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Una visión hermenéutica del contexto cultural contemporáneo
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Libro electrónico223 páginas3 horas

Una visión hermenéutica del contexto cultural contemporáneo

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Nos encontramos actualmente en una especie de tránsito que nos está llevando a un abandono o revisión minuciosa de un paradigma, el de la Modernidad, hacia otro que aún no alcanzamos a vislumbrar a plenitud. Este tránsito solicita una comprensión del momento por el que estamos pasando en diversos ámbitos de nuestra realidad, para ello el mejor recurso con el que actualmente contamos es el de la hermenéutica, que ni está totalmente restringida como lo puede estar un riguroso método, ni es totalmente especulativa de tal manera que quepa cualquier cosa, lo que le permite inmiscuirse en diversos ámbitos sin perder cierta rigurosidad, es decir, incursionar en espacios como la ciencia y la tecnología, la justicia, la ética, etc., y las posibles relaciones entre ellas, generando interpretaciones justificadas sobre nuestra situación actual desde una posición pluralista, para ensayar posibles retos de la filosofía para el futuro. Si bien este libro tiene como referente la diversidad cultural, también tiene a la vida cotidiana como un punto de partida central, el mundo de vida cuyas preguntas no logran ser respondidas por el mundo de la tecnología y su capacidad de comunicación, pues las posibles respuestas únicamente se logran viviendo, en la experiencia diaria, los medios de comunicación nos prevén de información, pero no nos dan experiencias pues éstas son individuales y concretas.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento24 ene 2023
ISBN9786073049047
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    Una visión hermenéutica del contexto cultural contemporáneo - Alcalá Campos Raúl

    Los retos de la filosofía por venir

    ¹

    El lenguaje hermético no siempre es el precio inevitable de la profundidad. Puede esconder simplemente, en algunos casos, una incapacidad de comunicación elevada a la categoría de virtud intelectual. Sospecho que el aburrimiento sirve así, a menudo, para bendecir el orden establecido: confirma que el conocimiento es un privilegio de las élites.

    Algo parecido suele ocurrir, dicho sea de paso, con cierta literatura militante dirigida a un público de convencidos. Me parece conformista a pesar de toda su posible retórica revolucionaria, un lenguaje que mecánicamente repite, para los mismos oídos, las mismas frases hechas, los mismos adjetivos, las mismas fórmulas declamatorias. Quizás esa literatura de parroquia está tan lejos de la revolución como la pornografía está lejos del erotismo.

    Eduardo Galeano²

    Introducción

    Luis Villoro defendió la idea de que la sociedad por venir, es decir, la sociedad que se espera para este siglo XXI tendrá que enfrentarse al reto de concebir nuevas concepciones de justicia, democracia y multiculturalismo acordes con nuestro momento y, ciertamente, uno no puede no estar de acuerdo con esa previsión pues de alguna manera ya nos encontramos afectados por ella, sin embargo, podemos afirmar que se quedó corto pues, por un lado, no son éstas las únicas cuestiones a las que nos enfrentamos como sociedad, ya sea a nivel global o regional, como se puede ver en asuntos como la economía o la política o el medio ambiente, etc., a menos que se considere que éstos son reducibles a los anteriores, y por el otro, como un punto anterior a las revisiones de tales conceptos habría que considerar que son retos en primera instancia para una filosofía por venir, es decir, para una filosofía atenta a su situación social, participativa en asuntos que nos afectan de manera directa nuevamente a nivel regional o global y no reduciendo su campo de acción a la parte teórica o especulativa, incluso podemos decir que la filosofía sin abandonar la historia tendría una importante labor en la creación de un futuro humano.

    Ortega y Gasett consideraba que el tema de su tiempo era la superación de la subjetividad que la Modernidad había impuesto de alguna manera en el pensamiento occidental, que esa razón universal, autónoma, absoluta y arrogante debería bajar al mundo de la vida, como razón vital, sin embargo, el siglo XX, su siglo, no llevó a cabo la tarea de su época tal y como él consideraba era la tarea de la filosofía, cada época tiene una tarea que cumplir y si compartimos con Ortega y Gasett la que él consideró para el siglo XX tal vez aceptaríamos que fue al final de ese siglo cuando comenzó a asumirse tal tarea por parte de la filosofía.

    Si hoy nos preguntáramos cuál sería la tarea del siglo XXI, o mejor el tema de este siglo, creo que la mayoría respondería por el lado de la tecnología, la innovación y sobre todo la tecnológica que es la que más ocupa a parte de nuestras mejores mentes en las que tiempo y espacio son dos ámbitos con supremacía, ahorrar tiempo redunda en beneficio económico, lo mismo que el ahorro de espacio, o por lo menos eso creemos, pues habría que aceptar que las innovaciones vienen acompañadas de consumo, o lo que es peor, de basura, de chatarra a la que no le damos tiempo a la naturaleza para absorber; todo lo que producimos proviene de la naturaleza, de alguna manera tomamos partes de ella para lograr algo pero a la vez no le damos el tiempo suficiente para recuperar eso que tomamos de ella, y a todo esto le ponemos un costo. Si a alguien se le hubiera ocurrido hace no muchos años, digamos treinta, ponerle un costo al tiempo o al aire la gente se hubiera reído de esa persona, hoy compramos tiempo-aire y nos preocupamos cuando no lo tenemos a nuestra disposición. Sin embargo, lo que yo considero es el tema de nuestro tiempo, o por lo menos uno de los más importantes, es el de la confianza (que, por cierto, también a ésta se le asigna actualmente un costo, como bien sabe cualquier país que solicita un préstamo internacional), pues es la que nos da las bases para un humanismo. Hemos perdido la confianza en la sociedad a la que pertenecemos, en nuestros políticos, profesionales de la política, (a la corrupción se le entiende como saber hacer política, lo mismo que oportunistas de la política, que son muchos, y que los primeros necesitan y manipulan a los segundos para poder mantener los partidos dentro de la mentada democracia). Desde luego, el tema de nuestro tiempo depende del lugar en el que uno esté parado, sin embargo, debemos tener cuidado respecto a la afectación que nos puede generar este lugar, así las reuniones políticas a gran escala, las llamadas cumbres, tienen como tema principal las relaciones entre acreedores y deudores, el interés y el dinero, la economía por encima de la virtud cívica y moral, tema principal de los políticos de la antigüedad que dieron nacimiento al pensamiento occidental.

    Saber es poder, es una frase que hoy día tiene un significado casi total, si bien no tiene mucho que el saber o el conocimiento se consideraba un bien común, algo que se compartía dentro de la comunidad, hoy sabemos que la ciencia tiene un amplio costo económico, y no me estoy refiriendo a lo que cuesta la producción del conocimiento a determinadas instituciones, sino a que ese costo es de inversión, es decir, que es muy probable que genere un beneficio económico muy productivo con el tiempo, y si éste es corto, mejor. El conocimiento es actualmente un negocio, si no tiene mucho que la ciencia, los científicos se dedicaban a ella por un sentido muy humano de curiosidad, hoy día su dedicación está ligada al poder y la economía, que prácticamente es lo mismo.

    En una película cuyo actor principal es Brad Pitt, que es un sicario, a lo largo de ella (Mátalos suavemente su título en español) aparece en televisión o George W. Bush o Barack Obama haciendo alusión a la crisis económica del 2008, casi al final de la película hay una expresión que le da sentido a todas estas alusiones, Estados Unidos no es un país, es un negocio, y si bien no es el lugar en el que nació el capitalismo, sí es el lugar en el que sus raíces son más profundas. Creo que la película, que tiene como desarrollo el castigo a unos ladrones que le robaron a otros ladrones, la policía no aparece, va encaminada precisamente a darle sentido a la expresión mencionada; tan ladrones son unos como los otros, los que aparecen en la película como los que llevaron a cabo tal crisis, a la vez se nos presenta la manera en la que la propia población concibe su país. La traición está por todos lados, no se puede confiar ni en el mejor amigo pues no cumplirá con su compromiso, incluso al final, que es cuando se expresa la frase mencionada, el costo del trabajo realizado es modificado. Uno puede interpretar el significado de las elecciones de este año (2016) para la presidencia de EE.UU. precisamente como la expresión mencionada dicta, es decir, el electorado optó por un empresario y no por un político, desde luego hay mucho descontento a nivel mundial por la política, sin embargo, tal elección puede ser concebida como la expresión de ver a EE.UU. como una empresa, que requiere el gobierno de un empresario, y no como un país. Esto a su vez se puede extender a todos los países, por ello es que se ha perdido la confianza y se disminuye el esfuerzo por lograr algo que tenga como sustento un sistema de gobierno como los actuales. La tarea pues es lograr remontar esta desconfianza por parte de la comunidad, tener confianza en nosotros mismos y en los demás es dar un importante paso hacia la fraternidad, a la colaboración social, algo que hoy en todos los ámbitos se encuentra muy dañado.

    En un libro poco conocido de Michael Sandel, por lo menos en el campo de la filosofía, publicado en el año 2012 con el sugerente título Lo que el dinero no puede comprar, este autor nos presenta un compendio de hechos reales en los que hay una especie de desencuentro entre la economía y la ética, situación bastante común en nuestra vida actual. Las situaciones que se exponen sirven como referente, por un lado, para considerar hasta dónde está dispuesto a llegar el ser humano actual en relación con la economía, con la toma de decisiones sustentadas en el costo-beneficio, por el otro, se hace patente hasta dónde no está dispuesto a llegar el ser humano cuando se trata de asuntos que conciernen a la moral. La cuestión pues nos lleva a considerar la siguiente pregunta: ¿puede cualquier cosa tomarse como una mercancía o hay un límite que no se debe rebasar? Si la respuesta toma el camino de afirmar el segundo disyunto entonces surge otra pregunta, ¿dónde trazar tal límite? O, en otras palabras, ¿cuál es el criterio para trazarlo?

    Podemos decir que a finales de la Edad Media había una especie de desconfianza con respecto al conocimiento que se poseía, ello llevó a explorar otros espacios que a su vez arrastró a los cultivadores del conocimiento por otros caminos con la consecuencia de que la concepción del mundo se modificó, tanto el espacio social como el religioso y el físico sufrieron fuertes sacudidas, la Iglesia se escindió, el universo se expandió, se descubrió un nuevo mundo con otras culturas, etc.; así, no nos debe resultar extraño que la comunidad preocupada por el saber se preguntara ¿qué ha pasado con ese conocimiento que guió nuestra vida durante tantos siglos?, ¿por qué hemos perdido la confianza en ella? Y la más importante, ¿cómo podemos lograr arribar a un conocimiento confiable? Para ello necesitábamos encontrar un punto de soporte, de partida, con la fuerza suficiente para resistir los embates del mundo que se nos presenta y que puede ser concebido como mera apariencia. Este punto de soporte fue la creación de un método y el abandono de la fe para dar paso a la razón.

    Aquel fue un producto de ésta. Lo interesante es que se nos proveyó de un recurso invaluable que nos permitía la obtención de conocimiento con independencia de cualquier otro individuo, en otras palabras, el conocimiento no sólo se separó de la Iglesia, también se independizó de la sociedad, es más, ésta podía ser un estorbo para el conocimiento objetivo, verdadero.

    El monismo tomó un lugar privilegiado en el concierto del conocimiento, un solo método, una sola razón, una sola verdad, etc., una manera estupenda de abandonar todo aquello, por erróneo, que se saliera de los causes del método y la razón únicos. En nuestros días los caminos se han ampliado, el monismo tiende a dar paso a la pluralidad, no se abandonan a la razón o al método, pero ya no son únicos, ni siquiera se pretende abandonar la universalidad, simple y sencillamente ya no es absoluta, es algo universalizable más que absoluto.

    Yo creo que, si remitimos nuestra mirada a la historia de la filosofía, si nos mantenemos más en la experiencia que en la razón, nos daremos cuenta que el pluralismo por lo menos en filosofía no es algo que hay que defender, sino que es un hecho que la historia nos confirma. Desde su nacimiento no ha habido homogeneidad en filosofía ni siquiera en la Edad Media, como bien lo confirma A. Koiré,³ aunque podamos mencionar que ha habido una propuesta filosófica con mayor aceptación en cierto momento; en otras palabras, el pluralismo no es una excepción de nuestro tiempo, siempre ha estado en la historia, lo que nos debe llamar la atención es que los filósofos durante la historia de la filosofía han estado intentando sostener un monismo que ella misma nunca ha cumplido, basta con pensar en la filosofía de la ciencia durante el siglo XX para darse cuenta de ello.

    Hoy, por otro lado, creo, nos vemos en la necesidad de prestar atención a la sociedad. Si las universidades pudieron separarse de la sociedad, hoy requerimos de un retorno a ella. En otras palabras, el punto de soporte para nuestro momento, momento de quiebre muy parecido al de la Edad Media pero que hoy cuenta con otros recursos, es el del retorno a la sociedad. Lo que estoy sosteniendo es que ese cambio de la Edad Media a la Modernidad podemos decir que ocurrió en una élite que era la que contaba con cierta formación académica, la mayoría de la población no contaba con ella y el analfabetismo era común, por lo que no era extraño que la sociedad en general no fuera tomada en cuenta, hoy la situación es diferente, la sociedad en sentido general cuenta con alguna formación, aunque sea poca, y hay una mayor cantidad de personas que cuentan con el recurso de la lectura. Actualmente sabemos que, bajo organizaciones políticas y sociales diferentes a las de hace algunos años, es la educación la que permite un desarrollo constante y socialmente aprovechable. Pasamos de la ciencia a la tecno-ciencia, para utilizar una expresión de Javier Echeverría.⁴ No hace mucho tiempo la sociedad era un referente, hoy es un participante en la innovación. La relación entre tecno-ciencia y sociedad es cada día más fuerte, y tal relación está modificando la estructura social, sobre todo porque muchos productos de la tecno-ciencia están desplazando el trabajo humano de manera acelerada.

    Necesitamos comprender esta relación entre tecno-ciencia y sociedad para poder desarrollar políticas gubernamentales que nos permitan aprovecharla de la mejor manera posible en beneficio de la propia humanidad, y al mismo tiempo evitar, en la medida de lo posible, los efectos negativos que pudiera generar, como pueden ser la gran brecha dentro de la sociedad o entre países que podría generarse entre los que tienen acceso a los beneficios de la tecno-ciencia y los que quedarían aislados por no tenerlo, o bien para desarrollar una nueva estructura social con miras a eludir un incremento en la pobreza debido a la falta de empleo, con la paradoja de que se estaría generando más riqueza pero con un mayor incremento en el índice de pobreza debido a una pésima distribución. Quienes podrían aprovechar mejor esta relación serían los países con un mayor índice de educación pues tendrían la posibilidad de generar los medios para enfrentarse a estos problemas.

    Casi todos los capítulos que forman parte de este libro inician con una presentación sobre el conocimiento, podríamos por ello decir que es un libro de epistemología, sin embargo, a lo largo de los capítulos se toman caminos diferentes. La razón principal es que el imperio del conocimiento ha sido bastante fuerte a lo largo de las últimas centurias, principalmente el siglo pasado, y se ha inmiscuido en todos los resquicios posibles bajo la bandera de un monismo irreductible, de tal manera que se convierte en un referente inevitable para cualquier análisis. El otro punto importante que guía los presentes trabajos es el del pluralismo en cada uno de los temas que se tocan, para ello se recurre a la hermenéutica considerando que es el mejor de los recursos para la elaboración de buenos argumentos que justifiquen el reconocimiento del pluralismo, sobre todo apelando al diálogo hermenéutico.

    Por lo mencionado en el párrafo anterior, en el primer capítulo Interculturalidad y hermenéutica, iniciamos con un estudio sobre los retos que se presentan a la filosofía y el servicio que la hermenéutica puede prestar para enfrentarlos de la mejor manera posible. Se trata de llamar la atención sobre la comprensión de nuestro entorno a través del lenguaje en el que se expresa, aceptando también que no existen criterios culturalmente independientes que nos permitan decidir entre diferentes interpretaciones posibles, pero que sí existen buenas razones que permiten justificar una creencia, aunque desde el punto de vista de la ciencia se le califique como no objetiva. También se defiende la idea de que el diálogo es el mejor recurso disponible para superar conflictos entre las diferentes culturas, pero para que lleve a cabo su tarea se requiere del reconocimiento entre pares, es decir, del ejercicio de la escucha que permita reconocer y respetar la diferencia.

    El

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