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Rituales de magia blanca
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Rituales de magia blanca
Libro electrónico186 páginas2 horas

Rituales de magia blanca

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¿Qué son realmente la magia, los hechizos y los encantamientos? ¿Qué diferencia hay entre magia blanca, negra y roja? ¿Para qué sirven las ceremonias mágicas? ¿Cuáles son las distintas prácticas antiguas y modernas, como el vudú, el chamanismo, las ceremonias del antiguo Egipto, etc.?
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 jul 2012
ISBN9788431552916
Rituales de magia blanca

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    Escrito en un lenguaje sencillo y entendible. Muy util como libro introductorio.
  • Calificación: 3 de 5 estrellas
    3/5
    Bueno recién lo veo lo voy a probar, creo que está bien

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Rituales de magia blanca - Lucia Pavesi

EDICIONES.

Introducción

Antes de comenzar a viajar por un país extranjero, y para tener la posibilidad de comprender a fondo las costumbres, es necesario conocer, por lo menos de una manera parcial, la lengua que se habla en ese lugar, poniendo especial atención a los significados de las expresiones y sus respectivas entonaciones. De lo contrario, correremos el riesgo de limitar nuestro conocimiento a un nivel muy superficial o, en el peor de los casos, nos arriesgaríamos a malinterpretar la realidad con la que entramos en contacto.

También la magia puede considerarse como un territorio desconocido que debemos explorar. Sin lugar a dudas se trata de un vastísimo país, misterioso y fascinante pero para cuya visita y comprensión es necesario prepararse y proveerse de los instrumentos necesarios.

En este caso, la preparación deberá ser espiritual e intelectual porque es preciso preparar el ánimo para recibir y al mismo tiempo aprender todos los significados de las palabras y expresiones propias de los diversos rituales de magia, de manera que seamos capaces de reconocer y denunciar los usos impropios.

El trabajo de preparación es un trabajo largo y a veces también complicado; aprender el respeto por un mundo, por una cultura desconocida y difícil de conocer implica el esfuerzo de todo el propio ser. No debemos desanimarnos nunca: con paciencia y buena voluntad se puede llegar muy lejos. El premio está asegurado y supera las mejores esperanzas.

El velo dibujado representa la apariencia del mundo que esconde la verdad que puede ser desvelada solamente al final de una apasionante investigación

Primera parte

LA DIMENSIÓN MÁGICA:

LÉXICO, HISTORIA Y VÍAS DE ACCESO

Definición del término magia

Desde hace muchísimos siglos la palabra magia forma parte del lenguaje común, apareciendo en muchísimas expresiones de origen remoto que atestiguan el interés que han mostrado todas las sociedades por estas prácticas. Estoy convencida de que todo el mundo tiene una idea acerca de su significado, aunque tal vez no se base en la definición más exacta de la palabra.

Muchas personas se sentirán inclinadas a definir como mágicos todos aquellos fenómenos que suceden sin una explicación lógica aparente o que están caracterizados de manera que hagan pensar inmediatamente en lo sobrenatural. En el lenguaje cotidiano son muy frecuentes frases como «ha aparecido en el momento preciso, como por arte de magia», «me gustaría tener una varita mágica para salir de esta situación», «se trata de un momento mágico que difícilmente se repetirá», «se puede respirar un aire mágico en este lugar», etc. Son todas ellas frases que muchas personas han pronunciado o han oído seguramente un montón de veces; estas frases nos proporcionan una idea bastante precisa del significado y del papel que se atribuye comúnmente a la magia.

Las personas más supersticiosas pronuncian con suma cautela esta palabra para no tergiversar su significado, cuyas implicaciones nos son todavía desconocidas y suscitan siempre un temor reverencial. Por eso, más de una vez, en el transcurso de una conversación que puede tomar estos derroteros alguien cambia el tema bruscamente diciendo «es mejor no hablar de estas cosas; puede traernos mala suerte».

Mucho más distinta es la definición que dan quienes se ocupan o se interesan en lo paranormal o lo esotérico, que prefieren abordar el tema bajo la premisa de que la magia es una disciplina que ayuda a entrar en contacto con las fuerzas astrales. A pesar de que en cada una de las definiciones que acabamos de ver hay algo de verdad, la complejidad y la sutileza de esta última exige una explicación mucho más extensa y detallada.

Puesto que quiero afrontar el tema de forma seria y profunda, no puedo contentarme con mencionar de una manera vaga estas ideas, sino que es preciso que intente esbozar una definición mucho más precisa que nos ayude a comprender este fenómeno en toda su complejidad.

Uno de los magos más importantes de nuestro tiempo, Aleister Crowley, que citaré a menudo a lo largo del libro, definió la magia como el «arte de provocar cambios conformes a la voluntad. Cada cambio puede obtenerse mediante la aplicación del grado y de las especies de fuerza más adecuados, de la forma más adecuada y a través del medio más adecuado dirigido hacia el objeto más adecuado».

Así pues, para este estudioso, la magia es una forma de conocimiento que, además, no es abstracta ni tampoco es un fin en sí misma, sino que intenta proyectarse hacia la consecución de un fin concreto.

Es decir, que podemos afirmar en términos más modernos, que la magia es un conocimiento operativo de la realidad.

De todos modos, aunque esta definición es verdadera, según mi opinión es del todo insuficiente porque no diferencia la magia de otras disciplinas completamente diversas, como, por ejemplo, la ciencia, porque también esta última, de hecho, enseña a utilizar los instrumentos adecuados para obtener los efectos deseados.

Lo que diferencia a las dos disciplinas es esencialmente el método utilizado. Mientras la ciencia aspira constantemente a un punto de vista impersonal y objetivo, la magia se basa precisamente en las experiencias personales y subjetivas de quien la practica.

Me gustaría aclarar al máximo este concepto porque me parece fundamental para la comprensión correcta de todo el libro.

Cuando un científico descubre una de las muchas leyes que rigen la naturaleza, se esfuerza por describirla de una manera universal que pueda aplicarse en todos los casos. Sobre todo se preocupa por lograr que el proceso que le ha conducido al descubrimiento sea repetible por todas aquellas personas que, conociendo el método científico oportuno, quieran verificar el valor. De esta forma, un científico norteamericano que pretenda construir un radar utilizará las mismas fórmulas y los mismos principios básicos que han guiado el trabajo de un colega suyo ruso o japonés. Y esto porque, en el caso específico, el funcionamiento del radar depende de factores que no cambian en función del lugar, del tiempo y de la intervención humana, es decir, que se basa en principios universales.

Otro ejemplo análogo está formado por la ley que regula el movimiento de caída de los pesos, que estudiaron Galileo Galilei y otros físicos en los albores de la ciencia moderna.

Esta ley se estableció después de largas y pacientes sesiones de observación del movimiento de diversos objetos de varias formas y pesos que se dejaban caer sobre planos de diversas inclinaciones y de distinta longitud.

De esta manera, los tiempos de caída y la longitud recorrida se midieron y se compararon; se llegó de esta forma a la redacción de fórmulas matemáticas que los relacionaron, describiendo el fenómeno en la totalidad de sus factores. Estas fórmulas continúan siendo válidas en la actualidad, aunque nadie observa ya la caída de los objetos: los principios que regulan el fenómeno son de alguna manera innatos en el propio fenómeno natural y, como todo el mundo sabe, eran verdaderos incluso antes de que alguien los descubriera.

A diferencia de lo que acabamos de ver, el mago no se comporta en ningún caso como un científico, sino que intenta que se produzcan acontecimientos extraordinarios o intenta cambiar diversas realidades de manera sustancial con una metodología basada en los conocimientos tradicionales de su pueblo y en su propia experiencia personal.

Por esta razón, un brujo de México que quiera invocar la lluvia para que caiga sobre los prados áridos de su tribu utilizará fórmulas y operaciones muy diferentes de las que utilizaría un mago chino o africano.

Quiero destacar, además, que todos aquellos acontecimientos que sean realmente mágicos no se repiten nunca, ni desde el punto de vista cualitativo ni desde el cuantitativo, por el mismo operador, porque dependen de varios factores físicos y psíquicos. Todavía es menos posible que otro mago sea capaz de reproducirlos exactamente.

En otras palabras, mientras las leyes científicas se refieren a la naturaleza en sí misma (y por ello se llaman también «leyes naturales»), los principios mágicos se basan en la interacción entre el propio mago y la naturaleza.

A manera de inciso, diré que es precisamente a causa de esta radical diferencia que la ciencia oficial observa la magia y las demás disciplinas colaterales con tanta sospecha y suficiencia.

No obstante, a pesar de la esencia subjetiva del acontecimiento mágico, es verdad que la magia puede enseñarse y puede aprenderse, si nos atenemos a la existencia de tradiciones y prácticas mágicas difundidas de una manera más o menos extensa y además algunos trazos fundamentales de la magia se encuentran en casi todas las culturas de la tierra.

Pero cada mago, después de haber iniciado el propio camino de conocimiento, debe desarrollar por su cuenta las diferentes técnicas que haya aprendido y hacerlas suyas para levantar el vuelo; de otro modo todo lo que ha aprendido no tendrá ninguna validez.

Forma parte precisamente de la esencia de la propia magia implicar no sólo la inteligencia de los adeptos, sino también toda una serie de otros aspectos de la personalidad, entre los que sobresale de forma particular la voluntad, que es el motor necesario para hacer real el conocimiento mágico. El entrenamiento de la voluntad constituye una parte esencial de la preparación y mantenimiento de las fuerzas de cada mago, junto con el estudio y la acumulación de saberes teóricos.

No quiero alargarme sobre este concepto tan elemental porque más adelante encontraremos todas las explicaciones y, sobre todo, los ejercicios más idóneos para reforzar la mente y la voluntad (véase la segunda parte del libro). Aquí será suficiente precisar que debe tratarse de un entrenamiento constante y serio, orientado a interiorizar los conocimientos personales de cada uno. Quienes deseen acceder a la dimensión mágica deberán comportarse como si fueran deportistas profesionales, habituados a realizar todos los ejercicios propios de su especialidad con gran naturalidad, como si se tratase de algo que perteneciera a su propia esencia, y no estuviera obligado por órdenes o demandas externas, que provocan únicamente actitudes mecánicas.

También desde este punto de vista la diferencia entre el mago y el científico es muy profunda: este último, de hecho, no tiene que realizar realmente un trabajo de preparación sobre sí mismo, sino que sólo debe estudiar y aprender métodos, criterios, técnicas y nociones. El trabajo que se exige a quienes desean aprender magia, en cambio, proporciona al adepto que no se pierde por el camino un notable crecimiento interior, comparable con el que se obtiene con otras disciplinas mentales o místicas, como por ejemplo el yoga.

En este sentido, se puede decir que la magia se realiza en el propio mago y que sus manifestaciones externas no son más que emanaciones de esta primera y fundamental «obra» realizada en la personalidad del mago.

Para completar este proceso de aprendizaje e iniciación es necesario afrontar ahora el discurso que se refiere al llamado «color» de la magia. De hecho, se oye decir comúnmente que puede tratarse de magia blanca, rosa o negra, como si la disciplina tuviera tres naturalezas distintas. En realidad, la magia es única y no tiene colores. Lo que cambia son los motivos y el

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