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MOSAICOS 2019: CUENTOS
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MOSAICOS 2019: CUENTOS
Libro electrónico139 páginas1 hora

MOSAICOS 2019: CUENTOS

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Mosaicos, es una colección de cuentos con los que originalmente se ganó una beca de publicación de PACMYC. Consistió, primeramente en diez pequeñas historias ficticias, dos de ellas ambientadas en el medio rural jalisciense y las otras ocho en la atmósfera de de la Zona Metropolitana de Guadalajara. En esta edición, se incluyeron otros cuatro cuent
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento21 ene 2022
ISBN9786078535972
MOSAICOS 2019: CUENTOS
Autor

Raúl Sánchez Robles

Raúl Sánchez Robles, estudió Licenciatura en Letras en la Universidad de Guadalajara. Fue cronista de San Cristóbal de la Barranca y, de Zapopan, Jalisco. Ex editorialista de EL OCCIDENTAL, finalista en el certamen de cuento corto TODOS SOMOS INMIGRANTES (2018), a la fecha, autor de cuatro novelas; Cuando la Ciudad Enciende sus Lentejuelas (Guadalajara 2013), Rauel y Raputzel (Guadalajara 2015), ambas en edición de autor por AMATE EDITORIAL, Tierra Parda (2017), Querétaro, México, ENDIRA EDITORIAL, Aguas Torvas (La Coruña, España 2019), que siendo finalista en I CERTAMEN "AUGUSTE DUPIN" DE NOVELA NEGRA Y DE DENUNCIA SOCIAL, la editorial Distrito 93 decidió publicar, misma que se encuentra en el acervo de Editorial Gandhi, así también Tierra Parda. Docente desde hace 26 años, en la actualidad es Profesor de Tiempo Completo en el Instituto Tecnológico Superior de Jalisco, José Mario Molina Pasquel y Henríquez.

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    Vista previa del libro

    MOSAICOS 2019 - Raúl Sánchez Robles

    ÍNDICE

    INTRODUCCIÓN

    PRESENTACIÓN

    TEPOZÁN

    LA RELACIÓN

    POLONCHO

    TIANGUIS

    PERFIL DE SOMBRA

    DIFUSA IMAGEN

    LA ESPERANZA ESCONDIDA

    A MERCED

    ENTELEQUIA

    ENTRE LOS RONQUIDOS DEL AGUACATE

    LA SONRISA DE NERÓN

    ONIRIS

    LA NEGRA

    VIUDA DE CLIENTES

    INTRODUCCIÓN

    A LA PRIMERA Y SEGUNDA EDICIÓN EN ULTRAVIOLETA EDITORES

    Siempre que hablamos transmitimos ideas, imágenes o conceptos que de alguna manera definen nuestra personalidad o nivel cultural.

    En este caso, finco mi objetivo en la proyección de imágenes, también de sonidos o sentimientos intrínsecos en la literatura que a veces, por cuestiones de esnobismo, criticamos duramente en los demás.

    Podemos esconder una opinión cargada de mala vibra, en un análisis objetivo, como mero mecanismo de defensa; es probable que temamos mostrarnos vulnerables. Sin embargo, el hecho de trabajar por algo, o por alguien, dignifica cualquier planteamiento.

    Cuando era niño, heredé de mi madre una atracción por la narrativa, por platicar cosas. Recuerdo cómo pasábamos las noches: ella platicándome leyendas y hechos de su tierra; yo, casi somnoliento, en un principio renegaba, pero con el tiempo me llegó a gustar tanto, que posteriormente le estaba rogando para que me platicara más cosas.

    Así supe que les había ocurrido a varios músicos en sus primeros encuentros con la belleza de los sonidos y silencios.

    Sus padres los llevaban a los conciertos, a lo que ellos reaccionaban con desagrado, pero al paso del tiempo eran ellos quienes procuraban llegar oportunamente a las salas para no perderse ni un aria de la obra que iban a escuchar.

    Después me llegó la vena literaria. Imaginaba la forma en que debía escribir. Pensé en decir las cosas de la manera más original e impresionante, marcar un hito en la Literatura, con mayúscula, ser una verdadera revelación, como si el mundo no conociera nada antes que a mí. Pensé en renegar de todo y de todos, sin tener un verdadero proyecto a futuro. Ingenuamente creí que con manifestar mi inconformidad tendría un lugar predilecto en el gusto de los lectores, como pensamos todos en la adolescencia. Pero llegó el momento en que la realidad me marcó una pista de aterrizaje y me dijo: Ya bájate de la nube, renegando no vas a crear nada que valga la pena. Entonces decidí escribir de la manera más natural que me fuera posible, buscar mi propio aliento con personajes comunes y corrientes para tratar de expresarme como si fueran ellos y no yo el que estuviera hablando.

    Mis primeros intentos los tuve que quemar cuando, años después, los descubrí entre una pila de notas viejas que hojeaba por accidente. Eran unos poemas de mi adolescencia, tan malos, que al leerlos se me enchinó la piel de vergüenza y dije: ¡Cómo es posible que yo escribiera estas pendejadas!, y cubría mi cara con ambas manos, como si el mundo estuviera pendiente de mí. Afortunadamente, el mundo ignoraba que yo existía, y mis primeras vergüenzas la digerí yo solo. Por desgracia no serán las últimas, sé que me esperan más, pero ahora ya estoy preparado y creo que me dolerán menos, eso espero.

    Decía que he centrado mi atención en las imágenes, en lo que proyectamos. La vista es un sentido de fácil manejo y de potente influencia. A la gente no la podemos quitar de la televisión, por más que pretendamos concientizar, y creo que los escritores debemos trabajar más en este rubro, pensar más en los gustos ajenos, pensar que la mayoría difiere de nosotros, y que una gran parte de la sociedad no está habituada a la lectura, la cual exige una especial atención, y que quiere algo un poco menos rígido, o menos denso, algún descansito entre página y página Es posible que podamos educar a nuestros lectores, si es que los tenemos, porque de qué sirve un excelente comentario si nadie lo va a leer.

    Cabe hacer una aclaración: tanto Tepozán, Poloncho y El Tianguis son cuentos que enjulio de 1998 se publicaron con el nombre de Mosaicos I, en una edición de la Asociación de Cronistas Municipales del Estado de Jalisco.

    Ahora se reeditan en Ultra violeta Editores, pero en Tepozán se independizaron dos de las tres historias, una conserva el nombre original, y la segunda tomó el de La Relación, las que junto a otros textos inéditos van a completar la colección tal y como se había deseado desde el principio.

    En los cuentos nuevos podría sentirse una atmósfera diferente que los haría parecer ajenos, pero todos están escritos bajo el mismo aliento que espero haya alcanzado la función lúdica que tanto he pretendido trabajar.

    En Mosaicos, cada cuento está dedicado a personas especiales en mí vida: para mi hija y amigos. Pero el conjunto de la obra, así como yo soy producto de ella, se lo dedico a mi madre, por haber sabido sembrar en mí este gusto por platicar cosas. 9

    ¡Gracias, jefa!

    Raúl Sánchez Robles

    PRESENTACIÓN

    Poloncho, cómo leer este cuento sin llevar nuestra mente a recorrer una de las más profundas heridas de nuestra sociedad, la que vive, como dice Raúl Sánchez Robles, escondida debajo de nuestra normalidad... la que... nos muestra el otro «yo» cuando hemos dejado de serlo. La crudeza de su realismo, envuelta en una férula de sensualidad literaria, hace sin duda de este cuento de la colección Mosaicos, uno de los ejemplares más representativos de la narrativa contemporánea, la pluma recorre pausadamente el relato llevando la descripción por linderos donde lo mismo surge la ternura de un romance: Tus lágrimas llenaban los océanos que salpicaban las mejillas con tu llanto. Yo buscando tus suspiros en el viento para atraparlos con mis ojos, para besar el aire de tu corazón, el pedacito de alma que has dejado escapar; como surge intempestivamente la severidad de una frustración contenida, reproducida en el más cercano de los remedios: la ejecución de una violencia inentendible: Vi cómo entraba a mi cuarto, con la soga estilando agua. Sus ojos lanzaban destellos anaranjados, como deben ser las llamas del infierno... ¡Zummm, zazzz! Y la soga se estrelló en mi espalda. Con brusquedad me puso la chamarra y ató fuertemente las mangas a mis espaldas. Ya no me resistía como al principio, ahora lo dejaba desahogarse. Me golpeó hasta que le costó trabajo respirar y luego se fue.

    Si fuese necesario un texto para ejemplificar las teorías de Bajtín, respecto a la pluralidad de discursos que forman la obra literaria, y sobre todo de un escrito que reflejara algunos sectores del habla tapatía, seguramente se encontraría en el cuento de esta colección titulado El Tianguis.

    Discursos parafraseados como el que manejan los merolicos... le traigo en promoción para su reparto, para su colocación en el mercado la famosa pomada «Dermatodo», la milagrosa sustancia de la pomada está elaborada con extracto de dermesto y la parte exterior de la concha nácar. Expresiones que reproducen partes del habla popular, albures y frases de doble sentido que se corren en los mercados y plazas de la ciudad. El discurso del actante que se adhiere al relato para explicar o para corregir, como una voz ajena a la narración, un muestrario de estos discursos se ha arracimado en los personajes que recorren diariamente el mundo de los tianguis.

    Siguiendo el paso de Parménides García Saldaña, el relator de la gran urbe, quien ha dejado marcada huella en las generaciones posteriores, con sus cuentos e historias en las que describe con doloroso. realismo la vida de los jóvenes capitalinos, que viven en la oscuridad de una metrópoli, que los absorbe y los aniquila en sus insensibles entrañas de concreto y acero, Raúl Sánchez deja impresa en dos de sus cuentos, A Merced y Entelequia, esta maravillosa facultad de reproducir los hechos más insignificantes, vividos en cualquier calle en cualquier momento en una ciudad como Guadalajara que, al igual que el Distrito Federal, crece calcando en un gran sector de su población sus desgracias y sus formas de existencia, marcadas por la delincuencia y todo tipo de conductas antisociales. «Ratero», y encaran al policía casi con descaro, atrevidas. Este rehúye todas las miradas. Una señora me avienta, me dice que no sea tonto, que defienda lo mío o al rato todos estaremos a merced de los cuicos. «¡Responda!», me grita hasta lo más recóndito del alma. «¡Culero!», se escucha de algún lado. «¡Culero, culero, culero!» como un eco rebota hasta la profundidad de mi conciencia ....

    En Entelequia queda igualmente reproducida la desigual batalla que los ciudadanos ajenos a la corrupción y a los

    intereses del hampa y de las autoridades que las protegen libran todos los días, nada vale ante ellos, así que solo queda, según el relato, la escapada a cualquier parte: "«¡Hey, pendejo!

    ¿Ónde va?». Oí de repente a mis espaldas a un cuico que corría de regreso tratando de desenfundar una pistola que traía sujeta entre el fajo y la descomunal barriga que temblaba pavorosa a cada paso de como diez toneladas".

    De la Barranca de

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