Eliana Lacombe
Dra. en Antropología Social por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), Argentina. Especialista en Investigación de la Comunicación por el Centro de Estudios Avanzados de la UNC. Licenciada en Comunicación Social por la misma Universidad. Becaria doctoral y posdoctoral de CONICET (2010-2018). Docente del Departamento de Antropología de la Universidad Nacional de Córdoba en las materias: Antropología de la Política y Metodología de la Investigación Antropológica de la Lic. en Antropología. Desde 2012 ha dirigido diferentes proyectos de investigación aprobados y financiados por la Secretaría de Ciencia y Técnica (Secyt) de la UNC. Forma parte de la Red internacional de investigadores sobre Memoria Política en América Latina. Ha investigado las relaciones entre religión y política a través de las memorias sociales sobre el movimiento tercermundista en Argentina. Actualmente realiza trabajos de investigación y extensión en territorios atravesados por conflictos socio-ambientales.
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Papers by Eliana Lacombe
El reconocimiento oficial de estas víctimas de la dictadura como mártires, ha reabierto un importante debate público en Argentina, entre quienes reivindican la figura del obispo y su forma de asumir el catolicismo, y quiénes lo detractan acusándolo de ser un infiltrado comunista en la Iglesia e intentan evitar su beatificación.
En esta oportunidad me detendré en el análisis de parte de esta controversia para poder dar cuenta de las ideas reificadas y formas de construcción performática de límites entre religión y política.
El reconocimiento oficial de estas víctimas de la dictadura como mártires, ha reabierto un importante debate público en Argentina, entre quienes reivindican la figura del obispo y su forma de asumir el catolicismo, y quiénes lo detractan acusándolo de ser un infiltrado comunista en la Iglesia e intentan evitar su beatificación.
En esta oportunidad me detendré en el análisis de parte de esta controversia para poder dar cuenta de las ideas reificadas y formas de construcción performática de límites entre religión y política.
En ella problematizo, a través de experiencias vividas en el marco de un conflicto socio-ambiental, las formas establecidas de producir conocimiento y los diferentes estatus epistemológicos de diversas disciplinas y su incidencia en el campo de las disputas socio-ambientales.
El informe fue realizado entre septiembre de 2020 y abril de 2022 con la participación de docentes-investigadores/as y estudiantes de las áreas de Ciencias Sociales, Humanidades y Ciencias de la Tierra con experiencia de trabajo en torno a problemáticas territoriales, de derechos humanos, género y conflictos socioambientales. La investigación implicó, además de trabajo interdisciplinar, un “diálogo de saberes” que integra los conocimientos comunitarios locales como a diversas voces de actores vinculados al territorio.
Esta edición se organizó en un marco sociopolítico particularmente convulsionado. Por una parte, por las “nuevas” formas de destitución presidencial mediante los llamados golpes parlamentarios, el recrudecimiento de episodios represivos y la ejecución del
asesinato político de Marielle Franco en Brasil. La persecución, represión y asesinato de militantes indígenas en Argentina, incluida la desaparición de Santiago Maldonado. Y el recrudecimiento de la violencia y nuevos fracasos de las políticas de pacificación en Colombia… Para citar sólo algunos hechos de los múltiples conflictos sociopolíticos vividos
entre 2017 y 2018 en nuestra América Latina.
Ante esto, el comité organizador decidió que el eje del Seminario fuera la
problematización del supuesto “poder democratizador” de las memorias políticas (Lifschitz, 2012). Particularmente, de aquellos trabajos y políticas de memoria (Jelin, 2002) centrados en la denuncia pública de diversas experiencias de violencias masivas experimentadas en el Cono Sur desde la última mitad del siglo XX. Por una parte, el objetivo democratizador o pacificador, ha sido enunciado explícitamente en políticas de
memoria ejecutadas —en menor o mayor medida— durante las últimas décadas por diferentes gobiernos en nuestros países. La memoria, es muchas veces comprendida o aprehendida desde el sentido común como un “conjuro” contra la violencia. En el deber de memoria (Levi, 1988) sobre los crímenes del pasado, subyace el principio pedagógico de recordar para no repetir. Así, el emblemático informe oficial sobre personas desaparecidas y asesinadas por la represión clandestina de la última dictadura argentina (1976‐1983) lleva por título: Nunca Más. Nunca Más es a la vez un libro, una consigna, un símbolo, un proyecto de futuro, una utopía… En síntesis, es un artefacto cultural (Crenzel, 2008) que fue replicado de manera particular en diferentes países del Cono Sur, con el
propósito de poner fin a una etapa de profunda violencia y construir un proceso de transición hacia un sistema democrático. En tal sentido, el Nunca Más –como símbolo‐ también entraña la oposición tácita entre dictadura y democracia; entre violencia y pacificación, entre pasado y futuro. Pero a más de cuatro décadas de incesantes luchas de las memorias políticas contra las violencias estatales y de la ejecución de políticas de memoria en la mayoría de los países latinoamericanos; no se han podido erradicar las violencias políticas ni evitar las “nuevas” formas de interrupción de los gobiernos electos por el voto mayoritario. Estas coyunturas nos enfrentan a la necesaria revisión de los caminos de las memorias en América Latina.