EL PUNTO DE INFLEXIÓN DE TODA UNA ÉPOCA
EN 1857, DEBIDO UNA SERIE DE GRAVES INCIDENTES EN CONCHINCHINA, UN INMENSO TERRITORIO MÁS O MENOS VINCULADO HISTÓRICAMENTE AL IMPERIO CHINO, FRANCIA SE EMBARCÓ EN UNA AVENTURA EN ASIA. Una decisión motivada tanto por la ambición del emperador Napoleón III, como por la rivalidad con otras potencias europeas interesadas por el mercado chino. Hasta entonces la gran nación asiática había logrado evadir la presión de Occidente.
Todo comenzó con una agresiva persecución contra los cristianos y los misioneros occidentales y desembocó en el asesinato del obispo católico español Díaz Sanjurjo. Francia no dudó en tomar represalias y, en colaboración con España, organizó una expedición de castigo contra Cochinchina.
Duró cinco largos años, las tropas francesas y sus colaboradores hispanofilipinos, al mando de los coroneles Bernardo Ruiz de Lanzarote y Carlos Palanca, combatieron en una dura campaña. Cuando se dieron por terminadas las operaciones conjuntas, España se retiró, pero los franceses no.
Francia no se había movilizado solo por buenas intenciones. La zona parecía muy productiva y no había potencias europeas que estuvieran interesadas en ella. Cochinchina se abría al mar de China Meridional y al golfo de Tailandia, ocupaba toda la parte meridional de Vietnam, al sur de Camboya, con la que hacía frontera, y era dueña del delta del río Mekong, lo que le confería una extraordinaria riqueza arrocera. Además, la parte norte mantenía muchas conexiones con China, y, como toda Asia, estaba muy poblada, lo que aseguraba mano de obra. Sus principales ciudades eran Saigón y Hué, la capital imperial.
Entre 1863 y 1887, por las armas o mediante vigorosos tratados, Francia se hizo con todos los territorios que le interesaban en la región. Los unificó como Indochine en octubre de 1887. La formaban Annan, Tonkin, Conchinchina, Camboya y, a partir de 1893, también Laos. Funcionaba como una federación de Estados, con capital en Saigón, pero, a pesar de que los emperadores de Vietnam y los soberanos de Camboya y Laos siguieron en sus puestos, el poder real y efectivo quedó en manos de funcionarios franceses, encargados de trasplantar a Asia el modelo de organización de Estado de la III República. No obstante, solo eran la avanzadilla de los que iban a ser los verdaderos amos del país: las empresas francesas. Los grandes bancos invirtieron ingentes sumas de dinero en apoyarlas. Se construyeron carreteras, vías férreas, puentes y puertos. Se drenaron ríos y pantanos, se ampliaron y modernizaron las zonas agrícolas, y se introdujo el cultivo del caucho, que en unas décadas se convirtió en una de las grandes fuentes de ingresos de la colonia. Todo junto a importantes yacimientos de carbón y otros minerales, que fueron descubiertos y puestos rápidamente en explotación. A comienzos del siglo XX, el esfuerzo francés había dado sus frutos e Indochina progresaba.
EL PRIMER ESBOZO DE LO QUE SERÍA UN MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO INDEPENDENTISTA LLEGÓ DESDE CHINA, DE LA MANO DE UN GRUPO DE JÓVENES INTELECTUALES DE HANOI.
LA CRISIS INESPERADA
El primer esbozo de lo que sería un movimiento revolucionario independentista llegó desde China, de la mano de un grupo de jóvenes intelectuales de Hanoi dirigidos por Nguyen Thai Hoc. Fundaron en 1927, con el Kuomitang chino como modelo, el VNQDD –Viet Nam Quoc Dan Dang–. Derrochaban ilusión, pero no eran realmente conscientes de lo escaso de su fuerza, por lo que fueron muy fácilmente aplastados por los franceses. Sin embargo, entre los promotores de la revuelta, había un notable grupo de jóvenes comunistas, fascinados por la Revolución rusa. Los lideraba desde el exilio el fundador de su partido en Indochina, un hombre educado políticamente en Francia, China y la Unión Soviética, que usaba muchos nombres, pero al que la Historia iba a conocer como Hô Chi Minh.
Con todo, estos movimientos, a pesar de extenderse, no parecían amenazar al poder francés en la región. Y no lo hicieron, al menos hasta que en la primavera de 1940 el mundo contempló asombrado cómo dos de las potencias coloniales europeas presentes en Asia Oriental, los Países Bajos y Francia, eran barridas por la Alemania nazi en pocas semanas.
El hundimiento de la Francia continental tuvo inesperadas consecuencias en Vietnam: quedó en manos japonesas prácticamente hasta agosto de 1945. Coincidiendo con la rendición formal del Japón, Hô Chi Minh declaró la independencia del país apoyándose en la fuerza que le daban las milicias armadas del Viet Minh, el ejército regular de los comunistas.
El 17 de agosto, el experimentado general que con la 2ª división acorazada había liberado París, partió con destino a Oriente con la misión de devolver Indochina a la obediencia francesa. Según pensaban los franceses, la nueva república de Vietnam debería integrarse en la "Unión Francesa", eufemística forma de llamar al Imperio francés de toda la vida. La formaría la llamada "Federación de Indochina", que se crearía uniendo los viejos reinos de Camboya y Laos y la República Independiente de Conchinchina, regulado todo ello por una estructura de orden superior regida por y desde Francia. Ni qué decir tiene que eso no era lo esperado por el Viet