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Relaciones estratégicas - Comunicación internacional
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Las Relaciones Internacionales, por su especificidad de teorizar sobre la cambiante realidad internacional, se nutrieron de distintas disciplinas. Este análisis intenta revelar la importancia del abordaje de la Comunicación Estratégica para materializar las decisiones comunicativas de los países y su inserción en el mundo globalizado. El análisis de caso, combinado con las categorías analíticas de abordaje propuesta por Comunicación Estratégica, ha sido la metodología a través de la cual se abordó la realidad de Chile y su propuesta de “Marca País”. Este trabajo se compone de dos partes: la primera, de carácter teórico–metodológico, desarrolla algunos conceptos y estructuras para enmarcar el objeto de estudio dentro de las Relaciones Internacionales. La segunda, aborda casuísticamente la realidad comunicativa chilena.
IdiomaEspañol
EditorialEditorial Universitaria Villa María
Fecha de lanzamiento13 abr 2016
ISBN9789871868728
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Relaciones estratégicas - Comunicación internacional - Carla Avendaño Manelli
trabajo.
Introducción
El presente trabajo fue elaborado con el objeto de analizar los componentes simbólicos que los países planifican en pos de su posicionamiento internacional, a través del estudio particular de la Imagen y posterior diseño de la Marca País de Chile.
Se han combinado marcos conceptuales de diferentes disciplinas y de diferentes enfoques teóricos. Sin embargo, el trabajo se sustenta con aportes de la Teoría de los Sistemas y de Comunicación Estratégica.
Las Relaciones Internacionales, por su especificidad de teorizar sobre la cambiante realidad internacional se han nutrido de otras disciplinas. En este trabajo se intenta denotar la importancia de la Comunicación Estratégica para explicar decisiones de los países en el marco de su inserción en el mundo.
El análisis de caso combinado con las categorías analíticas de abordaje propuesta por la Comunicación Estratégica ha sido la metodología a través de la cual se abordó la realidad de Chile y su propuesta de Marca País.
Este trabajo se compone de dos partes: la primera de carácter teórico – metodológico desarrolla algunas estructuras y conceptos para enmarcar este objeto de estudio dentro de las Relaciones Internacionales. La segunda, aborda casuísticamente la realidad comunicativa de Chile.
Capítulo I - La Comunicación Estratégica en el Marco de las Relaciones Internacionales
Las Relaciones Internacionales: las ideas y los hechos
Rafael Grasa Hernández sostiene que la fuerza motriz del desarrollo de la disciplina ha sido el impacto combinado y desigual en diversos momentos de tres factores: los cambios y debates dentro de la propia disciplina; los desarrollos y debates de las Ciencias Sociales en general, y en particular, su eventual influjo en las Relaciones Internacionales y la evolución y transformación de la realidad internacional. (Grasa Hernández, 1996: 116)
Por su parte, para Mónica Salomón, desde hace unos años a esta parte, la disciplina está viviendo un período de máxima autoconciencia y autocuestionamiento, en el que todo se analiza y se replantea con particular intensidad: la teoría, los métodos, el objeto; las funciones y hasta la propia historiografía de las Relaciones Internacionales. (Salomón, 2002: 2) De igual modo que Rafael Grasa Hernández, Salomón señala la existencia de tres fuerzas motrices
que tradicionalmente han impulsado el desarrollo de la disciplina. Estas fuerzas, ya identificadas por Alfred Zimmern, constituyen el natural desarrollo interno de las ideas estructuradas en paradigmas
; en segundo lugar, el impacto de la evolución de los acontecimientos en las teorías que pretenden explicarlos y, en tercer lugar, la influencia de conceptos e ideas provenientes de otras ciencias sociales. (Salomón, 2002: 3)
En este sentido, pueden visualizarse dos ejes: uno analítico, es decir, en discusiones teóricas respecto de hipótesis, modelos teóricos, paradigmas; y el otro, empírico o fenoménico, focalizado en la necesidad de descripción, explicación y comprensión de lo relativo a los cambios en el sistema internacional desde la Guerra Fría hasta la actualidad. Cada uno correspondiente al plano de las ideas y de los hechos, respectivamente.
Los Hechos: El Sistema Internacional. Globalización y Fin de la Guerra Fría
Para Grasa Hernández, la expresión post Guerra Fría alude a un cambio social, el del sistema internacional que va mucho más allá de lo acaecido desde la apertura del muro de Berlín. Se trata concretamente de un cambio en dos tiempos y dos ritmos. Por una parte, un tiempo o cambio de larga duración, se podría decir un cambio a largo plazo, aún no finalizado e iniciado en los años setenta, el cual suele denominarse Globalización. Éste se define en términos de un proceso multidiemensional: la intensificación de las relaciones económicas, sociales, culturales y políticas transfronterizas que afecta en forma desigual a las diferentes zonas del planeta y a los diferentes subsistemas funcionales, en virtud de las diferencias societales,culturales y del tipo de interacciones transfronterizas dominantes en cada región o zona. Una Globalización, por tanto, desigual en su alcance e intensidad geográfica y funcional, así como sus efectos internos y externos en cada país, zona o issue.¹
Por otra parte, un cambio ligado a sucesos más concretos: el fin de la Guerra Fría y del enfrentamiento Este/Oeste. Debido a este segundo cambio aflora una triple cuestión sobre la que estaba construido el orden internacional desde 1947: el papel de las armas; la primacía de lo político y la configuración bipolar del sistema. Al provocarse esta modificación se elimina, por un lado, gran parte de los obstáculos que dificultaron la aprehensión de la importancia de la transformación iniciada en los años setenta merced del impacto tecnológico, en las dimensiones económica, social y cultural de las Relaciones Internacionales. Por otro, provoca una reconfiguración del sistema con cambios en su estructura y correlación de fuerzas.
Para Jorge Insunza, la Globalización es un fenómeno estructural que actúa como un mar de fondo en los cambios que hoy viven las economías, los países y las personas. Y, como suele ocurrir, la sombra de este fenómeno general oculta o vuelve confuso lo específico de las tendencias que la sustentan. La repetida utilización del concepto genérico termina debilitando la apreciación de las transformaciones que se están produciendo. Al reducir todo a la Globalización
se diluye la compleja amalgama de fenómenos que la explican y derivamos en una entelequia que dice muy poco. En este caso, "el bosque no deja ver los árboles". (Insuza, 2005: 93)
Algunos años antes, Joachim Hirsch (1997) definía a la Globalización reduciendo o diferenciando analíticamente varios niveles de significados o varias caras del fenómeno:
En la esfera de lo técnico se relaciona sobre todo a la implantación de nuevas tecnologías, especialmente las modificaciones revolucionarias vinculadas con las posibilidades modernas de procesamiento y transferencia de información. Con la rapidez del "on line es posible unir regiones del mundo muy distantes. Este desarrollo sirve de base sobre todo para la idea de la
aldea global" McLuhiana.
Por otra parte, en lo político la Globalización es relacionada con el fin de la Guerra Fría
y la división del mundo en dos bloques enemigos derivados de la misma. Tras la caída de la Unión Soviética se presenta como definitiva la victoria histórica del modelo democrático liberal, convirtiéndose Estados Unidos en la potencia militar mundial dominante, sin restricciones. Sobre ello se basa el nuevo papel que desempeña la función de un gobierno mundial
general.
En lo que respecta al plano ideológico-cultural, la Globalización puede entenderse como la universalización de determinados modelos de valores; por ejemplo, el reconocimiento general de los principios liberales democráticos y de los derechos humanos fundamentales; sin embargo, también puede entenderse como la generalización del modelo de consumo capitalista. Este desarrollo se vincula fuertemente con la formación
de monopolios de los medios de comunicación masivos.
Finalmente, en lo económico, el concepto hace referencia a la liberación del tráfico de mercancías, servicios, dinero y capitales; a la internalización de la producción y también a la posición cada vez más dominante de las empresas multinacionales. Es importante señalar, que el capital es el que trasciende las fronteras, no así la fuerza de trabajo, o sea los seres humanos. (Hirsch, 1997: 14)
En este marco, es menester dedicar alguna consideración a la dimensión económica de la Globalización: El neoliberalismo.² Según Jorge Larrain constituye un renacimiento de las ideas de Adam Smith y del viejo liberalismo europeo, considerando que el mercado y el comercio libre son la panacea que produce la riqueza de las naciones y el progreso que se concibe como desarrollo económico. Pero, el énfasis del Neoliberalismo se pone en la libertad de los mercados internacionales y en el desarrollo de las actividades exportadoras como motor de progreso de un país. El protagonista principal, el agente histórico, es ahora el empresario exportador. La principal diferencia histórica con la economía política clásica es que el sujeto de la crítica ideológica cambia, ya no es más el feudalismo y el mercantilismo, sino el marxismo, las ideas socialistas y keynesianas del estado interventor, las políticas proteccionistas y de subsidios y el exceso de gasto público. (Larrain, 1997: 35)
Por su parte, Claus Offe intuía que surgirían varios modelos normativos de orden social y económico propugnado por intelectuales y otras minorías, presentado desde la Derecha para superar o reemplazar el Estado de Bienestar resultó ser el modelo Neo Laissez-faire o Neoliberal. Por ello, el Neoliberalismo nació después de la Segunda Guerra Mundial, como una reacción teórica y política contra el Estado Intervencionista y de Bienestar.³ El Neoliberalismo se impone a escala mundial en la década del ochenta, liderado por la primer ministro Margaret Tatcher a partir del triunfo del Partido Conservador en el Reino Unido en 1979 y la llegada a la Casa Blanca del presidente Ronald Reagan del Partido Republicano en los Estados Unidos en 1981.
En noviembre de 1989 el Institute for International Economics realizó en Washington un seminario sobre Latin American Adjustment: How Much Has happenend? con la participación de los Estados Unidos y países de América Latina. John Williamson, uno de los asistentes, recopiló en un compendio las reformas que debían realizarse en la región de acuerdo con los aportes brindados por los participantes que denominó "Consenso de Washington". Éste fue presentado como un modelo para América Latina.⁴
La aplicación de estas prescripciones para los países de Latinoamérica es replicada enérgicamente por Atilio Borón, al resumir de modo determinante los efectos de la acción de los economistas y expertos neoliberales:
(...) quienes se desviven por hallar en la pobreza el optimista mensaje sagrado que certifique que efectivamente se está transitando por el virtuosos sendero de las reformas económicas orientadas hacia el mercado
. Para el dogma neoliberal, la pobreza y los padecimientos de las masas tienen un significado promisorio, en realidad significa que las fuerzas del mercado
están moviéndose sin interferencias, y que la restructuración económica procede tal cual se esperaba una vez que el Estado se hizo a un lado y el instinto capitalista
se puso en marcha, libre de las artificiales
regulaciones caprichosas establecidas durante décadas por gobernantes populistas. (Borón, 1993)
En sincronía con lo anterior, Hirsch explica que, en el contexto de la Globalización, el Estado como medio de dominación de clases adquiere cada vez mayor significado, implantándose un nuevo tipo de Estado capitalista: El Estado Nacional Competitivo
. Éste consiste en un Estado cuya política y estructura internas son determinadas decisivamente por las presiones de la competencia internacional por el posicionamiento. (Hirsch, 1997: 31)
Este nuevo tipo estatal se caracteriza, en primer lugar, por dejar de regular la economía nacional sobre la base organizada administrativamente de la conciliación de clases. Su principal finalidad ahora es optimizar las condiciones de rentabilidad del capital a nivel nacional adecuándolas al proceso de acumulación globalizado en continua competencia con otros posicionamientos nacionales. Esto ocurre sin considerar el equilibrio interno de los intereses sociales y políticos y sin tomar en cuenta el bienestar material ni las demandas de crecimiento proporcional de los diferentes sectores sociales. La consecuencia de esto es que, la prosperidad económica, el crecimiento de la economía nacional y el bienestar de las masas han llegado a ser cosas completamente excluyentes. La política económica estatal configurada como una "política de posicionamiento" demuestra ser cada vez más una política de distribución pero a favor del capital. (Hirsch, 1997: 33)
En segundo lugar, estructuralmente esto se efectúa con una democratización dentro de los márgenes institucionales de la democracia liberal. Es decir, las decisiones políticas fundamentales son desvinculadas de los procesos democráticos y de la expresión de los intereses de la población. La política estatal se somete directamente a las coacciones de hecho del mercado mundial. Bajo el reconocimiento de los principios de la globalización parecen ya no existir alternativas políticas sino que, con mayor frecuencia se toman decisiones políticas en negociaciones directas entre los gobiernos y los poderosos consorcios multinacionales. Una consecuencia de esto es el paulatino vaciamiento de la competencia entre los partidos. Es decir, que cada vez es más difícil a nivel de los partidos políticos formular alternativas políticas convincentes. (Hirsch, 1997: 32)
Casi diez años después de Hirsch, y desde otra perspectiva, Jorge Insunza plantea que hay nuevas fuentes de poder, que están algo más diseminadas, que tienen más capacidad que antes de transformarse en fuerzas emergentes. (Insunza, 2005: 93)
El análisis de algunas dimensiones de estos giros de poder se corresponden a los propuestos por Hirsch; otros se presentan más asentados en el tiempo, con el cambio de siglo o más evolucionados.⁵
Lo normal, ahora, es que las estrategias sean concebidas como una movilización de fuerzas propias junto con una lectura de fuerzas externas y de aquello que no se controla, con una mirada que intente anticipar escenarios y alternativas, que se saben variables y que por ello van a requerir chequeos y control de los procesos. Ahora bien, hay que realizar otras distinciones para precisar el argumento de que hay una fuente de cambio de poder por efecto de la mayor rotación de nuevas áreas estratégicas de los mercados. Una de estas áreas estratégicas puede observarse desde las alteraciones en los mercados que tienen efectos globales. Esos shocks no son hechos aislados o de alcances acotados. Al contrario, su recurrencia es la normalidad, que caracteriza a la incertidumbre de este tiempo.
Los que toman decisiones políticas saben que la línea que separa el éxito del fracaso es una sutil y atenta previsión de los riesgos potenciales, que se aproxima más a la mentalidad de la anticipación y del manejo de crisis que al espíritu analítico de la prospectiva. En definitiva, cuando se están tomando decisiones no se estaría viendo un campo estable de posibilidades alternativas, sino un horizonte dinámico de fuerzas que no controlamos. (Insunza, 2005: 97)
Otra está asociada al carácter estratégico que adquieren ciertos productos en determinadas coyunturas económicas y al efecto geopolítico que provocan. Los requerimientos económicos globales transforman en poco tiempo un commoditie en estratégico. Esto no involucra tan sólo a los tradicionales mercados del petróleo y otros energéticos o del acero. Esta misma lógica se está desplazando hacia otros productos que han alcanzado relevancia mundial, porque las economías necesitan asegurar el suministro de ellos para preservar su desarrollo, asi como al mercado financiero y a los flujos monetarios.
Eso altera las nociones tradicionales de qué es un mercado estratégico o qué mercado se vuelve estratégico, transitoriamente o en un mediano o largo plazo. La intervención hacia esos mercados es una fuente de poder mundial o regional decisiva, que los países o los grandes actores globales no dejan al libre juego de la oferta y la demanda. Pensar eso es otro ejemplo de las ingenuidades neoliberales tan en boga. (Insunza, 2005: 98)
Finalmente, dentro de este mismo campo, otra fuente de cambio de poder global se produce en torno a un intangible total como las expectativas. Desde esta perspectiva se comprende la dimensión de lo que ha ocurrido con economías como las de Brasil, Rusia o Argentina, en las que la variable credibilidad ha sido determinante respecto de su evolución potencial. Las confianzas que pueden dar a los inversionistas, los conductores de las políticas económicas de los países, se transforman de este modo en un factor estratégico ineludible.⁶ (Insunza, 2005: 101)
Este ajuste global es, actualmente, el punto más denso y complejo de la política internacional. En muchos círculos de las elites mundiales se legitimó el cuestionamiento a las políticas del FMI y de los riesgos de inestabilidad y deterioro social de importantes países, algunos de ellos aliados directos o probables de Estados Unidos y de otras potencias occidentales. Los llamados a un nuevo acuerdo del tipo Bretton Wood han sido formulados por diversos líderes mundiales, porque los organismos financieros internacionales han sido sobrepasados por la nueva realidad. No obstante, todos estos cuestionamientos no alcanzan a limitar el poder real y el impacto global de las decisiones de los agentes financieros internacionales. (Insunza, 2005: 103)
Las Ideas: El Desarrollo de las Relaciones Internacionales
Dos hechos, el fin de la Guerra Fría y la Globalización constituyen el terreno y referente empírico de una parte importante del actual debate teórico y metateórico en las Relaciones Internacionales. Este debate, para Grasa Hernández se estructuraría en cuatro direcciones: la incapacidad de la disciplina para prever exactamente el fin de la Guerra Fría; el menosprecio de hechos que estructuraron la Globalización vistos como anomalías en el sentido kuhniano, hasta mediados de los años ochenta, lo que también planteó un resurgido interés por el problema del cambio; la modificación del campo de pruebas
, es decir del contexto empírico desde el cual antes se habían erigido las teorías; y, por último, los cambios que afectan a la disciplina son de corte metateórico, normativo o metodológico, debido a la creciente interdisciplinariedad. Los más importantes son los cambios teóricos en el sentido más genuino de la palabra, desafíos conceptuales y explicativos derivados de la ampliación del campo semántico que incluye la expresión Relaciones Internacionales. (Grasa Hernández, 1996: 112)
En la dimensión de las ideas, existen distintas teorías y enfoques en relación al desarrollo de las Relaciones Internacionales: Kepa Sodoupe, por ejemplo, utiliza la concepción de paradigma de Thomas Kuhn para hilar su desarrollo; Mónica Salomón lo presenta como una dinámica entre Diálogo, disidencia y aproximaciones
, mientras que para Grasa Hernández el desarrollo ha sido lineal y poco convulsivo.
Kepa Sodoupe en su artículo El estado actual de las Relaciones Internacionales como ciencia social ¿Crisis o pluralismo paradigmático (1998), plantea, basándose en la noción de paradigma de T. Kuhn,⁷ y con una marcada resistencia a la visión multiparadigmática, la existencia de tres paradigmas, consensuados a partir del decenio de los ’80.
El Paradigma Estatocéntrico en el cual su visión del mundo es la de un sistema de estados en el cual el poder está descentralizado entre sus miembros. El actor es el Estado-Nación y el objeto de las relaciones internacionales es el estudio de las causas de la guerra y las condiciones para el logro de la paz y la seguridad. (Sodoupe, 1998) Este paradigma engloba a las corrientes Idealistas, Realistas y Behavioristas.
El Idealismo, surgido luego de la Primera Guerra Mundial, su preocupación central fue la transformación del sistema internacional de modo que pudieran erradicarse los conflictos bélicos, no se centró tanto en lo analítico como sí en lo normativo. Fue de carácter altamente altruista. El Realismo, por su parte, descalificó al Idealismo tras una serie de acontecimientos bélicos en las décadas del ’20 y ’30, su objetivo era el establecimiento de una Teoría General del comportamiento de los Estados en el siglo XX, basándose en la experiencia histórica de los Estados europeos de los siglos XVII, XVIII y XIX. Fue de carácter determinista. Por último, el Behaviorismo constituyó una corriente que, a mediados de los ’50, afectó a todas las Ciencias Sociales, a través de la aplicación del método científico, característico de las Ciencias Naturales, a las Ciencias Sociales. Su intención fue la elaboración de Teorías Generales que dieran cuenta del comportamiento de los estados en el ámbito internacional.
Otro Paradigma es el Globalista, cuya visión es la de un mundo interdependiente, en tal caso las Relaciones Internacionales además de incluir al Estado deben considerarse a otros actores tales como organizaciones internacionales, compañías multinacionales, movimientos transnacionales ideológicos, religiosos, etc. Sumados a los problemas de la guerra y la paz, para los globalistas deben considerarse los Derechos Humanos, el balance ecológico, la escasez de recursos naturales, la superpoblación, le distribución de alimentos, etc. (Sodoupe, 1998: 196)
Finalmente, el Paradigma estructuralista, para el cual el mundo es percibido como un sistema económico integrado
, en el cual sus diferentes partes (regiones desarrolladas y subdesarrolladas) están separadas por profundas desigualdades. Los actores son las clases sociales, los movimientos revolucionarios, etc. En este contexto, la finalidad de la disciplina reside en el análisis de las causas de la explotación y las condiciones para el logro de la igualdad en el mundo.
Sodoupe, en base a las ideas de Kuhn, y sostiene que en lugar de fase precientífica, resulta más correcto hablar de momentos de crisis en las Relaciones Internacionales. (Sodoupe, 1998: 183) Y concluye su artículo resaltando la idea de que sea superado el relativismo
ya que,
en el supuesto de que la comunidad científica abandone las ideas de Kuhn para explicar la evolución de las relaciones internacionales y asuma mayoritariamente una visión multiparadigmática de las mismas, habría que dejar de hablar (...) de debate paradigmático
. En lugar de confrontación habría una coexistencia natural e los diversos paradigmas. Pero, aun aceptando tal visión, es dudoso que el mundo académico llegue a mostrar su conformidad (...) con una ciencia sin estándares
(...). (Sodoupe, 1998: 213)
Otra visión metatéorica es la de Mónica Salomón, para esta autora, en la teorización sobre las Relaciones Internacionales coexisten los intentos de diálogo y aproximación entre distintos enfoques con la aparición de algunas fracturas teóricas en la disciplina mucho más profundas que las que habían existido hasta hace pocos años, a partir de la emergencia de enfoques distanciados de los tradicionales, no sólo por la elección de sus agendas, sino también por el rechazo a las bases epistemológicas de las teorías tradicionales; un rechazo que en algunos casos alcanza a la totalidad de la tradición racionalista occidental. Por ello plantea que el diálogo, la disidencia y algunas aproximaciones son las dinámicas más relevantes en el momento que vive la disciplina. (Salomón, 2002: 2)
En su artículo, "La Teoría de las Relaciones Internacionales en los
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