeros, y otros) para escribir un libro proftico (1,3; 22,7.10) que interpretara a la acosada Iglesia de Asia Menor su situacin a la luz de la revelacin de Cristo. (La diferencia entre apocalptica y profeca es, por decirlo de una manera muy simple, la que existe entre el sucedneo de revelacin y la revelacin divina autntica.) Por consiguiente, es absolutamente intrascendente el que el vidente de Patmos (cf. 1,9) estuviera dotado realmente de capacidad visionaria o que compusiera sus impresionantes relatos de manera libre, siguiendo modelos literarios. En cualquier caso, son evidentes las relaciones con el material lingstico y conceptual del Antiguo Testamento transformado en clave apocalptica. El Apocalipsis produce la impresin, durante largas secciones de la obra, de ser una alfombra artsticamente tejida con citas e imgenes veterotestamentarias.
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8.5.2.3. La teologa de la Iglesia Paralela y simultneamente al mensaje acerca de Cristo, el Apocalipsis despliega una grfica teologa de la Iglesia: a) Los despreciados y acosados creyentes deben tomar conciencia de su gran dignidad (regia y sacerdotal (1,6; 5,10). b) Las cartas a las siete comunidades (2-3) estn dirigidas a los ngeles de cada una de ellas. Aun en el caso de que existieran ya entonces obispos monrquicos en las comunidades, las cartas no se dirigen exclusivamente a ellos, sino que, en la imagen del ngel, son interpelados todos los creyentes. Con ello quiere aludirse a la existencia celestial de la Iglesia, unida a Cristo (1,12-13.16.20; cf. los atributos de Cristo en cada una de las cabeceras de las cartas). c) Los siervos de Dios llevan el sello de Dios en sus frentes (7,1-18), es decir, las catstrofes del final de los tiempos y el juicio de castigo no les daarn (cf. 11,1: la medicin del templo de Dios). d) En la gran muchedumbre que se encuentra delante del trono de Dios con vestiduras blancas la Iglesia ve la imagen de su propia consumacin celestial (7,9-17). Esta visin no pretende nicamente describir el maravilloso salario o recompensa de los mrtires, sino, al mismo tiempo, decir a los creyentes lo que ellos son ya delante de Dios. e) La Iglesia se asemeja al gran signo del cielo, a la mujer vestida del sol del cap. 12. Este texto, del que muchos detalles escapan ya a nuestra interpretacin, quiere decir, en conjunto, que Dios y su creacin estn aliados con la Iglesia para no abandonarla al dragn. f) La estrecha y casi instintiva compenetracin de los fieles con Cristo caracteriza una de las visiones ms bellas 184
del libro, la imagen de los ciento cuarenta y cuatro mil que siguen al Cordero a dondequiera que va (14,1-5). Aqu no se piensa nicamente en los clibes, sino (cf. v. 4) en todos los cristianos que siguen al Cordero con amor virginal (cf. 2Cor 11,2). g) Punto culminante del Apocalipsis es la descripcin de la Jerusaln celestial, la esposa del Cordero, que desciende del cielo, de junto a Dios (21,1-22,5). Tampoco esta visin pretende ofrecer una simple pintura del futuro, sino que interpreta, para los creyentes, su actual realidad eclesial (cf. 21,14). El Apocalipsis conoce, adems, especiales promesas a los mrtires. Todos los que fueron decapitados por el testimonio de Jess y la palabra de Dios reinarn con Cristo durante mil aos (20,4-6). Este texto dio alas a la fantasa del cristianismo primitivo y condujo a la discutida espera de un reino terreno del Mesas que durara 1000 aos (milenarismo). Pero, desde los tiempos de Agustn, se espiritualizaron las expresiones y fueron referidas a todos los bautizados, de manera que pudo considerarse a la Iglesia en su conjunto como la destinataria o como el prometido reino de los mil aos (cf. 1,6 con 20,6). A lo largo de la historia de la Iglesia hubo momentos en que se inflam la vena milenarista. Algunas de las corrientes de la actual teologa poltica son las continuadoras de esas mismas esperanzas. 8.5.3. Otras imgenes y series de visiones conocidas Trono de Dios y liturgia celeste (4,1-11). El Cordero inmolado y el libro con los siete sellos (5,114). Los jinetes apocalpticos (6,1-8). 185
La plaga de las langostas (9,1-11). La caballera infernal (9,17-19). El ngel con el libro (10,1-11). Lucha entre Miguel y el dragn (12,7-12). Los dos animales el poder totalitario y su ideologa (13). 666, el nmero del animal (13,18). Grandeza y miseria de Babilonia, la gran prostituta (1719). Visin de los siete sellos (6). Visin de las siete trompetas (8-9). Visin de las siete plagas contenidas en las siete copas de la ira de Dios (15-16). El libro, estructurado artsticamente en su conjunto, no est libre de repeticiones y contradicciones. De ah que existan numerosas hiptesis que tratan de explicar esos hechos: suposicin de diversas fuentes, de aadiduras y elaboraciones ulteriores. En todo caso, un escrito apocalptico no puede medirse con los criterios de la lgica moderna.
E. Lohmeyer, Die Offenbarung des Johannes, Tubinga 31970; reimpresin reelaborada de la edicin de 1926. J. Behm, Die Offenbarung des Johannes, Ootinga 51949; edicin reelaborada por E. Lohse, '1960. E. Schick, El Apocalipsis, Herder, Barcelona 21979. H.H. Rowley, Apokalyptik. Ihre Form und Bedeutung zur biblischen Zeit, Einsiedeln 1965 (estudio de la apocalptica juda y cristiana, desde el libro de Daniel hasta el Apocalipsis de Juan). W. Schmithals, Die Apokalyptik. Einfhrung und Deutung, Gotinga 1973. A. Wikenhauser, El Apocalipsis de san Juan, Herder, Barcelona 2 1981. J. Comblin, Cristo en el Apocalipsis, Herder, Barcelona 1969.
9.1. La primera carta de Pedro (IPe) 9.1.1. La situacin Este escrito, dirigido a todos los cristianos de Asia Menor, presupone, aproximadamente, la misma situacin que el Apocalipsis de Juan. Los cristianos tienen que estar dispuestos a responder de s ante los tribunales (3,15); les amenazan duros castigos a causa de su fe (1,6-7; 3,14; 4,16). Pero, a diferencia de lo que sucede en el Apocalipsis, se subrayan con ms fuerza los peligros y desventajas sociales a los que estn expuestos los cristianos. Se desconfia polticamente de ellos y se les hace responsables de todo tipo de crmenes (2,15.19; 3,9.16; 4,14-15). Los esclavos cristianos parecen ser los principales destinatarios de la persecucin; ellos carecen completamente de derechos civiles y fcilmente se convierten en blanco de sospechas (2,1820).
forma de una circular, para exhortar a los creyentes a la alegra en el sufrimiento (1,6) y a una vida ejemplar (2,12).
9.1.2.1. La alabanza de Dios Siguiendo el ejemplo de las cartas paulinas y deuteropaulinas (por ej., la carta a los Efesios), el escrito comienza con un largo himno de alabanza (1,3-12). Sera equivocado ver en l un elemento puramente rutinario: nunca necesitan ms los creyentes alabar a Dios, ensalzar su misericordia y poder (1,3.5), que en los das de la tribulacin. Se apuntan los motivos siguientes: a) Hay que alabar a Dios porque, por su gran misericordia, mediante la resurreccin de Jesucristo de entre los muertos, nos ha reengendrado a una esperanza viva (1,3). La experiencia del nuevo nacimiento denominacin del bautismo tomada de las antiguas religiones de los misterios (cf. Jn 3,3-8; Tit 3,5) domina de tal manera la primera carta de Pedro (cf. 1,23) que se la ha considerado como reproduccin total o parcial de un sermn bautismal. Puesto que los destinatarios no son slo los recin bautizados, sino los creyentes que se convirtieron al cristianismo hace ya bastantes aos, el escrito pretende sobre todo renovar y profundizar la conciencia bautismal desvanecida o perdida. b) Precisamente las pruebas actuales motivan la alegre alabanza de Dios, porque los oprimidos y, tal vez, encarcelados sern protegidos por el poder de Dios, sern custodiados por l (1,5). Por consiguiente, nada malo puede ocurrirles si continan confiando en este poder que supera a todos los poderes del mundo. Adems, la tribulacin ser breve (cf. Jn 16,16; Heb 10,37). Despus, la calidad 188
probada de su fe,... se convertir en motivo de alabanza, de gloria y honor (1,7). La carta promete cautamente a los cristianos, ahora despreciados y calumniados, el reconocimiento y aprecio de Dios. c) El tercer motivo para la alabanza es la prxima revelacin de Jesucristo y el jbilo que estallar en aquellos que le aman ya ahora sin haberlo visto (1,8). Entre la alabanza de Dios, que los cristianos cantan en su precaria situacin actual, y el jbilo de los definitivamente redimidos existe un nexo interno que debe hacerse consciente en la liturgia. Llevados por el amor a Jess, los renacidos tienen presente la meta de su fe, la salvacin de las almas (1,9).
9.1.2.2. Conciencia eclesial Cuanto mayor es el desprecio y marginacin que padece una comunidad religiosa, tanto ms se aferra sta a la conciencia de su dignidad y eleccin incomparables. Esta ley de la psicologa de secta vale tambin, con limitaciones esenciales, para las comunidades peregrinas del cristianismo primitivo: Las relevantes afirmaciones eclesiolgicas de 2,1-10 (piedras vivas, casa espiritual, linaje elegido, sacerdocio real, nacin santa, pueblo adquirido por Dios; cf. Ex 19,6; 23,22) no pretenden avivar la arrogancia elitista, el odio o el desprecio de quienes piensan de distinta manera, sino exhortar al sacrificio espiritual (2,5), anunciar las grandes acciones de Dios (2,9). En concreto, todo esto significa llevar una vida ejemplar en medio de los gentiles (2,12), tal como la subsiguiente parnesis prescribir para cada uno de los diferentes estados de vida (ciudadanos, esclavos, mujeres, hombres) (hasta 3,12). El nfasis con que se exige constan189
temente una conducta moral ejemplar se basa en dos motivos: por una parte, las calumnias que lanzan los incrdulos deben estar privadas de base real (2,12.15; 3,15; 4,15); el segundo motivo es la tarea misionera que compete a los cristianos (2,12; 3,1.9). La vida cristiana es un testimonio que se anuncia sin palabras (3,1). La conciencia eclesial tiene que reflejarse tambin en una ejemplar vida comunitaria (4,7-11). Sorprende que esta seccin, que recuerda a Rom 12,6-13, presuponga todava la existencia de dones y servicios carismticos, mientras que la exhortacin dirigida a los presbteros en 5,1-4 tiene como base una organizacin de los oficios ms jerrquica (sobre 4,12-5,14, vase ms adelante, en 9.1.3, donde se alude a los problemas de la unidad literaria de la carta).
9.1.2.3. Orientacin cristolgica En la mayora de los casos, la carta fundamenta sus exhortaciones en frmulas de confesiones de fe cristolgicas y en cantos o fragmentos de cantos diseminados a lo largo del escrito (1,19-21; 2,21-25); 3,18-22; 4,5-6). Se trata, en gran parte, de materiales tradicionales que encontramos tambin en otros escritos neotestamentarios, pero que en IPe tienen un acento peculiar: La idea de la preexistencia se relaciona, en 1,19-20, con Cristo, cordero sacrificial, es decir, con su muerte redentora. De esta manera, no slo la encarnacin sino tambin la cruz, adquieren una dimensin ms profunda que sita el origen del padecimiento expiatorio en Dios. Se destaca de manera impresionante la ejemplaridad del Siervo de Dios que padece injustamente (2,21-25). Este motivo, tan caracterstico de la cristologa de IPe, se encuentra, no sin motivo, en el marco de la exhortacin 190
dirigida a los esclavos. stos saban muy bien, por propia experiencia, lo que significa ser tratado injustamente y castigado sin culpa. Siguiendo el ejemplo del Siervo sufriente de Dios de Is 53, no deben devolver mal por mal, sino encomendar su suerte a aquel que juzga con justicia (2,23). Lo que a los esclavos les sucede en cierta medida constantemente, en tiempos de persecucin les acaece a todos los cristianos: tienen que padecer sin haber hecho nada malo (3,14.17; 4,13-19; 5,9). En este sentido, la exhortacin dirigida a los esclavos y su fundamentacin cristolgica adquieren un carcter ejemplar. Carece de paralelo en el Nuevo Testamento la mencin del descenso de Cristo a los infiernos y de la predicacin a los desobedientes espritus encarcelados (3,19-20). Este oscuro texto se refiere, probablemente, a una historia del Libro de Henoc, apcrifo judo: tos ngeles que haban inducido a los hombres a la maldad antes del diluvio (Gen 6,1-4), habran sido arrojados, como castigo, a una crcel subterrnea. Henoc (Gen 5,21-24) les comunic la sentencia del juicio por encargo de Dios. Pero Cristo con su predicacin de salvacin a los espritus super con mucho la actuacin de Henoc, y esto prueba la incomparable eficacia de su muerte por los injustos (3,18). Significado similar tiene la predicacin a los muertos de 4,5-6. La nica diferencia es que aqu no se trata de ngeles pecadores sino de los hombres muertos como conjunto. En consecuencia, los cristianos no deben preocuparse por la suerte que corrern sus antepasados muertos en la gentilidad. Tambin a ellos se predicar el evangelio como oferta de salvacin.
9.1.2.4. Digresin: El cristiano y el Estado (romano) A diferencia del Apocalipsis, la primera carta de Pedro 191
parece adoptar una postura mucho ms positiva respecto del imperio romano. El poder totalitario y su ideologa no son presentados como encarnaciones del diablo; no se anuncia exultantemente el ocaso de Babilonia, la gran prostituta (=Roma; cf. IPe 5,13; Ap 18). Por el contrario, el autor, empalmando con Rom 13, exhorta a los cristianos a someterse al poder legal del emperador y de sus representantes (2,13-17). Pero si nos fijamos atentamente en sus formulaciones y las comparamos con Rom 13, caeremos inmediatamente en la cuenta de que tambin IPe rechaza con claridad meridiana cualquier pretensin totalitaria del Estado, defiende la libertad de los cristianos y somete todo ordenamiento humano a la soberana voluntad de Dios. 9.1.3. Problemas literarios Se discute la unidad de la carta ya que la seccin 4,125,14, despus de la doxologa de 4,11, parece un apndice o un nuevo comienzo. Se ha sealado tambin que 4,12-19 parece presuponer una situacin de persecucin ms dura que el resto de la carta (el fuego que ha prendido; pero, cf. 1,7). Se apunta tambin a que el estamento de los ancianos de 5,1-4 no concuerda con la constitucin carismtica de la comunidad (4,10-11). Por otra parte, no existe la menor duda de que el apndice proviene del mismo autor. As pues, slo podemos sugerir hiptesis para responder a la pregunta de cul habra sido la causa que llev al autor a plantear de nuevo, al final de la carta, sus preocupaciones principales y a presentarlas de manera enftica. La duda sobre la. paternidad literaria del apstol Pedro se basa en fundamentos slidos: Una persecucin general de los cristianos no se produjo 192
en Asia Menor hasta los tiempos del emperador Domiciano (81-97). Un escrito circular a todos los cristianos de Asia Menor parece impensable en la dcada de los aos sesenta. Generalmente se hace responsable del carcter deuteropaulino del escrito a Silvano, compaero de Pablo, mencionado en 5,12. Pero tal hiptesis del secretario queda completamente desbaratada por la formulacin de 5,12. Adems, tal hiptesis no elimina los reparos apuntados anteriormente. Por el contrario es perfectamente comprensible que un presbtero desconocido de la comunidad romana (5,1.13) intentara infundir nimo a los cristianos de Asia Menor utilizando el nombre del venerado mrtir y apstol Pedro.
K.H. Schelkle, Cartas de Pedro. Carta de Judas, Fax, Madrid 1974. B. Schwank, Primera carta de san Pedro, Herder, Barcelona !1979. J.B. Bauer, Der erste Petrusbrief, Dusseldorf 1971. W. Schrage, Der erste Petrusbrief, en Die katholische Briefe, Gotinga 1973. H. Goldstein, Das Gemeindeverstndnis des ersten Petrusbrief es, Tesis doctoral, Mnster 1973 (investigaciones exegticas sobre la teologa de la comunidad en IPe). , Paulinische Gemeinde im ersten Petrusbrief, Stuttgart 1975. F. J. Schierse y otros autores, Christsein im Kreuzfeuer. Der erste Petrusbrief, Gladbeck 1976 (39 Semana Bblica, 1976-77). L. Goppelt, Der erste Petrusbrief, Gotinga 1978. J. Michl, Primera carta de san Pedro, en O. Kuss-J. Michl, Carta a los Hebreos. Cartas catlicas, Herder, Barcelona 1977, p. 437-521.
9.2. La carta de Santiago (Sant) El escrito va dirigido a las doce tribus de la dispersin (1,1). Esta denominacin se refiere a todos los cristianos como herederos del pueblo veterotestamentario de las 193
doce tribus. Por consiguiente, la carta de Santiago merece la usual denominacin de carta catlica al ser una exhortacin destinada a la cristiandad entera.
9.2.1. Situacin de la carta de Santiago Puesto que la carta recoge, en gran parte, material parentico umversalmente vlido y proverbios sapienciales atemporales, es preciso ser sumamente prudentes a la hora de sealar referencias a la situacin histrica de las comunidades. Como tales referencias podemos sealar: La tensin entre ricos y pobres en las comunidades (2,1-13; 5,1-6). La falsa interpretacin de la doctrina paulina de la justificacin (2,14-26). Ambicin y litigios (3,1-4,9). Impaciencia y dudas acerca de la parusa (5,7-11). Trato con los pecadores (5,13-20).
los temas, que no son desarrollados lgicamente hasta el final. Por el contrario, se producen saltos en el razonamiento; cualquier palabra es ocasin para saltar a otro punto de vista, aqu a una polmica contra los ricos incrdulos que blasfeman el nombre de Cristo (cf. tambin el discurso de lamentacin sobre los ricos impos, en 5,1-6). Como solucin del problema apuntado en 2,1-4 tendramos que sealar el mandamiento del amor al prjimo, citado en 2,8, ya que este amor abarca a pobres y ricos y no consiente partidismo alguno.
9.2.2.2. Fe y obras En contraposicin literal a las expresiones paulinas, la carta de Santiago subraya que la fe sola jams puede salvar y que las obras son decisivas (2,14.20.24; cf., por el contrario, Rom 3,28; Gal 2,16). Sin las obras, la fe sera intil y muerta; tambin los demonios tendran una fe as (2,19.26). Adems, Abraham habra sido justificado no por su fe, sino por sus obras (el sacrificio de Isaac) (2,21; cf., en contra, Rom 4). Cmo se explica esta frontal contradiccin con los principios centrales de la doctrina paulina de la justificacin? Al parecer, el autor se ha enterado de que sus adversarios, que invocan a Pablo para apoyar su postura, han entendido equivocadamente el concepto paulino de fe como si sta consistiera nicamente en un reconocimiento puramente terico de la verdad de tales principios. Tal postura obliga al autor de la carta a contradecir las frmulas paulinas con el fin de salvar lo que Pablo pensaba (fe como aceptacin total y realizacin de la graciosa existencia de Cristo). Adems, el punto de arranque del pensamiento paulino ha dejado de ser actual. Por esa razn, la carta no 195
9.2.2. La respuesta de la carta 9.2.2.1. No al trato especial dado a los ricos El escrito se dirige contra la natural tentacin humana de introducir diferencias de clases tambin en las comunidades cristianas y de otorgar un trato especial a los ricos. Como en ICor 1,26-29, se subrayar que Dios eligi precisamente a los pobres para hacerlos ricos en la fe (2,5). Por el contrario, los ricos pertenecan a los perseguidores de la comunidad; ellos son los que os oprimen, y llevan a los tribunales (2,6-7). Aqu se pone de manifiesto una peculiaridad permanente de la carta: rara vez se mantienen 194
habla de obras de la ley, sino de actos de amor y de obediencia, que, cooperando con la fe, confieren a sta su consumacin (2,22).
9.2.2.5. Oracin y confesin de los pecados La seccin 5,13-20 es utilizada en la teologa catlica como prueba de Escritura del sacramento de la uncin de los enfermos. Probablemente, la carta describe una costumbre implantada desde antiguo en las comunidades (cf. Me 6,13). La intencin principal de la seccin es, por el contrario, indicar a todos los cristianos (y no slo a los enfermos) caminos para obtener el perdn de los pecados: confesin mutua y oracin de los unos por los otros. Al igual que en la seccin final de Un 5,13-21, detectamos los elementos de una institucin penitencial eclesistica (cf. Sant 5,19-20 comparndolo con Un 5,16).
9.2.2.3. Sabidura y humildad Resulta sumamente difcil dilucidar si las plsticas exhortaciones a la prudencia en el hablar, a la modestia y a la conversin encierran alusiones histricas. Podramos pensar, tal vez, en las discusiones doctrinales con las numerosas tendencias gnsticas (cf. las cartas pastorales), en las posturas presuntuosas de algunos cristianos que se vanagloriaban de poseer una sabidura divina especial y presuman de revelaciones (3,1.13-18). En la polmica, el autor utiliza tambin motivos con los que Pablo acorral a los pneumticos que se las daban de sabios (cf. por ejemplo ICor 3).
9.2.3. La cuestin del autor El autor se da a s mismo el nombre de Santiago, siervo de Dios y del seor Jesucristo (1,1). Evidentemente, se piensa en el Santiago que, de ordinario, es conocido como hermano del Seor (Gal 1,19), y fue cabeza de la comunidad de Jerusaln. Pero el hermano del Seor haba sido martirizado antes del ao 62 d.C. y, por tanto, no puede ser considerado como autor del escrito que nos ocupa. El verdadero autor de esta carta proviene de la zona helenista, escribe en un griego elegante y cuidado y deja entrever una formacin literaria. Se ha supuesto tambin que el tratado podra haberse inspirado en un escrito doctrinal judo que habra sido atribuido al patriarca Jacob por la mana entonces imperante. Esto explicara por qu el autor se da el nombre de Jacobo (Santiago), sin hacer uso para nada de la autoridad del nombre.
9.2.2.4. Espera paciente Tambin por otros escritos tardos conocemos las dudas en torno a la parusa (cf. 2Pe 3,4). Con todo, la carta de Santiago no se afana en ofrecer fundamentaciones teolgicas, sino que alude a las analogas en el proceso natural de la siembra y la cosecha (5,7; cf., en sentido algo diferente, ICIem (23,4-5). A ello se aade el ejemplo de la paciencia de Job: el Antiguo Testamento es utilizado cada vez ms como una especie de leyenda de santos (cf. Heb 11).
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F. Mussner, Der Jakobusbrief, Herder, Frigurgo de Bris. 21967. W. Schrage, Der Jakobusbrief, en Die katholischen Brefe, Gotinga 1973. O. Knoch, Carta de Santiago, Herder, Barcelona 21976. J. Michl, Carta de Santiago, en O. Kuss-J. Michl, Carta a los Hebreos. Cartas catlicas, Herder, Barcelona 1977, p. 3 25-401. R. Hoppe, Der theologische Hintergrund des Jakobusbrief es, Wrzburgo 1977.
especulaciones gnsticas tambin una incontinencia mental (cf. Ap 2,6.14-15.20-22), constituan un grave peligro para la unidad de las comunidades (19). Muchos creyentes fueron presa de los discursos zalameros de los herejes (16) y comenzaron a dudar (22).
9.3.2. Respuesta de la carta de Judas 9.3. La carta de Judas (Jds) Tambin la breve carta de Judas es una circular catlica (=universal) que se dirige a todos los amados llamados por Dios (1). El autor se esfuerza por dar la impresin de que quiere escribir esta carta personalmente a los amados hermanos (3). Con ello pretende subrayar la urgencia de su preocupacin. Al parecer, los hechos que provocaron en l tan apasionada protesta se daban en muchas comunidades. A este desafio responde la carta con una polmica cuyos rasgos fundamentales se han mantenido en la Iglesia hasta la era moderna: Se exhorta a losfielesa luchar en favor de la fe recibida, que les fue confiada a los santos de una vez para siempre (3.20-21). Tienen que preocuparse de los que dudan; pero a los otros, tienen que evitarlos y no tener ni el menor trato con ellos (22-23). A los herejes no se les refuta con argumentos objetivos sino que se les insulta abundantemente y se les amenaza con el juicio de Dios (4-16.18-19). Pero no pensemos que la polmica que mantiene la carta con los herejes carece de justificacin. En primer lugar, porque no era posible mantener un dilogo razonable con los falsos doctores (pensemos en las dificultades que encontramos todava hoy para hablar con cualquier persona presa de fanatismo ideolgico); adems, el reproche de libertinaje moral estaba justificado objetivamente mientras que, en la posterior polmica con los herejes, se utiliz frecuentemente a modo de estereotipo y con fines de descrdito. Junto a los ejemplos de juicio tomados del Antiguo Testamento, la carta utiliza tambin otros sacados de la literatura apocalptica juda: La historia del pecado de los ngeles y de su castigo (6; cf. Libro 1 de Henoc 6,7; 10,4-6; cf. IPe 3,19). 199
93.1. La situacin Los herejes no fundan crculos propios, sino que se introducen solapadamente en las comunidades (4), siembran en ellas sus falsas doctrinas y no tienen el menor reparo en participar en los gapes (12). Su caracterstica principal es el desenfreno moral (libertinismo), que, al parecer, justifican con una doctrina sobre la gracia interpretada de manera equivocada (4; cf. 7.13.16.18). Alegan visiones de revelacin (sueos) y se consideran superiores a los poderes anglicos (8). Tales falsos doctores libertinos, que sembraban con sus 198
La historia de la lucha del arcngel Miguel con el demonio a causa del cuerpo de Moiss (9; presumiblemente de la Asuncin de Moiss). Una cita literal del Libro 1 de Henoc 1,9 en los vv. 1415, que anuncia la venida de Dios para celebrar el juicio.
A. Stger, Carta de san Judas. Segunda carta de san Pedro, Herder, Barcelona 21975. J. Michl, Carta de san Judas, en O. Kuss-J. Michl, Cartas a los Hebreos. Cartas catlicas. Herder, Barcelona 1977, p. 402-436.
9.4. La segunda carta de Pedro (2Pe) 9.3.3. La cuestin del autor Judas, siervo de Jesucristo, hermano de Santiago (1) se llama el autor. Con tal presentacin est pensando en el Judas que formaba parte de los hermanos del Seor (Me 6,3; Mt 13,55). Puesto que el tiempo de los Apstoles ya pertenece al pasado (17) y la hereja tiene similitud con las manifestaciones del siglo II, se trata probablemente de una imitacin intencionada de la literatura apcrifa, que el redactor de la carta debia tener en gran estima. As como en esta literatura se anunciaban las amenazas de juicio sirvindose de la autoridad de un nombre respetado de tiempos anteriores, de igual manera aqu un cristiano desconocido yfiela la tradicin quiere impresionar a las comunidades utilizando el nombre de un hermano de Santiago. Sorprende, sin embargo, que ni este Judas ni el Santiago de la carta anterior sean llamados hermanos del Seor. Tal vez se deba a que esa denominacin representaba un peligro poltico (en tiempos de Domiciano fueron interrogados dos nietos de Judas en Roma). O se debi a que tal denominacin era considerada por los fieles cristianos como incompatible con el nacimiento virginal de Jess?
K.H. Schelkle, Die Petrusbriefe. Der Judasbrief, Herder, Friburgo de Bris. 1961. H. Balz-W. Schrage, Die katholischen Briefe, Gotinga 1973. O. Knoch, Der zweite Petrusbrief. Der Judasbrief, Dusseldorf 1967.
La segunda carta de Pedro es considerada como el escrito ms tardo del Nuevo Testamento, de hacia el ao 120 o tal vez ms tarde. Esta datacin se basa en los motivos siguientes: a) El autor conoce ya una coleccin de las cartas de Pablo (3,15-16); remite a IPe (3,1); ha tomado abundantes materiales de la carta de Judas (2,4-22); recuerda la historia sinptica de la transfiguracin (2,16-18). b) Con el conocimiento de tan numerosos escritos neotestamentarios emerge simultneamente el problema de la interpretacin correcta (2,20-21; 3,16). Se est abriendo paso una interpretacin de la Escritura que es vinculante en la Iglesia. Tal interpretacin se contrapone a la arbitrariedad y es una consecuencia del avanzado estado de la formacin del canon. c) El autor pretende mantener hasta el final la impresin del origen petrino de su escrito (1,1.13-18; 3,1.15). Con esta intencionadaficcinliteraria, el escrito se sita en las proximidades de la literatura petrina apcrifa del siglo II {Evangelio de Pedro, Apocalipsis de Pedro; cf. apndice I), especialmente cuando se elige el conocido gnero artstico del testamento (1,13-15).
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9.4.1. La situacin Al igual que en la carta de Judas, falsos maestros se introducen solapadamente en las comunidades y hacen muchos adeptos con su libertinaje. Con ello, difaman el cristianismo, el camino de la verdad (2,1-2). Estos falsos maestros libertinos (cf. 2,18-19) se burlan, principalmente, de la promesa de la parusa (3,2-4). Y la burla, fundamentada al parecer en el retraso de la parusa, confiere mayor peligrosidad a su propaganda amoral (cf. lClem 23,3, burla de resonacia similar). No hay vicio que no sea achacado a los herejes (2,1-21). El proverbio tan verdico de la conclusin segn el cual la cerda lavada vuelve a revolcarse en el cieno (2,22), es de lo ms amargo que se ha escrito en el Nuevo Testamento. A la irreverente chacota que en estos herejes provoca el retraso de la parusa, el autor contrapone toda una serie de argumentos: l mismo (como Pedro) habra sido testigo ocular de la gloria de Cristo sobre el monte santo. Evidentemente, la historia de la transfiguracin (Me 9) se relaciona con la promesa de la parusa (1,16-19). Ante Dios mil aos son como un da (Sal 90,4) y, por consiguiente, no puede hablarse de retraso. Dios pretende, ms bien, en su paciencia, ofrecer a todos la oportunidad de convertirse (3,8-9). Los creyentes aqu el autor repite una vieja idea juda tienen que acelerar la venida de Cristo mediante una vida santa y temerosa de Dios (3,11-12). El mundo actual estara destinado a un juicio de fuego y ser consumido en el fuego al igual que el mundo anterior al diluvio fue anegado por las aguas. Como contrapartida de los elementos derretidos en el fuego, los creyentes esperan un nuevo cielo y una nueva tierra, en los que habita la justicia (3,5-7.10-13).
K.H. Schelkle, Die Petrusbriefe. Der Judasbrief, Herder, Friburgo de Bris. 1961. H. Balz-W. Schrage, Die katholischen Briefe, Gotinga 1973. O. Knoch, Der zwelte Petrusbrief. Der Judasbrief, Dusseldorf 1967. A. Stger, Carta de san Judas. Segunda carta de san Pedro, Herder, Barcelona 21975. J. Michl, Segunda carta de san Pedro, en O. Kuss-J. Michl, Carta a los Hebreos. Cartas catlicas, Herder, Barcelona 1977, p. 522-575.
9.4.2. La respuesta de la carta Hasta tal punto considera peligrosa la situacin el autor de la carta que no duda en enmascararse bajo el nombre del apstol Pedro para que sus advertencias tengan mayor peso: El escrito se abre con una exhortacin general a huir de la corrupcin que hay en el mundo por la concupiscencia y a aadir la virtud a la fe. Las virtudes que luego se sealan en particular (conocimiento, templanza, paciencia, piedad, amor fraterno, amor) rezuman el espritu de la tica griega. Su consecucin es la condicin imprescindible para que los creyentes participen de la naturaleza divina y, finalmente, entren en el reino eterno de nuestro Seor y Salvador Jesucristo (1,3-11). Esta mezcla de metafsica griega y de promesa bblica, de moral y de fe, parece caracterstica del cristianismo del siglo II. Esta amplia censura de los herejes presupone la carta de Judas, pero la cambia de dos maneras: se suprimen las alusiones demasiado evidentes a leyendas judas y se multiplican los ejemplos de comportamiento impo e inmoral.
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1. Apocalipsis y apcrifos judos 1. El libro primero de Henoc (=Henoc etipico) contiene material apocalptico y parentico de la poca que va del 165 al 54 a.C. aproximadamente. Comprende el libro del ngel (1-36), las parbolas (libro del mesas: 37-71), el libro astronmico (72-82), el libro de historia (83-90), el libro de edificacin (91 hasta 108). La totalidad de la obra se presenta como el relato de lo que el patriarca Henoc (Gen 5,24) contempla en sus visiones o en sus viajes por los cielos y por la tierra. Entre otras cosas le narra a su hijo Matusaln dos historias sobre el curso de la historia mundial; poco antes de morir, pronuncia dos discursos en los que exhorta a sus hijos a llevar una vida sinceramente piadosa. 2. El Libro segundo de Henoc (= Henoc eslavo) es de hacia el ao 50 d.C. Contiene especulaciones cosmolgicas y detalladas exhortaciones. Henoc adquiere una importante posicin de mediador. 3. El Libro tercero de Henoc (= Henoc hebreo) depende del Libro segundo de Henoc y fue escrito en el siglo II. Delata influencias gnsticas. Un mrtir judo narra sus viajes por los siete cielos; en el sptimo, le recibe
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Henoc, ahora transformado en arcngel, como metatron (=compaero del trono de Dios). 4. El Libro de los jubileos o pequeo Gnesis es una exposicin de la historia escrita en el siglo II d.C. El relato abarca desde la creacin hasta la aparicin de Moiss. El ngel del rostro revela a Moiss los acontecimientos reseados en pizarras celestiales. Procede de medios esenios. 5. El Testamento de los doce Patriarcas (= Test XII) es un ejemplo tpico de la predileccin que se senta por el gnero de los discursos de adis y de manifestacin de la ltima voluntad. Los doce hijos de Jacob narran, sobre su lecho de muerte, la historia de sus vidas y, con la narracin, empalman las exhortaciones para el futuro, derivadas, en cada caso, de cada uno de los nombres. En el Testamento de Lev, ste informa de sus viajes a travs de los siete cielos y su consagracin como sacerdote celeste. Se han encontrado partes del libro en Qumrn. Posteriormente fue muy apreciado tambin entre los cristianos. 6. La Asuncin de Moiss (=Assumptio Mosis) contiene una alocucin de Moiss a Josu. En ella profetiza la historia de Israel hasta la implantacin del reino de Dios. Fue escrito hacia el ao 25 d.C. 7. El Apocalipsis de Esdras (=4 Esd) fue el apocalipsis ms difundido en la antigedad. Este libro, compuesto hacia el ao 100 d.C. de diversas tradiciones, es un ejemplo de la medida en que el judaismo de entonces estaba plagado de corrientes dualistas y pesimistas. El mundo se considera corrompido, sin posibilidad de remedio; todas las esperanzas se depositan en el nuevo en. En la concepcin del pecado de Adn y de sus consecuencias se encuentran algunos paralelos con Pablo (Rom 5). 8. Los Orculos sibilinos son escritos de propaganda del judaismo helenstico segn el gnero literario de los orculos paganos; pretenden convertir a los paganos en 205
proslitos o temerosos de Dios. De los 15 libros sibilinos, se han conservado 12 en una reelaboracin cristiana. Como poca de redaccin se seala el perodo que va del ao 140 a.C. al 130 d.C. Junto a estos escritos ms conocidos, existe toda una pltora de obras apocalpticas, frecuentemente conservadas slo en parte (Apocalipsis de Abraham, de Baruc, de Elias, de Moiss, de Sedrac, de Sofonas), y testamentos (T. de Abraham, de Isaac).
E. Kautzsch, Die Apokryphen undPseudepigraphen des Alten Testaments, Tubinga 1900 (1921). P. Riessler, Altjdisches Schrifttum ausserhalb der Bibel, Augsburgo 1928.
2. La literatura de Qumrn Estos escritos, cuya significacin para el Nuevo Testamento se ha exagerado frecuentemente, fueron encontrados a partir de 1947 en algunas cuevas cercanas al mar Muerto. Son de valor inapreciable para conocer el mundo judo. 1. La Regla de la comunidad o de la secta (= 1QS o lQSa) nos ofrece informacin autntica sobre las doctrinas dualistas caractersticas de la secta, sobre su organizacin interna y su orden disciplinar. 2. El Documento de Damasco (= CD) fue encontrado ya en 1896 en una sinagoga de El Cairo antiguo y confirmado en las cuevas de Qumrn (fragmentariamente). En forma de discurso de exhortacin, el escrito presenta el nacimiento de la comunidad de la alianza en el marco de un cuadro histrico apocalptico y exige mayor obediencia a la Tora. A diferencia de La regla de la comunidad, se dirige a miembros casados de la misma; se discute si stos vivan en campamentos o en la regin de Damasco. 206
3. Los Himnos (1QH) o Hodayot constituyen, al mismo tiempo, el libro de oracin y de canto de la secta. Algunos de los textos provienen probablemente del fundador de la misma, el maestro de justicia. Son interesantes los paralelismos lingsticos con la doctrina paulina de la gracia y de la justificacin. 4. El Rollo de la guerra (= 1QM) describe la guerra de los hijos de la luz contra los hijos de las tinieblas. Se ofrecen indicaciones realistas sobre el equipamiento, formacin y estrategia blica de las tropas, pero todo sucede en un marco apocalptico. Belial y su ejrcito luchan contra Miguel y los ngeles fieles. Dios es quien da la victoria. 5. El MidrS de Habacuc (= lQpHab) es un ejemplo sobresaliente de la manera en que los esenios de Qumrn interpretaban los textos veterotestamentarios aplicndolos a la situacin de su comunidad. A esta forma de interpretacin se da el nombre de peSer y tiene numerosos paralelos en el Nuevo Testamento, de manera especial en Mt y en Pablo. 6. Los Testimonia (= 4Qtest): as se denominan las colecciones de citas veterotestamentarias con las que se pretenda documentar la esperanza mesinica de la secta. Objetivos similares pretendan los Florilegios (por ejemplo 4Qflor). Por consiguiente, podemos suponer que tales colecciones de citas existieron tambin en las comunidades cristianas y que eran utilizadas para probar la mesianidad de Jess en las discusiones con los judos. Adems de estos escritos significativos para el Nuevo Testamento, se descubrieron en Qumrn numerosas copias de libros veterotestamentarios y del judaismo temprano, as como fragmentos de contenido muy diverso.
J. Maier, Die Texte vom Toten Meer, 2 vols., Munich 1960 (el vol. I contiene el texto alemn; el vol. II est dedicado a notas).
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E. Lohse, Die Texte aus Qumran, Munich 1964 (hebreo y alemn) A. Gonzlez Lamadrid. Los descubrimientos del mar Muerto Catlica, Madrid 21973 (hace un balance de los descubrimientos. No contiene los textos).
3. Literatura cristiana fuera del Nuevo Testamento Desde el siglo XVII, muchos escritos no cannicos fueron agrupados bajo la denominacin de padres apostlicos. Dado que este concepto no es utilizado ya de manera unvoca, presentaremos a continuacin los escritos segn sus gneros.
pone de manifiesto su profunda y personal vinculacin con Cristo y su ansia de padecer el martirio. 3. La (las?) Carta de Policarpo fue escrita hacia el ao 120 a la comunidad de Filipos. El obispo de Esmirna, ajusticiado el 155-156, reuni las cartas de Ignacio cuando ste viva an y las envi a losfilipenses(lFlp como carta de acompaamiento?). La carta propiamente dicha de Policarpo (Pol o 2Fip) es una exhortacin pastoral que sigue fielmente la lnea de los modelos neotestamentarios y otros (ICIem; Ign).
Escritos apocalpticos Cartas a diversas comunidades 1. La Primera carta de Clemente {= ICIem) es un escrito redactado por el presbtero romano Clemente en el ao 95 d.C. y dirigido a la comunidad de Corinto. Algunos miembros jvenes de esta comunidad haban pretendido eliminar a los presbteros ancianos. La larga carta, compuesta de textos homilticos y litrgicos (65 captulos), desarrolla, por primera vez y de manera clara, la teora de la sucesin apostlica (42.44) para exhortar a los levantiscos a la penitencia y al abandono de la comunidad. 2. Las siete Cartas de Ignacio (Ign) autnticas fueron escritas en el ao 110 por el obispo mrtir Ignacio de Antioqua a las comunidades de feso (Ef), Magnesia (Mg), Trales (Tr), Roma (Rom), Filadelfia (Fd), Esmirna (Sm) y al obispo Policarpo (Pol). Las preocupaciones principales de las cartas son: robustecimiento del episcopado monrquico, vigilancia respecto de las falsas doctrinas (gnosticas), ayuda a la Iglesia perseguida de Siria y oracin por ella. El autor
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1. El Apocalipsis de Pedro fue escrito en la primera mitad del siglo II y fue considerado como cannico durante algn tiempo. En forma de visiones describe la hermosura del cielo y la dicha de los hermanos que haban entrado en la patria celestial; y, frente a esto, el lugar del castigo y los tormentos de los pecadores. 2. La Epstola Apostolorum (o Conversaciones de Jess con sus discpulos despus de la resurreccin) comienza como una carta, para pasar despus al gnero apocalptico. Este escrito, de hacia el ao 150 o antes, contiene revelaciones sobre la parusa, la resurreccin, el juicio y la suerte de los condenados. 3. El Pastor de Hermas, llamado as por la figura de pastor que adopta el ngel de la revelacin, fue escrito por Hermas, cristiano romano no perteneciente a la jerarqua, hermano del obispo romano Po. En este escrito, concluido hacia el ao 150, Hermas da cuenta de diversas visiones, mandamientos y parbolas que tienen como tema central cuestiones relacionadas con el ordenamiento de la penitencia. Hermas anuncia un ltimo plazo penitencial antes de la 209
cercana parusa. Orgenes consider al Pastor como parte de la Sagrada Escritura. En cambio, segn el Canon de Muratori, no deba ser ledo en pblico en la iglesia. Durante los siglos posteriores continuaron escribindose numerosos apocalipsis: as, el Apocalipsis de Pablo, utilizado por Dante; un Apocalipsis de Juan, proveniente de crculos gnsticos maniqueos; varios Apocalipsis de Mara y otros ms.
Evangelios apcrifos De la mayora de los evangelios apcrifos slo conservamos fragmentos de diversa amplitud. Generalmente suele distinguirse tres tipos de evangelios: 1. Evangelios de tipo sinptico que, por su forma y contenido, recuerdan nuestros evangelios sinpticos. Entre ellos se cuentan: Los evangelios judeocristianos, sobre cuyo nmero, origen y nombre se encuentran muy divididas las opiniones de los expertos. El Evangelio de los nazarenos parece haber estado cerca del Evangelio cannico de Mateo. Tal vez fue una traduccin aramea libre del Evangelio griego de Mateo, pero en modo alguno su fuente. El Evangelio de los hebreos fue usado, al parecer, por los judos griegohablantes de Egipto. Delata influencias gnsticas e informa de la sbana santa de Jess, as como de una aparicin a Santiago. El Evangelio de los ebionitas fue, igualmente, un escrito griego. En l aparecen las concepciones herticas de los ebionistas (negacin del nacimiento virginal de Jess, enemistad frente al culto, vegetarianismo). El Evangelio de Pedro, escrito, presumiblemente, en 210
Siria hacia el 150. Se ha conservado gran parte de l. Entre otros relatos, tenemos la realista narracin de la resurreccin de Jess. 2. Evangelios de tipo gnstico. stos se componen, generalmente, de largos discursos del Resucitado ante sus discpulos. Frecuentemente, Jess responde tambin a preguntas que le formulan sus seguidoras (mujeres): En el Evangelio de los egipcios, de orientacin gnstica y eucratita, Jess, a preguntas de Salom, arremete contra las obras de lo femenino, es decir, contra el matrimonio y la procreacin. El Evangelio de Toms, hallado en Nag Hammadi (Alto Egipto) en 1945, se compone de una coleccin de 114 dichos ocultos que Jess el Viviente habra pronunciado y Ddimo Judas Toms habra recogido. En su mayora se trata de logia de tipo sinptico, reinterpretados en clave gnstica o de nuevas creaciones completamente gnsticas. El Evangelio de Felipe, encontrado tambin en Nag Hammadi, es una coleccin de sentencias de diverso tipo. El nombre de Felipe aparece una sola vez. Por el contrario, el Apokryphon de Juan sigue completamente la estructura de los evangelios gnsticos clsicos. El revelador aparece como figura luminosa despus de la resurreccin y pronuncia largos discursos sobre los misterios celestiales; despus pasa a responder preguntas de Juan. Forma similar tiene la llamada Pistis Sophia. Aqu, el Resucitado habla de sus viajes a travs de los eones y responde a 39 preguntas de Mara Magdalena sobre la suerte de la Pistis Sophia, cada a la materia desde el decimotercer en. El escrito que se conoce con el nombre de Evangelio de la verdad es una predicacin contemplativa o un tratado 211
sobre temas gnsticos. Es interesante este escrito por su estrecho parentesco con el lenguaje y mundo conceptual jonicos. Con todo, no se puede decir que dependa del Evangelio de Juan. Para el catico panorama de los (pseudo)evangelios gnsticos puestos en circulacin bajo nombres de apstoles, de discpulos o de herejes (Cerinto, Baslides, Marcin, Bardesanes y otros), cf. la bibliografa. 3. Evangelios de complementaran (J.B.Bauer) podemos llamar aquellos escritos que, respondiendo a una piadosa curiosidad, tratan de completar el material de los evangelios cannicos con historias legendarias: Los evangelios de la infancia se ocupan del nacimiento e infancia de Jess, as como de su madre, Mara. El ms antiguo y conocido es el Protoevangelio de Santiago. Contiene muchas leyendas que han influido poderosamente sobre la piedad mariana, el arte y la liturgia. De los milagros realizados por Jess nio informa el Evangelio de la infancia de Toms, escrito algo despus. Tambin estas historias populares han ejercido una influencia persistente. El Evangelio de Nicodemo o los Hechos de Pilato pretenden narrar detalles de la historia de la pasin y liberar a Pilato de la responsabilidad por la muerte de Jess. La parte conclusiva del Evangelio de Nicodemo informa tambin del descenso de Cristo a los infiernos. Tal informacin se pone en boca de dos muertos que habran sido resucitados el da de Pascua (cf. Mt 27,52).
Lucas que en las novelas heroicas helensticas. Se narran los viajes y aventuras de apstoles concretos, sus extraordinarios milagros y herosmo; se habla de animales salvajes que se convierten y reciben el bautismo, de amantes y esposos desengaados de cuyo lado escapan sus mujeres, decididas a la continencia, para seguir al apstol en arrobado embelesamiento. Al final, se encuentran relatos legendarios sobre el martirio o la muerte pacifica (Juan) de los hroes. Todos los hechos de los apstoles conocidos han sido configurados bajo este patrn: Hechos de Juan, Hechos de Pedro, Hechos de Pablo, Hechos de Andrs, Hechos de Toms. Por doquier abundan las influencias gnsticas, una cristologa docetista y tendencias opuestas al matrimonio.
Otros escritos doctrinales La Didakhe o Doctrina del Seor, mediante los apstoles, a los gentiles (Doctrina de los doce apstoles), es una especie de catecismo cristiano primitivo que contiene exhortaciones morales (sermn de la montaa), una agenda para el servicio divino (oraciones eucaristicas) y un breve texto apocalptico. En tiempos pasados se consider que esta obra habra sido escrita antes de finales del siglo primero. Actualmente se seala como poca de su composicin ms probable el tiempo que media entre los aos 120 y 150. La Carta de Bernab es un tratado exegtico que pretende interpretar cristolgicamente la ley veterotestamentaria. Para ello se sirve de la alegora. Intenta, al mismo tiempo, inculpar a los judos por no haber entendido la Escritura. Esta obra, escrita hacia el ao 130, es un testimonio de la polmica antijuda del cristianismo primitivo. La llamada Segunda carta de Clemente (2Clem) es una 213
Hechos de los apstoles apcrifos En la segunda mitad del siglo II, comienza a hacerse popular un tipo de literatura cristiana de entretenimiento, que se inspira menos en los Hechos de los apstoles de 212
predicacin de contenido general que nada tiene que ver con la Carta de Clemente a los corintios. Las Odas de Salomn son una coleccin de 42 himnos que, con lenguaje mtico oscuro, cantan al Logos, el descenso de Cristo a los infiernos, la concepcin virginal y los misterios de la fe. Se encuentran prximos a la teologa jonica, pero delatan una influencia gnstica innegable. Las dos Apologas del mrtir Justino fueron escritas a mediados del siglo II. A pesar de que encierran gran significado para la exgesis neotestamentaria por su descripcin del servicio divino (lApol 65-67), las obras de Justino ya pertenecen de lleno a la patrologa.
F.X. Funk, K. Bihlmeyer, W. Schneemelcher (dirs.), Die Apostolischen Vter, Tubinga 31956. J.A. Fischcr, Die Apostolischen Vter, Munich 1956 (texto griego y trad. alemana). D. Ruiz Bueno, Padres apostlicos, Catlica, Madrid 1950 (ed. bilinge). (E. Hennecke)-W. Schneemelcher, Neutestamentliche Apokryphen, I: Evangelien (1959), II: Apostolisches, Apokalypsen und Verwandtes, Tubinga 1964. W.C. van Unnik, Evangelien aus dem Nilsand, Francfort del M. 1960. J.B. Bauer, Los apcrifos neotestamentarios, Fax, Madrid 1971. A. de Santos Otero, Los evangelios apcrifos, Catlica, Madrid 3 1963 (ed. bilinge). B. Altaner-A. Stuiber, Patrologie, Herder, Friburgo de Bris. 81978. J. Quasten, Patrologa, I: Hasta el concilio de Nicea, Catlica, Madrid 1961. J. Leipoldt-W. Grundmann (dirs.), El mundo del Nuevo Testamento, II: Textos y documentos, Cristiandad, Madrid 1974. J. Danilou, Los evangelios de la infancia, Herder, Barcelona 1969.
1. El obispo Papas de Hierpolis escribi (hacia el 130) una obra titulada Explicaciones de las palabras del Seor. De esa obra han sobrevivido unos pocos fragmentos conservados por Eusebio (entre los aos 260-339) en su famossima Historia eclesistica (= H.E.). Papas informa en el prlogo de su obra de cmo se esforz por lograr informaciones fiables acerca de las palabras del Seor: Cuando vena alguien que haba sido discpulo de los ancianos (presbteros), yo le interrogaba acerca de las palabras de los ancianos, lo que haban dicho Pedro o Andrs o Felipe o Toms o Santiago o Juan o Mateo o cualquier otro de los discpulos del Seor; y lo que dicen Aristin y el anciano (presbtero) Juan, discpulos del Seor. Pensaba yo que lo tomado de los libros no me sera de tanta utilidad como lo que proviene de la locucin oral y permanente (H.E. III 39,4). Sobre los Evangelios de Marcos y de Mateo dice Papas: Tambin esto dijo el presbtero (Juan?): 'Marcos, convertido en intrprete de Pedro, escribi cuidadosamente, naturalmente no segn la secuencia, todo lo que recordaba referente a las palabras y a los hechos del Seor'. Porque l no haba visto al Seor ni le haba seguido (como discpulo) sino que posteriormente, como he dicho, sigui a Pedro. 215
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ste orden sus enseanzas doctrinales de acuerdo con las necesidades (de los oyentes), pero no en el sentido de que pretendiese una recopilacin (continua y sin lunares) de los dichos del Seor. Por eso, no falt Marcos al escribir algunas cosas tal como las retena en su memoria. Porque todo su empeo apuntaba a no omitir nada de lo que haba escuchado (de Pedro) y a no interpretar nada de manera equivocada. Mateo recopil los logia en hebreo (es decir, arameo), pero cada uno los tradujo como pudo (en Eusebio, H.E.III 39,15-16). 2. El Canon de Muratori es la lista ms antigua del canon, redactada, probablemente, antes del ao 200 en Roma. Fue descubierta en 1740, en la Biblioteca Ambrosiana de Miln, por el investigador italiano Muratori, quien a su vez la edit. La lengua original del texto fue el griego; la traduccin latina encontrada es oscura en algunos pasajes. El comienzo del texto est interrumpido; seguramente trataba de Mateo y, ya en las primeras lneas, de Marcos.
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a los cuales estuvo presente y as lo manifest. El tercer libro de los evangelios es el de Lucas. Este Lucas, mdico, lo compuso despus de la ascensin de Cristo (resurreccin?), cuando Pablo lo llev consigo como experto en el camino (la doctrina?); lo escribi bajo su nombre siguiendo la opinin del Apstol. Pero tampoco l vio al Seor en carne, y as, en la medida en que le fue asequible, comienza a narrar desde el nacimiento de Juan. El cuarto evangelio es el de Juan, (uno) de los discpulos. Cuando sus compaeros de discipulado y obispos
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le animaban a ello, l les deca: 'Ayunad conmigo tres das a partir de hoy y lo que fuere revelado a cada uno nos lo comunicaremos.' Aquella misma noche le fue revelado a Andrs, uno de los apstoles, que, de conformidad con todos, Juan deba poner todo por escrito, en su propio nombre. Y por eso, a pesar de que en cada uno de los evangelios se relatan comienzos (o tendencias?) diferentes, esto para nada afecta a la fe de los creyentes ya que, por el nico y principal Espritu ha sido inspirado lo que en todos se contiene acerca del nacimiento, pasin y resurreccin, as como acerca del trato con los discpulos y su doble venida, la primera en bajeza, cosa que ya sucedi, la segunda gloriosa con poder regio, todava por suceder. Qu tiene, pues, de extrao que Juan contine afirmando cada cosa tambin en sus cartas, donde dice de s mismo: Lo que vimos con nuestros ojos, y omos con nuestros odos, y palparon nuestras manos, eso os hemos escrito. Con ello se confiesa no slo testigo de vista y de odo, sino tambin escritor de todos los milagros del Seor por su orden de sucesin. Los hechos de todos los apstoles estn escritos en un libro. Lucas compendia para el ptimo Tefilo todo lo que, en su presencia, sucedi en concreto, como pone claramente de manifiesto la omisin de la pasin de Pedro e igualmente la omisin del viaje de Pablo, quien se traslad desde la urbe (Roma) hasta Hispania. Por lo que se refiere a las cartas de Pablo, cules sean (de Pablo), desde qu lugar y con qu motivo fueron escritas, ellas mismas lo declaran a los que quieren entender. En primer lugar, escribi con mayor detalle a los de 217
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Corinto, (a los que) prohibi la hereja de la divisin; a continuacin a los Glatas, (a los que) prohibi la circuncisin; a continuacin y detalladamente a los Romanos, (a los que) explica que Cristo es la regla de las Escrituras y su principio. Sobre cada una de ellas debemos tratar en concreto, ya que el bienaventurado apstol Pablo, siguiendo la regla de su predecesor Juan, slo escribi nominalmente a siete comunidades en el siguiente orden: la primera (carta), a los Corintios; la segunda, a los Efesios; la tercera, a los Filipenses; la cuarta, a los Colosenses; la quinta, a los Glatas; la sexta, a los Tesalonicenses; la sptima, a los Romanos y aunque a los Corintios y a los Tesalonicenses escriba una segunda vez para su correccin, sin embargo se reconoce una sola comunidad difundida por todo el orbe de la tierra. Porque tambin Juan en el Apocalipsis escribe a siete comunidades, pero habla a todos. Asimismo son tenidas por sagradas una (carta) a Filemn. una a Tito y dos a Timoteo, las cuales, aunque escritas por afecto y amor son para gloria de la Iglesia catlica, y para la ordenacin de la disciplina eclesistica. Circula tambin (una carta) a los de Laodicea, otra a los de Alejandra, falsificadas con el nombre de Pablo en beneficio de la secta de Marcin, y otras ms, lo que no puede ser admitido en la Iglesia catlica, porque no conviene mezclar la hil con la miel. Adems, en la Iglesia catlica se han conservado una carta de Judas y dos de Juan, y la Sabidura que fue escrita por los amigos de Salomn para glo-
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ria de ste. Apocalipsis slo aceptamos el de Juan y el de Pedro, aunque, respecto de este ltimo, algunos de los nuestros no quieren que sea ledo en pblico en la Iglesia. Recientemente, casi en nuestros das, Hermas ha escrito el Pastor en la Ciudad de Roma, cuando sobre el trono de la Iglesia de esa misma ciudad de Roma se sentaba el obispo Po, su hermano. Por esa razn conviene que sea leda esa obra, aunque pblicamente en la Iglesia no puede ser leda al pueblo ni entre los profetas, cuyo nmero est cerrado, ni entre los apstoles, por haber terminado ya su tiempo. De Arsineo o de Valentn y Milcades (?) no aceptamos absolutamente nada; stos, juntamente con Baslides, de Asia Menor y fundados de los catafrigios, han compuesto un nuevo libro de salmos para Marcin...
(Esta versin est hecha sobre el texto alemn de Hennecke-Schneemelcher, Neutestamentliche Aprokryphen, I, Tubinga 1959, p. 18-20. Cf., con ligeras variantes, la versin de S. Muoz Iglesias en Doctrina pontificia, I: Documentos bblicos, Catlica, Madrid 1955, p. 153-157).
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3. Los llamados Prlogos antimarcionitas a los Evangelios, durante mucho tiempo considerados del siglo II, son datados hoy en el siglo IV (cf. Wikenhauser-Schmid, Introduccin al N.T., Herder, Barcelona 31978, p. 469). El prlogo a Mateo se ha perdido. De Marcos se dice que era llamado dedos chatos porque sus dedos eran cortos en proporcin con su altura, que haba sido el intrprete de Pedro y que haba escrito su Evangelio despus de la muerte del apstol en la regin de Italia. Sobre la persona de Lucas se dan las siguientes referencias: Lucas es de Antioqua de Siria, mdico de profesin, se hizo discpulo del apstol Pablo y posteriormente fue su 219
acompaante hasta la muerte de ste. Sirvi al Seor con plena dedicacin (ICor 7,35), no tuvo esposa ni hijos, y muri a la edad de 84 aos en Beocia, lleno del Espritu Santo. Al parecer, el Prlogo a Juan contiene datos anacrnicos. El evangelio habra sido entregado a las Iglesias mientras Juan viva an. Juan lo habra dictado a su amado discpulo Papias y l personalmente habra rechazado al hereje Marcin (nacido hacia el ao 85 d.C). 4. El obispo mrtir Ireneo de Lyon (muerto hacia el ao 202) fue quien ms influy con sus afirmaciones sobre los Evangelios en las opiniones de la Iglesia. Su testimonio se basa en Papias Mateo edit tambin entre los hebreos, en su lengua, un evangelio, al tiempo que Pedro y Pablo predicaban en Roma y fundaban la Iglesia. Despus de la muerte de Pedro, tambin Marcos, discpulo y hermeneuta de Pedro, nos entreg por escrito la predicacin de Pedro. Y Lucas, el acompaante de Pablo, redact en un libro el evangelio anunciado por Pablo. A continuacin, Juan, el discpulo del Seor, el que reclin su cabeza sobre el pecho del Maestro, escribi tambin el evangelio cuando estaba en feso, en Asia (Adversas haereses III, 1).
ndice onomstico
Agustn 126 185 Aland, K. 48 128 Albertz, M. 54 Altaner, B. 214 Aurelio, T. 58 Balz, H. 179 200 203 Barn, S. W. 45 Barret, C.K. 44 Bauer, B. 22 Bauer, J.B. 47 193 212 214Bauer, W. 47 Bauernfeind, O. 44 Baur, F. Chr. 21 Behm, J. 15 186 Bnoit, P. 54 148 Bertram, G. 54 Bihlmeyer, K. 214 Billerbeck, P. 45 Blank, J. 83 172 Blass, Fr. 48 Blau, J.T. 45 Bornkamm, G. 55 67 137 Bousset, W. 44 Bover, J.M" 25 Brox, N. 155 Bruto 94
Bultmann, R. 45 54 56 103 170 172 177 179 Cantera, F. 25 Casio 94 Cayetano 20 Cerinto 164 Csar 94 Cipriano 32 Claudio 99 Clemente de Alejandra 19 36 Clemente de Roma 208 213s Cohn, L. 45 Colpe, C. 44 Conzelmann, H. 55 94 125 136 143 Cumont, F. 46 Cureton, W. 33 Dmaso 32 Dautzenberg, G. 15 Debrunner, A. 48 Deissmann, A. 45 Delorme, J. 57 Dibelius, M. 54 Domiciano 181 193 200 Dormeyer, D. 56
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Drews, A. 22 Erasmo 20 Ernst, J. 151 Eusebio 215 Faber, J. St. 20 Fascher, E. 54 Feine, P. 15 Felten, J. 43 Filn de Alejandra 45 69 Fischer, J.A. 214 Foerster, W. 44 Friedrich, G. 47 98 143 Fuenterraba, F. de 25 Funk, F.X. 214 Gayo 164 Gnilka, J. 98 148 Goldschmidt, L. 45 Goldstein, H. 193 Goppelt, L. 67 193 Grsser, E. 160 Greimas, A.J. 58 Gressmann, H. 44 Grundmann, W. 44 119 214 Gunkel, H. 53 Gttgemanns, E. 57 Haag, H. 47 Haenchen, E. 136 Haufe, G. 15 Heidegger, M. 56 Hennecke, E. 214 Hennecken, B. 78 Herder, J.G. 126 Hermann, I. 113 Hoffmann, P. 74 Holtz, G. 155 Holtzmann, H.J. 127 Hoppe, R. 198
Horstmann, M. 55 114 Hort, F.J. 28 Huck, A. 128 Ignacio de Antioqua 36 208 Ireneo 29 37 220 Jeremas, J. 155 Jernimo 32 Joas, H. 46 Josefo, Flavio 44 Justino 29 36 214 Ksemann, E. 105 172 Kautzsch, E. 206 Kertelge, K. 67 105 Kittel, G. 47 Knoch, O. 200 203 Kremer, J. 137 Kmmel, W.G. 15 26 Krzinger, J. 136 Kuss, O. 105 137 160 Leipoldt, J. 44 214 Lon-Dufour, X. 58 Lessing, G.E. 126 Lietzmann, H. 128 Lohfink, G. 136 Lohmeyer, E. 186 Lohse, E. 44 46 208 Luciano 29 Maier, J. 44 207 Maly, J. 94 Marcin 36s 104 218s Marco Antonio 94 Marxsen, W. 15 55 80 91 Michel, O. 44 Moore, G.F. 45 Morgenthaler, R. 48 Mussner, F. 82 144 148 172 198
Niese, B. 44 Octaviano 94 Ohlig, K.H. 40 Orgenes 19 29 210 Papas 179 215 220 Peisker, C.H. 129 Pesch, R. 73 108 113 Plinio el Joven 181 Policarpo 209 Preisker 43 Prmm, K. 45 Quispel, G. 46 Rabbula de Edessa 33 Radermacher, L. 48 Reicke, Bo 47 Reitzenstein, R. 46 Rengstorf, K.H. 45 125 Reploh, K.G. 55 114 Ricoeur, P. 58 Rienecker, F. 47 Riessler, P. 206 Robinson, J.M. 55 Rost, L. 45 47 Rowley, H.H. 186 Schneemelcher, W. 214 Schelkle, K.H. 193 200 203 Schenk, W. 129 Schick, E. 54 186 Schierse, F.J. 129 155 160 193 Schiwy, G. 58 Schleiermacher, Fr. 126 Schlier, H. 78 82 105 148 Schmid, J. 15 34 128 219 Schmidt, K.L. 54 Schmithals, W. 186 Schmoller, A. 48
Schnackenburg, R. 113 172 179 Schneider, F. 57 Schrage, W. 193 198 200 203 Schreiber, J. 113 Schreiner, J. 15 44 49 Schrger, F. 160 Schulz, S. 74 172 Schrer, E. 44 Schrmann, H. 62 78 125 Schwank, B. 172-193 Schwezer, E. 113 119 142 143 Semler, J. 20 Simn, R. 21 Sthlin, G. 136 Stauffer, E. 44 Steinmetz, F.J. 143 Stock, A. 57 Stger, A. 125 Strack, H.L. 45 Strecker, G. 55 119 Strobel, A. 160 Stuhlmacher, P. 58 98 Stuiber, A. 214 Taciano 32 Tertuliano 29 37 Trajano 181 Trilling, W. 55 119 151 Trutwin, W. 129 Ulfilas 34 Unnik, W.C. van 214 Valla, L. 20 Volz, P. 44 Walter, E. 94 Weisse, Chr.H. 127 Wendland, H.D. 94 Wendland, P. 45 Westcott, B.F. 28
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Wiater, W. 135 136 Wolfson, H.A. 45 Wikenhauser, A. 15 136 172 219 Wilke, Chr.G. 127 Zerwick, M. 48 148 Wink, W. 58 Ziramermann, H. 49
ndice analtico
Deberes familiares 140 146 189s Desmitologizacin 56 Deuteropaulnas, cartas 138ss Bernab vase Carta de Bernab Dispora 68s Diatessaron 32s Canon 35-40 201 Didakhe 38 213 de Muratori 37 210 215-220 Disciplina penitencial 52 66 159s Carismas 85 89 103 122 152 190 197 209 Carta de Bernab 38 213 Discusiones 51s 71s 107 109 Carta 1" de Clemente 36 38 123 Docetismo 173 213 160 196 202 208 Cartas deuteropaulnas 138ss Encratitas 33 Catequesis de la comunidad 66s Especulacin sapiencial 143 168 Clemente vase Carta I a de Cle196 mente Evangelio 106 llOs 115 119s Codex argenteus 33 Comisin bblica 22 127 Falsos
Adopcionismo 40 Antiguo Testamento 36 38 52 73 100 115 157 167 182 196 199 207 Apcrifos 38 192 200s 204ss Apocalipsis de Pedro 38 209 219 Apocalptica 162 182 204s 209s Apstol (apostlico) 39 64 122s 131ss 138s 146 151s 165 180 200 208 Apotegmas 51 Ascetismo 70 142 169
Comunidad 52 Corpus paulinum 36 95 Cristianos venidos de la gentilidad 70ss 76 79s 83 94 113 145 Cristo vase Kerygma de Cristo Crtica conjetural 30 literaria 48 54 125-129 textual 24-30
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Mandatos de guardar silencio 111 Manuscritos Galilea 109 maysculos 25s Gentilidad vase Cristianos veniminsculos 25 s 28 dos de la gentilidad unciales 26 Glossolalia 85 Marcos vase Final de Marcos Gnosis 39 142 152 162 164 167ss Maysculos, manuscritos 25s 179 196 199 210s 213s Mesas 66s 111 114-118 Milagros vase Historias de milaHerejes 52 118 122 131 139 152 gros 172s 177 199s 202s Minsculos, manuscritos 25 s 28 Historia (s) Misin 64s de la pasin 65 73 116 124 Misterios 46 188 de la redaccin 54s 128 de las formas 49-54 Ordenamiento de la comunidad de milagros 51 53 72 108 115 52 212 Palimpsesto 27s Iglesia 41 117s 130ss 143ss 165 Papas 36 215 220 184 189s Papiro 25 s tala 32 Paradosis 64 88 Parnesis 66 74 122 133 140 172 Jess vase Tradicin acerca 174 189s 194 202 de Jess Parusa 54 66 77 107s 121 149s Judaismo de la dispora 68s 196 202s Judaizantes 79 96 100 Pasin vase Historia de la pasin Judeocristianismo Pastor de Hermas 38 209 helenista 68ss 73 99s 114 144s Penitencial, disciplina vase Disciplina penitencial palestino 65 156 Pergamino 26s Kerygma Peschitta 33 de Cristo 62 64s 88s 107 142s Profetas (profetismo) 118 173 182 145 164ss 173 183 190s Proslitos 53 70 100 206
maestros vase Herejes profetas vase Herejes Familiares, deberes 140 146 189s Final de Marcos 113 Fuente de los logia vase Fuente Q Q 71s 73 88 114 124 126s vase tambin Teora de las dos fuentes
de la misin 64s Leccionarios 26 Libertinismo 70 79 169 198 202 Lingstica 49 57s Literatura rabnica 45 Logia vase Fuente
Temerosos de Dios 53 70 100 206 Teora de las dos fuentes 127s Testimonio de Papas 36 215 220 Qumrn 66 167 206 Texto de Cesrea 29 Rabnica, literatura 45 de la koin 29 Redaccin 65 73 116 124 Relatos-nosotros 134 neutral 28 Religiones mistricas 46 188 occidental 27 29 siriaco 32s Sapiencial, especulacin 143 168 Textus receptus 29 Tradicin acerca de Jess 61ss 196 107 162ss Semntica, semitica 56ss Septuaginta (LXX) 64 69 124 Unciales, manuscritos 26 Silencio 111 Sincretismo 69 79 142s Sucesin apostlica 122s 131 139 Vetus latina 31s Vetus syra 33 152 208 Vulgata 31s Pseudoepgrafos 138 150 vase tambin Apcrifos
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