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El Derecho A Vivir Dignamente
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El Derecho A Vivir Dignamente
Libro electrónico122 páginas1 hora

El Derecho A Vivir Dignamente

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Información de este libro electrónico

Cuando apenas era una estudiante universitaria, recuerdo cómo mi corazón se oprimió al observar la carita de dolor de un niño de la calle, una carita marcada por el abandono, la soledad y una gran tristeza; su única compañía era una botella de pegante y me pregunté: ¿por qué el gobierno no los protege?, ¡no hay derecho a tanta miseria!, ¡ellos t

IdiomaEspañol
Editorialibukku, LLC
Fecha de lanzamiento12 feb 2024
ISBN9781685745851
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    Vista previa del libro

    El Derecho A Vivir Dignamente - Luz Milena Ospina Escobar

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    EL DERECHO

    A VIVIR

    DIGNAMENTE

    Luz Milena Ospina Escobar

    Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright, excepto breves citas y con la fuente identificada correctamente.. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.

    El contenido de esta obra es responsabilidad del autor y no refleja necesariamente las opiniones de la casa editora. Todos los textos e imágenes fueron proporcionados por el autor, quien es el único responsable por los derechos de los mismos.

    Publicado por Ibukku, LLC

    www.ibukku.com

    Diseño de portada: Ángel Flores Guerra Bistrain

    Diseño y maquetación: Diana Patricia González Juárez

    Copyright © 2023 Luz Milena Ospina Escobar

    ISBN Paperback: 978-1-68574-584-4

    ISBN Hardcover: 978-1-68574-586-8

    ISBN eBook: 978-1-68574-585-1

    DEDICATORIA

    Dedico este libro a todas las personas víctimas del conflicto armado en Colombia, pero también lo hago extensivo a otros países en guerra; familias que deben huir de sus hogares con el corazón oprimido por el dolor, dolor por abandonar su hogar, dolor por observar impotentes cómo sus hijos son arrebatados y conducidos a la guerra como carne de cañón.

    Pero en especial a los muchos niños que fueron forzados a cambiar la escuela tradicional, las matemáticas, las ciencias, el arte, etc., por las tácticas de guerra; teniendo que aprender a manejar armas, a lanzar granadas, a detonar bombas, endureciéndoles el corazón cuando eran obligados a matar a su compañerito porque intentó huir, destruyendo su corazón, destruyendo su inocencia.

    Ya no tendrán el título de «bachiller académico», así los necesitan, ignorantes, ahora su título será «camarada revolucionario».

    Mientras los gobiernos indolentes y vendidos, a esos reclutadores les dan el premio con poder político, aquellos al margen de la ley que han masacrado, violado y ultrajado. ¿Se puede hablar de PAZ donde abunda la impunidad? ¿Dónde está la justicia?

    También va dedicado a todos los jóvenes del mundo, para que unidos puedan trabajar por la paz, el respeto y la libertad, merecen transitar para la vida, no para la guerra; el hombre no puede seguir siendo depredador del hombre; merecen liberarse de la opresión y la miseria, y no necesariamente ingresando a los programas asistencialistas, o subsidios y otras dádivas. Es el derecho al trabajo honrado para vivir dignamente, evitando así las diversas formas de esclavitud, tan tenues que parecen imperceptibles, muchos artilugios son utilizados para buscar tu sumisión. Condúcete por el camino del conocimiento, lee, aprende algo nuevo cada día, pero, sobre todo, recuerda que la integridad es tu mayor riqueza, no la pierdas.

    INTRODUCCIÓN

    Qué bello e inmenso es nuestro mundo; esta gran creación que muchos no contemplamos, lo miramos sin mirar, porque si realmente nos fijásemos, se abriría nuestra conciencia y daríamos paso a la importancia de su cuidado. No solo lo destruimos poco a poco, no sabemos disfrutarlo; porque estamos tan ensimismados en nuestros quehaceres diarios, en nuestro consumismo, en dinero, en poder, y ahí se mezcla una sopa de procederes que no permiten observar al otro, creciendo así el egoísmo como común denominador, en un planeta cada vez más enfermo.

    Cuando entremos en razón, encontraremos con gran tristeza cómo se acaba la capa de ozono, cómo se destruyen los bosques, cómo se calienta y deshacen los polos, cómo ahora es desértico, cómo el hambre fluye; porque ni al campo, ni a los campesinos se les apoyó. Por el contrario, se les desplazó, se les ultrajó, formando en las ciudades los enormes cinturones de miseria. ¿Y qué harán ahora los de derecha, de centro o de izquierda? Cuando por querer imponer cada uno sus ideales y su ansia de poder no se dieron cuenta de que ya no tienen «mundo» para pelear y se verá lo tarde que devolvimos la mirada, hacia la desolación, el hambre, las enfermedades y la muerte.

    Enfermedades que se gestaron por contaminar el agua, volando oleoductos como tácticas de guerra, porque pensando en destruir a otros la ceguera no permite ver cómo nos destruimos a nosotros mismos, y es que para qué «poder», si no tienes agua para beber.

    Esta historia está basada en muchos eventos que escuchamos a diario, sobre los diversos actos de corrupción que enlodan al país, que devastan familias, y lo poco que de ellas queda. Deben huir, correr para salvar sus vidas, para recomenzar con un corazón adolorido, llenos de venganza que en la mayoría de los casos destruye y se destruyen a sí mismos, pero la guerra nunca cesa. Son aquellos que han quedado desamparados los que deberían ocupar una silla en el congreso, pero sin dinero, sin tener quien los llore quedan en el olvido; sin embargo, los buenos somos más, trabajando por la paz, construyendo un país con emprendimiento, con educación, con oportunidades, con solidaridad, con libertad, con amor; por eso el pueblo marcha elevando su bandera blanca, intentando llevar a razonar a aquellos que tienen el poder, pero que usualmente lo utilizan para su propio beneficio.

    Esperemos que en las futuras generaciones se desarrolle una conciencia que los comprometa con el medio ambiente, pero también uniendo esfuerzos para crear leyes verdaderamente responsables que judicialicen de forma severa a aquel que atente contra la naturaleza, contra los indefensos, contra los bienes particulares o del Estado, que son responsabilidad de todos.

    Debe primar, ahora que todavía respiramos, la unión, la colaboración, la conservación, la solidaridad, el respeto; sin distinción de razas, credos, nacionalidad, sexo, idioma u origen social. La discriminación es una seria violación de los derechos humanos que no debe permitirse jamás. Esta mirada del mundo debe fijarse más bien en destruir la maldad, la corrupción, la violencia.

    El mundo debe abrir sus fronteras a la razón, a la ciencia —para nuestro beneficio, no para destruir—, al derecho a elegir, al libre paso por el mundo que es de todos, solo cerrando fronteras al corrupto, al canalla, al delincuente.

    El derecho a vivir dignamente, ¡sí!, el derecho que todos los humanos tenemos de vivir en libertad, donde no duela pagar impuestos, porque estaremos seguros de que se invertirán en el bien común. Muchos sistemas políticos tienen una gran crisis, se nombran los mismos con las mismas, no hay una verdadera representación, por lo cual debemos buscar alternativas, que se elija no al politiquero de turno, sino a un gran líder que no esté contaminado, que no arrastre ese lastre de corrupción, ese círculo vicioso que parece no romperse jamás; para ello hay que hacer una titánica labor, enseñando a los niños que ser íntegros es lo más valioso que puede poseer el ser humano. De esta manera, se puede organizar un mundo prometedor donde seamos más felices y para eso es necesario cortar de raíz ese sistema tan enfermizo que corroe y frena el desarrollo de un país en donde se evidencian la desigualdad social en todo su territorio. Seamos conscientes a la hora de elegir a los candidatos, revisemos su trayectoria, pero sobre todo que hagan efectivo nuestro lema: «LIBERTAD Y ORDEN».

    Instalemos empresas tanto nacionales como extranjeras en diversos lugares, no olvidemos a los más deprimidos, organicemos un sistema educativo de calidad formando jóvenes con valores, incentivando la ciencia, el arte, la música, el deporte, etc. Si otros países pueden, también podremos nosotros. Seamos grandes, no nos conformemos con poco, creamos en nosotros, luchemos por un país pujante, emprendedor, democrático, leamos, eduquémonos, aprendamos a elegir, y si eres íntegro busca ser elegido, pero sobre todo busca LA PAZ.

    Este es un sistema corrupto que ha permanecido por demasiado tiempo y es hora de una nueva era ¡pero ya! Debemos erradicar este flagelo que ha generado ríos de sangre en nuestro país; porque cada grupo se gestó buscando combatir al otro, en una guerra sin sentido, y seguimos siendo «la patria boba» guerra interna que no deja avanzar, que empobrece, que arrebata a los niños más vulnerables de sus hogares, niños inocentes conducidos a la guerra. ¿Y dónde están los derechos humanos? ¿Dónde quedan los derechos de los niños? ¿Y el Estado? Imbuidos en papeles y más papeles, en una burocracia que enferma.

    Necesitamos líderes que hablen con el corazón y la razón, no con escritos finamente organizados que no tiene un sentir; que asuman con una férrea convicción espiritual, moral, democrática y sobre todo que corten de raíz las leyes tan permisivas que hacen que delinquir sea un chiste.

    EL DERECHO A VIVIR DIGNAMENTE

    ¿T endremos un destino marcado? Tal vez, a lo mejor debemos cumplir con ciertos objetivos que nos permiten razonar sobre el paso por el mundo y aquello que nos ha ocurrido nos sirve de base para que otras personas, en especial los niños, puedan ser protegidos con nuevas leyes que los libere de la irresponsabilidad, de la maldad, de la corrupción, de una sociedad sin escrúpulos. Toda persona en el mundo tiene el derecho a vivir dignamente y más aún una criatura inocente que no tiene la culpa de nacer. Ese recorrido por el mundo nos lleva a buscar una vida digna, ante diversos episodios difíciles y esta es la historia que me atrevo a contar, después

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