Chico sensible
Por Violet Pollux
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Arturo Márquez es un contrabajista que está al final de la fila, uno de esos músicos de orquesta que nadie nota porque no resalta con su magnífico talento y sus dotes para interpretar su instrumento, y de alguna forma termina haciéndose amigo de Félix García. Este es un tubista, el único que hay en la sede, y todos saben quién es precisamente por eso: porque es el único y, por ende, uno de los músicos más necesarios en la orquesta.
Hay una audición pronto para subir de categoría, para entrar en una orquesta más avanzada, de más prestigio, y tanto Arturo como Félix se mueren por ser ascendidos. Se esfuerzan, estudian como locos, pero al último momento al tubista lo traicionan los nervios y está por colapsar antes de entrar al salón de la audición.
Y Arturo, como el buen amigo que es, intenta calmarlo. Había empezado a tranquilizarlo hacía unos meses con cosas leves, como palabras de aliento, una palmada en el hombro, uno que otro abrazo… pero esta vez la crisis es mayor, los nervios son más intensos, y lo ve tan mal, tan ansioso, tan a punto del colapso, que decide llevarlo al baño y hacer algo que espera que funcione:
Lo besa.
Sin embargo, las cosas no siempre salen como se quiere, y lo que pasa entre ellos definitivamente no es la excepción a eso…
Violet Pollux
Violet Pollux. Poeta, escritore, músico, o simplemente artista. Sube videos a YouTube compartiendo el arte que hace con todo el mundo, y sueña con ser activista LGBTQA+ algún día. Ama los libros de romance, más que todo los de temáticas queer, los poemarios, además de la música que se haga sentir y el arte que llegue al alma. Autore de las sagas They Ship Us, El Chico de las Sopas de Letras, No me dejes ir, novelas como El show debe continuar, novelettes como El blog secreto del chico perdido, Ocho palabras al cielo y numerosos poemarios. Estudiante de Medicina y Educación Mención Dificultades de Aprendizaje. Puedes enterarte de sus novedades y leer material gratis en su blog: vpollux.wordpress.com, y, en caso de cualquier pregunta, puedes escribirle a su correo: [email protected] ¡También estás invitadx a unirte a su lista de correo para estar al tanto de sus nuevas obras en violetpollux.blogspot.com, y a seguirle en sus redes sociales (es @VioletPollux en todos lados), además de comprar otros títulos de su autoría para apoyarle!
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Comentarios para Chico sensible
2 clasificaciones1 comentario
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Me encanto, desearía que hubiese más contenido. Por eso 4 estrellas
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Chico sensible - Violet Pollux
Sinopsis
Arturo Márquez es un contrabajista que está al final de la fila, uno de esos músicos de orquesta que nadie nota porque no resalta con su magnífico talento y sus dotes para interpretar su instrumento, y de alguna forma termina haciéndose amigo de Félix García. Este es un tubista, el único que hay en la sede, y todos saben quién es precisamente por eso: porque es el único y, por ende, uno de los músicos más necesarios en la orquesta.
Hay una audición pronto para subir de categoría, para entrar en una orquesta más avanzada, de más prestigio, y tanto Arturo como Félix se mueren por ser ascendidos. Se esfuerzan, estudian como locos, pero al último momento al tubista lo traicionan los nervios y está por colapsar antes de entrar al salón de la audición.
Y Arturo, como el buen amigo que es, intenta calmarlo. Había empezado a tranquilizarlo hacía unos meses con cosas leves, como palabras de aliento, una palmada en el hombro, uno que otro abrazo... pero esta vez la crisis es mayor, los nervios son más intensos, y lo ve tan mal, tan ansioso, tan a punto del colapso, que decide llevarlo al baño y hacer algo que espera que funcione:
Lo besa.
Sin embargo, las cosas no siempre salen como se quiere, y lo que pasa entre ellos definitivamente no es la excepción a eso...
Capítulo 1
Lo besé en un intento de ayudarlo con los nervios.
Sus labios eran más toscos que los últimos que había probado, pero a los segundos se relajaron contra los míos y se amoldaron tanto a ellos que hicieron que olvidara todo lo demás.
El resto del mundo.
Todo lo que no fuera él...
Su nombre era Félix García. Tenía la misma edad que yo, quince, y éramos aproximadamente de la misma altura. Su voz era más ronca que la mía, su cabello también era más suave —lo descubrí después—, sus ojos eran mieles, y lo que más nos diferenciaba, al menos en el sitio en el que nos conocimos, era que él tocaba la tuba y yo el contrabajo.
Nunca dudé de sus habilidades con su instrumento, jamás y, de hecho, yo era de los que más lo apoyaba con ello, pero juro que en ese momento me hice mucho más consciente de lo BUENO que era —porque si así movía los labios, bueno... con razón su tuba sonaba TAN asombrosa.
—Todo va a estar bien, Félix —hablé rompiendo el contacto cuando me di cuenta de que no podía estar besándolo para siempre. Es decir, no se trataba exactamente de eso, sino de que, joder, estábamos en el baño. Lo había llevado allí para intentar calmarle los nervios, porque sabía que esa solía ser su mayor debilidad, y en vista de que no se me había ocurrido nada más para hacer en el momento, solo me incliné y lo besé—. Todo va a estar bien, ¿sí? Lo juro.
Sus ojos mieles estaban alertas. Me miraban con atención, como si intentaran descifrarme, y noté que su respiración era irregular, cosa poco común en un instrumentista de viento. Tomó aire un par de veces, y antes de hablar se pasó la lengua por el labio inferior, como queriendo comprobar que en serio lo había besado.
—¿Lo... prometes? —Y ahí estaba de nuevo esa mirada de niño perdido, de persona insegura y nerviosa hasta la médula espinal. Suspiró y asentí—. Es que... no lo sé, Arturo. Tengo miedo de que...
Pegué nuestras frentes con mi mano derecha. Su respiración volvió a hacerse un desastre y lo miré a los ojos con tanta seriedad y calma como pude.
—Vas a salir bien —Mi tono de voz era suave. O, bueno, intentaba que lo fuera—. Tocas asombroso, eres bueno en esto, te sabes todas las partituras, has estudiado todos los días desde que anunciaron que habría audición... Saldrás fenomenal.
Tragó saliva y no apartó su mirada de la mía.
—¿Y... si no pasa? ¿Qué sucederá si...?
—Claro que sucederá. No hay forma de que no lo haga.
Volvió a tragar saliva y dirigió su mirada al suelo. Me permití ser un poco cursi, a pesar de que no era para nada lo usual en mí, y comencé a revolverle el cabello. Noté que se relajó bajo mi tacto, tal como segundos atrás con el beso.
¿Se debía a que se trataba de mí o a que estaba demasiado nervioso y por ello cualquier contacto, por más mínimo que fuera, ya era una grandísima ayuda?
—¿En serio lo crees?
Sonreí.
—Estoy más que seguro.
Nos quedamos en silencio unos minutos. Lo único que se escuchaba eran mis dedos pasar por su pelo y el bullicio típico de orquesta fuera de las paredes del baño. Lo miré tomar aire un par de veces, pero en ningún momento me dijo que me detuviera o que ya no era necesario que siguiera.
—¿Tú