Halófilo

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Halófilo/a es el adjetivo que se aplica a los organismos que viven en ambientes con presencia de gran cantidad de sales.[1]

Spartina alterniflora, una halofita.

La palabra está formada con los términos griegos halos (sal), y filo (amante), por lo que literalmente significa ‘amante de la sal’.

Los organismos halófilos son extremófilos ya que viven en condiciones extremas, particularmente sustratos con altas concentraciones de sales, como litorales marítimos, salinas continentales y lagunas salobres.

Los organismos no adaptados a las condiciones de alta salinidad, en general no logran sobrevivir en estos ambientes ya que mueren por deshidratación debido a la fuerte pérdida de agua generada por la diferencia en el potencial osmótico. La diferencia en este potencial hace que el agua del interior de las células tienda a salir hacia su exterior, por lo que las células se desecan y mueren. Algo similar ocurre en organismos multicelulares que mueren por la acumulación del daño en sus células y tejidos. Sin embargo, en los organismos halófilos esto no ocurre, lo cual es posible gracias a diversas adaptaciones morfológicas y/o fisiológicas. Por ejemplo un mecanismo frecuente es acumular en el interior de ciertas estructuras celulares concentraciones de un soluto, (ácido polihidroxibutírico o PHB), mayor que en el exterior, lo cual genera un cambio en la diferencia de potencial osmótico, quedando el agua retenida en el interior de las células.

Se pueden encontrar organismos halófilos en el dominio Archaea y en el reino Plantae.

Microorganismos halófilos

La halofilia es la necesidad de sal en el entorno que tienen ciertos microorganismos.

Para sobrevivir requieren sal en el medio donde viven o donde se cultivan. Los hay de tres tipos:

  • Los leves, requieren alrededor de un 6 % de sal, la mayoría son procariotas marinos, ya que la salinidad en los mares y océanos ronda el 3 %.
  • Los halófilos moderados, requieren entre un 6 y un 15 % de sal.
  • Extremos; requieren una concentración de sal del 15 al 36 %, aproximadamente.

También existen microorganismos halotolerantes, es decir, pueden vivir en medios salobres, pero no lo requieren para vivir.

Los microorganismos halófilos resisten dichas condiciones gracias a la utilización de un soluto compatible con los procesos del interior de la célula, como por ejemplo, iones o compuestos orgánicos sintetizados en el interior de la célula. En arqueas, las más extremas acumulan K+ para estabilizar sus proteínas y Na+ para estabilizar su membrana.

Distribución

Se los encuentra en entornos salados:

El ejemplo de arque halófila extrema es Halobacterium.

Halofilia en las plantas

Una planta halófila es aquella que crece de manera natural en suelos salinos continentales o litorales.[2]​ Es difícil listar el número completo de plantas halófilas debido a que no se conocen exhaustivamente los límites de tolerancia de muchas de las especies, aunque se estima que el número total de estas especies no sería mayor de 0,25% del total de las Angiospermae. Las plantas halófilas pueden ser estrictas o facultativas, las primeras sólo habitan en ambientes salinos mientras que las segundas tienen un rango más amplio pudiendo colonizar zonas de baja o nula salinidad. Un ejemplo de ellas es el pasto de los salares Spartina sp.

El término fue propuesto por el geólogo Oscar E. Meinzer (1876-1948).

La adaptación a ambientes salinos de las halofitas puede deberse a la «tolerancia a la sal» a través de adaptaciones morfológicas y/o fisiológicas o a evasión de la sal a través de cambios fenológicos. Una especie halófila puede mantener una concentración salina interna «normal», excretando el exceso de sal a través de diferentes estructuras (glándulas de sal, tricomas secretores de sal), concentrando las sales en los tejidos de sus hojas que luego mueren y caen o diluyendo la concentración de sales absorbidas en exceso en el agua retenida en tejidos específicos para tal fin, como lo es el parénquima acuífero. Por ejemplo, una especie de ciclo de vida corto llega rápidamente a la fase reproductiva la cual coincide con la estación de lluvias cuando la concentración salina es baja (el agua de lluvia lixivia las sales desde las capas superficiales hacia las profundas).

Las plantas halófilas de los manglares son especialmente interesante ya que han desarrollado adaptaciones no solo a la salinidad sino a la deficiente aireación del sustrato en el que se desarrollan: algunas presentan neumatóforos (raíces negativamente geotrópicas que crecen fuera del agua).[3]

Distribución

Su distribución puede ser tanto terrestre como acuática, algunas de esas comunidades acuáticas halófilas soportan salinidades superiores a las que podemos encontrar en un medio marino.

Podemos distinguir comunidades halofitas continentales, costeras, marismas, litorales, etc.

Una medida cuantitativa de la tolerancia a la sal es el «total de sólidos disueltos» en agua de riego que una planta puede tolerar. El agua de mar típicamente contiene 36 g/L de sales disueltas (mayormente cloruro sódico). Las legumbres y el arroz pueden tolerar cerca de 1 a 3 g/L, y son consideradas glicófitas (como lo son la mayoría de las plantas de cosecha). Del otro extremo, Salicornia bigalovii crece bien con 70 g/L, y es una promisoria halófila para cosecha.[1]

Plantas como la cebada (Hordeum vulgare) y la datilera (Phoenix dactylífera) pueden tolerar 5 g/L, considerándoselas como halófilas marginales.[1]


Halofilia en la astrobiología

Una de las teorías es que los organismos halófilos podrían ser la base de la vida en otros planetas. Geoffrey A. Landis ―del NASA Glenn Research Center―, por ejemplo, opina que el agua en las condiciones de temperatura y presión en Marte, podría ser altamente salina, y por tanto las formas de vida serían halófilas.[cita requerida]

Los halófilos extremos son fuente de estudio de proyectos de astrobiología en tanto que son formas antiguas de vida en la Tierra, y se podrían trazar analogías, o al menos dar pistas, con vida en otros planetas.

Referencias citadas

  1. a b c Oxford (1998): [http://books.google.es/books?id=16y_kUoOI5YC&pg=PA326&dq=hal%C3%B3filo&hl=es&ei=bl5ITPSOMcmX4gaN9synDA&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=2&ved=0CCsQ6AEwATgU#v=onepage&q=hal%C3%B3filo&f=false Diccionario de biología. Madrid (España): Complutense, 2004.
  2. Dickison, W. C. (2000). Integrative Plant Anatomy (en inglés). Academic Press. 
  3. Botánica Morfológica/Morfología de Plantas Vasculares Universidad Nacional del Nordeste. «Tema 3: Adpataciones 3.7. Condiciones anormales de nutrición». Consultado el 31 de octubre de 2017. 

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