NEURO FUERZA
Aprincipios de junio, en Israel, las sirenas y las explosiones doradas estallan en el cielo negro. Los enfrentamientos han estado presentes desde antes de que el presidente Trump trasladara la embajada de los EE. UU. de Tel Aviv a Jerusalén, reconociéndola como la capital del país ante la indignación de los palestinos. Sin embargo, la reubicación provocó el brote más mortal en años en la Franja de Gaza. Legiones de manifestantes lanzan bombas de fuego y rocas a los soldados israelíes sobre la valla de seguridad. Cometas en llamas vuelan desde Gaza hacia los frágiles y secos campos de la frontera sur de Israel, dejando el suelo en llamas.
Cuarenta y cinco millas al norte, en el corazón de Tel Aviv, el personal de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) se mueve alrededor de Kirya, el extenso campus que sirve como base principal y sede de las FDI desde poco después de la fundación del país en 1948. En un piso superior de un edificio fuertemente vigilado, al final de un pasillo estrecho, una media docena de jóvenes soldados de inteligencia, en uniforme verde oliva, mira atentamente sus monitores duales de computadora. Fotos de vigilancia aérea de las fronteras del país parpadean en sus pantallas. Están haciendo análisis visuales, observando una cascada en constante cambio de miles de imágenes satelitales, buscando la más mínima señal de actividad enemiga: una pequeña reserva de explosivos detrás de una colina, tal vez, o una pequeña pila de arena levantada que indica un naciente túnel subterráneo. Perder un detalle podría costar vidas.
“Estoy aquí para demostrar que no todos los niños autistas tienen problemas para relacionarse. Realmente es un arco iris, es un espectro”.
Su trabajo de alto nivel es crucial para proteger a los ciudadanos y soldados israelíes. También es implacable. Durante nueve horas al día (o más, durante una crisis) exhiben una concentración casi biónica, una extraña habilidad para mirar a la pantalla y procesar datos altamente complejos sin cansarse ni soñar despiertos.
Por esa razón, como su desaliñado comandante de mediana edad, Eitan (para proteger algunas identidades de las FDI, se usan alias), me dice: “Estos son los mejores soldados de la unidad”. También son los más peculiares, no sólo en Israel, sino en el mundo. Forman parte de un programa militar innovador llamado Roim Rachok, que en hebreo significa “para ver el futuro”. El grupo de élite está formado por miembros de una población en crecimiento, subatendida y olvidada, con poderes tan especiales como