Para escapar a los rumores y dejar de ser el centro de atención de todas las miradas, Erzsébet Báthory visitómuchachas comenzaron a desaparecer. Posteriormente se encontraron cuerpos mutilados y cubiertos de heridas en los campos, aunque a nadie se le ocurrió atribuir aquellos crímenes a la condesa húngara y su séquito. Cuando la condesa notó que la sangre de los aldeanos comunes tenía un débil efecto en mejorar la apariencia de su tez, comenzó a matar hermosas mujeres de familias nobles. Para atraerlas, en 1609 llegó a fundar una academia llamada . Pronto las ridículas explicaciones sobre las desapariciones que daba a los padres, empezaron a levantar sospechas. Sin embargo, a esas alturas Erzsébet había caído por completo en la locura y ya no le importaba la discreción. Cuando ya no había sitio en los sótanos, los cuerpos se arrojaban en fosas poco profundas en el patio del castillo o al foso, de donde los perros hambrientos los sacaban, en un espectáculo dantesco. Algunos de ellos también fueron transportados en un carruaje especial mientras los restos eran arrojados desde sus ventanas.
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