‘La mujer que rompió los códigos’
ste libro de la editorial Pinolia rinde homenaje a una heroína anónima, la criptóloga estadounidense Elizebeth Smith Friedman (1892-1980), cuya silenciada vida delogros es comparable a la de otras grandes tecnólogas, como Ada Lovelace y Grace Hopper, cuyas contribuciones, a menudo ocultas, alteraron el curso de la historia. Cuando tenía 24 años —recién graduada con una especialización en Literatura Inglesa y Griega y tras haber ejercido brevemente de maestra—Elizebeth fue requerida por un excéntrico magnate textil, el coronel George Fabyan, para que encontrara los mensajes secretos que creía contenían los textos de Shakespeare (pretendía demostrar que eran obra de Francis Bacon). Contratada en su empresa, Riverbank