La Sábana Santa: A la luz de la ciencia del siglo XXI
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La Sábana Santa - Juan Carlos Ossandón Valdés
La Sábana Santa
Autor: Juan Carlos Ossandón Valdés
Editorial Conservadora S.p.A.
Badajoz 100 of. 523
Las Condes, Santiago, Chile
www.editorialconservadora.cl
Edición: Rodrigo Donoso Baeza
Diseño: Carlos Merino
Derechos reservados.
© 2021 Juan Carlos Ossandón Valdés
Inscripción N° 2021-A-615
Registro de Propiedad Intelectual
ISBN 978-956-09169-9-0
ISBN Digital: 978-956-6172-10-9
Se prohíbe la reproducción parcial o total de este libro por cualquier medio, salvo autorización previa y escrita de Editorial Conservadora S.p.A.
Diagramación digital: ebooks Patagonia
www.ebookspatagonia.com
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
LOS HISTORIADORES
EL TESTIMONIO DEL ARTE
LOS CIENTÍFICOS SE INTERESAN EN LA SÁBANA
EL SUFRIMIENTO DEL HOMBRE ENVUELTO EN LA SÁBANA SANTA
LA TÉCNICA AL SERVICIO DE LA SÁBANA SANTA
¿ES JESÚS DE NAZARET?
BIBLIOGRAFÍA
INTRODUCCIÓN
A mediados del siglo XIV, se veneraba en Lirey Champagne, Francia, en el monasterio fundado por el señor de Charny, caballero abanderado del rey, una misteriosa tela que tenía grabada, como una sombra, la figura de un cadáver desnudo cubierto por las huellas de un feroz suplicio que incluía una flagelación y posterior crucifixión. Según tan noble caballero, era la mortaja que San José de Arimatea había usado para envolver el cuerpo de Jesús aquel primer Viernes Santo de la historia. En 1353 había iniciado la construcción de la iglesia y el monasterio que había de conservarla¹.
¿Qué prueba aportaba a su asombroso testimonio? Los monjes dudaban de su veracidad, ya que, en esa época, nadie había oído hablar de la existencia de tal reliquia. Mas el caballero impuso su autoridad: No me preguntéis, es botín de guerra
. En efecto, Geoffroy de Charny había regresado, ya hacía algunos años, de una incursión en el cercano oriente.
Poco a poco se fue corriendo la voz y comenzó la veneración de la notable reliquia. No todos, sin embargo, se dejaron convencer tan fácilmente y comenzó el debate en torno a su autenticidad.
El 25 de mayo 1898, Secondo Pía fotografió la Sábana, especialmente el rostro allí grabado. El resultado de tal sesión fotográfica encendió el interés de algunos científicos, por lo que iniciaron una investigación que se ha continuado desde entonces hasta el día de hoy. Cientos de expertos en las más variadas disciplinas, desde biólogos hasta historiadores, incluyendo matemáticos y casi todas las disciplinas que algo podían aportar, se han volcado sobre el extraño lienzo a fin de comprobar qué posibilidad había de que fuera el mismo que usó San José de Arimatea aquel día venerable.
Tal como sucedió en los días en que el Mesías recorría Galilea y Judea, las opiniones se dividieron, y el odio que despertó Jesús en algunos, como la veneración en otros, se ha repetido en torno a esta reliquia.
En este libro haremos un resumen de los hallazgos que estos expertos nos han expuesto en trabajos publicados en muy diversos medios. Tales escritos abarcan toda una amplia gama de disciplinas, todas las que algo podrían aportar para resolver el enigma. El lector tendrá así un buen material para ejercer un juicio fundado sobre el particular.
Comencemos mostrando el objeto de nuestro estudio.
Esta primera ilustración (Foto 1) nos muestra la imagen grabada en la Sábana, a la que se le solía llamar Santo Sudario
. La inferior muestra su estado actual, tras los incendios y otras peripecias que ha sufrido. Se han coloreado las huellas dejadas por un incendio -probablemente, el ocurrido en Chambery en 1532- y con líneas azules las manchas de agua. Arriba apreciamos una versión digital que la muestra cómo debe haberse visto cuando se grabó. Debo dejar constancia que ninguna fotografía hace justicia a lo que se admira en Turín. Lo que vemos como una sombra un poco más oscura que el fondo no reproduce exactamente su color.
La Sábana era blanca, pero hoy se ha obscurecido de modo que su tono podríamos decir que es marfil o barquillo claro. La sombra
es de un color algo más oscuro, como el de un pan que está comenzando a tostarse. Lo más asombroso ocurre cuando, en la Catedral de Turín, se la observa desde algunos metros de distancia; entonces se distingue claramente que la figura tiene tres dimensiones: se levanta al centro y desciende hacia los costados. Tal impresión la produce una leve degradación del tono; muy leve, por cierto. Es realmente una hermosa obra de arte. Ningún pintor ni reproducción fotográfica, al menos entre las que he visto, ha logrado reproducir tal maravilla. Además, sorprende que sea absolutamente monocolor. ¿A qué pintor se le ocurriría realizar tal hazaña? Lo más sorprendente radica en que hoy, gracias a la ciencia actual, podemos ver detalles que nadie había visto, ni siquiera el supuesto pintor de la imagen. ¿Cómo se grabaron? Buena pregunta.
Mostramos ahora (Foto 2) la cámara con que Secondo Pía fotografió la Sábana Santa el 28 de mayo de 1898. Pía era un abogado, fotógrafo aficionado, el primero en usar bombillas eléctricas; en un museo de Turín se muestra una colección de sus muchas fotografías. En ese tiempo, una instantánea
necesitaba de unos veinte minutos de exposición. Esta cámara se conserva en Turín en el museo dedicado a la reliquia. Él fue el primero en obtener una fotografía del rostro, origen de toda la polémica que llenó el pasado siglo y aún no se apaga. Este caballero, muy aficionado a la ciencia, debió sufrir una campaña de calumnias que lo acusaban de fraude. Tuvo la suerte de que sus hallazgos fueran confirmados en 1931 cuando, por orden de Pío IX, se hizo una nueva sesión; ahora estuvo a cargo del fotógrafo profesional Giuseppe Enrie, acompañado por testigos y un notario y, como no, Secondo Pia. Fin de las calumnias. Tendremos ocasión de revisar este aspecto de la historia.
El objeto de nuestro estudio es una tela de lino tejida en forma de espiga. Tal modo de tejer se utilizó en oriente desde la antigüedad; en Europa, tan sólo desde el siglo XV. Quitados los bordes que se le añadieron mucho después, mide 4,42 por 1,13 metros. En él podemos ver manchas que muestran un cadáver flagelado y crucificado, y, además, muchas huellas que provienen de su accidentada historia. Las más notables son las atribuidas al incendio de la iglesia que la conservaba en 1532.
En 1998, año en que fue expuesta a la veneración de los fieles, S.S. Juan Pablo II, arrodillado ante ella, pronunció un discurso². Nos interesa destacar algunas de sus afirmaciones. La Síndone, palabra griega que significa sábana, es un espejo del evangelio
, nos advierte el Sumo Pontífice. En efecto, coincide maravillosamente con la Pasión de Cristo. Además, es un reto a la inteligencia
. La verdad de este juicio se hará patente a medida que avancemos en los trabajos que han intentado desvelar su secreto. Agrega, a continuación: no tratándose de una cuestión de fe, la Iglesia carece de competencia para pronunciarse sobre su autenticidad
. Obvio. El magisterio eclesiástico determina el contenido de la fe. La Sábana es una tela, nada más, y la fe no depende para nada de ella, sino de la Revelación, contenida en Tradición y en las Sagradas Escrituras, las que contienen tan sólo una parte de ella. Finalmente, el Santo Padre pidió que fuera estudiada objetivamente y sin prejuicios
.
Esta última declaración merece un comentario. Para los creyentes, si es falsa esta reliquia, nada cambia, ya que no es parte de la Revelación. Para los no creyentes, su autenticidad presenta un problema muy serio, ya que demuestra la veracidad del relato evangélico y lo convierte en el testimonio de un hecho de la máxima trascendencia. De modo que el pedido de Su Santidad debe ser meditado principalmente por los no creyentes. Porque si es auténtica esta reliquia, hay que aceptar la autenticidad de los Evangelios en su totalidad; hay que tomarlos, de una vez por todas, muy en serio. Porque Jesús proclamó: Quien creyere y fuere bautizado se salvará; más, quien no creyere, se condenará
(Mc. 16, 16)³. Nada hay más relevante que tal afirmación; sólo puede ser atribuida a un loco o a Dios mismo; porque nadie, sino sólo Dios, puede afirmar tal cosa. No hay otra alternativa ante el Evangelio.
Como afirmamos en el subtítulo de libro, nuestro estudio es científico. Al parecer, son muchos los que sostienen que la ciencia está reñida con la religión. Tal afirmación puede sostenerse ante el Corán y otros libros sagrados, pero no ante la Biblia católica. Desde el principio, los católicos aceptaron la sabiduría griega, criticando sus errores, obviamente; hasta el extremo de considerarla como un camino para llegar al Evangelio, tal como lo es el Antiguo Testamento. Curiosa idea que proclamó San Justino en el siglo II y fue aceptada por muchos católicos de esa época. Es notable el uso que hacen de la sabiduría greco-romana los Padres de la Iglesia, en especial, San Agustín, quien llega a sostener que el platonismo conduce a Cristo. A demostrar esta curiosa afirmación dedica el último capítulo de su Contra Académicos
. Abundante uso hace, en sus escritos, de la ciencia y sabiduría de los paganos; sin dejar, por cierto, de condenar sus errores. Realmente, su inteligencia se nutrió del saber de los paganos; si bien, lo sometió a la Revelación.
Agreguemos a lo dicho que la Iglesia es la creadora de