Club de lectura Hundir la f lota
Nunca he estado en un crucero. Es bastante improbable que alguien que duerme con una mochila del fin del mundo bajo la cama se monte en un edificio flotante de 47.255la probabilidad se ha reducido aún más. Por encargo de la revista David Foster Wallace se embarcó en el Nadir, un megacrucero por el Caribe, y escribió este ensayo que logra que una experiencia deprimente se convierta en un viaje lleno de humor, a no ser que lo leas en un crucero. «He visto maletas fluorescentes, gafas de sol fluorescentes y más de 20 marcas distintas de sandalias de goma. He oído timbales, he comido buñuelos de caracola y he visto a una mujer con un vestido de lamé vomitando dentro de un ascensor de cristal. (...) He oído a americanos adultos y boyantes preguntar en el mostrador de Atención al Pasajero si hay que mojarse para bucear, si el tiro al plato tiene lugar al aire libre, si la tripulación duerme a bordo y a qué hora es el bufé de Medianoche (...) En una semana, he sido objeto de 1.500 sonrisas profesionales». Esa felicidad falsa y el servilismo al que es sometida la tripulación se encuentran entre sus críticas. Pero también los estadounidenses y su manera de viajar. Sin embargo, llega a acostumbrarse a ese estado de higiene y tranquilidad artificial. «El baño del camarote 1009 siempre huele a un desinfectante noruego extraño pero no desagradable cuyo aroma se parece a como olería si alguien que supiera la composición organoquímica exacta de un limón pero en realidad nunca hubiera olido un limón intentara sintetizar el aroma de limón».
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos