Los abismos de la piel
Por Lourdes Meraz
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Lourdes Meraz
[María de] Lourdes Meraz [Alfaro] es una escritora mexicana. Licenciada en Actuación por la Escuela Nacional de Arte Teatral ENAT. Fue Asesora Nacional de Teatro de la Secretaría de Educación Pública SEP y becaria del programa México en Escena 2005-2006 por el Instituto Nacional de Bellas Artes INBA. Obtuvo el primer lugar en la Segunda Pasarela Poética organizada por la Editorial Literal y el Centro Cultural de España 2013; el tercer lugar en el XIV Concurso Universitario de Poesía Décima Muerte 2011, convocado por la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM; el primer lugar en el Torneo de Artes Literarias Mixtas organizado por la Revista hotel 2011; y el Premio como Mejor actriz en el xiii Festival Nacional de Teatro Universitario 2005. Publica semblanzas en la columna "Escritoras de vida demac" para el periódico Guía Metro. Ha colaborado en la revista México Desconocido. Autora del libro Los abismos de la piel por Editorial Terracota (2013).
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Los abismos de la piel - Lourdes Meraz
LOS ABISMOS DE LA PIEL
LOURDES MERAZ
Primera edición: octubre de 2013
Dirección editorial: Enrique Alfaro Llarena
Coordinación de Producción: Jeanette Vázquez Gabriel
Diseño de cubierta: Raymundo Ríos Vázquez
© 2013, Lourdes Meraz
© 2013, Editorial Terracota
ISBN: 978-607-713-305-6
Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento.
Editorial Terracota, S. A. de C. V.
Cerrada de Félix Cuevas, 14
Colonia Tlacoquemécatl del Valle
03200 México, D.F.
Tel. +52 (55) 5335 0090 [email protected]
www.editorialterracota.com.mx
Este libro se realizó con apoyo del Estímulo a la Producción de Libros derivado del Artículo Transitorio Cuadragésimo Segundo del Presupuesto de Egresos de la Federación 2012.
Se dice que tiene la cabeza y los puños palpitantes. Suele abrir los ojos en la noche a fuerza de tanto pensar. Canta y juega no para atraer a alguien; es sólo que no lo puede evitar. Hay quien afirma haberle visto los impulsos: corren historias sobre lo filosos que pueden ser. El género es incierto: se han visto huellas de macho y de hembra. Dejó escrito algo: Lo que enloquece es la incongruencia
. De eso se deducen dos cosas: o que lucha desesperadamente para mantener la cordura, o bien, que simplemente ya se rindió.
No hay manera de reclamar nada. Una concesión del contrato que nadie escribió. Una sentencia que nos une y nos mantiene encerrados en un cuarto de hotel. A veces con orgasmos, a veces sin ellos. Por lo general, cumpliendo cada quien con los gemidos respectivos.
A veces quisiera salir corriendo y no volver a verte, pero me sorprendo llamándote o me propongo callar para que tú me llames. Inmediatamente sé que la escena siguiente se repetirá en ese cuarto de hotel, entre tus piernas; con tus ojos cerrados y tus brazos en otro cuerpo que no es el mío y que sólo a veces, muy de vez en cuando, apenas me rodean pero no me abrazan.
A veces creo que se nos acabó el encanto y pareciera que el destino se encargara de amarrarnos haciendo que la noche siguiente sea colosal. Y cuando eso sucede, siento que me enamoro. Siento que me ves a los ojos y hasta me atrevo a decirlo en voz alta: Te extrañé
. Y fantaseo con estar todas las noches contigo: construyo castillos enormes, laberintos floreados y tormentosos. Pero la distancia, el silencio y la ausencia me hacen ver que las aspiraciones que se me escapan de la imaginación parecen tener lugar de partida, pero nunca de llegada.
Yo escribo… ¿Y tú?
Tú duermes y me reclamas mi insomnio cuando no te permite brindarme más placer que el que pueden proporcionarme tus energías de reserva. Tú duermes y caes en un sueño tan profundo mientras que a mí me toca caer en picada aquí: en esta cama vacía en la que estoy con tu cuerpo inanimado y exhausto. Yo trato de volar. No sé a dónde… pero es que es tan difícil partir con un cuerpo tan pesado como el tuyo.
¿Qué día es hoy? ¿En qué día caerá la próxima cita?
A veces siento que me voy a quedar toda la vida con los ojos abiertos. Así soy: de la noche, despierta en la madrugada y con las manos hormigueantes a las cuatro de la mañana. Esperando a que hables, a que despiertes y me adviertas. Debería perder la esperanza; debería saber que todo esto no es cierto. Que me encuentro dentro de una pesadilla a la intemperie. Debería soñar con encontrar unas pupilas expectantes que puedan compartir esos instantes conmigo sin reclamos ni contratos.
Quisiera volver a soñar con esas manos en mi vientre queriendo atravesarme toda; queriendo poseerme con todo y por todo. Con los brazos incondicionales de la pertenencia, con un beso matutino y un abrazo que dure todas las noches del mundo. Quisiera, quisiera, quisiera pero se me acabó. No sé qué, pero se acabó. Eso no está, eso no es y no sé si será. Eso ya no se espera ni se busca; tampoco se puede olvidar. Eso sencillamente se deja a un lado y uno tiene que despertar por las mañanas y vivir su vida sin besos matutinos, sin desayuno listo, sin flores, sin brazos…
No es falta de esperanza, ni pesimismo, ni desaliento, ni rencor. Es la vida y punto. Es.
Es, cuando uno se levanta con el mismo cuerpo en el mismo estado y con la misma temperatura; con los mismos olores y las mismas carencias. Es, cuando camino por las calles y veo a las parejas abrazadas y fulgurantes. Es, cuando veo a las princesas salidas de sus cuentos para esperar a sus príncipes azules. Es, cuando me río y cuando lloro. Es, cuando no me abrazan y cuando me miro en el espejo. Es, cuando no duermo en las noches y me lastima el sol de mediodía.
Es, cuando tomo café y cuando escribo.
Es y punto.
El tiempo nos ha hecho celosos y susceptibles. Dices que a veces
me piensas. Es lo que más presente tengo de la última visita furtiva. A veces. A veces… Como si fuera un comentario al aire que, ambos sabemos, pesa como plomo. Me lo dices desde el baño del cuarto, como a cien kilómetros de distancia. Callo. Me dejo llevar por el torbellino sin oponer resistencia para no volver a