Diseño de la estructura orgánica del sistema organizacional
Por Hugo Valdez
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Asimismo, aspiramos a que los profesionales mencionados superen la fantasía de que la estructura orgánica es cuestión de hacer el organigrama en base a reuniones con los principales directivos, los que entran en negociaciones para determinar la estructural de acuerdo con el poder que quieren tener.
El libro contiene el sustento teórico, las técnicas y la metodología vinculadas al diseño de la estructura orgánica, así como la bibliografía que le sirve de sustento.
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Diseño de la estructura orgánica del sistema organizacional - Hugo Valdez
PRÓLOGO
Algunas personas que lean este libro se sorprenderán de que, para llegar a establecer la estructura orgánica, sea necesario un vasto sustento teórico. Sobre todo, porque muchos profesionales han reducido el diseño estructural al dibujo de un organigrama que represente su organización. La estructura orgánica se crea para establecer la división del trabajo de un grupo social y poner en funcionamiento los vínculos que se tienen que dar entre sus integrantes del sistema organizacional, a fin de lograr sus objetivos estratégicos. En consecuencia, estamos ante algo muy complejo que, lamentablemente, el desconocimiento lo ha simplificado de manera desastrosa para convertir a muchas organizaciones en simples conglomerados de personas que realizan trabajos sin mayor sentido.
Esta obra está orientada a servir de guía para los profesionales que tienen la responsabilidad de participar en el diseño de la estructura orgánica de una empresa o cualquier otro tipo de sistema organizacional. Persigue que la estructura responda a las características de la misión, los objetivos estratégicos y las metas, identificadas en el proceso de planificación, y funcione como un verdadero sistema abierto para que logre servir a su grupo de interés, que son medios y diversas personas naturales o jurídicas que interrelacionan directamente con el sistema organizacional (ver en el capítulo 3). Y, de esta manera se descarte la tentación existente de diseñarla al margen de esos parámetros. En algunas organizaciones es usual establecer la estructura a partir de reuniones de coordinación entre los principales directivos, como si fuera una distribución de parcelas y sin considerar la organización como un todo sistémico. Dicha forma de organizarse va a generar caos en razón a que no se deriva de los objetivos estratégicos y las metas a alcanzar, sino de particulares posiciones que devienen, muchas veces, en negociaciones que buscan solo el poder de determinados directivos.
A nadie escapa que la noción de «sistema» se ha convertido en algo natural en nuestro lenguaje, al punto que a casi todo denominamos sistema, en especial a las organizaciones privadas y públicas. En efecto, las organizaciones son sistemas, sin embargo, la mayoría de sus integrantes, profesionales o no, desconocen los conceptos que sustentan la noción de sistema aplicada a las empresas u organizaciones públicas, y, con ese desconocimiento están creando lo que ellos consideran un sistema organizacional
.
Frente a esta postura, nosotros afirmamos que todo sistema organizacional es un sistema social, cuya comprensión exige, por lo menos, entender las principales características de ese complejo espacio social, de lo contrario no se estaría en condiciones de «ordenar» el conjunto de actores que denominamos sistema organizacional. Sustentamos nuestro trabajo explicando una base teórica que ayude a los profesionales a tener una cabal comprensión de la realidad de un medio laboral.
Para superar la posición simplista, negativa y asistémica hemos elaborado un proyecto para desarrollar tres libros que constituyen lo que hemos denominado el «Diseño Organizacional». Este comprende el «Diseño de la Estructura Orgánica del Sistema Organizacional», «Diseño de las Funciones del Sistema Organizacional» y «Diseño de los Procesos del Sistema Organizacional». En tal sentido, la presente obra corresponde al diseño de la estructura orgánica y está dividida en tres partes.
La primera parte comprende los capítulos 1 y 2 que tratan acerca de la teoría de sistemas aplicada a las organizaciones, relacionadas principalmente con el diseño organizacional. Sirven de sustento teórico para tratar a los sistemas organizacionales dentro de un enfoque científico moderno.
En la segunda parte hemos incluido los capítulos 3 y 4, en los que se encuentra el desarrollo de la conceptualización sistémica y las bases conceptuales operativas, necesarias para los tres diseños ya mencionados. Su comprensión va a permitir tener una orientación científica diferente a la que regularmente se presentan en los textos sobre organización.
La tercera parte contiene el diseño de la estructura orgánica: el capítulo 5 explica la conceptualización del diseño estructural, el capítulo 6 expone acerca de la diagramación de los organigramas; los capítulos 7 y 8 muestra los tipos de estructura y sus correspondientes organigramas, según cada modelo de organización, con la explicación de sus principales características; y el capítulo 9 trata sobre la metodología para el diseño estructural, incluyendo un caso a manera de ejemplo.
Hugo Valdez
PRIMERA PARTE: EL SISTEMA ORGANIZACIONAL
CAPÍTULO 1 LA TEORÍA GENERAL DE SISTEMAS
CAPÍTULO 2 LAS ORGANIZACIONES
COMO SISTEMAS ABIERTOS
CAPÍTULO 1 LA TEORÍA GENERAL DE SISTEMAS
CONCEPTUALIZACIÓN
El método científico ha hecho y hace muchas contribuciones al saber humano. Sin embargo, muchos problemas no se presentan dentro de un marco de pocas variables o de una concepción de independencia con lo que acontece fuera de cada uno de ellos. Sólo los sistemas mecánicos pueden tener esta característica; empero, los sistemas sociales y humanos están involucrados en una dinámica muy compleja en la que intervienen muchas variables (Bertalanffy,1978). Lilienfeld (1991) nos dice:
Mientras los científicos se abocan con todas sus fuerzas para reubicar las piezas de nuevo y crear un nuevo marco de referencia o paradigma sobreviene un periodo de caos. Posteriormente se vuelve a un trabajo científico, se transforma principalmente, en búsqueda de mediciones y detalles más precisos dentro de los límites señalados por la tradición del nuevo periodo (p. 19).
Por esta situación se requería de un nuevo modelo conceptual, que permitiera resolver los problemas que afrontaban los sistemas abiertos, sin que ello significara desechar el método científico, si no, más bien que ambos se complementaran para beneficio del conocimiento humano, pues mientras el primero enfatiza en el todo, el segundo lo hace en las partes. Durante el siglo XX se inició el surgimiento de una serie de disciplinas que por su concepción constituyen las bases del pensamiento sistémico. Aun cuando se desarrollaron de manera separada y algunas paralelamente tienen fundamentos comunes. Estas disciplinas, a decir de Lilienfeld son:
1.La filosofía biológica de Ludwig von Bertalanffy y su concepto de sistema abierto.
2.Las formulaciones cibernéticas de Norbert Wiener y el trabajo de W. Ross Ashby sobre las máquinas, a las que se les atribuyen las propiedades de pensar y aprender; y, como resultado de este trabajo, los conceptos de realimentación y automación.
3.La teoría de la información y de las comunicaciones, basadas en los trabajos de Shanon, Weaver, Cherry y otros sobre problemas lingüísticos, matemáticos y teóricos que están relacionados con la transmisión de mensajes en circuitos portadores de información.
4.La investigación de operaciones que se desarrolló primero en Inglaterra, durante la primera guerra mundial.
5.La teoría de los juegos de von Neumann y Morgenstern.
6.Las técnicas para simular procesos sociales y ambientales por computadoras, propuestas por Jay Forrester y muchos otros (p. 9).
Aparecieron después de la posguerra y su impacto cultural se conoce como «la revolución sistémica» cuyos alcances, por los cambios que implicaron, se comparan con la revolución industrial (Bertalanffy, 1976). La revolución sistémica tuvo que romper con la concepción cosificada del hombre, que hasta ese entonces era considerado como una máquina. Existía el predominio de las ciencias física y química; y, a partir de éstas se trasladaba conceptos para las ciencias social y psicológica, por lo que no les fue fácil a los pensadores del «movimiento sistémico» ser aceptados (Lilienfeld, 1991). Pasó mucho tiempo para que pudieran aplicarse sus planteamientos. No siempre se ha utilizado el concepto de sistema con la debida propiedad. En tal sentido es importante delimitar el campo de aplicación de la teoría de sistemas, y más propiamente del concepto de sistemas. Para Vergara (1997):
[...] se trata de una aproximación transdisciplinaria, holística y relacional a aspectos complejos de la realidad. Transdisciplinaria porque pretende emplear conceptos, modelos, y teorías que posean validez a lo ancho del abanico de todas las disciplinas científicas. Holística en el sentido de rechazar procedimientos analíticos tradicionales y explicaciones lineales en términos de causas y efectos, exigiendo por el contrario la consideración simultánea de todas las interacciones y relaciones relevantes vigentes en el seno del objeto de estudio y entre éste y su entorno o medio ambiente. Relacional porque se ocupa precisamente de dichas interacciones y relaciones y no de la naturaleza substancial del objeto de estudio (p. 131).
El pensamiento de Bertalanffy
La teoría general de sistemas fue establecida y desarrollada por Ludwig von Bertalanffy (1901-1972), biólogo austriaco. Su gran capacidad de investigación le permitió ser su principal propulsor y romper el paradigma del sistema cerrado que estaba demasiado arraigado en la actividad científica y empresarial. Sus planteamientos de la teoría de sistemas abiertos le significaron un gran cuestionamiento por parte de la comunidad científica de su época; no obstante, él siguió insistiendo.
Al comienzo no le fue fácil que sus colegas aceptaran los planteamientos revolucionarios que hacía, pues rompía con los modelos existentes, de carácter mecanicista, que estaban muy enraizados en los medios científicos, y fue la razón de la aparición inicial de muchos detractores. Siguió adelante, insistió, y sus ideas fueron incorporándose en otros investigadores. Con sus estudios estableció el marco general para la aplicación de la teoría de sistemas a todas las ciencias, entre las que se encuentran la sociología y psicología.
Cada día se destaca el aporte que ha hecho al conocimiento en general. Muchos tratadistas modernos lo citan e incluso escriben sus obras tomando como base la teoría general de sistemas. Acompañando a Bertalanffy es necesario reconocer los importantes aportes del economista Keneth Boulding, el biomatemático Anatol Rapoport y el fisiólogo Ralph Gerard, por el apoyo que le brindaron y sus contribuciones para aclarar y aplicar los conceptos acerca de esta teoría (Lilienfeld, 1991).
Respecto a la concepción mecanicista, Bertalanffy (citado por Lilienfeld, 1991), refiere lo siguiente:
Durante el siglo XIX y la primera mitad del XX se concebía al mundo como un caos que a menudo se consideró como el multicitado movimiento incierto de los átomos, los cuales, en la filosofía mecanicista y positivista, aparecían como la realidad última, de tal modo que la vida constituía sólo un accidente de los procesos físicos y la mente un epifenómeno de estos. También hubo un caos cuando la teoría de la evolución presentó el reino viviente como un producto del azar, como el resultado de mutaciones fortuitas y una supervivencia producida por selección natural. En igual medida, también la personalidad humana -tanto en las teorías conductistas como en las psicoanalíticas- se consideraba un proceso casual de naturaleza y crianza, una mezcla de genes y secuencias de eventos accidentales ocurridos desde la primera infancia hasta la madurez (p.20).
Cuando explicamos lo que aconteció con el método mecanicista no queremos, bajo ninguna razón, exponer al ridículo a los tratadistas que usaron sus concepciones y aportaron ideas al respecto, pues sus aportes fueron de mucha relevancia para las ciencias. Es indudable que a la luz de los conocimientos actuales el método mecanicista resulta inaplicable en el campo humano y psicosocial, así como en el ámbito organizacional. Empero, sus ideas hay que tomarlas dentro de la época y realidad en la que se gestaron. Además, algunos, abandonaron el método mecanicista, aunque no inmediatamente.
Lo que interesa destacar es que, en ese momento, en el campo psicológico y social había aspectos referidos a la interrelación entre los elementos y relación con el medio que no se comprendían por la influencia mecanicista, por lo que debía encontrarse alguna aclaración sobre el particular, lo cual se logró con la teoría general de sistemas.
Orientó su trabajo a superar el método mecanicista que imperaba hasta mediados del siglo pasado, aquel que pretendía explicar los fenómenos vitales por las leyes de la mecánica (física clásica). Dicho método dividía el organismo en partes y procesos parciales: el organismo era un agregado de células, la célula lo era de coloides y moléculas orgánicas, el comportamiento era la suma de reflejos condicionados y no condicionados y así sucesivamente
(1976, pp. 196-197).
Se estudiaba las partes en forma aislada, sin tomar en cuenta su interrelación, y se pretendía así inferir las características del todo, objeto del estudio, y en la mayoría de los casos no se tomaba en cuenta la influencia del medio ambiente. Los principios formulados por Descartes fueron usados para formalizar este método mecanicista o clásico. Empero, Bertalanffy encontraba que la ciencia, al instaurar un sistema de leyes explicativas y predictivas, estaba influenciada por la física teórica, la mecánica y la matemática; y que, de otro lado, en la biología, psicología, y sociología había problemas fundamentales que la ciencia descuidó, debido a que principalmente trataba con problemas de dos variables, de relación lineal causa-efecto. Los trabajos iniciales de Bertalanffy no fueron comprendidos por los científicos, tal vez por que rompía con los paradigmas existentes. La psicología y la sociología necesitaban de nuevos enfoques conceptuales debido a que enfrentaban problemas de múltiples variables. Frente al mecanicismo, Bertalanffy (1976) dio forma al enfoque organísmico, que considera al organismo vivo como cosas organizadas.
Bertalanffy (1978) a finales de la década de los veinte del siglo pasado, escribía:
Ya que el carácter fundamental de un objeto viviente es su organización, el acostumbrado examen de las partes y procesos aislados no puede darnos una explicación completa de los fenómenos vitales. Este examen no nos informa acerca de las coordinaciones de partes y procesos [...] Las propiedades y naturaleza de los procesos en los niveles superiores no son explicables por la suma de las propiedades y naturaleza de los procesos de sus componentes, si éstos se toman aisladamente. Ahora bien, los niveles superiores son deducibles a partir de sus componentes, si conocemos el conjunto de éstos y de las relaciones que los ligan (p. 33).
Llamó a esta concepción «teoría de sistemas del organismo», acercándose así a una teoría que habría de modificar el estudio de las ciencias, debido a que comenzaba a explicar las interrelaciones entre los elementos de un todo. Con esta concepción estaba superando el problema creado por el método clásico sustentado en el mecanicismo que privilegiaba las partes antes que el todo. Bertalanffy decía que era necesario estudiar las partes y los procesos aislados, así como resolver los problemas de organización como resultado de la interrelación de las partes del sistema, que responden de manera diferente cuando se estudian dentro del todo o de manera aisladas. Ahora buscamos otro modo esencial de ver el mundo: el mundo como organización
(Bertalanffy, 1976). Al referirse a los conceptos sobre sistemas, Bertalanffy (citado por Lilienfeld, 1991) dice:
Si tal concepción puede sustentarse, cambiarían verdaderamente las categorías básicas sobre las que descansa el pensamiento científico, e influiría profundamente en las actitudes prácticas. Esta tendencia se manifiesta por el nacimiento de un conjunto de nuevas disciplinas, como la cibernética, teoría de la información, teoría general de sistemas, de juegos, de decisiones, teoría de colas y otras; y, en la aplicación práctica, por el análisis de sistemas, la ingeniería de sistemas, investigación de operaciones, etc. Todas ellas difieren en sus postulados básicos, en las técnicas matemáticas y en los objetivos estratégicos, y a menudo son insatisfactorias y algunas veces hasta contradictorias. Sin embargo, de una forma u otra, concuerdan por su interés en sistemas, totalidades u organizaciones; y, en conjunto, sostienen un nuevo enfoque (p. 20).
De acuerdo con su concepción, para Bertalanffy (1976) El organismo no es un sistema cerrado sino abierto. Llamamos «cerrado» a un sistema si no entra ni sale de él materia; en cambio es «abierto» si hay importación y exportación de materia […] es un sistema abierto en estado (cuasi) uniforme [...] y reacciona a cambios temporales del medio circundante, a «estímulos», con fluctuaciones reversibles de su estado uniforme […]
(pp.125-126). Estas perturbaciones no son permanentes sino temporales, pues el organismo reacciona y retoma su estado uniforme. A partir de los conceptos que iba elaborando y, para superar las restricciones existentes en el campo de la biología, las ciencias sociales y del comportamiento humano, consideró que era necesario una expansión de la ciencia en general, a partir de la formulación de «nuevos modelos conceptuales» de carácter interdisciplinarios; en suma, exige la generalización de los conceptos científicos básicos.
En los años treinta del siglo XX, Bertalanffy comprobó que muchos principios y conclusiones de algunas ciencias tienen validez para otras, por lo que, en base a sus investigaciones, formuló la Teoría General de Sistemas (1978). Los objetivos que perseguía la teoría general de sistemas fueron: (1) investigar el isomorfismo de conceptos, leyes y modelos en varios campos, y fomentar provechosas transferencias de un campo a otro; (2) estimular el desarrollo de modelos teóricos adecuados en los campos que carecen de ellos; (3) minimizar la repetición de esfuerzo teórico en diferentes campos; (4) promover la unidad de la ciencia mejorando la comunicación entre especialistas. Otro aspecto que también trató es el referido a la analogía organísmica y las ciencias sociales. En el campo de la historia recibió el apoyo de Spengler, quien consideró que: las civilizaciones son una especie de organismos, que nacen, se desarrollan siguiendo sus leyes internas y acaban por morir
(1976, p. 121). No sucedió lo mismo con Toynbee. En cambio, Bertalanffy explica que Rapoport y Horvath dicen:
Tiene algún sentido considerar una organización real como un organismo [...] En las organizaciones son demostrables funciones cuasibiológicas. Se mantienen; a veces se reproducen o metastatizan; responden a tensiones; envejecen y mueren. Las organizaciones tienen anatomías discernibles, y cuando menos las que transforman insumos materiales (como las industrias) tienen fisiologías (pp. 121-122).
Bertalanffy alude que la aplicación de las leyes del crecimiento a las entidades sociales, como las empresas, prueba que es correcta la analogía organísmica, lo cual no quiere decir que los problemas sociales se reduzcan a problemas biológicos, sino que se expresa la aplicación de principios de sistemas en ambas disciplinas. En otros campos del conocimiento existieron investigadores que generalizaron esta teoría en forma paralela, en el campo de la biología, economía y matemática, por ejemplo. Lo que reforzó, más aún, las ideas ordenadas por Bertalanffy. Esto lo llevó, en 1954, junto con el economista Kenneth Boulding, el biomatemático Anatol Rapoport y el fisiólogo Ralph Gerard, a la fundación de la Sociedad para la Investigación de Sistemas Generales (antes llamada Sociedad para el Progreso de la Teoría de Sistemas Generales). Esta sociedad contribuyó en el reconocimiento de la teoría general de sistemas (1976, p.12).
Este movimiento entusiasmó a otros investigadores a desarrollar la teoría de sistemas aplicada a la física, la biología, las ciencias sociales y al estudio de las organizaciones. Ya no hay duda acerca de que hay propiedades de los sistemas que no dependen de las características inherentes a éstos, sino que son comunes a otros sistemas con los que no guarda correspondencia en su naturaleza, como, por ejemplo, los sistemas biológicos, social y de información (Klir, en Bertalanffy, 1978, p. 10).
Las distintas disciplinas utilizan el marco conceptual de la teoría general de sistemas para aplicarlo a su objeto de investigación y para enriquecerlo a la vez que hacen posible la solución de problemas generales y específicos.
Sistema
Sistema es un conjunto de elementos interdependientes e integrados entre sí formando un todo unitario, cuyos actos o funciones se organizan para alcanzar un fin común (Bertalanffy, 1976; Sadowskij, 1978; Klir, en Bertalanffy 1978). Ver la figura 1.1.
Diagrama, Dibujo de ingeniería Descripción generada automáticamenteFigura 1.1 EL SISTEMA
Significa que, por ejemplo, un automóvil, un reloj, la economía, una computadora, las unidades de medida, el lenguaje o una empresa constituyen sistemas, todo lo cual coincide con las definiciones de sistema que introducimos al inicio de este capítulo. Más adelante haremos la precisión de sistema cerrado y abierto.
Suprasistema y subsistema
Todo sistema forma parte de un sistema mayor denominado suprasistema, y comprende a otros sistemas menores que son nombrados subsistemas. Ver figura 1.2. Si tomamos un sistema como la empresa, observamos que forma parte de un sistema mayor denominado sistema económico. Además, el sistema llamado empresa, está formado por subsistemas, tales como el de producción, mercadotecnia, personal, finanzas, logística, planificación, organización entre otros, y se les conocen como sistemas funcionales. Estos subsistemas tienen todas las características de sistemas, aunque son niveles más pequeños.
Diagrama, Diagrama de Venn Descripción generada automáticamenteFigura 1.2 SISTEMA, SUBSISTEMAS Y SUPRASISTEMA
Tomemos otro ejemplo: el cuerpo humano. Está formado por diversos subsistemas orgánicos, tales como: el nervioso, digestivo, circulatorio, óseo, y otros más. Cada uno tiene una estructura determinada y cumple funciones distintas a los otros. Empero, están interrelacionados, por lo que cada uno apoya la función del otro. En consecuencia, cuando uno de ellos es afectado, los otros también son afectados, dependiendo de las características del problema.
Es cierto que el cuerpo humano está formado de órganos; empero en su concepción de hombre, los humanos están conformados por subsistemas orgánicos, subsistema psicológico, subsistema de valores entre otros, los cuales no pretendemos analizar en esta obra. Sólo hemos querido referirnos a otro ejemplo donde la totalidad de los subsistemas que lo conforman, y que de manera exacta interactúan en forma dinámica, constituyen «el hombre», quien a su vez forma parte de otros sistemas mayores, tales como la familia, el club, el centro de estudio, la empresa, y la sociedad en general.
El sistema, al estar formado de elementos interdependientes e integrados, cualquier cambio o alteración de uno de sus elementos afecta a los otros y como tal afecta al sistema como un todo. La afectación depende de la intensidad de la alteración inicial y de la íntima relación de la parte alterada con el elemento al cual puede afectar. Cada parte del sistema se integra en función a un organismo central que dirige y coordina sus acciones y que tiene influencia en el ámbito de todo el sistema.
Sistema cerrado
Se define así a todo sistema que no interrelaciona con el medio ambiente externo o entorno, tal como sucede con las máquinas, ver figura 1.3. Algunos sistemas cerrados tienen un mecanismo predeterminado, construido por el hombre y actúan con autonomía de lo que acontece en el entorno, salvo las ligeras influencias que ejerce el clima.
Por ejemplo, un reloj funciona al margen de los acontecimientos sociales, culturales, políticos y económicos del medio en el que se encuentra y aún de los fenómenos naturales, excepto que se eliminen las condiciones de normalidad con las que fue fabricado, y se le someta a una temperatura muy alta. En este caso, el reloj, puede sufrir alteraciones internas, pero se está dando dentro de condiciones provocadas y que caen dentro de la clasificación de accidentes.
Figura 1.3 EL SISTEMA CERRADO NO TIENE INFLUENCIA RECÍPROCA CON EL ENTORNO
Lo concreto es que no recibe alteraciones del medio externo, dentro del contexto de su uso normal. De otro lado, el sistema cerrado no ejerce influencia en el entorno al no haber interrelación entre ellos (Bertalanffy, 1976). Hay sistemas cerrados que miden variaciones del entorno. Por ejemplo, el termómetro, el barómetro, el termostato. Lo que no quiere decir que sufren alteraciones por efecto del medio ambiente, sino que han sido construidos para medir ciertas variaciones, que no es lo mismo. Algo que merece la pena destacar es lo que nos dice Buckley (1973): La respuesta típica de los sistemas naturales y cerrados a la intrusión de los hechos ambientales es una pérdida de organización, o un cambio en la dirección de la disolución del sistema, aunque, según sea la naturaleza y fuerza de la intrusión, el sistema puede alcanzar a veces un nuevo nivel de equilibrio
(p. 83).
La naturaleza del sistema cerrado está determinada por su estado inicial, tal como fue concebido, así se mantiene. En algunos casos, cualquier parte desgastada puede ser cambiada por otra nueva para conservar su estado inicial de funcionamiento. Así el hombre puede predeterminar un nivel casi exacto de funcionamiento: el reloj, por ejemplo, mantiene su configuración tal como es fabricado, y cuando una de las partes no funciona, es cambiada por otra igual que esté en perfecta condición, tal como ya lo hemos mencionado. En concordancia con la propiedad descrita, el sistema cerrado no puede reproducirse. Es decir, no puede por sí mismo crear un sistema idéntico. Tampoco puede crecer. Y en la circunstancia en la que pueda configurarse un tamaño distinto, éste no se constituye por construcción propia. En síntesis, el sistema cerrado se caracteriza por lo siguiente:
•No tiene influencia recíproca con el entorno.
•Su naturaleza está determinada por su estado inicial.
•No puede reproducirse ni crecer.
•Cuando es influenciado por el entorno tiende a desorganizarse, o a la disolución del sistema.
Sistema abierto
Se denomina así a todo sistema que interrelaciona con el medio ambiente externo o entorno. Lo definimos como: un conjunto de elementos interdependientes e integrados entre sí, formando un todo unitario, cuyos actos o funciones se organizan para alcanzar un fin común a todos, y que interactúan con el medio externo. En tal sentido, el sistema abierto se caracteriza por lo siguiente:
•Interactúa de modo dinámico con el entorno. Hay influencia recíproca entre el sistema abierto y el entorno; con prevalencia de la influencia del entorno.
•En cualquier etapa del tiempo, su estado no es necesariamente su estado inicial. Tiene capacidad de crecimiento y de reproducción, según el tipo específico de sistema abierto.
•Como respuesta a los efectos del entorno, tiende al cambio en su organización para alcanzar un mejor nivel. Ver figuras 1.4 (a), (b), y (c).
Toda organización, cualquiera sea la actividad a la que se dedique, tal como la empresa, la Iglesia (de cada confesión religiosa), el Estado o una universidad es un sistema abierto. El entorno ejerce influencia en el sistema abierto. Lo hace a través de los múltiples factores que identifican los acontecimientos de la vida diaria. Estos son de naturaleza psicológica, sociológica, política, económica, tecnológica; o acciones de los clientes, de la competencia, de los proveedores, o del