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La disección de una casa
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La disección de una casa
Libro electrónico48 páginas50 minutos

La disección de una casa

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Premio de poesía Eunice Odio 2012
Encontramos en esta obra una voz poética sobresaliente. El autor inicia el poemario refiriéndose a la casa, y junto con ella a la familia, las hermanas, los padres, los abuelos. A partir de su mundo interior el yo lírico se abisma y reflexiona su relación con su entorno.
La casa, como prologación de nuestro cuerpo y de nuestra psique son los parámetros con que el poeta se adentra en un mundo bañado por la realidad y la irrealidad que, al mezclarse, producen efectos profundos en el lector.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento8 may 2015
ISBN9789930519141
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    La disección de una casa - William Eduarte

    Lissandrello

    diecinueve puertas a la nada

    Estoy más seguro de la existencia de mi casa blanca

    que de la existencia interior del dueño de la casa blanca.

    Alberto Caeiro

    la disección de una casa

    Nos habían dicho que nuestra casa era de aire y tenía tantos pisos como nuestros dedos. Que en ella transita el sol a todas horas, que en ella entraban las personas y no salían nunca, que en ella el pan era blanco y la leche tibia. Y de alguna forma nos acostumbramos a eso: las paredes invisibles, las camas y las multitudes; esa sensación de tranquilidad anidando en el vientre.

    Ahora nuestra casa es apenas lo que intentamos hacer para acompañarnos. Los abrazos apilados en las mesitas de noche de los hoteles. Rodamos y nos faltan las gentes que se ven en estas fotografías. La palabra madre se sienta en un rincón y llora, la palabra padre nos ve al espejo y nos sacude con sus ojos. Nos consuela lo que parece un recuerdo. Los ecos de la cafetera, el olor a sándalo en las camisas, el tacto de alguien que no vendrá hoy a comer.

    Nos habían dicho que nuestra casa era próxima como el cielo.

    Ahora estoy cayendo.

    un paso en la nieve

    Lo había predicho

    la mujer del noticiero.

    Por la ventana veo cómo cae;

    hoy por lo menos la nieve

    se concreta en el suelo

    palideciendo todo.

    Cuando era pequeño

    mi padre tenía un congelador

    especial para el pescado.

    En él mis hermanas jugaban

    a que la nieve podía ser

    posible en el trópico;

    era un espacio grande

    para tres niños

    sorprendidos por la escarcha.

    Ya me toca salir del edificio.

    La nieve me cubre,

    se apila sobre mis brazos,

    flota en mi respiración.

    Me acuerdo de mi padre,

    de mi madre,

    de mis hermanas.

    Un gran pez salta

    en mis

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