EL CEMENTERIO JUDÍO DE PRAGA
En la orilla derecha del río Moldava, muy cerca de los muelles donde embarcan los turistas para navegar por aquel eje fluvial, se levanta el quinto barrio de Praga: Josefov, un lugar encantador que vertebra la calle Pařižka, una de las más glamurosas y donde se han dado cita las grandes marcas.
UN RECORRIDO DE LEYENDA
Partiendo perpendicularmente desde el río, esta vía desemboca en la plaza de la Ciudad Vieja, que dominan la iglesia de Nuestra Señora y la esbelta torre del ayuntamiento –con el reloj astronómico más antiguo del mundo que aún sigue funcionando–. Con otro orden –o desorden– en su urbanismo, ahí estuvo el corazón de la ciudad de Praga durante el Bajo Medievo, cuando la ciudad se convirtió en encrucijada de las rutas comerciales y el colectivo judío fue reclamado por la habilidad de sus miembros como contables o prestamistas. Pese a esto, hay que señalar que los primeros asentamientos tuvieron lugar durante el siglo X en la colina del castillo de Malá
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