ace apenas unos días nos ha dejado (1942-2024) y su traspaso me trae a la memoria esos más de treinta años de relación con quien fue uno de los hispanistas más influyentes de la segunda mitad del novecientos. Formado en la mejor filología romanística de aquellos años en España, junto a y , alcanzó desde muy joven la docencia universitaria y la vanguardia de la investigación. Fue una de las cabezas más visibles de una generación que se consagró a elevar el estatuto científico de la Filología Hispánica al nivel donde se encuentra hoy. Me gustaría convocar su recuerdo a partir de tres facetas que creo definitorias: un carácter carismático, un nivel científico de primerísima calidad apuntalado en