Antología ficticia del microcuento
Por Desirée Jiménez
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Dos escuelas de escritores hiperbreves luchan por hacerse con el dominio del género. Los fundadores de las escuelas son los gemelos Salazar, irremediablemente enfrentados por su ideología y por un odio fratricida. Es este libro se recogen las obras de los excéntricos o los desgraciados que formaron parte de una de estas escuelas. Fantasía, horror, ciencia ficción, noir y realismo mágico quedan miniaturizados en los cien microcuentos que recoge la antología. Si decide leerlos, le aconsejamos que descarte la idea de posicionarse públicamente a favor de una de las escuelas. Su vida depende de ello.
Desirée Jiménez
Nacida en Las Palmas de G.C. (España), reside en el Reino Unido desde 2013. Licenciada en Filología Hispánica, ha trabajado para empresas de videojuegos como SEGA y Rockstar Games. Ha sido publicada en España, México, Colombia, República Dominicana, Argentina, los Estados Unidos y el Reino Unido. Ha recibido varios premios y sus poemas, relatos y microcuentos aparecen en diversas revistas y antologías.
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Antología ficticia del microcuento - Desirée Jiménez
Antología ficticia del microcuento
Desirée Jiménez
Icono Pen pequePrimera edición: julio, 2019
© 2019, Desirée Jiménez. Todos los derechos reservados.
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Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito.
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Introducción
El género de la minificción
La minificción surgió de un misterio de oscuridad y vibración, como todo lo que existe en el Universo. Quien pretenda situar su origen en las vanguardias posmodernas, los aforismos grecolatinos o Borges, simplemente no tiene ni la menor idea. Es mejor pensar en ella como en un animal que a veces vuela y a veces tiene trompa. No vale la pena preguntarse si viene del pájaro o del paquidermo, aunque como especie nos cueste aceptar la incertidumbre.
Tampoco pienso molestarme en justificar la validez del género, defenderlo frente al relato breve o la novela. Sé que hay quien dice que el microtexto no es nada. Yo creo que el microtexto aspira a la nada, pero es algo. En definitiva, los académicos de la Literatura se obsesionan con nombrar cosas válidas o inválidas y no hay que hacerles caso.
Por último, sepa el lector que la pieza de ficción hiperbreve ha recibido numerosos nombres, entre ellos microcuento, microrrelato, cuento brevísimo, microtexto, nanoficción, etcétera. Yo en el título me he decantado por microcuento y como sé que hay quien me exigirá que lo justifique, quiero que se sepa que puede o no que alguien me haya amenazado y esté escribiendo esto desde un sótano.
Los autores de la antología
Como en toda antología, la selección de autores que en este libro aparecen es completamente arbitraria. La mayoría son o fueron amigos míos. El resto me sobornaron o simplemente me pareció que quedarían bien en el libro por la forma de sus dientes o el color del pelo.
Dicho esto, podrán ustedes observar que los autores se enmarcan en una de las dos corrientes principales de la literatura hiperbreve. Algunos pertenecen a la escuela mítica y otros a la escuela taumatúrgica.
La escuela mítica defiende el término microcuento por encima de microrrelato. Desde su punto de vista, el microcuento procede de la fábula o la imita, y por tanto debe subyacer siempre cierta intención moralizante o desmoralizante. A su vez, el microcuento posee necesariamente una estructura mitológica, por lo que cualquier párrafo o escena no puede categorizarse como microcuento.
La escuela taumatúrgica, por el contrario, se decanta por el término microrrelato frente al de microcuento. Según las doctrinas de esta escuela, lo que define al microrrelato es su elasticidad. Para los taumatúrgicos, un microrrelato es cualquier texto de naturaleza hiperbreve que no se divida en versos o, en otras palabras, un microrrelato es cualquier cosa que se denomine como microrrelato.
El enfrentamiento entre ambas escuelas ha sido siempre público y sanguinario. El mundo literario recuerda con horror el II Simposio Internacional de Literatura Hiperbreve de Buenos Aires, donde se perdieron orejas y orgullos a raíz de una discusión entre los cabecillas de las escuelas. Aún a día de hoy los escritores hiperbreves que deseen pertenecer a una de las escuelas deben superar un rito de iniciación, que en la escuela mítica tiene que ver con sapos y en la taumatúrgica con ir al desierto. En la escuela mítica se los obliga a tatuarse con sus símbolos del zorro y la guadaña, mientras que en la escuela taumatúrgica los autores marcan su estatus mediante pulseras de colores atadas a los tobillos. Las reyertas pueden durar días y se dan sobre todo en seminarios y burdeles. Quien ose traspasar los límites formales es castigado con la mutilación de las manos o, en casos graves, de la lengua. El que desea abandonar una escuela sabe que el único precio aceptable es la muerte. Otros narradores menos apasionados, como los novelistas, todavía murmuran entre ellos sobre la desaparición de Benito A. Martínez, a quien no volvieron a ver después de que publicara en un diario una carta negándose a pertenecer a ninguna escuela y criticando el mero concepto de que un autor se vea obligado a encasillarse en una corriente.
El libro que tiene entre sus manos
El libro que tiene usted entre sus manos me costó muchas noches sudorosas, un ojo de cristal y un matrimonio. Seguramente esto le importe a usted un pepino, pero ya sabe que es el ansia del antólogo hablar más de uno mismo que de los autores cuyas obras se recogen. Dicho esto, espero que lo disfrute y que no le cueste noches sudorosas, un ojo de cristal ni un matrimonio, a no ser que este último se le haya vuelto ya insoportable.
Desirée Jiménez Sosa
9 de marzo de 2019
Nottingham, Reino Unido
Manuel Zambrano
manuelNacionalidad: chileno
Signo del zodiaco: Piscis
Biografía
Manuel Zambrano nació con veinte dedos y murió con solo diez. Comenzó su carrera de escritor como novelista, lo que le valió el rechazo inicial de los escritores de microcuentos. En su primera etapa jamás escribió una novela inferior a las ochocientas páginas y es conocido que escribía desde que se levantaba a las cuatro de la mañana hasta la noche, cuando se metía en la cama aún garabateando en el cuaderno a pesar de las protestas de su mujer. De tanto escribir se le necrosaron todos los dedos de la mano derecha, de modo que tuvo que entrenarse en el arte de la escritura con la mano izquierda. Sus novelas escritas con la mano izquierda eran más oscuras, más surrealistas, y a esta se la conoce como la etapa siniestra de Manuel Zambrano. Al poco tiempo, sin embargo, se le necrosaron también dos dedos de la mano izquierda. Su mujer lo amenazó con dejarlo si no hacía algo al respecto. Al final llegaron a un compromiso: a partir de entonces escribiría solo relatos cortos. Así fue como se inició en la complicada técnica de la brevedad. Sus tres dedos restantes, por desgracia, comenzaron también a sufrir, de manera que el médico le recomendó que escribiera microrrelatos. El médico resultó ser Eduardo Salazar, fundador de la escuela mítica. Eduardo, por supuesto, convenció a Manuel de que se uniera a las filas de los microcuentistas míticos y aún está por demostrar que se negara a recetarle la morfina si rechazaba su oferta. Fue un cambio duro para Manuel pero finalmente logró hacerse un hueco entre los microrrelatistas más famosos. Pudo escribir numerosas piezas de microficción antes de que se le terminaran de caer todos los dedos de la mano. Su mujer, al menos, agradeció el poder dormir sin el molesto rasgueo del lápiz sobre el papel.
Cuentos
La invención del microcuento
La invención del microcuento se atribuye a Dunyazad, hermana menor de la famosa Scheherezade. Como es bien sabido, Dunyazad contrajo matrimonio con Shah Zaman, el hermano menor del sultán. Este tenía miedo de decepcionar a su nueva esposa en la noche de bodas, puesto que tenía el pene pequeño. Así, cuando se iban a la cama, para evadir sus deberes matrimoniales, Shah Zaman le pedía un cuento a Dunyazad con la