Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $9.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Jean-Jacques Rousseau: El pensador indignado del siglo XVIII
Jean-Jacques Rousseau: El pensador indignado del siglo XVIII
Jean-Jacques Rousseau: El pensador indignado del siglo XVIII
Libro electrónico101 páginas1 hora

Jean-Jacques Rousseau: El pensador indignado del siglo XVIII

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

En un mundo donde crecen las desigualdades, la economía se impone a la política y la virtud abandona la política, hay que tener a mano la obra de Jean-Jacques Rousseau. Inspirador de la Revolución Francesa, este pensador diagnostica los males de la sociedad, los desequilibrios de poder y las formas de servidumbre, y propone un contrato social sobre el que construir una sociedad legítima y justa. Este libro nos acerca a sus escritos más políticos, pero también a su biografía e ideas sobre la educación, y nos descubre unos principios que han influido en diferentes generaciones, de necesaria relectura hoy en día.
IdiomaEspañol
EditorialUOC
Fecha de lanzamiento30 may 2016
ISBN9788490649992
Jean-Jacques Rousseau: El pensador indignado del siglo XVIII

Relacionado con Jean-Jacques Rousseau

Libros electrónicos relacionados

Ciencias sociales para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Jean-Jacques Rousseau

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Jean-Jacques Rousseau - Jordi Guiu Payà

    INTRODUCCIÓN

    ¿Qué se puede decir, trescientos años después de su nacimiento, que no se haya dicho ya sobre este filósofo de las Luces, uno de los principales, de los más discutidos, e interpretado y reinterpretado en todos los sentidos hasta la incoherencia? ¿Qué se puede decir de un hombre, él mismo, como tantos otros, aparentemente contradictorio, con una obra que abarca un abanico de disciplinas, de la filosofía a la música, pasando por la política, la pedagogía, la botánica, la lingüística, la novela y el teatro?

    ¿Debemos creer que ya está todo dicho sobre este «ciudadano de Ginebra», admirador de los estoicos, atacado por Voltaire, que vio prohibidos y quemados sus escritos más importantes? ¿Se deja comentar algo, él que en vida huyó de los que pretendían interpretarlo? Lo cierto es que su obra, además de extensa, es bastante compleja porque en diferentes lugares se pueden encontrar los mismos conceptos con significados diferentes. Esto ha posibilitado lecturas dispares e incluso contradictorias. Aquí se propone una que, fiel a los textos y sin esquivar desencajamientos, ofrezca una visión tan coherente como se pueda del pensamiento social y político del autor.

    La obra de Jean-Jacques Rousseau debe ser calificada, partiendo del nombre del movimiento intelectual del que formó parte, de enciclopédica. Su extensión y variedad temática y estilística hacen difícil un tratamiento sintético del conjunto de sus escritos, que por otro lado tuvieron una gran influencia a lo largo de los siglos. Las páginas siguientes se centrarán en el estudio de sus escritos más políticos, precedido por el estudio de aquellos otros (sus discursos) en los que pretende determinar el origen de los males sociales que las instituciones y la actividad política han de conjurar.

    Si en su Discurso sobre las ciencias y las artes (1750) idealizaba un cierto estado de la naturaleza, donde los humanos vivían libres y aislados los unos de los otros, y afirmaba que el progreso de la ciencia y la cultura corrompen la sociedad y la relación moral entre los hombres, cuatro años más tarde, en su segundo Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, escrito en 1754 en respuesta a la pregunta sobre la misma cuestión planteada en un concurso por la Academia de Dijon, argumentó que nuestra especie resultó verdaderamente humana cuando, con el concurso de las circunstancias, en una fase posterior a la del estado de naturaleza, fue desplegando todas sus potencialidades.

    Contra el tópico, por lo tanto, podemos decir que Rousseau valoraba positivamente la vida social. Ahora bien, no cualquier forma de vida en sociedad era capaz de preservar las condiciones de una vida buena, la libertad y la igualdad, atribuidas por él al hombre originario, al que conocemos como el buen salvaje. Por ello, en muchos del sus escritos posteriores, no dejó de criticar a la sociedad que tenía ante sus ojos, como una sociedad que degradaba la vida humana a una condición casi animal. Cuestionó las instituciones de su tiempo, pero propuso modelos alternativos a estas, de carácter más teórico, en El contrato social (1762), y más concretos en las propuestas constitucionales que hizo para Córcega y Polonia.

    Y sus contemporáneos entendieron que su obra estaba llamada no solo a trastocar las conciencias, sino incluso a amenazar el orden establecido. Por eso, la publicación de El contrato social en 1762 le valió la expulsión de Francia, dado que su proclama en favor de la soberanía popular contenía, como después demostró la historia, la semilla de la revolución. Es en este punto donde hay que situar a Rousseau en la tradición republicana, en la que se formó, estudiando y apreciando a autores que van desde Cicerón y Plutarco hasta Maquiavelo, Spinoza y Montesquieu, y a la que contribuyó proponiendo una teoría republicana de la libertad y del gobierno, recogida no solo por la experiencia revolucionaria de 1789, sino también por los movimientos de autodeterminación y los procesos de independencia surgidos en América Latina.

    Al haber situado la soberanía popular como principio fundamental de los «derechos políticos», Jean-Jacques Rousseau sentó las bases teóricas de un tiempo de cambios políticos revolucionarios que quizá todavía no ha acabado. Él mismo lo veía así en las páginas de Emilio:

    «El grande se vuelve pequeño; el rico, pobre; el monarca, vasallo: siendo tan extraños los golpes de suerte, ¿confiáis estar exentos de ellos? Nos estamos acercando a un estado de crisis y al siglo de las revoluciones. ¿Quién puede deciros lo que seréis entonces? Todo lo que los hombres han hecho los hombres pueden destruirlo; no existen más caracteres indelebles que los que estampa la naturaleza, la cual no hace príncipes, ni ricos, ni grandes señores».

    ACRÓNIMOS DE LAS OBRAS DE ROUSSEAU CITADAS EN EL TEXTO

    Ensayo sobre el origen de las lenguas (EOL)

    Consideraciones sobre el Gobierno de Polonia (CP)

    Contrato social (CS)

    Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres (D)

    Discurso sobre las ciencias y las artes (DS)

    Emilio (E)

    Discurso sobre la economía política (EP)

    Manuscrito de Ginebra (MG)

    Proyecto de constitución para Córcega (PC)

    Cartas escritas desde la montaña (CM)

    El número de página que acompaña a los acrónimos en las citas corresponde a Jean-Jacques Rousseau, Oeuvres Complètes, publicadas en cinco volúmenes bajo la dirección de Bernard Gagnebin y Marcel Raymond (París: Gallimard, Bibliothèque de la Pléiade, 1959-1995).

    Hay unas notas de Rousseau que solo se citan con el acrónimo OC de Oeuvres Complètes, seguido del número del volumen y la página. Ej.: (OC II 1254).

    Capítulo I

    LA VIDA ERRANTE DE UN CIUDADANO DE GINEBRA

    Jean-Jacques Rousseau nació en Ginebra el 28 de junio de 1712, en una familia de relojeros protestantes. Su madre murió pocos días después del parto. Bajo el cuidado de su padre, el pequeño Jean-Jacques mostró muy pronto una gran afición por la lectura y a los siete años ya leía Vidas paralelas, de Plutarco, sobre figuras ilustres de los mundos griego y romano. En estas lecturas, seguramente, hay que situar el origen de su amor por la libertad y las virtudes

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1