Diario íntimo
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Estos cinco cuadernillos presentados sin notas ni introducción ni prólogo están escritos en la última década del siglo XIX (el último cuadernillo tiene como fecha apuntes de 1902), cuando el filósofo bilbaíno tenía entre treinta y cuarenta años y la obsesión religiosa ocupaba buena parte de sus pensamientos.
El Unamuno que aquí aparece es un ortodoxo que se reafirma en una fe sin fisuras y en una búsqueda de un camino en el que la duda existencial que en años posteriores será una de sus señas de identidad no parece tener cabida. Es un hombre reafirmado en la fe de sus mayores a la que modela de una forma radical y vehemente personalmente. Nada del Unamuno dubitativo que los manuales de filosofía describen posteriormente en su vida. Este diario, sin la firma por medio, podría ser el de un santo español del XVI; la única concesión a su tiempo son las referencias al socialismo, entendido más como fraternidad universal que como un modelo socioeconómico de soluciones. Entre medias, de vez en cuando aparecen algunos apuntes de alguna otra materia, aunque siempre relacionándolas con el numen central del libro y que son las que uno ha leído con mayor interés.
Miguel de Unamuno
Miguel de Unamuno y Jugo nació el 29 de septiembre de 1864 en Bilbao, España. Fue un destacado escritor, poeta, ensayista y filósofo que se convirtió en una de las figuras más influyentes de la Generación del 98, un grupo de intelectuales españoles que reflexionaron profundamente sobre la crisis moral, política y social que afectó a España a fines del siglo XIX y principios del XX. Unamuno creció en un ambiente culturalmente rico, lo que le permitió desarrollar su amor por la literatura desde una edad temprana. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid, donde más tarde se convirtió en profesor. Como escritor, Unamuno fue prolífico y versátil. Su obra abarcó una amplia variedad de géneros, desde poesía y novelas hasta ensayos y teatro. A lo largo de su vida, mostró una fuerte inclinación hacia la filosofía existencialista, lo que se refleja en su interés por las cuestiones de la vida y la muerte, la fe y la inmortalidad, temas que se entrelazan en muchas de sus obras. Unamuno fue una figura polémica en su tiempo debido a sus opiniones políticas y su enfrentamiento con el régimen dictatorial del general Miguel Primo de Rivera. Su defensa apasionada de la libertad de expresión y sus críticas al autoritarismo le llevaron al exilio en varias ocasiones. Sin embargo, su influencia intelectual no se detuvo, y continuó escribiendo y publicando hasta su muerte.
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Diario íntimo - Miguel de Unamuno
DIARIO ÍNTIMO
Miguel de Unamuno
Cuaderno 1
Pospón toda sabiduría terrena, y toda humana y propia complacencia.
* * *
El misterio de la libertad es el misterio mismo de la conciencia refleja y de la razón. El hombre es la conciencia de la naturaleza, y en su aspiración a la gracia consiste su verdadera libertad. Libre es quien puede recibir la divina gracia, y por ella salvarse.
* * *
Hay que buscar la verdad y no la razón de las cosas, y la verdad se busca con la humildad.
* * *
Estando en Munitibar cuando el apuro del parto de Ceferina, me salí a la carretera, y sólo se me ocurrió rezar. En aquel trance de nada me servían mis vanas doctrinas, y del fondo del corazón me brotó la plegaria, como testimonio de la verdad del Dios Padre que oye nuestras súplicas. Y yo no entendí mi propio testimonio, cerrados mis oídos a la voz que hablaba en mí mismo. Resabios de antes, resurrección automática de fondo antiguo... mil explicaciones de razón buscaba en las sutilezas de la psicología, y no quería ver la verdad, que al impulso de la piedad se descubrió en mí. Porque entonces pedía por el prójimo, a solas, delante de Ti, sin sombra de vanagloria ni de propia complacencia, sin eso que se llama altruismo y es comedia y mentira.
* * *
Leopardi, Amiel, Obermann...
* * *
Confusión.
Rotura de costras y versión de contenidos. No entendía yo entonces que esa costra era la del pecado, y la de la soberbia sobre todo, y que es la humildad lo que desnuda el alma. Ni entendía que esa confusión es la caridad cristiana. Vuelto cada hombre a sí, ruegue por todos, y todos unidos en una oración común harán un solo espíritu. Morir en Cristo es confundirse con los demás y llegar al toque de alma a alma. Y todo aquello del sobre—.ombre en la sobre—.aturaleza, ¿qué es más que una visión de la gloria, del bienaventurado en el reino de la gracia eterna? Naturalizarse el hombre es hacerse sencillo y cristiano, y humanizar la naturaleza es descubrir al Criador en ella y hacerla canto vivo de Él. Y aquella voz de las cosas, aquel canto silencioso no es más que el himno con que los cielos y la tierra narran la gloria de Dios.
* * *
Con la razón buscaba un Dios racional, que iba desvaneciéndose por ser pura idea, y así paraba en el Dios Nada a que el panteísmo conduce, y en un puro fenomenismo, raíz de todo sentimiento de vacío. Y no sentía al Dios vivo, que habita en nosotros, y que se nos revela por actos de caridad y no por vanos conceptos de soberbia. Hasta que llamó a mi corazón, y me metió en angustias de muerte.
* * *
Conócete a ti mismo.
«... Pero si os oyeran hablar de ellos mismos, no pudieran decir nunca: El Señor nos engaña, o esto es mentira. Porque oír ellos lo que decís de ellos mismos ¿qué otra cosa es sino conocerse a sí propios?».
S. Agustín, Confesiones, X, 3.
* * *
Me había fijado en aquella proposición de Spinoza que dice que el hombre libre en todo piensa menos en la muerte, siendo su vida una meditación de la vida misma, no de la muerte.
Y no comprendí que para llegar a ser hombre libre en espíritu y en verdad era preciso hacerse esclavo, y haciéndose esclavo esperar del Señor la libertad que nos permita vivir meditando en la Vida misma, en Cristo Jesús.
* * *
El que quiere todo lo que sucede consigue que suceda cuanto quiera. Omnipotencia humana por resignación. Mas no comprendía que a tal resignación sólo por la gracia se llega, por la fe y la caridad.
* * *
Tuve por mucho tiempo en mi cuarto de estudio dos cartones, un retrato de Spencer y otro de Homero, hecho por mí, a cuyo pie había copiado aquellos versos de su Odisea que dicen que «los dioses traman y cumplen la destrucción de los hombres, para que los venideros tengan qué cantar»
. Quintaesencia del vano espíritu pagano, del estéril esteticismo, que mata toda sustancia espiritual y toda belleza.
* * *
Muchas veces he escrito de la diferencia entre la razón y la verdad sin entenderlo bien. Aquí abajo, en las disputas a que Dios nos dejó entregados logramos tener razón, pero verdad es el asiento y la paz.
* * *
Así como puso Dios deleite en la procreación y la nutrición para que hagamos de grado lo que por deber no haríamos, puso deleite de vanagloria en los trabajos de arte y ciencia para que los llevemos a cabo. Mas así como aquel deleite carnal, aquella concupiscencia, es causa de la muerte de muchos, así es causa de muerte este deleite espiritual, cuando se nutre de soberbia del espíritu. ¡Feliz quien cría hijos puesta su mira en la gloria y servicio de Dios, y feliz quien esparce sus pensamientos para gloria del Señor y bien del prójimo!
* * *
Por la humildad se alcanza la sabiduría de los sencillos, que es saber vivir en paz consigo mismos y con el mundo, en la paz del Señor, descansando en la verdad y no en la razón.
* * *
Entro en la fe con la soberbia de los años de mi sueño, y todo se me vuelve maquinar vanaglorias en ella, haciendo que Dios me sirva y no que sirva yo a Él. Pensaba en los conversos célebres y en las vanidades de un catolicismo de relumbrón. Pido a Dios que me despoje de mí mismo.
* * *
Quisiera no hacer de la verdad razón, de la inefable verdad razón sujeta a figuras lógicas, y no discutir, sino pedir, Señor, que sea santificado vuestro nombre, no con vanas palabras, sino con actos y con palabras que sean actos, palabras de caridad.
* * *
Triste cosa es dejarse adormecer por voces que enmudecerán a nuestros oídos cuando se nos ensordezcan éstos para siempre.
* * *
«Sueño». Buscar en el sueño refugio, en la muerte mala.
* * *
Cuando Jiménez me escribió que anduviese con cuidado en no acabar repasando cuentas de rosario, le contesté que no corría ese riesgo porque había echado la cabeza de la solitaria.
* * *
Nunca he podido ser un sectario, siempre he combatido todo dogmatismo, alegando libertad, pero en realidad por soberbia, por no formar en fila ni reconocer superior ni disciplinarme. Quiero oír, vivir y morir en el ejército de los humildes, uniendo mis oraciones a las suyas, con la santa libertad del obediente.
* * *
He tentado al Señor pidiéndole un prodigio, un milagro patente, cerrados los ojos al milagro vivo del universo y al milagro de mi mudanza.
* * *
Padre nuestro. Padre; he aquí la idea viva del cristianismo. Dios es Padre, es amor. Y es Padre nuestro, no mío. «¡Ay, Dios mío!».
Santificado sea el tu nombre. No se oigan alabanzas más que de Ti, y a Ti se refiera todo, que así habrá paz y morirá la soberbia.
Venga a nos el tu reino, venga a nos, y no vayamos a él. Sin Tu gracia no podemos llegar al reino de la vida eterna y ¿qué es la gracia más que un llevarnos Tú a él? El Verbo bajó, encarnó en María, y se hizo hombre, para traernos el reino de la vida eterna. No fue la humanidad al Verbo, no ascendió el hombre a Dios, sino que por su aspiración a Él, Él bajó. Venga a nos, no a mí.
Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. Suprema fórmula de la resignación y de la paz. Así en la tierra, así en el reino de la realidad, como en el cielo, en el reino del ideal.
El pan nuestro de cada día dánosle hoy. Hoy, sólo hoy, ¿quién es dueño del mañana? «No os inquietéis por el mañana, ni qué comeréis o beberéis, etc.».
Vivamos como si hubiésemos de morir dentro de un instante.
* * *
El socialismo.
Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. ¿Nuestros deudores? ¿Qué nos deben? Esto o aquello, que proviene del Señor. ¿Es mío lo que me deben? Y yo debo todo lo que soy, me debo a mí mismo.
Y no nos dejes caer en la tentación. No confiemos en nuestras propias fuerzas, que quien ama el peligro en él perece.
Mas líbranos del mal. Es de lo único que debemos desear ser libres, de lo que el Señor sabe que es nuestro mal, no de lo que creemos nosotros que lo es. Y así no pidamos que nos libre de esto o aquello, sino que en estas breves palabras, dichas desde el corazón, está toda súplica libre de deseo impuro y de vana complacencia.
* * *
La comedia de la vida. Obstinación en hundirse en el sueño, y representar el papel sin ver la realidad. Y llega al punto de representar a solas, y seguir la comedia en la soledad, y ser cómico para sí mismo, queriendo fingir delante de Ti, que lees en nuestro corazón. ¡Ni para nosotros mismos somos sinceros y sencillos! ¡Hasta tal punto estamos cegados, y ocultos a nuestros propios ojos!
El conocerse a sí mismo en el Señor es el principio de la salud.
Debo tener cuidado con no caer en la comedia de la conversión, y que mis lágrimas no sean lágrimas teatrales. A Ti, Señor, nadie puede engañarte.
«Muchas veces sucede también que de haber el hombre despreciado la vanagloria, viene a caer en otra gloria más vana; en tal caso tampoco puede decirse que se gloría de haber menospreciado la vanagloria; porque no puede ser verdad que ella esté menospreciada, en un hombre que tan vana e íntimamente se gloria».
S. Agustín, Confesiones, X, 63.
* * *
Socialismo y comunismo. El santo comunismo de la comunión, el participar todos de un mismo Dios; el comulgar en espíritu.
¿Qué hace la comunidad del pueblo sino la religión? ¿Qué les une por debajo de la historia, en el curso oscuro de sus humildes labores cotidianas? Los intereses no son más que la liga aparente de la aglomeración, el espíritu común lo da la religión. La religión hace la patria y es la patria del espíritu.
* * *
La niñez. Se me ha ocurrido muchas veces que son los justos de Sodoma, por los que Dios no nos destruye.
«Dejad que los niños se acerquen a mí».
«El que no se hiciere como uno de estos pequeñuelos no entrará en el reino de los cielos».
* * *
La letra mata, el espíritu vivifica. Y el espíritu no es el sentido, porque el sentido no es más que la razón y el espíritu es la verdad.
La verdad es objetiva y subjetiva. Objetivamente es la verdad la relación de las cosas con la gloria de Dios, así como la razón su correspondencia con la mente divina, y subjetivamente es su relación con nuestra salvación. Es verdadero cuanto glorifica a Dios (todo) y cuanto nos conduce a nuestra salvación en cuanto a ella nos conduce. Todo es pues verdadero, y la mentira nada positivo.
* * *
Padezco una descomposición espiritual, una verdadera pulverización bajo la cual palpita la voluntad de mi mente, su fuerte deseo de creer, de creer en sí, en que no se aniquila.
* * *
De D. J. J.
Yo no quiero ser nada, ni que nadie se acuerde de mí. Trabajar, ¿para qué? Me encierro aquí, entre cuatro viejos, y a vivir. Mis aspiraciones están ya satisfechas. Un nihilista.
* *