Chekas sin complejos
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En todas las grandes ciudades se organizaron las chekas para ese fin.
César Alcalá, un historiador experto en la España contemporánea, así como de los nacionalismos que azotan a la política y a la sociedad civil, nos cuenta con detalle qué eran las chekas, quién las dirigía y qué sucedía dentro de aquellos lugares del horror.
Lejos de ser un método cívico y justo, eran más bien un sistema de imposición del terror pero solo a una parte bien definida de ciudadanos: civiles de ideología derechista, parcticantes de la religión católica, militares sospechosos y todo aquel que fuese acusado de cualquiera de las razones anteriores. No existían jucios, solo torturas y la decisión personal de unos frentepopulistas y milicianos, sobre si los mataban o no.
El relato que expone el autor, no es para todos los públicos pero sí todos los públicos deben conocer la existencia de esta realidad histórica que se escapa de las tesis de la Ley de Memoria Histórica. El origen y dónde estaban enclavadas dentro de cada ciudad es fundamental para sacar conclusiones acertadas, y César Alcalá lo cuenta todo.
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Chekas sin complejos - César Alcalá Giménez
El espíritu de las chekas
El descontrol republicano
En el momento de hablar sobre las chekas que se establecieron en España durante la guerra civil, debemos especificar que se crearon en aquellas ciudades donde el gobierno de la República se fue asentando. Así, se crearon en Madrid, Comunidad Valenciana, y Barcelona. Las chekas estuvieron controladas por el gobierno aunque, en algunos periodos, estas se desmadraron y se descontrolaron. Se puede decir que el sistema represivo superó las expectativas iniciales del gobierno.
Durante esta época era frecuente que los familiares de las personas detenidas por estas organizaciones, confiando en la organización más seria y responsable de la policía, llamaban angustiosamente a los comisarios para pedirles protección. Los comisarios siempre mandaron agentes donde eran solicitados, pero aquí tiene que hacer notar que entre los agentes los había de dos clases. De una parte estaban aquellos que siempre pertenecieron a la policía, los cuales eran mal vistos de los republicanos, precisamente por su seriedad e independencia política. Y de otra aquellos qué los mismos republicanos habían nombrado para servir sus intereses políticos. Los agentes incluidos en la primera de dichas clases vivían atemorizados, y por ello siempre rehuían el practicar estos servicios, en los que el choque con las milicias podía serles fatal, y en cambio los otros, cuando llegaban a casa de los detenidos, lejos de defenderlos contra los desafueros de los radios y comités, como ellos mismos formaban en sus organizaciones, llegaban a ayudarles.
La policía nunca tuvo relación con las chekas en el ejercicio de sus funciones, sino que siempre hubo una especie de pugna. No quiere decir esto que muchos de los detenidos por la policía no fueran a las chekas; pero esto se efectuaba por la Dirección General, que era quien, una vez recibidos los detenidos que las comisarías les enviaban, los entregaban a las chekas, según los casos. Lo que sí se daba en algunos casos era que los elementos de las chekas se colocaran las placas de los agentes a los que ellos mismos daban muerte y no había posibilidad de pedirles la documentación para comprobar si eran tales, pues la contestación era el clásico paseo. En cierta ocasión en los Ministerios Nuevos se llevó a cabo un de los muchos asesinatos:
"Dos milicianos violaron a dos señoritas, matándolas después, pero con tal ensañamiento, que uno de ellos disparó sobre la joven a quien había violado cuando aún la estaba poseyendo, saltando la masa encefálica de la desgraciada muchacha en la propia cara del asesino. Inmediatamente el dicente ordenó colocar un servicio muy estrecho en aquellos alrededores, y le consta que desde entonces no volvieron a cometer ningún atropello allí. El Ministerio de la Gobernación mantenía unas Milicias de Retaguardia, que eran fuerzas a las órdenes del Ministro, con absoluta independencia de la policía.
A juicio del declarante, toda la responsabilidad por los hechos acaecidos durante esta época cabe a la falta de energía y dignidad en su cargo del Director General Manuel Muñoz, pues le sobraban medios materiales y apoyos morales para haber evitado esta acción de los Radios, chekas y Milicias. Esto lo prueba suficientemente el hecho de que los comisarios en sus distritos, esfera de acción mucho más reducida, cuando supieron imponerse y hacerse respetar de estos elementos, lograron evitar numerosos atropellos, como ya tiene reseñado en su declaración. Este Muñoz toleró la existencia y acción de las Brigadas del Amanecer. La Técnica (que funcionaba en la Dirección General) y la de Terry y una que controlaba el Subdirector Carlos de Juan. Estas Brigadas cometieron toda clase de tropelías hasta fines de noviembre".
El 7 de noviembre de 1936, con motivo de la proximidad del ejército nacional o franquista, el Gobierno huyó a Valencia, y en Madrid se constituyó la Junta de Defensa bajo la presidencia del general José Miaja. Con esto surge una nueva organización de los servicios de policía. Se crea el Consejo de Gobernación, cargo que ocupa Santiago Carrillo, estableciéndose este organismo en la calle Serrano número 37. Este Consejero de Gobernación es como un Ministro de la Gobernación, cuyas funciones se circunscriben a Madrid. El Jefe Director de la Policía es el Delegado General de Orden Público, cargo que ocupa Segundo Serrano Poncela, y también se establece en la calle Serrano número 37. Se creó también un Consejo de Seguridad, que dependía directamente del Consejero de Gobernación, aunque en la práctica es autónomo y no conoce limitación en su poder. Entran a formar parte en este Consejo elementos del disuelto Comité de Investigación Pública -cheka de Fomento-. Los demás componentes de la disuelta cheka de Fomento fueron distribuidos por las Comisarías de dos en dos. Se les destinó a las Comisarías por un oficio del Director General, en el que se decía que iban en calidad de ayudantes de los Comisarios; pero en realidad su papel era el de controles políticos.
El DEDIDE de Galarza
En abril de 1937 el Gobierno había conseguido una organización de tipo normal pero, no obstante, por aquella época el Ministro Ángel Galarza crea el DEDIDE -Departamento Especial de Información del Estado-. Este Departamento es como una transición entre las milicias y la policía. En resumen, una modificación o atenuación de las Milicias de Retaguardia. Parece obedecer esto a un criterio constante en Galarza de tener siempre bajo sus órdenes alguna organización que sirviese para protegerle de sus miedos. Estas nuevas milicias tienen sus agentes y cárceles propias. Entre éstas la chekas de Santa Ursula de Valencia. En este DEDIDE pueden hallarse un antecedente del SIM y, una vez creado, se refunden los dos organismos.
Las funciones de la policía en esta época se limitan a protección de edificios y personajes oficiales y represión de alzamientos de la CNT en Levante. Todas las demás funciones las ejerce el DEDIDE La policía de Barcelona, aparte de todas sus otras inmoralidades, tenía establecido un fantástico negocio que giraba alrededor de la evasión de personas y capitales. Muchos de los agentes decían estar agregados a los Consulados del Mediodía francés, cosa que no era cierta, y que aprovechaban para dedicarse al contrabando de alhajas y capitales en provecho propio. Se calculó en 2.000 millones de pesetas los valores sacados a Francia por este procedimiento. Alrededor de los pasaportes se estableció también un enorme negocio. Salir de Cataluña era cuestión de abonar una cantidad de dinero. No siempre se lograron estas evasiones. Normalmente cogían el dinero y luego asesinaban a las personas a las que habían desvalijado por este procedimiento.
Galarza fue nombrado presidente de un tribunal de exámenes en Madrid para el ingreso en la policía de los agentes interinos y elementos de las Milicias de Retaguardia. Coincidió este nombramiento con el de Comisario General de Madrid, de cuyo cargo toma posesión el 11 de septiembre de 1937. Ya a partir de esta época no existen las chekas, que son sustituidas por el SIM, con el que no guarda la menor relación la policía. Existía también una Brigada Especial creada por el anterior Comisario General David Vázquez Baldominos, de filiación socialista. La mandaba Fernando Valentí, procedente del grupo de agentes provisionales, ya con categoría de Comisario. Esta Brigada, aunque de organización policial, estaba controlada por los socialistas. Se sabe que se maltrataba a los detenidos. Cuando fue disuelta sus componentes fueron reclamados por el SIM, de matiz socialista, pues sin ser de este partido no se podía pertenecer a esta organización. El SIM procedió siempre, además de con gran crueldad, con procedimientos ladinos y capciosos. Una de sus actividades era lanzar a sus agentes sobre personas de gran indiferencia política y las asustaban diciéndoles que los nacionales estaban a punto de entrar y que era conveniente que se alistaran a la Falange para salvarse a la llegada de estos. Cuando por este procedimiento reunían ciento cuarenta o ciento cincuenta personas, entregaban las listas y decían que habían detenido a una Bandera completa de Falange.
Las cárceles del pueblo
En la revolución rusa fue la cheka el primero y el más fuerte instrumento de terror para diezmar una población a la que se le considera enemiga de las nuevas ideas, del nuevo poder establecido. En España, como clara prueba de que los rusos habrán de estar presente en todo lo que sucedía, en todo lo que se realizase, surgió, desde un primer momento, el instrumento de terror de la cheka rusa. Así pues, se puede asegurar que el inicio de las chekas está intrínsecamente ligado al inicio de la guerra o, mejor dicho, al inicio de la represión. No puede haber revolución sin represión. Pasadas las horas, esto es, cuando Madrid, Barcelona, Valencia, Castellón, Bilbao… quedaron en manos de los republicanos, se inició la represión y, por lo tanto, se constituyeron las chekas.
Estas se crearon en cualquier sitio. Todos los edificios donde se establecieron habían sido incautados por los republicanos. Así encontramos chekas en edificios estatales, en casas particulares, en pisos, en conventos o, como veremos, en barcos. Cualquier lugar era bueno para crear una cheka. Esto supone que, dentro del organigrama de éstas, hay de primera y segunda categoría. Veamos. Hubo lugares en los cuales la barbaridad y el horror se convirtieron en arte, como la de Vallmajor en Barcelona, gracias a Alfonso Laurencic. En otras se practicaron todo tipo de atrocidades y torturas. Y otras sólo sirvieron de centro de espera para, posteriormente, ser trasladados a cualquier descampado y ser asesinados. Aunque haya diferencia entre ellas, todas tienen un nexo: fueron creadas para limpiar ideológicamente España de facciosos.
Los chequistas matan
Todos los grupos, más o menos de acción política, como ellos mismos se denominaban, quisieron tener sus propios automóviles, sus propios palacios, y sus propias chekas. Incluso el PNV tuvo, en Madrid, su propia cheka. Los automóviles los querían para sus juergas y para buscar y trasladar a sus víctimas. Los palacios y casas particulares las requisaron para establecer allí sus cuarteles generales y, por consiguiente, para guardar a sus víctimas, para martirizar a los que iban a matar a la mañana siguiente o a los pocos días de su detención.
En líneas generales el paso por una cheka era cuestión de horas o de días. Pocos fueron los infelices que permanecieron mucho tiempo en ellas. La realidad se imponía. Los chekistas buscaban el exterminio de todas aquellas personas que pensaban de manera diferente. Sí su fin era éste, ¿por qué mantenerlos vivos mucho tiempo? Era absurdo. Al menos en los primeros meses de la guerra, hasta mayo de 1937, las cosas ocurrieron así. Con posterioridad, con la llegada del SIM las cosas cambiarían y ya la represión no era un fin en sí. Lo importante era destruir, destrozar, minar la mente de aquellas personas que, por desgracia, habían caído en manos del SIM. La represión desmesurada ya había pasado. Ahora había llegado el momento de destruir las mentes de los que se habían salvado. Por eso la permanencia en las chekas se dilató pues, la muerte no era el fin último de los dirigentes del SIM.
Se puede afirmar que, si bien el gobierno republicano no encargó la construcción de las chekas, sí que hizo la vista gorda. Directamente el gobierno republicano no tuvo ninguna cheka. Indirectamente sí. Sólo debemos recordar que Ángel Galarza, ministro de Gobernación, tuvo su propia cheka en Madrid y otra en Valencia, dirigida por Loreto García Apellániz.
Las chekas fueron creadas por los partidos políticos y por cabecillas más o menos dependientes de un partido. Así, PSOE, CNT, UGT, FAI, POUM, ERC, PNV, PSUC… todos establecieron sus chekas teniendo en cuenta las instrucciones aprendidas gracias a los agentes rusos. Así no es de extrañar que cabecillas, pertenecientes a estos partidos políticos, crearan infinidad de chekas, más o menos protegidas por los partidos y sindicatos. La verdad es que no necesitaban demasiada protección pues, ellos mismos se encargaban de defenderse. Era, por así decirlo, la ley del más fuerte y, como era de esperar, los más fuertes se hicieron los dueños de todo el cotarro. Ser líder y estar rodeado de una cuadrilla de indeseables asesinos era más que suficiente para establecerse en una cheka propia. Así se actuó durante los diez primeros meses de la guerra civil. El SIM modificó esta manera de actuar. Ahora bien, lo que no modificó el SIM fueron los procedimientos pues, muchos de estos chekistas, que actuaban por cuenta propia, pasaron a engrosar el listado de agentes del SIM.
La protección de las checas
Las requisas, las detenciones, los asesinatos, que los dirigentes de las chekas ordenaban a sus esbirros vinieron a sustituir, en la España republicana, cualquier función policíaca o judicial. Se puede decir que la policía y la justicia dejaron de existir y que el único poder legal, dentro de la ilegalidad del momento, era el de la cheka. Por poner un ejemplo, si la policía ordenaba cualquier cosa, nadie les hacía caso. Fueron multitud las ocasiones en que sus órdenes fueron desbordadas por el chekismo.
En todo momento y desde el instante en que se instalan las chekas, tanto en Madrid, en Barcelona, como en la Comunidad Valenciana, hasta la entrada de las tropas nacionales o franquistas en ellas, el gobierno de la República otorgó a los chekistas no sólo su benevolencia sino, además, su decidida protección. Se les dejaba actuar libremente y acataban las órdenes dadas por estos todas las autoridades competentes. Se les dio carta de libertad para instalar las chekas donde les viniera en gana.
En España, durante el año 1936, se siguieron paso a paso los procedimientos empleados en la revolución rusa. Las chekas fueron calcadas de aquellas y también lo fueron algunos decretos. Entre los numerosos dictados por el Gobierno de la República destacamos uno que es una verdadera orden de asesinato, aunque su praxis nos quiera hacer ver que, en realidad, es una defensa de los inocentes que eran detenidos.
No sólo era por amor a la libertad y a la causa de la democracia por lo que los chekistas trabajaban sin cesar noche y día. Estaba también el interés de ser ellos los más fieles y celosos administradores de todo el oro, la plata y las alhajas que se incautaban en las requisas y registros a que sometía a sus víctimas.
Financiación de una checa
Las chekas, al Gobierno republicano, les resultaron francamente baratas. Nos explicaremos. Todas ellas se establecieron en casas, palacios o conventos confiscados a sus propietarios. No necesitaban una estructura muy especial. Las mismas habitaciones o sótanos de estas casas serían para la función de cheka. Cada una pertenecía a un grupo político o sindicato. Eran ellos los que debían asumir los gastos. Pero, no ocurrió así. Se puede asegurar que estas se autofinanciaban. ¿Cómo? De la manera más sencilla. Los presos eran detenidos y despojados de todos los objetos de