El Ejecutor
Por Jorge Almejo
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Jorge Almejo
Ariel Roldán, un joven psicólogo que estaba enfrascado en una vida rutinaria sin poder ejercer su profesión y sin miras a un futuro alentador, recibe una inesperada invitación de dos de sus más entrañables amigos. Esta historia nos remonta a un episodio imborrable de la historia sucedido la mañana del 28 de febrero de 1997 al norte de Hollywood, en California. La penumbra delincuencial en que se encuentra México llega a no tener límites tanto para quienes delinquen como para quienes tienen sed de justicia.
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El Ejecutor - Jorge Almejo
Copyright © 2012 por Jorge Almejo.
Ilustradores:
MOISES CONTRERAS SECUNDINO
JORGE BEJARANO
Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.: 2012903298
ISBN: Tapa Dura 978-1-4633-2107-9
ISBN: Tapa Blanda 978-1-4633-2185-7
ISBN: Libro Electrónico 978-1-4633-2184-0
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Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.
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Contents
PROLOGO POR NALLELY VERDUGO DE MÉNDEZ
CAPITULO 1 A BAILAR
CAPITULO 2 TIEMPOS DIFÍCILES
CAPITULO 3 JUSTICIA EXPRESS
CAPITULO 4 EL INICIO
CAPITULO 5 GOLPE DE SUERTE
CAPITULO 6 LA JUSTICIA TIENE SU PRECIO
CAPITULO 7 NEGOCIOS RIESGOSOS
CAPITULO 8 EL EJECUTOR
CAPITULO 9 TIEMPO FUERA
PROLOGO
Por Nallely Verdugo de Méndez
¿Qué es la justicia? Muchas personas creen que la definición correcta es que todos seamos iguales, pero la realidad es que ésta se trata de que cada quien tenga lo que se merece. Si obras bien, lo justo es que tengas una buena vida, pero si obras mal, lo justo es que recibas todo el rigor de la ley para pagar tu falta. En una sociedad utópica, el encargado de aplicar la ley es el poder Judicial (policías, jueces, etc.), pero ¿cuál es la realidad de nuestro país?
México, cuna de civilizaciones prehispánicas que hicieron grandes aportaciones como los mayas, sexto lugar en países que presentan la mayor variedad de lenguas habladas con 291, país con más de 110 millones de habitantes y propietario de una gran diversidad cultural y natural, ha hecho que países como Estados Unidos centren su atención en él por la enorme cantidad de problemas de seguridad pública que posee.
La situación actual de nuestra sociedad corrompida es el resultado de cientos de años de corrupción e injusticias: el pez grande se come al chico, el que no tranza, no avanza, el que piensa mal, siempre acertará. El sistema, lejos de mejorar, se ha viciado y cada vez es más ineficiente, castigando a quienes son inocentes y liberando a aquellos que violan la ley. Los grandes delincuentes desfilan frente a los ojos de aquellos que deberían juzgarlos sin siquiera ser tocados, y los ciudadanos, cansados de encontrar casas saqueadas al volver del trabajo, de no encontrar nuestro automóvil en el estacionamiento del centro comercial, de entregar involuntariamente las carteras ante la frase dame todo lo que traigas
a punta de pistola, ya no encontramos salida para este laberinto de desolación. Ante tal falta de justicia, ¿qué tanto podemos confiar en las leyes del país?
Ahora no solo los ricos están en peligro. También la sociedad trabajadora, la que lucha todos los días para llevarse el pan a la boca, la que se reúne por las noches a hacer cuentas para que rinda el salario, tiene que pasar los tragos amargos que deja consigo la delincuencia. Si cada uno analizamos la situación de violencia y transgresiones que suceden día a día, podemos concluir que algún conocido o alguno de nosotros hemos sido víctima de ladrones, secuestradores, extorsionadores o cualquier otro crimen. También estamos de acuerdo en que vivimos con miedo y con un terrible sentimiento de impotencia, pues en ninguno de los casos podemos prevenir que el crimen nos alcance, y al exclamar justicia no encontramos a nadie que nos escuche.
¿Qué pasaría si cada uno de nosotros, a falta de un sistema de justicia eficiente, comienza a hacer justicia por su propia mano? ¿Qué haríamos cada uno de nosotros si tuviéramos la oportunidad de tener enfrente a aquel que nos robó, nos agredió, nos asaltó o nos secuestró? Jorge Almejo, autor de El Ejecutor
, nos plantea el dilema eterno de cada ciudadano… ¿confío en las leyes o hago mis propias leyes? Hartos de la violencia y delincuencia que hay en la ciudad de Mexicali, capital del estado de Baja California, cinco ciudadanos comunes y corrientes, Esteban, Franco, Ariel, Carlos y Rodrigo, se reúnen para aplicar la justicia que su gobierno no les puede garantizar. Sin embargo, al echar a andar su empresa tratando de ser jueces, ¿no se convierten ellos mismos en una amenaza para los demás?
CAPITULO 1
A bailar
Estancado como uno de los países con menor desarrollo en los últimos veinte años, México se encuentra atravesando por una de las peores secuelas de cambio a principios de la segunda década del año 2000. Con su gobierno tratando de aparentar una realidad pacífica y de progreso, se centra la atención en Baja California, el estado más violento de todo el país por novena ocasión consecutiva. A pesar de no llamar tanto la atención por su lejana comunicación con la capital del país, este estado, además de ser frontera, es uno de los primeros tres estados con más ingresos per cápita en todo México, lo que lo hace aún más peligroso…
En una ciudad donde alcanzar un clima de 52° C en verano es cosa de todos los días; parece imposible pensar que pueda tener poco más de un millón de habitantes para fines del año 2012.
Mexicali, una pequeña gran ciudad con más de una historia por contar, puede presumir que por sí misma produce un capital económico mayor al de Aguascalientes, Guanajuato y Zacatecas juntos, pero que tuvo más asesinatos que todo Jalisco.
1.jpg1.jpgUn cielo claro descansa sobre los hombros de cada ser que existe en este valle. En un desierto donde la noche devora las últimas bocanadas de calor y empieza a resurgir el sol, apenas clareante, se pueden ver a los repartidores de distintos expendios dejando su preciada entrega en las puertas. El zumbido claro de los pocos carros que transitan por las calles y la sutil distorsión de la amplitud modulada cuando transcurre por la radio, se puede escuchar el sonar de ese glorioso Himno Nacional, que ameniza el inicio de transmisiones cada día, comenzando con el noticiero local que día a día da voz y vida a todas aquellas personas que lo escuchan, que sin duda alguna, serán las mismas que hablan y se quejan para que su pensamiento sea escuchado. Y nuestro sol sigue avanzando, desbordando su incandescente destello de su flama eterna. La ciudad que apenas despierta…
Mexicali es el tipo de ciudad pequeña con problemas grandes, donde la vida es nocturna de costumbre, gente trabajadora, igual que en todos lados, como Esteban, un joven de veinticinco años, licenciado en derecho, quien justo cuando empezaba el verano tomó un caso para defender a un sujeto cuyo problema residía en una cuenta pendiente con un cliente quien no quería pagar.
CAPITULO 2
Tiempos Difíciles
Una mañana tomó su tradicional trayecto al despacho jurídico donde laboraba, cuando poco después sale a los juzgados a tomar cartas en el asunto y empezar los procedimientos jurídicos. Le toma poco más de una hora terminar los trámites, todo transcurría sin problema ni contratiempos para él y su cliente mientras interponía la demanda. Al atardecer, Esteban decide salir un poco más temprano para continuar el trabajo en casa. Tomando el mismo camino de vuelta, al llegar Esteban nota que su puerta aun tenía el seguro; como de costumbre, tomó algo de jugo del refrigerador, se quitó la corbata y mientras se quitaba la camisa sintió una ligera corriente de aire que entraba por una pequeña ventana del baño. Rápidamente recordó que él jamás había abierto alguna de las ventanas; al acercarse, pudo ver la ruptura de uno de los cristales por donde apenas cabría alguien de poca estatura y de donde sería difícil volver al exterior de la casa. Fue entonces que tras unos momentos de reflexión comprendió que todas las puertas de su casa aun tenían sus seguros, porque además de la televisión de su cuarto y varias botellas de buen licor, también se llevaron un juego de llaves de toda la casa que tenía sobre un buró junto a su cama.
Inmediatamente, como toda persona que obedece y cree en las leyes y justicia de este país, realiza una llamada a la policía reportando el robo, pero le advirtieron por teléfono que ya no tenía caso que fuera la patrulla pues con su reporte era más que suficiente. Después del coraje que hacen pasar a Esteban por el robo, continúan haciéndolo enojar por su absurdo procedimiento judicial, tratan de tranquilizarlo diciendo que una vez levantado su reporte empezarán las averiguaciones previas. En vez de concluir su trabajo, Esteban tuvo que ir a comprar una reja y chapas nuevas para las puertas de la casa. Totalmente molesto mientras cambiaba las chapas, estuvo pensando lo que le hubiera hecho a quien sorprendiera haciéndole algo a su casa.
Cerca de las diez de la noche, maldiciendo con sus últimas frases mientras terminaba de instalar las chapas nuevas, guardó su herramienta, y justo cuando se dispuso a entrar a su casa, escuchó un ruido cerca de la puerta del garaje y rápidamente fue por un bate de béisbol que tenía desde niño y estaba guardado detrás de un archivero. Asomándose sigilosamente por la ventana frontal, logra ver a un vago pepenando algo de basura que tenía fuera de su casa esperando a ser recogida al día siguiente; Esteban lo mira fijamente hasta que logra verle claramente la cara y después de un momento, molesto cierra la cortina y vuelve a guardar su bate, aun irritado trata de descansar mientras ve algo de televisión en su sala y se queda dormido.
Apenas entran unos ligeros rayos de luz a través de las pesadas cortinas de su casa, cuando el estruendo del enorme camión recolector de basura