Hija y nieta de pastoras, la catamarqueña Nadia Larcher es la voz recobrada de un linaje trunco de copleras. Su familia viene “de las estribaciones de la montaña, allí donde vuelan los cóndores”, donde su bisabuela Modesta amanecía carnavaleando en ronda de cantoras. Nadia nació en Andalgalá, al noroeste de la capital de la provincia, “el pueblo lo hacés caminando en quince minutos de punta a punta”. En Buenos Aires, donde llegó hace una década con una valija y un título de profesora de Lengua y Literatura, está trazando un camino singularmente múltiple. De tañer con Divididos frente a una multitud en el estadio Vélez, a celebrar un confidencial “lunario de canciones” propias al que solo pueden acceder trece personas por función, en una casa antigua de un pasaje de San Telmo.
HEREDERA DE UN CANTO
Oct 03, 2024
4 minutos
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