El día 12 de abril de 1918, pasada ya la Revolución de Octubre y asentados los Románov en Tobolsk, Vasily Yakovlev llegó a la ciudad con la orden de llevar a toda la familia a Moscú. En ese momento el zarévich estaba enfermo, de forma que se decidió que solo Nicolás viajaría. La zarina, temiendo que algo malo le ocurriese, fue con él, al igual que la gran duquesa María. Las otras tres hermanas cuidarían de Alexéi, y los cuatro le fueron encomendados a Gilliard, como él indica en sus memorias.
Ciertamente, algunos de los miembros del Gobierno provisional ruso, como Kérenski, deseaban que la familia imperial se exiliase; no veían la necesidad de exterminarla si alejándola podían conjurar el peligro del Ejército Blanco. Pero Kérenski había huido tras la Revolución de Octubre, y los sóviets, al mando de los cuales estaban los bolcheviques, pedían la cabeza del zar alentados por Lenin. Se podría haber fusilado a Nicolás y enviar a su familia al extranjero; en la Rusia de 1918 no existía el «peligro» de volver a un régimen zarista: las cosas habían cambiado demasiado. Sin embargo, Lenin —según