Entrevista a Marian Rojas
TRANSCRIPCIÓN Y EDICIÓN DE ADRIANA HERNÁNDEZ PLANILLAS
Eres hija de Enrique Rojas, también psiquiatra y escritor. ¿De qué manera influyó el hecho de vivir en una casa donde se hablaba de estos temas?
Respecto a esto hay una anécdota muy elocuente. Mi madre, cuando yo era pequeña, era agente de bolsa y, aunque vivíamos en Madrid, viajábamos mucho a Barcelona. Por aquel entonces, yo decía que me iba a dedicar a lo mismo que ella, pero un día, tras la llegada de un cliente, tuvo que salir un momento y le pidió que me explicara lo que era la bolsa. Cuando volvió, yo le estaba preguntando a ese señor por qué estaba tan triste, si era porque sus hijos se portaban mal. Mi madre me miró y me dijo: “Dedícate a lo de tu padre”. Después, ya no me volví a plantear. Sabía que sería la psiquiatría por dos razones: me gusta escuchar los problemas de la gente y ayudarles, y porque cuando era joven me paraban personas por la calle diciéndome cómo les había ayudado mi padre. Aquello me pareció tan maravilloso que no contemplé otra opción a la hora de decidir lo que quería estudiar.
¿Qué actitud tuvo tu padre contigo mientras estudiabas?
Me apoyaba mucho psicológicamente, haciéndome considerar las asignaturas más áridas como un trámite. Me daba a entender que lo mejor vendría después, cuando me especializase en Psiquiatría. Lo curioso es que, cuando tuve que coger plaza para el MIR, preferí marcharme a Camboya a sacar a niñas de la prostitución infantil, cambiando el rumbo de mi vida
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