EL PRIMER VERANO
España, más cerca que nunca. Las circunstancias nos abocan a unas vacaciones de corto alcance que, contra pronóstico, podrán convertirse en inolvidables. Carretera y manta para redescubrir(nos). Ahora nos acordamos de que nos estaban esperando los paisajes más evocadores, las playas más interminables o las calas más recónditas, los pueblos que siempre tienen paciencia, los castillos de nuestra niñez o las llanuras que querríamos cabalgar si no hubiéramos cambiado el botijo por el aire acondicionado. Tiempo de siesta bajo un árbol. O de hacer chof en el río. Humedales, acantilados, desiertos, caminos hacia ninguna parte. Sin señalizar. Sin ruido. Sólo nosotros. De repente, el primer verano de nuestras vidas. Otra vez.
NORTE
GALICIA
Aunque nunca querríamos renunciar a O Grove, pongamos rumbo a Rías Altas, que las de abajo suelen estar imposibles: un lugar que se llama Cariño no puede tratar mal a nadie; al sur, la playita esmeralda de Fornos; al norte, el faro de Cabo Ortegal como hito del fin del mundo; al oeste, perseguimos la tortilla de Taberna do Puntal, en Cedeira, o el marisco de Casa Caneiro. Esperan los arenales grandiosos como Pantín para una jornada de surf, los acantilados de Herbeira, dignos de una serie de HBO, y los percebes (en la foto) de San Andrés de Teixido. Entre medias, las curvas serpenteantes que se recorren entre bosques... Galicia a lo bestia.
PAÍS VASCO
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