COSTALEGRE
Mañana ¿la matina?
Si he aprendido algo sobre ser mujer, es que los hombres te hacen cambiar de opinión. Esta mañana ya no había empleados con ropa blanca y no hay nada de comer. En la mesa hay muchos instrumentos con los que se podría hacer el desayuno, pero todos los que entran a la cocina solamente los miran y no saben qué hacer con ellos, de modo que los artistas andan por ahí con brillantes vasos de té rojo que la cocinera dejó enfriando, pero incluso eso ya se acabó y todos se encuentran confundidos.
Mamá está disfrutando el sol en su bata verde. Se siente tan complacida consigo misma que ni siquiera acepta decirle a los demás a dónde los mandó. Si conozco a mi madre, Konrad la convenció anoche. Lea, je t’en prie. O quizá él encontró la fuerza para abrazarla: ella despediría para siempre al personal a cambio de eso.
En cualquier caso, tomaría siglos descifrar cuál de estos frascos contiene la sal y cuál el azúcar, así que los chiflados andan de aquí para allá desganadamente, mascullando entre ellos, admirando las flores que yo nunca he podido nombrar. Magda solía decirme sus nombres en español, pero no se me grabó nada, porque constantemente me están poniendo en situaciones donde tengo que aprender cosas nuevas.
Y aunque C despertó, suele tener resaca. Cerró los ojos al ver la
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