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Poesía completa
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Libro electrónico285 páginas4 horas

Poesía completa

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La problemática social y estética del fin de siglo, característica de la vanguardia vienesa, se refleja y estalla en la obra poética de Trakl. En sus poesías concentró la belleza de imagen y sonido en una nueva realidad significativa, surgida de la inmersión en la interioridad y en la explosiva soledad del subconsciente. En su extrañamiento de la sociedad, realizó la trágica paradoja de defenderse como individuo en el lenguaje a través de la ruina del mismo, única garantía de la autenticidad del poeta.
IdiomaEspañol
EditorialTrotta
Fecha de lanzamiento15 nov 2023
ISBN9788413641690
Poesía completa
Autor

Georg Trakl

(1887-1914). Poeta austriaco, dedicó su breve vida por entero a la creación poética. Es considerado uno de los poetas más importantes del siglo xx, así como uno de los iniciadores de las vanguardias y el expresionismo literario.

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    Poesía completa - Georg Trakl

    I

    POESÍA

    LOS CUERVOS

    Sobre el ángulo negro se van precipitando

    al mediodía los cuervos con duro graznido.

    Sus sombras a la cierva rozan de seguido

    y a veces huraños se les ve descansando.

    Oh, cómo la parda calma van rompiendo

    en que una haza se siente embelesada,

    tal hembra en grave presentir cautivada

    y a veces se les puede oír gruñendo

    sobre una carroña que husmean por doquier,

    y el vuelo de pronto dirigen al norte

    y desaparecen tal fúnebre corte

    en aires que se estremecen de placer.

    LA JOVEN SIRVIENTA

    DEDICADO A LUDWIG VON FICKER

    1

    En la fuente, al crepúsculo,

    se la ve como hechizada

    sacar agua, al crepúsculo.

    Cubos suben, cubos bajan.

    Chovas las hayas revuelan

    y ella a una sombra imita.

    Su rubio cabello ondea

    y en el corral ratas gritan.

    Y halagada por la ruina

    baja inflamados los párpados.

    Seca hierba en la ruina

    se tiende bajo sus pasos.

    2

    Faena silente en el cuarto

    y el patio desierto queda.

    En el saúco ante el cuarto

    un mirlo silba y se queja.

    Su cara plateada en el espejo,

    la mira extraña en luz queda,

    pálida eclipsa en el espejo,

    del que le espanta la pureza.

    Tal sueño canta en lo oscuro

    un mozo y el dolor la hiela.

    Rubor gotea por lo oscuro.

    Se agita el austro en la puerta.

    3

    De noche en pelados prados

    sueña febril fantasmagoría.

    El viento gruñe en los prados,

    la luna entre árboles espía.

    Las estrellas ya pálidas

    y ella de penas rendida,

    céreas mejillas pálidas.

    Huele la tierra podrida.

    Queja de caña en el charco

    y ella de frío encogida.

    Canta un gallo. Sobre charcos

    dura y gris el alba vibra.

    4

    Zumba en el yunque el martillo,

    pasa ella aprisa por la puerta.

    Rojo blande el mozo el martillo

    y mira adentro como muerta.

    Tal en sueño la hiere una risa

    y en la fragua su paso duda,

    tímida, dócil ante su risa,

    como el martillo dura y ruda.

    En la forja fulgen las chispas

    y ella con inciertos gestos

    persigue las salvajes chispas

    y cae aturdida al suelo.

    5

    Débil yaciente en la cama

    despierta en dulce temor

    y mira su sucia cama

    cubierta de áureo fulgor,

    las resedas en la ventana

    y el claro azulado cielo.

    Lleva el viento a la ventana

    campana de corto aliento.

    Sombras sobre la almohada,

    lento el reloj da el mediodía.

    Mal respira en la almohada,

    su boca es como una herida.

    6

    En la tarde sangrientos lienzos,

    nubes sobre bosques callados,

    ya envueltos en negros lienzos.

    Gorriones pían en los campos.

    Y toda blanca yace en lo oscuro.

    Bajo el techo un arrullo alienta.

    Como estiércol en bosque oscuro

    las moscas su boca revuelan.

    Suena irreal en el pardo caserío

    de violines una música y de danza,

    su rostro en vilo por el caserío,

    va su cabello por desnudas ramas.

    ROMANCE EN LA NOCHE

    Solo bajo el firmamento

    y a medianoche saliente

    va el niño del sueño ausente

    su gris rostro en luna yerto.

    Llora la loca, libre el pelo,

    en la reja que mira fija.

    Por el lago en dulce gira

    amantes en lírico paseo.

    Sonríe el criminal al vino en palor.

    La muerte enfermos angustia.

    La monja herida y desnuda

    ora ante la cruz del Salvador.

    La madre canturrea dormida.

    Mira en la noche el niño en paz

    los ojos llenos de verdad.

    Risas en la mancebía.

    En el sótano a luz de bujía

    blanca mano, pinta el muerto

    en muro un burlón silencio.

    El durmiente murmura todavía.

    EN EL ROJO FOLLAJE DE GUITARRAS SONORO...

    En el rojo follaje de guitarras sonoro

    de muchachas ondean los cabellos dorados

    en el seto donde están girasoles posados.

    Por entre las nubes corre un carro de oro.

    En la calma de la sombra enmudecidos

    estúpidamente se abrazan los mayores.

    Huérfanos de vísperas son dulces cantores.

    Zumban las moscas en amarillos vahídos.

    En el arroyo lavan mujeres todavía,

    ondea en el aire la ropa colgada.

    La pequeña que a mí tanto me agrada

    viene cuando se va la luz del día.

    Gorriones se lanzan del cielo tibio

    a putrefactos verdes agujeros.

    Un olor de pan y de acre romero

    se le figura al hambriento un alivio.

    MÚSICA EN MIRABELL

    Segunda versión

    Canta una fuente. Las nubes están

    blancas, suaves, en celeste espejo.

    Pensativos, callados hombres van

    en la tarde por el jardín viejo.

    Se agrisa el mármol de los antepasados.

    Pájaros en banda las lejanías rozan.

    Un fauno contempla con ojos cegados

    las sombras que en lo oscuro se posan.

    Roja la fronda del viejo árbol desciende,

    por la abierta ventana entra en espirales.

    Un fulgor de fuego el espacio enciende

    y bosqueja turbios miedos fantasmales.

    Entra en la casa un blanco forastero.

    Se lanza un perro por pasillos derruidos.

    La criada apaga la luz de un candelero,

    de sonatas nocturnas se oyen sonidos.

    MELANCOLÍA DE LA TARDE

    – El bosque que moribundo se dilata –

    Hay sombras que tal setos lo rodean.

    Ciervos sus camas medrosos merodean,

    mientras un arroyo suave se desata.

    Helechos sigue y pedregales viejos

    y brilla argénteo de trenzadas plantas.

    Pronto se le oye en negras gargantas –

    Tal vez brillen ya estrellas a lo lejos.

    Inmenso parece el campo sombrío,

    dispersas aldeas, pantanos, lagunas,

    y algo que te finge un fuego. Unas

    veredas atraviesa un fulgor frío.

    Se presiente en el cielo movimiento,

    un bando de aves salvajes a aquellas

    tierras vuela diferentes, bellas.

    Agita y calma las cañas el viento.

    CREPÚSCULO DE INVIERNO

    A MAX ESTERLE

    Negro cielo de metal.

    Cruzan en roja tormenta

    locas cornejas hambrientas

    parques, grima vesperal.

    Nublado, un rayo glacial;

    y ante Satán maldiciente

    giran y bajan salientes

    siete en el número augural.

    Lo pútrido, soso y dulzal,

    tragan sus picos cortantes.

    Casas mudas inquietantes;

    luz en la sala teatral.

    Iglesia, puente, hospital,

    entre luces truculentos.

    Se hinchan, lienzos sangrientos,

    las velas por el canal.

    RONDEL

    Ya se ha ido el oro de los días,

    de la tarde el pardo y el azul color:

    murieron las flautas dulces del pastor.

    De la tarde el azul y el pardo color

    ya se ha ido el oro de los días.

    BENDITA MUJER

    Entre tus damas rodeada te acercas

    y hay veces que sonríes compungida:

    fue de inseguros días la venida.

    Blanca es la amapola ya en la cerca.

    Como tu cuerpo henchido y alindado

    madura dorada la vid en la colina.

    Lejos el espejo del estanque fulmina

    y la guadaña cimbrea en el sembrado.

    Rueda el rocío en el matorral,

    roja es de las hojas la caída.

    Para saludar a su mujer querida

    llega a ti un moro moreno y brutal.

    LA CIUDAD HERMOSA

    Viejas plazas soleadas en silencio.

    En fondo azul y oro engarzadas

    en sueño pasan monjas delicadas

    bajo hayas sofocantes de silencio.

    Del sepia resplandor de las iglesias

    imágenes de muerte miran puras,

    de príncipes hermosas armaduras.

    Coronas centellean en las iglesias.

    Corceles se levantan de la fuente.

    De árboles amagan garras floridas.

    Juegan los niños soñando sus vidas

    suave en la tarde allí en la fuente.

    Muchachas de pie ante los portales

    miran medrosas el color de la vida.

    Húmeda tiembla la boca transida

    y siguen esperando en los portales.

    De campanas vibra y vuela el sonido,

    compases de marcha, gritos de paradas.

    Forasteros escuchan en las gradas.

    Alto en el azul del órgano el sonido.

    En claros tonos instrumentos cantan.

    En el jardín por arcadas frondosas

    vibra la risa de damas hermosas.

    Jóvenes madres suavemente cantan.

    Íntimo alienta en floridas ventanas

    aroma de brea, incienso y lila.

    Párpados cansados, su plata titila

    por entre las flores de las ventanas.

    EN UNA HABITACIÓN ABANDONADA

    Arriates en flor, ventana,

    un órgano dentro suena.

    Loca extravagante rueda

    sombras en tapices danzan.

    En luz flamea la arboleda,

    mosquitos en nube bailan.

    Guadañas el campo dallan,

    vieja fuente lejos suena.

    ¿Qué aire me ha acariciado?

    Golondrinas deliran signos.

    Fluyen suave a lo infinito

    lejos los bosques dorados.

    Flameantes los arriates.

    La loca rueda embelesa

    por tapiz que amarillea.

    Hacia dentro mira alguien.

    Huelen dulce incienso y pera,

    crepúsculo en cristal y arca.

    La ardiente frente se baja

    lenta ante blancas estrellas.

    AL MUCHACHO

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