Alfonso VIII de Castilla

Rey de Castilla (1155-1214)
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Alfonso VIII de Castilla, llamado «el de Las Navas» o «el Noble» (Soria, 11 de noviembre de 1155 - Gutierre-Muñoz, del domingo 5 al lunes 6 de octubre de 1214[1]​), fue rey de Castilla[a]​ entre 1158 y 1214. Hijo y sucesor de Sancho III y de Blanca Garcés de Pamplona, derrotó a los almohades en la batalla de Las Navas de Tolosa, librada en 1212, y fue sucedido en el trono por su hijo Enrique.

Alfonso VIII de Castilla
Rey de Castilla
Reinado
31 de agosto de 1158-6 de octubre de 1214
Predecesor Sancho III de Castilla
Sucesor Enrique I de Castilla
Información personal
Nacimiento 11 de noviembre de 1155
Soria
Fallecimiento 5 al 6 de octubre de 1214[1]​ (58 años)
Martin Muñoz de las Posadas
Sepultura Monasterio de las Huelgas de Burgos
Familia
Casa real Borgoña
Padre Sancho III de Castilla
Madre Blanca Garcés de Pamplona
Consorte Leonor Plantagenet (matr. 1170; fall. 1214)
Regente
  • Manrique Pérez de Lara (1158-1164)
  • Hijos Véase Descendencia

    Orígenes familiares

    Por parte de padre era descendiente de los reyes de Castilla y de León de la Casa de Borgoña y de los Condes de Barcelona, y por parte de madre, de los reyes de Pamplona y de Rodrigo Díaz de Vivar.

    Biografía

    Minoría de edad

    Hijo de Sancho III «el Deseado», rey de Castilla, y de Blanca Garcés de Pamplona, a la muerte de su padre solo contaba tres años de edad, por lo que se designó como tutor a Gutierre Fernández de Castro y como regente a Manrique Pérez de Lara, para equilibrar a las poderosas familias Castro y Lara. Esta rivalidad derivó en una guerra civil y en un período de incertidumbre que fue aprovechado por los reinos vecinos y así, en 1159, el rey navarro Sancho VI se apoderó de Logroño y de amplias zonas de La Rioja, mientras que el tío del joven Alfonso, el rey leonés Fernando II, se apoderó de la ciudad de Burgos.

    En 1160, los partidarios de la Casa de Lara, capitaneados por Nuño Pérez de Lara, fueron derrotados por los miembros de la Casa de Castro, dirigidos por Fernando Rodríguez de Castro el Castellano, en la Batalla de Lobregal, librada en las cercanías de la localidad de Villabrágima, en la provincia de Valladolid.

    La proximidad de Fernando II, aliado de los Castro, al lugar donde los Lara custodian a Alfonso VIII hace que estos lo trasladen a Soria. Allí estuvo desde 1158 hasta 1162,[2]​ cuando los Lara deciden entregárselo a Fernando II de León, que ya había conquistado las ciudades de Segovia y Toledo. Lo impide la intervención de un hidalgo, quien sacó al pequeño del palacio real, poniéndolo bajo la custodia de las villas leales del norte de Castilla, primero en el castillo de San Esteban de Gormaz y después en Atienza y Ávila, ciudad que desde entonces recibe el título honorífico de «Ávila del Rey» o «Ávila de los Leales» por la defensa que hizo del joven monarca. Así mismo, la estancia de Alfonso en Atienza dio origen al nacimiento de la popular celebración de La Caballada, que se celebra todos los años en esta villa el Domingo de Pentecostés.

    Primer período del reinado

     
    Detalle de una miniatura de Alfonso VIII de Castilla en el Tumbo menor de Castilla[3]

    Al alcanzar la mayoría de edad en 1170, Alfonso VIII fue proclamado rey de Castilla en las Cortes que se convocaron en Burgos, tras lo cual se concertó su matrimonio con Leonor de Plantagenet, hija de Enrique II de Inglaterra y de Leonor de Aquitania, que aportó como dote el condado de Gascuña. El enlace real se celebró en la ciudad aragonesa de Tarazona.

    Su primer objetivo como monarca fue recuperar los territorios perdidos durante su minoría de edad. Para ello se alía con el rey Alfonso II el Casto. Junto al monarca aragonés, Alfonso VIII atacó al navarro Sancho VI en 1173, logrando arrebatarle los territorios que este había tomado durante su minoría de edad. Tras ello reforzó su alianza con Alfonso II al concertar el matrimonio de este con su tía, Sancha de Castilla.

    Presionado por los ataques almohades, desde 1174 tuvo que ceder a las órdenes militares algunos territorios hasta entonces de realengo para su mejor protección, como las villas de Maqueda y Zorita de los Canes a la Orden de Calatrava, o la villa de Uclés a la Orden de Santiago, siendo desde entonces Uclés la casa principal de esta última orden militar. Desde esta plaza inicia una ofensiva contra los musulmanes, que culmina con la reconquista de Cuenca en 1177. La ciudad se rindió el 21 de septiembre, festividad de San Mateo, celebrada desde entonces por los conquenses.

    Alfonso VIII fue el fundador del primer estudio general español, el Studium generale de Palencia (germen de la universidad), que decayó tras su fallecimiento. Además, su corte sería un importante instrumento cultural, que acogería trovadores y sabios, especialmente por la influencia de su esposa Leonor (hija de Leonor de Aquitania y hermana de Ricardo Corazón de León).

    En 1179 firma con su aliado el rey aragonés el Tratado de Cazola, por el que ambos monarcas se reparten sobre el papel, ya que no tuvo resultados reales, los territorios del reino navarro y además fijan las zonas de conquista de los territorios musulmanes que cada monarca puede emprender variando el hasta entonces vigente Tratado de Tudilén que habían firmado Alfonso VII de León y Ramón Berenguer IV de Barcelona. Por el nuevo Tratado de Cazola, el reino de Murcia —cuya conquista correspondía a Aragón— pasaba a Castilla y a cambio el rey aragonés Alfonso II se vio libre del vasallaje que debía a Alfonso VIII.

    El 12 de enero de 1180, el rey se encontraba en Carrión de los Condes, firmando el Fuero de Villasila y Villamelendro tras la petición efectuada por los clérigos[b]​ de las citadas villas.[c]

    Tras fundar Plasencia en 1186, y con intención de unificar a la nobleza castellana, relanza la Reconquista, recupera parte de La Rioja que estaba en manos navarras y la reintegra a su reino. Establece una alianza con todos los reinos peninsulares cristianos –a la sazón, Portugal, León, Castilla, Navarra y Aragón– para proseguir ordenadamente conquistando las tierras ocupadas por los almohades.

    En 1188 se reúne en Carrión de los Condes con su primo Alfonso IX, que acababa de suceder a su padre Fernando II como rey de León. Ambos monarcas firman un pacto de buena voluntad que Alfonso VIII pronto romperá para, aprovechando la debilidad del nuevo rey leonés en su propio reino, invadir León y hacerse con varias poblaciones, entre las que destacan Valencia de Don Juan y Valderas, y que inició un período de hostilidades que finalizaría el 20 de abril de 1194 con la firma del Tratado de Tordehumos, en el que el rey castellano se comprometía a devolver los territorios conquistados y el leonés se comprometía a contraer matrimonio con la hija de Alfonso VIII, Berenguela y, si el leonés Alfonso IX moría sin descendencia, se pactó que el reino de León pasaría a ser anexionado por Castilla.

    Alfonso VIII se rodeó por entonces de prestigiosos intelectuales en su corte; tuvo por cancilleres al docto Diego García de Campos, quien le dedicó su Planeta, y al arzobispo de Toledo e historiador Rodrigo Jiménez de Rada.

    Batalla de Alarcos (1195)

    El acuerdo con el reino de León permite a Alfonso VIII romper la tregua que mantenía con los almohades desde 1190 e inicia incursiones que, de la mano del arzobispo de Toledo Martín López de Pisuerga, llegan hasta Sevilla.

    El califa almohade Abu Yaqub Yusuf al-Mansur, que se encontraba en el norte de África, cruza el Estrecho de Gibraltar y desembarca en Tarifa al frente de un poderoso ejército con el que se dirige hacia tierras castellanas. Alfonso VIII recibe la noticia y reúne a su ejército en Toledo y aunque consiguió el apoyo de los reyes de León, Navarra y Aragón para hacer frente a la amenaza almohade, no espera la llegada de dichas tropas y se dirige hacia Alarcos, una ciudad fortaleza en construcción situada a pocos kilómetros de la actual Ciudad Real, junto al río Guadiana, donde el 19 de julio de 1195 sufre una estruendosa derrota que supuso una importante pérdida de territorio y la fijación de la nueva frontera entre Castilla y el Imperio almohade en los Montes de Toledo. Los almohades incluso invadieron el valle del Tajo y asediarían Toledo, Madrid y Guadalajara en el verano de 1197.

     
    Batalla de las Navas de Tolosa, 1212.

    Batalla de las Navas de Tolosa

    Alfonso VIII se encontró en una peligrosa situación que le llevó a la posibilidad de perder Toledo y todo el valle del Tajo, por lo que el rey solicitó desde 1211 al papa Inocencio III la predicación de una cruzada a la que no solo respondieron sus súbditos castellanos, sino también los aragoneses con su rey, Pedro II el Católico, los navarros dirigidos por Sancho VII el Fuerte, las órdenes militares, como las de Calatrava, del Temple, de Santiago y de Malta, además de caballeros cruzados franceses, occitanos y de toda la Cristiandad.

    Con todos ellos y tras la recuperación de enclaves del valle del Guadiana (como el castillo de Calatrava) alcanzó la esperada victoria sobre el califa almohade Muhámmad an-Násir (llamado en las crónicas Miramamolín, que quiere decir Comendador de los creyentes) en la batalla de las Navas de Tolosa, librada el 16 de julio en las inmediaciones de Santa Elena (Provincia de Jaén), seguida inmediatamente por la batalla de Úbeda, que abrió definitivamente el valle del Guadalquivir al reino de Castilla. Un año más tarde, lograba lo propio en la plaza de Alcaraz, consolidando el poder castellano en toda la meseta manchega.

    Muerte y sepultura

     
    Sarcófagos del rey Alfonso, en primer término, y su esposa Leonor de Plantagenet, detrás, situados en el Monasterio de las Huelgas.

    Alfonso VIII falleció del domingo 5 al lunes 6 de octubre de 1214[1]​ en un pequeño pueblo del alfoz de la Comunidad de Villa y Tierra de Arévalo, Gutierre-Muñoz,[4]​ dejando constancia de ello el arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada en su obra De rebus Hispaniae:

    Habiendo cumplido LIII años en el Reyno el noble Rey Alfonso, llamó al Rey de Portugal su yerno para verse con él; y habiendo empezado su camino dirigido a Plasencia, última ciudad de su dominio, empezó a enfermar gravemente en cierta aldea de Arévalo que se llama Gutierre Muñoz, donde últimamente, agravado de una fiebre, terminó la vida y sepultó consigo la gloria de Castilla, habiéndose confesado antes con el arzobispo Rodrigo, y recibido el sumo Sacramento del Viático, asistiéndole Tello, obispo de Palencia, y Domingo, de Plasencia.[5]

    El rey y su esposa Leonor recibieron sepultura en el Monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas en Burgos que él mismo había fundado.

    Cancilleres y cultura en la época de Alfonso VIII

    Alfonso VIII tuvo por canciller al arzobispo de Toledo e historiador Rodrigo Jiménez de Rada desde 1163 hasta 1178 (salvo dos años, en 1168 y 1169, en que lo fue Martín Fernández). En 1178 lo fue en abril y mayo Guillermo de Hastaforte, arcediano de Toledo, y en los cuatro años de 1178 a 1182 lo fue Pedro de Cardona, arzobispo electo de Toledo, tempranamente fallecido,[6]​ si bien el canciller ya había depositado bastante confianza en sus notarios reales subalternos, en especial en Pedro de la Cruz, quien ya había trabajado a las órdenes de Rodrigo y Guillermo. De 1182 hasta 1192 asumió el cargo de canciller Gutierre Rodríguez, hijo de Rodrigo Gutiérrez Girón, el que durante veinte años fuera mayordomo del rey (1173-1193), a cuyas órdenes estuvieron los notarios reales Geraldus, arcediano de Palencia, y Mica, este último provisto de un excelente estilo latino. Por último, de 1192 a 1214 fue canciller el docto escritor Diego García de Campos, autor del Planeta, quien también lo fue en parte del reinado de Enrique I de Castilla.[7]

    Alfonso VIII protegió la cultura en general, como ha documentado Antonio Sánchez Jiménez;[8]​ y la reina Leonor Plantagenet era aficionada a la poesía trovadoresca, de forma que en su Corte se hallaron los trovadores Peire d'Alvernha, Guillem de Bergadá, Giraut de Bornelh, Peire Vidal, Guillem de Cabestany, Guiraut de Calanson, Raimon Vidal de Besalú, Guilhem Ademar, Aimeric de Peguilhan. Raimon Vidal de Besalú describe así una velada poética ante los monarcas:

    Quiero contaros una historia que escuché recitar a un juglar en la corte del rey más sabio que nunca haya habido en cualquier religión, del rey Alfonso de Castilla, que era hospitalario y dulce, juicioso, valiente, cortés y experto en caballería. No había sido ungido ni consagrado, pero estaba coronado de méritos, de buen juicio, de lealtad, de valor y de arrojo. El rey hizo reunir en su corte a muchos nobles, caballeros y juglares. Cuando la corte estuvo completa, vino la reina Leonor, cuyo cuerpo nadie había visto antes. Venía ceñida en un manto de seda, bueno y bello, que se llama ciclatón; era rojo, con una banda de plata, en el cual estaba divisado un león de oro. Se inclinó ante el rey, y después se sentó en un aparte lejos de él. Entre tanto, he aquí que comparece un juglar, inadvertidamente, ante el franco rey, y con buen semblante le dice: -«Rey, emperador en mérito, vengo ante vos para suplicaros que, si os place, sea oído y escuchado lo que tengo que decir». Y el rey dice: -«Perderá mi amor el que hable de ahora en adelante hasta tanto no haya dicho todo lo que pensaba». Con esto, el avezado juglar dice: -«Franco rey, adornado de virtudes, he venido aquí desde mi morada hasta vos, para decir y recitar una aventura que acaeció, en la tierra de la que vengo, a un vasallo aragonés...»[9]

    El canciller Rodrigo Jiménez de Rada compuso en latín obras tan importantes como Historia gotica o Rerum in Hispania Gestarum Libri IX, la Ostrogothorum Historia, la Historia Hunorum, Vandalorum, Sueuorum, Alanorum et Silingorum, la Historia Arabum y la Historia Romarorum; mandó además traducir el Corán al latín a Marcos de Toledo.[10]​ Ya se ha mencionado el Planeta de Diego García de Campos; pero también la literatura en castellano progresó: en su reinado se escribió el Cantar de mio Cid, ejemplo maestro del llamado mester de juglaría, y el Libro de Alexandre, modelo que el mester de clerecía siguió y donde se propone de hecho un ideal cortesano y político o espejo de príncipes en la persona de Alejandro Magno, fuera de que su anónimo autor se había formado sin duda en los estudios generales de Palencia fundados por el rey.[10]​ En todo caso, el reinado del gran monarca se cierra con un gran poema latino, el Planctus de morte Adefonsi VIII regis, conservado con su melodía en el Códice musical de las Huelgas.[11]

    Matrimonio y descendencia

     
    Foto de la inauguración del monolito en la localidad de Gutierre-Muñoz donde murió el rey Alfonso VIII.

    El rey se casó en septiembre de 1170 en Tarazona con Leonor Plantagenet, hija de Enrique II de Inglaterra y de Leonor de Aquitania. El matrimonio se efectuó cuando los contrayentes tenían 14 y 10 años, respectivamente.[12]​ La influencia política y cultural de la reina fue notable.

    La pareja tuvo diez hijos de los que quede constancia documental, aunque es probable la existencia de otros hijos no documentados sobre todo dado que hay años en los cuales no se recoge ningún nacimiento teniendo en cuenta que los nacimientos de la pareja se produce cada poco tiempo.[13][14]​La aparición de restos óseos en las tumbas reales pueden avalar esa tesis, en concreto al menos dos.[15]

    Ancestros

    Alfonso VIII en la literatura


    Predecesor:
    Sancho III
    Rey de Castilla
    1158-1214
    Sucesor:
    Enrique I

    Véase también

    Notas

    1. La titulación completa era Rex Castelle et Toleti (Rey de Castilla y Toledo).
    2. «Alli en esse dia le dió à los Clérigos Cíe, Villa-Silo, y Villa-Melendo. (i) Son estas Villas cerca de Carrion; y fus Clérigos acaso fueron los primeros que...» Cfr. López Agurleta, José, Vida del venerable fundador de la Orden de Santiago y de las primeras casas de redempción de cautivos.. capítulo 35, pág 163.
    3. El documento original se conserva en el Archivo Histórico Nacional (Órdenes Militares. Santiago-Uclés, Carpeta 325, n.º 1). Cfr. Narganes Quijano, F. y González Díez, E. (2004): Historia abreviada en el curso medio de Valdavia: Villabasta, Villaeles, Villanuño, Arenillas de Nuño Pérez, Villasila y Villamelendro. Ayuntamiento de Villaeles de Valdavia. 284 págs. Palencia ISBN 84-606-3616-X

    Referencias

    1. a b c González, 1960, pp. 212-217.
    2. Pérez-Rioja, José Antonio (1998). Diccionario Biográfico de Soria. Soria: Caja Duero. 
    3. Pérez Monzón, 2002, pp. 23-24; 27.
    4. Martínez Díez, 2007, p. 242.
    5. Arco y Garay, 1954, p. 246.
    6. Pedro de Cardona era de origen catalán y al parecer consanguíneo del mismo monarca, según Pilar Ostos, op. cit.
    7. Ostos Salcedo, Pilar (1994). «La cancillería de Alfonso VIII, rey de Castilla (1158-1214): una aproximación». Boletín Millares Carlo, 13 (13): 101-135. ISSN 0211-2140. 
    8. Sánchez Jiménez, Antonio. «La literatura en la corte de Alfonso VIII de Castilla». Salamanca. 
    9. Apud A. Sánchez Jiménez, op. cit.
    10. a b A. Sánchez Jiménez, op. cit.
    11. Cf. José Luis Moralejo, "Literatura hispano-latina", en VV. AA., Historia de las literaturas hispánicas no castellanas, dir. por José María Díez Borque, Madrid: Taurus, 1980, p. 94. Hay ed. moderna de H. Anglés, El códex musical de las Huelgas, Barcelona, 1931, III, p. 388 y ss.; también hay una grabación musical del mismo por María Luz Álvarez & Eduardo Paniagua, Rex obiit. Planctus a la muerte de Alfonso VIII de Castilla, 2003.
    12. Martínez Díez, 2007, pp. 41-42.
    13. González, 1960, pp. 194-212.
    14. Martínez Díez, 2007, pp. 43-53.
    15. Martínez Díez, 2007, pp. 53-55.
    16. Martínez Díez, 2007, pp. 46-47.
    17. Martínez Díez, 2007, pp. 47-48.
    18. González González, 1960, p. 203.
    19. Martínez Díez, 2007, p. 48.
    20. Martínez Díez, 2007, pp. 48-49.
    21. Martínez Díez, 2007, p. 49.
    22. Martínez Díez, 2007, pp. 49-50.
    23. Martínez Díez, 2007, pp. 50-51.
    24. Martínez Díez, 2007, pp. 51-52.
    25. Martínez Díez, 2007, p. 52.
    26. Martínez Díez, 2007, pp. 52-53.
    27. a b c d Shadis, 2010, p. xix.

    Bibliografía

    Bibliografía adicional

    Enlaces externos