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Conociendo a Los Santos Padres Y Orando Con Ellos
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Conociendo a Los Santos Padres Y Orando Con Ellos
Libro electrónico248 páginas7 horas

Conociendo a Los Santos Padres Y Orando Con Ellos

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He concebido la obra como un acercamiento de las personas que no oran con el Breviario a la riqueza de las dos lecturas que cada da ofrece la Iglesia catlica (universal) a sus fieles. Me centro en la llamada 2 Lectura, generalmente, original de alguno de los escritores de los siglos III-VIII, llamados Santos Padres. Suelo resumirla y la comento. Pero, pensando que la Biblia la tenemos todos en casa, sealo la cita de la 1 lectura tambin, para quien desee leerla.
Con esta obra aprenders a apreciar a los Santos Padres, por su referencia continua a la Biblia, por la aplicacin directa a la vida del creyente, por su lenguaje sencillo
En esta primera entrega presento y comento la 2 lectura del Oficio de Lecturas, desde la apertura del Tiempo de Adviento, con el que comienza el Ao litrgico, hasta el sbado 3 de Cuaresma inclusive.
En entregas posteriores ir completando este regalo diario que nuestra Madre, la Iglesia, hace al Pueblo de Dios, pero que, hasta ahora, slo ha llegado a los sacerdotes, los religiosos/as y un grupito muy reducido de laicos.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento3 abr 2013
ISBN9781463350284
Conociendo a Los Santos Padres Y Orando Con Ellos
Autor

Manuel Rodríguez Espejo

El padre Manuel Rodríguez Espejo, escolapio, posee el magisterio nacional, por la Universidad de Zaragoza; la licenciatura en teología por la Universidad Pontificia de Salamanca; y el doctorado en pedagogía por la Universidad de Granada; diplomado en biblia y experto en la formación de voluntarios. Ha trabajado en Italia, Guinea Ecuatorial, Venezuela, México y diversos lugares de España (Madrid, Sevilla, S.C. de Tenerife, Granada, Córdoba, Vélez Málaga) con jóvenes y adultos. En la actualidad trabaja en el santuario de S. José de Calasanz, de Peralta de la Sal (Huesca). Como escritor tiene ya cuarenta libros publicados, entre los que citamos: de la editorial Palibrio: “1229 parábolas, fábulas, reflexiones… para jóvenes y adultos”, “Palabras para rescatar”, “¿Qué me pide el Año de la Fe?”, “Conociendo a los Santos Padres y orando con ellos” (dos volúmenes), “Para ahondar en la Eucaristía: palabras y experiencias”, “Temas para seguir creciendo”, “El cambio que necesita la Iglesia”, “Buceando en la Palabra: El Jesús de Mateo, ¿Nos prueba Dios?, Juegos bíblicos”. De la Editorial DidaCbook: “La piedra de la fe”, “La Palabra ardiente”, “La Madre de Nazaret”, “Valores para la felicidad”.

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    Conociendo a Los Santos Padres Y Orando Con Ellos - Manuel Rodríguez Espejo

    Copyright © 2013 por Manuel Rodríguez Espejo.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:   2013901506

    ISBN:   Tapa Blanda            978-1-4633-5029-1

                 Libro Electrónico   978-1-4633-5028-4

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Fecha de revisión: 25/03/2013

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    Fax: 01.812.355.1576

    [email protected]

    438937

    Índice

    Prólogo

    1.   S. Cirilo de Jerusalén, obispo

    2.   S. Carlos Borromeo, obispo

    3.   S. Gregorio Nacianceno, obispo

    4.   S. Bernardo, abad

    5.   S. Efrén, diácono

    6.   S. Anselmo, obispo

    7.   S. Cipriano, obispo y mártir

    8.   Eusebio de Cesarea, obispo

    9.   S. Juan de la Cruz, presbítero

    10.   Constitución Lumen gentium, del Vaticano II

    11.   S. Agustín, obispo

    12.   S. Pedro Crisólogo, obispo

    13.   S. Ireneo, obispo

    14.   Beato Isaac, abad

    15.   S. Agustín, obispo

    16.   Guillermo, abad

    17.   Del libro Imitación de Cristo

    18.   S. Ireneo, obispo

    19.   De la constitución Dei verbum, sobre la revelación

    20.   S. Agustín, obispo

    21.   S. León Magno, papa

    22.   Pablo VI, papa

    23.   S. Bernardo, abad

    24.   S. Hipólito, presbítero

    25.   S. León Magno, papa

    26.   S. Atanasio, obispo

    27.   S. Pedro Crisólogo, obispo

    28.   Atribuido a S. Hipólito, presbítero

    29.   S. Proclo de Constantinopla, obispo

    30.   S. Cirilo de Alejandría, obispo

    31.   S. Máximo de Turín, obispo

    32.   Fausto de Riez, obispo

    33.   S. Gregorio Nacianceno, obispo

    34.   S. Clemente primero, papa

    35.   S. León Magno, papa

    36.   S. Juan Crisóstomo, obispo

    37.   S. Ireneo, obispo

    38.   S. Agustín, obispo

    39.   S. Gregorio Nacianceno, obispo

    40.   S. Cipriano, obispo y mártir:

    41.   De las Demostraciones de Afraates, obispo

    42.   S. Asterio de Amasea, obispo

    43.   Del Espejo de caridad, del beato Elredo, abad

    44.   De la Constitución pastoral Gaudium et spes, nn. 9-10, del Vaticano

    45.   Cont. de la constitución Gaudium et spes, nn 9-10, del Vaticano II

    46.   S. León Magno, papa

    47.   S. Juan Crisóstomo, obispo

    48.   S. Agustín, obispo

    49.   S. Ireneo, obispo

    50.   S. Hilario, obispo

    51.   S. Ireneo, obispo

    52.   S. Ambrosio, obispo

    53.   S. Agustín, obispo

    54.   S. Basilio Magno, obispo

    55.   S. Pedro Crisólogo, obispo

    56.   S. Teófilo de Antioquía, obispo

    57.   Tertuliano, presbítero

    58.   S. Gregorio Magno, papa

    59.   S. Gregorio Nacianceno, obispo

    60.   S. Agustín, obispo

    61.   Orígenes, presbítero

    62.   S. León Magno, papa

    63.   S. Máximo, abad

    64.   S. León Magno, papa

    65.   S. Atanasio, obispo

    66.   De la constitución Gaudium et spes

    67.   S. Atanasio, obispo

    68.   S. Juan Fisher, obispo y mártir

    69.   S. León Magno, papa

    70.   S. Agustín, obispo

    71.   De la Lumen gentium, del Vaticano II

    72.   S. Fulgencio de Ruspe, obispo

    73.   S. Gregorio Nacianceno, obispo

    Notas

    Prólogo

    Cada día disfruto más con los escritos de los Santos Padres en el llamado Oficio de Lecturas, dentro de la Liturgia de las Horas u Oficio Divino. Por eso se me ha ocurrido transcribir algunas de esas lecturas con un breve comentario mío, para el gran público.

    Advierto que no todas las citas son de Santos Padres, porque así están en el Oficio divino. En esta primera entrega he recogido las de Adviento y Cuaresma hasta el sábado 5º inclusive. La razón de detenerme aquí es por no hacer el libro demasiado grueso y, consiguientemente, el precio más costoso.

    Aclaro, en primer lugar, que por se entiende el grupo de pastores y escritores eclesiásticos, obispos en su mayoría, de los primeros siglos del cristianismo, cuyo conjunto doctrinal es considerado fundamento de la fe y de la ortodoxia (creencia recta) en la Iglesia Católica. Pertenecen al periodo del siglo III al VIII, aunque su edad de oro fue los siglos IV y V. Destacaron también por la santidad de su vida.

    Tengo en la cabeza continuar más adelante hasta completar todas las lecturas del Año litúrgico, porque estoy seguro de que pueden hacer un gran servicio a aquellos/as que buscan una reflexión u oración diaria, para tomar fuerzas y vivir la jornada desde la fe.

    Con respecto a las citas he de decir que las he tomado del Oficio Divino y que no son íntegras. He expurgado el texto y, manteniendo su literalidad, lo he acortado. Después del nombre del Santo Padre y el título de su cita, pongo la referencia bíblica, por si algún lector/a quiere ver también lo que dice la Palabra de Dios ese día. Generalmente concuerdan la primera lectura (Biblia) con la segunda (Santo Padre). Para quienes no conocen el Breviario, anoto que además tiene: Laudes, cuatro Horas intermedias, Vísperas y Completas.

    Los escritos de los Santos Padres suelen ser un empedrado de textos bíblicos con los razonamientos del autor, que se aplica (y nos invita a que nos apliquemos) lo que ellos entienden que la Palabra de Dios nos exige o nos da. Por eso he distinguido las citas bíblicas poniéndolas entre comillas.

    Mi deseo es que con este libro vaya entrando en muchos corazones la ‘tradición’ que estos hombres -a los que tanto debe la Iglesia- nos siguen aportando a nosotros, cristianos de los siglos XX-XXI.

    Sus obras originales no están al alcance de todos. El Breviario (Oficio de las Horas) es más asequible. Por eso he indicado al final de cada cita en qué día se encuentra el texto completo.

    1.

    S. Cirilo de Jerusalén, obispo

    Las dos venidas de Cristo

    (Isaías 1, 1-18)

    Anunciamos la venida de Cristo, pero no una sola, sino también una segunda, mucho más magnífica que la anterior. La primera llevaba consigo un significado de sufrimiento; esta otra, en cambio, llevará la diadema del reino divino.

    Pues casi todas las cosas son dobles en nuestro Señor Jesucristo. Doble es su nacimiento: uno, de Dios, desde toda la eternidad; otro de la Virgen, en la plenitud de los tiempos. Es doble también su descenso, el primero silencioso, como la lluvia sobre el vellón; el otro manifiesto, todavía futuro.

    En la primera venida… soportó la cruz, sin miedo a la ignominia; en la otra vendrá glorificado, y escoltado por un ejército de ángeles. (domingo 1º de Adviento)

    Entre esa primera venida, que es la que celebramos en Navidad y para la que nos preparamos con las cuatro semanas de Adviento, y la segunda hay numerosas venidas en multitud de formas distintas.

    La celebración litúrgica de la primera es un hacer presente, para nosotros, aquí, HOY, la fuerza salvadora del misterio de Belén. Debo explicar que la palabra misterio no significa en el lenguaje litúrgico y teológico lo que quiere decir en la conversación popular. No es, pues, algo incapaz de ser conocido, sino un hecho histórico, en cuanto tal está plenamente confirmado, en el que ha intervenido Dios y del cual arranca fuerza salvadora para quienes lo reconocen así. Y por ser un hecho de Dios rompe los límites del tiempo y el lugar, por lo que ‘sirve’ para los anteriores a Cristo, sus contemporáneos y nosotros, los que vivimos veintiún siglos después. Por esta razón en las eucaristías de la Octava de Navidad se dice HOY.

    Quizás sea este el momento para preguntarnos ¿para qué se ha hecho Dios hombre? Ciertamente no para que le rindamos culto, pongamos en los templos y en nuestras casas un fantasioso belén, derrochemos en comilonas, ropas y otros regalos… sino para que caigamos en la cuenta de cómo podemos llegar a ser lo que él sueña de nosotros. Y ¿qué es lo que sueña?: que seamos capaces de ‘sustituirle’ en nuestra sociedad. Con otras palabras: que le prestemos nuestra inteligencia, voluntad, afectividad… para que las personas de hoy puedan verle en nosotros.

    Lo difícil de este sueño tan hermoso de Jesús es que requiere vivir como él vivió: rebajándose, no asuntándose del anonimato, dándose, enfrentándose a quienes se molestaron por su doctrina, sufriendo el abandono hasta de los suyos. No escogió la línea de la riqueza, el reconocimiento, el éxito…

    2.

    S. Carlos Borromeo, obispo

    Sobre el tiempo de Adviento

    (Isaías 1, 21-27 y 2, 1-5)

    El Padre, por su inmenso amor hacia nosotros, pecadores, nos envió a su Hijo único, para librarnos de la tiranía y del poder del demonio, invitarnos al cielo e introducirnos en lo más profundo de los misterios de su reino, manifestarnos la verdad, enseñarnos la honestidad de costumbres, comunicarnos el germen de las virtudes, enriquecernos con los tesoros de su gracia y hacernos sus hijos adoptivos y herederos de la vida eterna (lunes 1º de Adviento)

    No entenderemos nunca nada de Dios, si no partimos de que es amor, nos ha creado, nos sostiene en el ser, ha puesto toda la creación para que la cuidemos… nos ha soñado capaces de una felicidad como la suya aquí en la tierra y nos perdona por puro amor.

    Muchas personas se atrancan en la fe porque la confunden con el raciocinio. Se olvidan que también en nuestro mundo hay cosas inconcebibles, pero reales. Con Dios pasa igual: no cabe en la cabeza (un hermano mío solía decir que si cupiera en nuestra cabeza él no creería en Dios). Hay que verlo –experimentarlo- para después entenderlo.

    Somos pecadores. Hemos nacido en pecado (inclinados al mal, deformados con relación al primer diseño). La venida de Jesús tuvo y sigue teniendo un objetivo bien claro: enseñarnos a reconstruir nuestro ser pleno, que va mucho más allá de la simple condición humana, tan hermosa como es ella.

    En el catecismo de mi infancia se decía que los enemigos de Dios eran tres: mundo, demonio y carne. De los tres el peor entendido es la carne, que no quiere decir sino ‘la condición humana’ con su grandeza y su miseria. Cuántas veces me digo a mí mismo "¿cómo es posible que siendo la persona tan inteligente –véase la historia de la civilización- pueda cometer errores tan grandes y elementales?. Pero más allá de un nombre u otro, lo experimentable es que la vida del creyente es una lucha sin cuartel, lucha a muerte entre el sueño de Dios y el sueño de las personas…

    ¿Es un tirano el enemigo?: no hay más que ver lo que hace la droga, el alcohol, el sexo, el dinero, el miedo, la depresión, el poder… con muchas personas. ¿Tiene poder real el demonio-mundo-carne?: la contestación la tenemos cada uno de nosotros en nuestra experiencia. ¿El verdadero creyente, el maduro en su fe se siente tiranizado por Dios? ¿Siente el seguimiento de Jesús como una carga o, por el contrario, vive aquello de la verdad os hará libres… yo estaré con vosotros todos los días… mi carga es ligera y mi yugo suave…?

    Cierto que el enemigo nos ata con frecuencia, pero qué fácilmente nos podemos desatar… si tenemos el espíritu de hijos que saben que su Padre lo recibe con un abrazo y le viste de dueño, por muy prójimo que haya sido en su vida…

    3.

    S. Gregorio Nacianceno, obispo

    ¡Qué admirable intercambio!

    (Isaías 2, 6-22 y 4, 2-6)

    El Hijo de Dios en persona…enriquece a los demás, haciéndose pobre

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