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Un México para todos
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Un México para todos

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Éste es un llamado a la acción. Es un llamado a construir un México para todos.
EN EL AÑO 2000, LOS MEXICANOS BOTAMOS A un sistema opresor, dictatorial, excluyente, y con la alternancia en la Presidencia de la República inició la llamada transición democrática. Hoy, más de veinte años después, aún seguimos en ella, sólo que ahora caímos en un bache.
Frustrados porque los tres gobiernos anteriores no nos llevaron a donde queríamos —un lugar seguro, en paz, con democracia, libertad y unidad— ahora nos damos cuenta de que en 2018 erramos el tiro: elegimos a uno peor, que gobierna con el espejo retrovisor en la mano, que solo busca ajustar cuentas con sus enemigos, agredir a quienes no piensan como ellos y meternos a una jaula de oro con falsas promesas.
Carlos Medina Plascencia nos ofrece estas reflexiones acumuladas a lo largo de toda una vida dedicada a la construcción del bien común, y que hoy, por la situación crítica que atravesamos, se vuelve indispensable compartir con una sola motivación: alertarnos los sentidos e invitarnos a participar.
IdiomaEspañol
EditorialOcéano
Fecha de lanzamiento24 oct 2023
ISBN9786075578316
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    Un México para todos - Carlos Medina Plascencia

    CAPÍTULO UNO

    LA IMPUNIDAD NUESTRA DE CADA DÍA

    ¡Nos han dicho que gobernar no tiene mayor ciencia! Sin embargo, puedo afirmar que la administración pública es mucho más compleja que la privada —en cualquier ámbito de gobierno—, pues gobernar es una acción de la que no debe quedar excluida la sociedad, organizada y vertebrada. Nuevamente: tanta sociedad como sea posible y sólo tanto gobierno como sea necesario.

    Todos los días en México, en promedio, se asesina a setenta y ocho personas; es decir, se comete, en promedio, un homicidio cada dos horas y pocos minutos. Por eso en todas las conversaciones con nuestras familias, con nuestros amigos, en el trabajo, en todos lados escuchamos el mismo clamor: ¡Ya basta, queremos vivir en paz!

    Tenemos una autoridad que no sólo ha renunciado a su deber de aplicar la ley, sino que ha generado las condiciones para profundizar la impunidad de la delincuencia organizada con su política de abrazos, no balazos. Es un gobierno que cada día arremete con todo su poder en contra de la disidencia política, en contra de los periodistas, en contra de los activistas, pero festeja que los narcos se hayan portado bien durante los procesos electorales, o pone los derechos de los delincuentes por encima de los de las víctimas.

    Con su máxima primero la justicia que el derecho, el presidente se conduele de los delincuentes, pero agrede diariamente a los periodistas que no se le someten. Es más peligroso ejercer la libertad de expresión que ser narcotraficante. Ése no es un Estado de derecho, es un Estado de chueco. No sólo es el incumplimiento de la ley, sino las facilidades que se les ofrecen a los criminales para actuar en contra de cualquier persona. Sufrimos una impunidad que todos los días destruye la forma en que convivimos, y lo peor es que desde el poder se les alienta.

    Los datos de la realidad así lo demuestran. En muchos lados nuestros compatriotas han sido desplazados, han tenido que abandonar sus hogares y sus tierras por el imperio de la violencia; en otros han cambiado sus hábitos de vida, al grado que ahora a los niños se les enseñan medidas de protección frente a una balacera. El temor campea en los hogares.

    Según la tercera Encuesta de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del tercer trimestre de 2022, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en septiembre de 2022, 64.4% de la población de dieciocho años y más —70.5% de las mujeres y 57.2% de los hombres— consideró inseguro vivir en su ciudad.

    Es muy simple: seis de cada diez mexicanos vivimos con miedo.

    Algunos datos duros más nos ilustran nuestra realidad: las ganancias del crimen por extorsión —el llamado derecho de piso— llegaron a 36 mil millones de pesos;¹ en medio de la ola de violencia criminal, existen 217 municipios sin cuerpo de Policía;² por sexto año consecutivo, una ciudad mexicana figuró como la más violenta del mundo, de acuerdo con la decimoquinta edición del ranking de las cincuenta ciudades más violentas del mundo;³ en 2022, de las diez ciudades más violentas del mundo, nueve fueron mexicanas: Colima, Zamora, Ciudad Obregón, Zacatecas, Tijuana, Celaya, Juárez, Uruapan y Acapulco.

    Éstas son las cifras del horror al inicio de 2023.

    El reporte MX: la guerra en números de T-Research MX detalla que, de acuerdo con el registro de homicidios dolosos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, del 1 de diciembre de 2018 al 30 de enero de 2023, tiempo que lleva la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, las fiscalías estatales y federales han registrado 145 mil 429 homicidios dolosos en México.

    Se observa que, después de cincuenta meses del sexenio de López Obrador, se mantiene una tendencia al alza en el registro de homicidios.

    Haciendo el comparativo de las muertes con el mismo periodo en otros sexenios, el actual gobierno encabeza el registro de dicho delito con 145 mil 341 incidentes, superior al de la administración pasada, de Enrique Peña Nieto, que registró 92 mil 675. En el mismo periodo, durante el gobierno del expresidente Felipe Calderón se registraron 71 mil 442 asesinatos, y en el gobierno del expresidente Vicente Fox, 41 mil 541.

    La violencia nos afecta a todos, nos daña a todos, y a veces olvidamos que nuestros policías también son víctimas, ellos también tienen familias, dejan huérfanos. La desaparición o muerte de nuestros buenos policías también nos debe indignar y preocupar.

    La organización Causa en Común, aliada con un grupo de periodistas de distintas partes del país, ha dado seguimiento al asesinato de policías en México.⁵ Advierte que el registro contempla policías municipales, estatales y federales, ya sean de tránsito, preventivos, ministeriales o penitenciarios. Para el caso de policías a nivel federal, durante 2018 se contempló únicamente a policías federales, pero a partir de 2019 se cambió a guardias nacionales.

    En lo que va del sexenio, de diciembre de 2018 a abril de 2022, los criminales han asesinado al menos a mil 537 policías o expolicías, un promedio de más de una víctima por día.

    Tabla 1. Policías asesinados por año y ámbito de gobierno (diciembre de 2018-abril de 2022)

    Fuente: Elaborado por Causa en Común, con base en notas periodísticas de diciembre de 2018 a abril de 2022.

    Los estados que concentran la mayor cantidad de asesinatos son: Guanajuato (15%), Estado de México (8%), Chihuahua (7%), Michoacán (7%) y Veracruz (7%). Estas cinco entidades concentran al menos 651 asesinatos de policías.

    Otras entidades que también destacan por el alto número de policías asesinados son: Guerrero, con al menos 95; Zacatecas, con 94; Jalisco, con 87, y Baja California, con al menos 50.

    El entorno de estos homicidios no puede ser más desolador, como señala el informe de Causa en Común y la red de periodistas:

    Además de estar desprotegidos, mal pagados y equipados, abandonados por el Estado y sus comunidades, con jornadas extenuantes y capacitaciones exprés, los policías enfrentan día con día un altísimo riesgo de ser asesinados. En nuestro país matan en promedio a más de un policía cada día. Ante este escenario, es cada vez más difícil propiciar e imaginar motivaciones para ser policía en México. Aun así, la mayoría de los policías se esfuerzan por servir y proteger a la ciudadanía.

    Si bien los asesinatos de policías son una afrenta directa al Estado, la mayoría de los casos pasan desapercibidos. Es tal la indolencia de los gobiernos federal y estatales, y de la sociedad misma, que buena parte de los casos quedan registrados únicamente en páginas interiores de prensa local. Además, la mayoría de estos asesinatos queda impune.

    Sus conclusiones no pueden ser más evidentes:

    Los policías en México trabajan en condiciones cada vez más precarias, al tiempo que la violencia extrema se arraiga en todo el país; trabajan turnos de veinticuatro horas o más, carecen de sueldos y prestaciones adecuadas, no cuentan con equipamiento ni capacitación suficientes y, en algunos casos, deben soportar tratos denigrantes y de violencia al interior de sus corporaciones. Aunado a esto, también enfrentan discriminación y falta de respeto por parte de la ciudadanía.

    Para revertir el abandono de las policías en México, Causa en Común propone:

    Deben recuperarse los recursos destinados a la seguridad pública estatal y municipal, e incrementarse en términos reales año con año.

    Realizar un censo nacional de policías, definir el estado de fuerza que requiere cada entidad acorde a su geografía y problemática delictiva, y establecer un plan nacional de reclutamiento.

    Crear un organismo nacional constitucionalmente autónomo a cargo del desarrollo policial (incluyendo selección, reclutamiento, sistema de carrera, régimen disciplinario, esquemas salariales y prestaciones), considerando los estudios y protocolos realizados durante los últimos años y con mecanismos transparentes de financiamiento y calendarizaciones que trasciendan periodos políticos y

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