Poesía completa
Por Georg Trakl
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Georg Trakl
(1887-1914). Poeta austriaco, dedicó su breve vida por entero a la creación poética. Es considerado uno de los poetas más importantes del siglo xx, así como uno de los iniciadores de las vanguardias y el expresionismo literario.
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Poesía completa - Georg Trakl
I
POESÍA
LOS CUERVOS
Sobre el ángulo negro se van precipitando
al mediodía los cuervos con duro graznido.
Sus sombras a la cierva rozan de seguido
y a veces huraños se les ve descansando.
Oh, cómo la parda calma van rompiendo
en que una haza se siente embelesada,
tal hembra en grave presentir cautivada
y a veces se les puede oír gruñendo
sobre una carroña que husmean por doquier,
y el vuelo de pronto dirigen al norte
y desaparecen tal fúnebre corte
en aires que se estremecen de placer.
LA JOVEN SIRVIENTA
DEDICADO A LUDWIG VON FICKER
1
En la fuente, al crepúsculo,
se la ve como hechizada
sacar agua, al crepúsculo.
Cubos suben, cubos bajan.
Chovas las hayas revuelan
y ella a una sombra imita.
Su rubio cabello ondea
y en el corral ratas gritan.
Y halagada por la ruina
baja inflamados los párpados.
Seca hierba en la ruina
se tiende bajo sus pasos.
2
Faena silente en el cuarto
y el patio desierto queda.
En el saúco ante el cuarto
un mirlo silba y se queja.
Su cara plateada en el espejo,
la mira extraña en luz queda,
pálida eclipsa en el espejo,
del que le espanta la pureza.
Tal sueño canta en lo oscuro
un mozo y el dolor la hiela.
Rubor gotea por lo oscuro.
Se agita el austro en la puerta.
3
De noche en pelados prados
sueña febril fantasmagoría.
El viento gruñe en los prados,
la luna entre árboles espía.
Las estrellas ya pálidas
y ella de penas rendida,
céreas mejillas pálidas.
Huele la tierra podrida.
Queja de caña en el charco
y ella de frío encogida.
Canta un gallo. Sobre charcos
dura y gris el alba vibra.
4
Zumba en el yunque el martillo,
pasa ella aprisa por la puerta.
Rojo blande el mozo el martillo
y mira adentro como muerta.
Tal en sueño la hiere una risa
y en la fragua su paso duda,
tímida, dócil ante su risa,
como el martillo dura y ruda.
En la forja fulgen las chispas
y ella con inciertos gestos
persigue las salvajes chispas
y cae aturdida al suelo.
5
Débil yaciente en la cama
despierta en dulce temor
y mira su sucia cama
cubierta de áureo fulgor,
las resedas en la ventana
y el claro azulado cielo.
Lleva el viento a la ventana
campana de corto aliento.
Sombras sobre la almohada,
lento el reloj da el mediodía.
Mal respira en la almohada,
su boca es como una herida.
6
En la tarde sangrientos lienzos,
nubes sobre bosques callados,
ya envueltos en negros lienzos.
Gorriones pían en los campos.
Y toda blanca yace en lo oscuro.
Bajo el techo un arrullo alienta.
Como estiércol en bosque oscuro
las moscas su boca revuelan.
Suena irreal en el pardo caserío
de violines una música y de danza,
su rostro en vilo por el caserío,
va su cabello por desnudas ramas.
ROMANCE EN LA NOCHE
Solo bajo el firmamento
y a medianoche saliente
va el niño del sueño ausente
su gris rostro en luna yerto.
Llora la loca, libre el pelo,
en la reja que mira fija.
Por el lago en dulce gira
amantes en lírico paseo.
Sonríe el criminal al vino en palor.
La muerte enfermos angustia.
La monja herida y desnuda
ora ante la cruz del Salvador.
La madre canturrea dormida.
Mira en la noche el niño en paz
los ojos llenos de verdad.
Risas en la mancebía.
En el sótano a luz de bujía
blanca mano, pinta el muerto
en muro un burlón silencio.
El durmiente murmura todavía.
EN EL ROJO FOLLAJE DE GUITARRAS SONORO...
En el rojo follaje de guitarras sonoro
de muchachas ondean los cabellos dorados
en el seto donde están girasoles posados.
Por entre las nubes corre un carro de oro.
En la calma de la sombra enmudecidos
estúpidamente se abrazan los mayores.
Huérfanos de vísperas son dulces cantores.
Zumban las moscas en amarillos vahídos.
En el arroyo lavan mujeres todavía,
ondea en el aire la ropa colgada.
La pequeña que a mí tanto me agrada
viene cuando se va la luz del día.
Gorriones se lanzan del cielo tibio
a putrefactos verdes agujeros.
Un olor de pan y de acre romero
se le figura al hambriento un alivio.
MÚSICA EN MIRABELL
Segunda versión
Canta una fuente. Las nubes están
blancas, suaves, en celeste espejo.
Pensativos, callados hombres van
en la tarde por el jardín viejo.
Se agrisa el mármol de los antepasados.
Pájaros en banda las lejanías rozan.
Un fauno contempla con ojos cegados
las sombras que en lo oscuro se posan.
Roja la fronda del viejo árbol desciende,
por la abierta ventana entra en espirales.
Un fulgor de fuego el espacio enciende
y bosqueja turbios miedos fantasmales.
Entra en la casa un blanco forastero.
Se lanza un perro por pasillos derruidos.
La criada apaga la luz de un candelero,
de sonatas nocturnas se oyen sonidos.
MELANCOLÍA DE LA TARDE
– El bosque que moribundo se dilata –
Hay sombras que tal setos lo rodean.
Ciervos sus camas medrosos merodean,
mientras un arroyo suave se desata.
Helechos sigue y pedregales viejos
y brilla argénteo de trenzadas plantas.
Pronto se le oye en negras gargantas –
Tal vez brillen ya estrellas a lo lejos.
Inmenso parece el campo sombrío,
dispersas aldeas, pantanos, lagunas,
y algo que te finge un fuego. Unas
veredas atraviesa un fulgor frío.
Se presiente en el cielo movimiento,
un bando de aves salvajes a aquellas
tierras vuela diferentes, bellas.
Agita y calma las cañas el viento.
CREPÚSCULO DE INVIERNO
A MAX ESTERLE
Negro cielo de metal.
Cruzan en roja tormenta
locas cornejas hambrientas
parques, grima vesperal.
Nublado, un rayo glacial;
y ante Satán maldiciente
giran y bajan salientes
siete en el número augural.
Lo pútrido, soso y dulzal,
tragan sus picos cortantes.
Casas mudas inquietantes;
luz en la sala teatral.
Iglesia, puente, hospital,
entre luces truculentos.
Se hinchan, lienzos sangrientos,
las velas por el canal.
RONDEL
Ya se ha ido el oro de los días,
de la tarde el pardo y el azul color:
murieron las flautas dulces del pastor.
De la tarde el azul y el pardo color
ya se ha ido el oro de los días.
BENDITA MUJER
Entre tus damas rodeada te acercas
y hay veces que sonríes compungida:
fue de inseguros días la venida.
Blanca es la amapola ya en la cerca.
Como tu cuerpo henchido y alindado
madura dorada la vid en la colina.
Lejos el espejo del estanque fulmina
y la guadaña cimbrea en el sembrado.
Rueda el rocío en el matorral,
roja es de las hojas la caída.
Para saludar a su mujer querida
llega a ti un moro moreno y brutal.
LA CIUDAD HERMOSA
Viejas plazas soleadas en silencio.
En fondo azul y oro engarzadas
en sueño pasan monjas delicadas
bajo hayas sofocantes de silencio.
Del sepia resplandor de las iglesias
imágenes de muerte miran puras,
de príncipes hermosas armaduras.
Coronas centellean en las iglesias.
Corceles se levantan de la fuente.
De árboles amagan garras floridas.
Juegan los niños soñando sus vidas
suave en la tarde allí en la fuente.
Muchachas de pie ante los portales
miran medrosas el color de la vida.
Húmeda tiembla la boca transida
y siguen esperando en los portales.
De campanas vibra y vuela el sonido,
compases de marcha, gritos de paradas.
Forasteros escuchan en las gradas.
Alto en el azul del órgano el sonido.
En claros tonos instrumentos cantan.
En el jardín por arcadas frondosas
vibra la risa de damas hermosas.
Jóvenes madres suavemente cantan.
Íntimo alienta en floridas ventanas
aroma de brea, incienso y lila.
Párpados cansados, su plata titila
por entre las flores de las ventanas.
EN UNA HABITACIÓN ABANDONADA
Arriates en flor, ventana,
un órgano dentro suena.
Loca extravagante rueda
sombras en tapices danzan.
En luz flamea la arboleda,
mosquitos en nube bailan.
Guadañas el campo dallan,
vieja fuente lejos suena.
¿Qué aire me ha acariciado?
Golondrinas deliran signos.
Fluyen suave a lo infinito
lejos los bosques dorados.
Flameantes los arriates.
La loca rueda embelesa
por tapiz que amarillea.
Hacia dentro mira alguien.
Huelen dulce incienso y pera,
crepúsculo en cristal y arca.
La ardiente frente se baja
lenta ante blancas estrellas.
AL MUCHACHO