Llamado a romper un silencio de décadas
Con apenas 16 años, Alicia de los Ríos Merino, hija de una integrante de la Liga Comunista 23 de Septiembre (LC23S), con quien comparte nombre y apellidos, formó parte del Comité de Madres de Desaparecidos Políticos de Chihuahua y Ciudad Juárez, que se trasladó a la Ciudad de México en 1993 para reunirse con el entonces secretario de la Defensa Nacional, Antonio Riviello Bazán.
Era el penúltimo año de gobierno de Carlos Salinas de Gortari, y las integrantes del comité, al que pertenecía Alicia Merino, abuela de De los Ríos, se entrevistaron con Riviello Bazán en algún salón del Campo Marte para preguntar por sus hijos detenidos durante la Guerra Sucia, de los años setenta y ochenta.
Había evidencia de que el Campo Militar Número Uno y otras instalaciones, como la Base Aérea de Pie de la Cuesta, en Guerrero, fueron utilizados como centros de detención y tortura en la guerra contrainsurgente, de acuerdo con testimonios de sobrevivientes liberados por la Ley de Amnistía de 1978.
“Yo acompañaba a mi abuela y a mi tía
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