LOGIAS MASÓNICAS
Es Benito Pérez Galdós (1843-1920) quien, en sus “Episodios Nacionales” sitúa en 1809 el “año cero” de la presencia de la masonería en España, que habría desembarcado con la llegada de las tropas napoleónicas. Hasta esta fecha, cualquier referencia a la masonería en nuestro país –cuyos orígenes ingleses se remontan al año 1721, y no al 1717 como se ha creído hasta ahora, (MÁS ALLÁ, 386)– debe interpretarse como meramente anecdótica y, en todo caso, siempre exagerada en los textos que pretenden otorgar a la masonería una mayor antigüedad de la que realmente tiene. Tal y como advertía el genial novelista: “Yo tengo para mí que antes de 1809, época en que los franceses establecieron formalmente la masonería, en España ser masón y no ser nada era una misma cosa”.
Con impronta francesa, empiezan a surgir en Madrid las primeras logias masónicas, que luego se irán exportando a otras provincias y que se integran, mayoritariamente, por franceses o españoles afrancesados –lo que debe interpretarse como parte de una estrategia soterrada por impulsar simpatías hacia el régimen napoleónico–. Este primer capítulo de la masonería en España será tan efímero como lo fue la presencia de la soberanía napoleónica, desterrada tras la Guerra de la Independencia (1808-1814). Porque el regreso de la monarquía en la figura de Fernando VII (1784-1833) trajo consigo de nuevo la Inquisición, y con ella los primeros decretos persiguiendo a los masones, que en aquella época se estimaban alrededor de unos dos mil, todos ellos de tendencias políticas liberales. Precisamente liberales y masones eran considerados los principales enemigos para la corona del Rey Felón.
“Con impronta francesa, que luego se irán exportando a otras provincias y que están integradas por franceses o españoles afrancesados.
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