UNA FOTOGRAFÍA DE OTRO MUNDO
A quel día iba a ser uno de tantos para Jesús Casado, técnico de mantenimiento del ayuntamiento de Tomares, un importante pueblo situado en la cornisa urbana que rodea Sevilla. Casado estaba revisando los posibles desperfectos del edificio y fotografiando diferentes elementos del mobiliario, como los paños de azulejos –de gran valor artístico– que embellecen la escalera que sube del patio central a la primera planta, por si en un futuro tuviera que realizar un trabajo de reposición.
Una vez en casa, Jesús se dispuso a repasar sus apuntes y revisar el material fotográfico del día. Al abrir una de las fotos observó una mancha blanca. En un primer momento pensó que se trataba de un reflejo, pero al fijarse mejor se dio cuenta de que aquella mancha blanca semejaba la mano de una mujer agarrada al pasamanos de la escalera. Inmediatamente amplió la fotografía y se sorprendió al comprobar que se distinguía nítidamente un cuerpo entero.
Algo no era normal en aquella figura. Espantado, cerró la foto. Estaba seguro de que cuando tomó la
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