AMARANTO
Más que una cereal sin gluten es una semilla. Sus proteínas son de altísima calidad y con un alto grado de asimilación. El amaranto es rico en lisina (0,89 %) -un aminoácido esencial del que generalmente los cereales no contienen demasiado, especialmente el trigo (0,32 %) y el maíz (0,27%) y que enriquece los platos a los que se les añade-.
La presencia de lisina y de lecitina hacen del amaranto un alimento tónico para los nervios y el cerebro. Posee un alto contenido en calcio, fósforo, magnesio y hierro (este último muy importante para los niños, adolescentes y mujeres, que, por lo general, tienen un mayor gasto de energía). Se reconoce por su color rojo oscuro, llamado precisamente rojo amaranto, y se puede ver crecer en las terrazas y balcones de las casas, donde se cultiva como planta ornamental. Considerado un alimento sagrado por los aztecas y los incas, era la base de su alimentación hace ya 3.000 años. Por esta razón, los españoles, para someter a los pueblos incas y aztecas, decretaron la pena de muerte para quienes lo cultivaran o comerciaran con sus semillas. Con el exterminio de estos pueblos, el amaranto casi desapareció.
Su fibra es esencial para una salud plena. Gracias a su alto contenido en fibra, el amaranto tiene un efecto beneficioso en la digestión y en las funciones intestinales. Su ausencia de gluten lo hace especialmente adecuado para aquellos con los intestinos delicados.
De agradable sabor, es ligero, fresco y se